El diseño ha tomado el centro de Belfast como hace 40 años lo tomaron los punks: con ánimo revulsivo, aunque cambiando la rabia por creatividad. Los estudios de diseñadores y artistas se multiplican en las antiguas estancias industriales de ladrillo del barrio de la Catedral, mientras que los astilleros de los que salió el Titanic son ahora una creciente pasarela de edificios de vanguardia. En ese caldo de cultivo, la anual Design Week de Belfasf procura el flechazo del diseño internacional y los creativos locales.
Panorámica de Belfast con el Ayuntamiento enfrente. © Christopher Heaney. Terminaban los 70 y el centro de Belfast era un lugar demasiado peligroso para los paseos nocturnos. “Sólo la policía y el ejército solían entrar en el centro de la ciudad por la noche, pero desde aquel día, entraban la policía, el ejército y los punks“. “Aquel día” fue el 20 de octubre de 1977 , el de los disturbios punk de la calle Bedford tras la suspensión de un concierto de The Clash . El que lo cuenta es Terri Hooley, primero propietario de una tienda de música en el centro y, luego, fundador del sello Good Vibrations, que editó a los grupos punks norirlandeses.
Hooley, conocido como ‘el padrino del punk’ y concierto del 16 noviembre. ©Hooley La influencia del punk Desde la rabia, el hastío y los gritos estridentes, los punks fueron los primeros en atreverse a resucitar el mortecino y vigilado centro de la ciudad en una época en la que hacía falta creer que no había futuro para atreverse a poner un pie allí. Algunos análisis señalan que fueron ellos quienes unieron por primera vez a las dos facciones norirlandesas en una misma misión y que quizás eran mejores que su mala prensa. “El punk en Irlanda del Norte era como una tercera religión, un escape de lo que estábamos viendo día tras día en nuestras salas de estar a través de las noticias”, explica el escritor Sean O´Neil.
Mural de Frederick Douglass. © Fáilte Feirste Thiar. El barrio de la Catedral Todo ha cambiado mucho en el barrio de la Catedral de Belfast desde que el grupo punk local Stiff Little Fingers vociferara “¿Es aquí donde quieres estar? / ¿Es esta la única vida que vas a tener?”. Por ejemplo: los grafitis son ahora obras de arte con ruta guiada; y la música en directo que sale de los pubs no tiene nada en contra de tus tímpanos.
Por lo demás, de la prehistórica Belfast punk, que tenía y ponía los pelos de punta, solo se pueden rastrear algunos souvenirs en las paredes del Oh Yeah , que a pesar del nombre no es un bar, sino un centro de apoyo a la música local. Su función, desde 2005, es apoyar técnica y promocionalmente a las bandas de Belfast sea cual sea su estilo. Les ofrecen locales de ensayo, espacios de grabación y eventos en los que actuar.
© Belfast Community Circus School. Una finalidad revulsiva similar a la de la Circusful , situada en la misma calle, Gordon Street. Concretamente, su filosofía es la de “transformar vidas y comunidades a través del poder de las artes circenses y el teatro de calle”. El resultado es un entorno siempre animado de aspirantes y artistas, en el sentido más siglo XX que se le puede dar a esa palabra. Y convierte a Gordon Street en el punto de partida idóneo para empezar a explorar el Cathedral Quarter, el barrio más creativo y activo de Belfast.
Diseño en Belfast En la calle perpendicular, Hill Street, está uno de los edificios de estudios compartidos Blick. Es un ejemplo perfecto de cómo se hacen las cosas en el nuevo Belfast del diseño. En un antiguo almacén, decorado como un confortable piso clásico, comparten espacio perfiles como el del arquitecto Theo Dales, que con su empresa Koto diseña hogares modulares con huella de carbono cero; y el de las hermanas Catherine y Patricia McGinnis , que decoran interiores a base de muebles de estilos escandinavo e irlandés. Su marca Maven acaba de conseguir un premio nacional como mejor estudio independiente. Desde allí, también, la empresa textil artesana Mourne Textiles extiende por Belfast sus cortinas de tweed y sus bufandas de lana, seda y cachemira.
Diseño de interiores © Maven. El barrio se está poblando de lugares similares que están atrayendo talento del país y más allá. En el edificio Riverhouse de High Street trabaja el colectivo de ilustradores y diseñadores UsFolk. Y en Studio Souk , con tienda en Ann Street, se alían 85 artistas, artesanos y diseñadores. Como Sean Henry, que ha restaurado una vieja tejedora con la que elabora prendas tan artesanales como las que llevaban sus bisabuelos.
Ambiente y ‘street art’ Son solo algunos ejemplos de un barrio en el que siempre pasan cosas, de día y de noche. Pasearlo es encontrarse con restaurantes que se lo curran, pubs con música en directo, tiendas nuevas que van y vienen y una colección de grafitis de gran formato, algunos legendarios. Commercial Street es el epicentro de todo esto, con pubs históricos como Duke of York y Dark Horse . La calle, presidida por un retrato mural de Dalí, cuenta con un añadido extra, el callejón Commercial Court, con casi cada centímetro de pared ocupado por pinturas emblemáticas dedicadas al cine o a los personajes más influyentes de la cultura irlandesa. Por el barrio hay muchos más murales, como muestra el tour guiado de Seedhed Art. Con él se puede descubrir la poliédrica obra de Conor Harrington, que oculta dobles lecturas políticas y sociales bajo sus historias aparentemente simples.
Centro Titanic, una visita obligada en Belfast. ©NI Tourism Museo del Titanic Todo este paisaje netamente urbano cambia con solo cruzar un puente, el que lleva al museo del Titanic y a los astilleros donde se construyó aquel buque y varios cientos más. El edificio del museo, con forma de proa, ha marcado el desarrollo arquitectónico del barrio, en el que se está llevando a cabo la recuperación de edificios industriales . El modelo de este renacimiento son las oficinas de White Star Line , las que comercializaban los pasajes del Titanic. La actuación respeta los espacios originales (las taquillas se han convertido en recepción, la sala de delineación en restaurante…) y a la vez ha convertido el edificio en otra cosa, en una cosa del siglo XXI.
El Museo del Titanic es una visita obligada en Belfast. © NI Tourism Dónde dormir en Belfast A mitad de camino entre el barrio bohemio que se adiseña y los astilleros replanteados se ubica significativamente el AC Hotel Belfast. El establecimiento de la marca española incluida en el portfolio de Marriott, toma características de estos dos mundos que están tirando de la nueva Belfast. Abierto en 2018 en el paseo marítimo, su fundación coincide en el tiempo con todos los esfuerzos de reinvención de la ciudad.
El diseño es el principal argumento de sus amplios y altos espacios comunes, en los que el restaurante (Novelli) y la biblioteca se funden sin apenas trabas con la recepción. Destaca el icónico AC Lounge , un punto creativo de día y centro social por la noche, que sirve pequeños bocados inspirados en las tapas españolas y el distintivo AC GinTonic. La fachada acristalada propone vistas al muelle desde las habitaciones, particularmente al Museo del Titanic, que se ilumina de violeta por las noches. El hotel participa activamente en la semana del diseño de Belfast y organiza charlas sobre el diseño y otros temas afines durante todo el año.
En Belfast encontrarás originales cafeterías donde hacer un alto en el camino. © NI Tourism The Design Week Todo este zumbido creativo que uno capta aquí y allá en la ciudad lo recoge y amplifica esta Design Week de Belfast . El evento se celebra cada noviembre desde 2015 y acerca a los diseñadores locales las últimas tendencias internacionales en arte y diseño. El festival, en palabras de los organizadores, un grupo de diseñadores y entusiastas del diseño, va “de la gente que nos inspira” y a su vez toma su carácter de “la ciudad en la que vivimos”, o sea de “las diversas comunidades, culturas e individuos que hacen de Belfast la ciudad auténtica y creativa que conocemos tan bien”.
© Belfast Design Week. En sus programas abundan las charlas y talleres alrededor de todo tipo de temas: los juegos, el diseño centrado en las personas, la ilustración, la moda, el diseño de servicios o la publicidad. Es un esfuerzo por expresarse, por cerrar viejas heridas a través de la creación que en Belfast suena de algo. Como si de las cenizas de los lugares del punk, del Anarchy Centre de los 80 o del Warzone de los 90, hubieran surgido otras voces que aclaran, ya sin acordes estridentes, que sí que había futuro, solo que no era ese.
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