Gozo forma parte, junto a Malta y Comino, del archipiélago maltés. Es una isla perfecta para practicar ecoturismo tanto si viajas sola, como si vas con amigas o en familia. Te contamos las visitas imprescindibles y algún secretillo.

Vista del puerto de Gozo.
Esta isla maltesa no suele ser de las primeras que valoramos cuando buscamos un destino insular en el Mediterráneo. Incluso cuando nos centramos en el archipiélago maltés, la elección principal sigue siendo Malta, con alguna excursión a Gozo y Comino. Nuestra propuesta, en esta ocasión, es hacerlo al contrario ya que el interés que nos mueve es desconectar del estrés y conectar con la naturaleza. La estancia en Gozo la completaremos con una visita fugaz a Malta al llegar o al regresar, ya que es allí donde se encuentra el aeropuerto.
Cómo llegar a Gozo
El acceso a Gozo es sencillo. Una vez en Malta debes tomar un ferry, el puerto se encuentra a una media hora de trayecto. Una opción es alquilar un vehículo en el aeropuerto y embarcarlo para luego poder moverte con libertad por la isla. Esto último no es obligatorio, pero sí aconsejable, dada la escasa frecuencia del transporte público.
Aunque Gozo puede parecer una isla minúscula en el mapa –tiene 14 kilómetros de largo y unos 7 de ancho– se precisan al menos cuatro días para disfrutar sin prisas de todo lo que ofrece.
¿Te animas a descansar en contacto con la naturaleza, respirar aire puro, practicar deportes acuáticos y comer de forma saludable?

Mirador sobre la gruta de Calipso. ©PG
Qué ver
Si te gusta la Historia este es un buen lugar para bucear en el pasado y acercarte a civilizaciones pretéritas que nos han dejado construcciones tan interesantes como los templos de Ggantija, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En las ruinas de estos templos, que se mantienen en pie sin sujeción alguna, aún se puede intuir la gran dimensión del complejo datado entre el 3600 y el 3200 a.C.

Los templos de Ggantija han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. © PG
Con menos matices históricos y más legendarios está la gruta de Calipso, que se identifica con la cueva que mencionó Homero en La Odisea. En este lugar parece ser que la ninfa Calipso retuvo a Ulises durante siete años. Las vistas de la bahía de Ramla que se obtienen desde la terraza ubicada sobre la cueva son bellísimas. El contraste entre la arena, que lanza destellos rojizos, y el mar turquesa es difícil de olvidar.
También merece la pena que te acerques a las Salinas de Qbajjar, en Marsalforn, para admirar los cubículos cuadrados de poca profundidad que crearon los romanos para separar el sodio del agua del mar.

No te pierdas las basílicas de San Pedro y San Pablo, en Nadur; y Ta’ Pinu, en Gharb. © PG
En algunas de las poblaciones que irán surgiendo al desplazaros en coche os llamará la atención el tamaño desproporcionado de los templos respecto a la dimensión de la localidad. Parad en algunas de ellas para visitarlos porque también tienen interiores muy llamativos. Algunas de las iglesias más curiosas son la basílica San Pedro y San Pablo, en Nadur; Ta’ Pinu, en Gharb, cuyo santuario es un punto de peregrinaje; la basílica de San Jorge y la Catedral, ambas en la capital– y la de San Juan Bautista, en Xewkija, que imita a la veneciana Santa María de la Salud. En algunas de ellas os tendréis que cubrir los hombros si vais en tirantes (hay pañuelos disponibles en la entrada).
Victoria, capital de Gozo
Victoria, la antigua Rabat, tiene la dimensión perfecta para recorrerla a pie disfrutando del paseo. Si llegas temprano, puedes comenzar desayunando en el Café Jubilee (si el tiempo lo permite, en las mesas situadas a la entrada) para tomarle el pulso a la ciudad. Si te apetece interactuar con la población local podéis continuar la jornada paseando por el mercado It-Tokk y por la plaza central.

Comienza el día con un buen desayuno en el Café Jubilee, en Victoria. © PG
Tras la primera interacción local toca abstraerse paseando por la Citadel, el casco histórico de Victoria, donde las construcciones de piedra amarilla caliza son una constante. Calles y callejones, escasas tiendas y restaurantes, algunos museos y buenas vistas del entorno son sus puntos fuertes. No dejes de entrar en la Catedral.
Qué comer en Gozo
No hay nada mejor que pasear para que se abra el apetito y poder disfrutar de los manjares de la isla. En restaurantes como el de Ta’ Rikardu, en la capital, la afirmación del campo a la mesa se cumple a rajatabla. Su propietario dispone de huerto que le proporciona las verduras y de un rebaño de cabras que le surte de leche para elaborar ricos quesos. Si algún cliente lo solicita no tiene ningún problema en llevarle a la finca para que vea el ordeño de las cabras.

La cocina del restaurante Ta’ Rikardu es casera y se surte del huerto de su propietario. ©PG
Para conocer in situ los productos y cultivos gozitanos, no hay nada mejor que visitar granjas ecológicas como la de Ta’ Mena Estate donde, además de hacer una visita guiada para ver los viñedos, los olivos o las hortalizas, podrás comprar riquísimas conservas.
Y, si te quedas con ganas de más, en la factoría Savina (en Xewkija) podrás probar (y llevarte) licor de higo chumbo o de algarrobo. La gastronomía gozitana se nutre especialmente de lo que le regala la tierra y el mar: pescado, conejo, quesos, tomate, etc.
Diversión en el mar
En las islas maltesas se cumplen todos los tópicos relativos a la descripción del agua del mar: transparente, cristalina, turquesa y azulada, fondos irresistibles, etc. Y todo ello, además, de una forma superlativa. Esta belleza se extiende tanto a las playas –que, aunque no son muchas, son suficientes para acoger a los visitantes– como al mundo submarino. Aunque el número de viajeros que acude para hacer su bautizo submarino es elevado, hay otros que repiten para enfrentarse a la inmersión en el Blue Hole –un profundo agujero que da miedo solo de oírlo–.

El pescado es una de las mejores elecciones en Gozo. © P.G.
Si prefieres disfrutar del mar sin dejar de sentir la brisa en la cara, las propuestas son igual de atractivas: playas de arena blanca o rojiza, excursión en kayak o navegar en una embarcación.
El kayaking es muy sencillo y permite combinar la actividad con el desembarco en distintos puntos de la costa para comer, descansar, darse un baño o, simplemente, tomar un helado del “barco de los helados” (los hay en Blue Lagoon).

Recorrer la costa de Gozo en una pequeña embarcación permite adentrarse en muchas de sus grutas. © PG
El barco es otra opción más cómoda para recorrer los recovecos de la costa. La bahía de San Blas, la de Ramla o la famosa Blue Lagoon de la vecina isla de Comino son algunos puntos donde anclar y disfrutar del agua cristalina. Es, además, la única manera de visitar las grutas que salpican el litoral, sólo en Comino hay una decena de ellas. Cada una tiene su historia y en muchas de ellas han sido rodadas escenas de grandes producciones cinematográficas como El conde de Montecristo.

Así de transparente es el agua en Comino.
CONSEJOS ETHERIA
• Vuela hasta Malta (hay líneas low cost) y, una vez, allí, dirígete hasta el muelle de donde parte el ferry a Gozo (20 minutos). Si has alquilado coche puedes embarcarlo para moverte por la isla en libertad.
• Desayuna en la terraza del Café Jubilee para palpar la vida diaria de Victoria, la capital de Gozo.
• En el restaurante Ta’ Rikardu podrás degustar rica comida casera. El vino y el queso los hace Ricardo, su propietario. Tel. +356 21555953. Triq il-Foss. Victoria (Gozo)
• Más información en www.visitgozo.com