Chequia celebra el 30 aniversario de la Revolución de Terciopelo en 2019. Y lo hace no solo con eventos, exposiciones y desfiles, sino recordando su anterior etapa comunista. Los viajeros interesados en la historia tienen la oportunidad de recorrer campos de trabajo, museos, torres de vigilancia, aduanas y pasos fronterizos.

Museo del Comunismo (Praga).
Se puede brindar de muchas maneras por la Democracia, y una de ellas es recordando el período de opresión que se ha dejado atrás y recorriendo los lugares claves. En el caso concreto de República Checa el brindis se haría por la Revolución de Terciopelo y nuestra sugerencia, recorrer aquellos espacios vinculados directamente con la etapa comunista. Todos ellos tienen un fuerte componente emocional pero, como dijo Confucio, “aquel pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.
¿Qué sucedió el 17 de noviembre de 1989?
Es una fecha clave porque fue el detonante de la llamada Revolución de Terciopelo. El 17 de noviembre de 1989, Día del Estudiante, los jóvenes praguenses salieron a la calle a protestar contra el gobierno comunista por la pérdida de libertades y fueron reprimidos por la policía. A partir de ese momento, diversos sectores sociales se fueron sumando a la causa. Cada noche, los ciudadanos salían a la plaza de San Wenceslao a sonar las llaves como símbolo del fin de una época de doblegamiento. El gobierno, ante la falta de apoyo ruso, optó por la dimisión. De ahí el nombre de la Revolución de Terciopelo, ya que no fue necesaria violencia. Dos días después, se organizó el Foro Cívico que iniciaría la transición y donde participarían figuras tan importantes como Václav Havel y Alexander Dubček. Comenzaba un periodo de cambio y esperanza.
Ruta histórica por la etapa comunista checa
1. Museo del Comunismo.
Este museo, uno de los de visita obligada en Praga, ofrece una panorámica de la era comunista (1948-1989) durante la época checoslovaca. Realiza un retrato de la vida diaria, la política, la historia, la economía, el arte (específicamente, el Socialismo Realista), la propaganda en los medios, las milicias populares, el ejército, la policía secreta y la StB (agencia de inteligencia de Checoslovaquia), la censura, los tribunales, etc. También se incluye información sobre los campos de trabajo de la era Estalinista.

Museo del Comunismo. © D. Kyndrová
2. Museo de la Guerra Fría.
Es difícil intuir que bajo el suelo del lujoso hotel Jalta, en la plaza de Wenceslao de Praga, exista un antiguo refugio nuclear construido en época comunista para acoger, si se daba el caso, a altos cargos y a otras personas hasta un máximo de 150 durante 2 semanas. Su uso finalmente no fue necesario, pero fue utilizado como sede del Servicio Secreto Checoslovaco (la StB), como una discreta base desde la que realizar investigaciones, interrogatorios, etc. Su ubicación bajo el hotel, a 10 metros exactamente, también les permitía espiar las llamadas de los clientes occidentales del establecimiento. La tecnología empleada, el cableado y algunas recreaciones sitúan al viajero sin dificultad en este lugar.

Cúpula y torre de la Iglesia de San Nicolás. © Polina Podlesnaya
3. Torre de vigilancia de la policía secreta.
El campanario de la iglesia de San Nicolás de Malá Strana (Praga) fue la localización elegida para establecer la torre de vigilancia de la policía política para liquidar a los adversarios del régimen comunista. Para llegar al punto más alto de la misma se han de subir 215 peldaños. Una vez arriba, la panorámica tiene premio porque se puede observar el barrio, donde se ubicaban las embajadas de los países occidentales.
4. Citas culturales en Praga y en el Museo Técnico de Brno.
El calendario cultural de Praga, que gira bajo el lema de ‘Recordar para no olvidar el año 1989’, cuenta con un interesante programa de actividades. Además de exposiciones, charlas y eventos musicales, merece la pena destacar el ‘Desfile de Terciopelo’, q tiene lugar el domingo 17 de noviembre a las 15 horas. La elección del día y la hora responde a la manifestación que se produjo hace 30 años. Los organizadores son los estudiantes de la Universidad Carolina de Praga por lo que este encuentro se carga aún más de simbolismo.

Museo Técnico de Brno.
La ciudad de Brno también se suma al recuerdo de la época comunista con una exhibición, ‘La cortina de hierro’, en el Museo Técnico de Brno. Se podrá visitar hasta el 3 de mayo de 2020.
5. El infierno de Jáchymov.
El nombre de esta ruta, ‘El infierno de Jáchymov’, no resulta exagerado cuando se sabe que responde a un itinerario que enlaza campos de trabajo forzado. Entre los años 1949 y 1953, se crearon 18 campos que acogían presos políticos. Recibían el nombre de ‘mukl’ (persona para liquidar), y se les obligaba a trabajar en las minas de uranio. Según datos históricos, hasta 1961 pasaron por allí 65.000 personas, que extrajeron 7.940 toneladas de uranio (en 15 años) y se horadaron galerías que alcanzarían mil kilómetros.
El sendero del infierno tiene una longitud de 8,5 km y se desarrolla en 12 etapas. Comienza frente a la iglesia de San Joaquín, donde hay un monumento a las víctimas del comunismo, y continúa hasta la mina Svornost, los campamentos de Nikolai, el antiguo campo Elijah y la torre Šlikova.

Torre de vigilancia en el campo de trabajo de Vojna.
6. Campo de prisioneros de Vojna, en Lešetice.
La siguiente visita se encuentra en la población de Lešetice (a una hora de Praga). Aquí también se puede sentir el horror de la época comunista, ya que en el gulag o campo de trabajo de Vojna recluían a disidentes con el régimen hasta 1961. Hay excursiones que salen de Praga.
Lo más aconsejable es hacer la visita guiada que lleva a la torre de vigilancia, celdas de castigo, los barracones y la enfermería; y continuar visitando el Museo de las Víctimas del Comunismo y de la Historia de las Minas de Uranio. En este espacio, se muestran documentos relacionados con la resistencia anticomunista, casos de persecución y muchos datos sobre la minería de uranio en la zona.
7. Museo de las Fronteras y del Telón de Acero (Nové Hrady).
La protección y vigilancia de las fronteras es el eje central sobre el que gira el Museo al aire libre de Novohradské. Situado cerca de la antigua oficina de aduanas del cruce fronterizo de Nové Hrady y Pyhrabruck, analiza cómo se protegía la frontera durante la Guerra Fría, momento en el que mundo se dividió en dos sistemas económicos y políticos irreconciliables.
La zona exterior, donde se sitúan muestras de alambradas y otros elementos fronterizos, se complementan con exposiciones que divulgan el desarrollo del control fronterizo checo.

Ostrava Vítkovice. ©UPVISION.
8. Siderurgia de Vítkovice (Ostrava).
Otro elemento singular, integrado en esta ruta, es la antigua fábrica siderúrgica de Vítkovice. Orgullo del régimen comunista, se encuentra situada en Norte de Moravia, en Ostrava. Su imagen, formada por un increíble laberinto de torres de hierro, puentes de transportes y grandes tubos, parece extraída de una película de ciencia ficción. Desde su torre más alta, la panorámica de este gran ejemplo de arquitectura industrial, es absolutamente grandiosa.
9. Ruta en bicicleta del Telón de Acero.
Los aficionados a la bicicleta y a la historia tienen la oportunidad de unir ambas pasiones recorriendo el EuroVelo 13, el itinerario histórico del Telón de Acero que establecía las fronteras entre la Europa del Este y del Oeste. En este recorrido se pueden observar torres de vigilancia, bunkers construidos en la 2ª Guerra Mundial y museos como el del Telón de Acero (Valtice), donde se narra la historia de la guardia fronteriza y el importante papel que representó entre 1951 y 1989, un periodo con un estricto control de las zonas interestatales. Situado, además, en un edificio de la antigua aduana, es el único del país dedicado a esta temática.

Museo Skoda.
10. Museo Škoda (Mladá Boleslav).
Puede resultar extraño incluir este museo en una ruta histórica, pero está totalmente justificado. Este museo, situado en la fábrica automovilística Škoda, muestra una amplia colección de coches históricos y un documental sobre una compañía que fue fundada en 1957. Basta leer los rótulos de cada modelo para conocer anécdotas como la del Škoda Felicia del que los americanos se enamoraron y encargaron 15.000 unidades, algo que el gobierno comunista no permitió al ser considerado “el enemigo”. Se les entregaron, únicamente, 408 vehículos.