La casa familiar del poeta, el instituto donde no daba pie con bola, el Café Alameda, la vivienda de “la zapatera prodigiosa”, la casa de Manuel de Falla o el patio de los Aljibes de la Alhambra… Seguimos los pasos de Federico por su ciudad natal para conocer los lugares que marcaron su vida y su obra.
Museo Casa Natal de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros. La Alhambra, el Albaicín, el Sacromonte… y García Lorca. Son los emblemas de Granada, una ciudad que siempre estará vinculada a un nombre propio, seguramente el más brillante de la Literatura española del siglo XX: el del autor de Yerma o La casa de Bernarda Alba . Ha pasado más de un siglo desde que Federico viera la luz, en 1898, en Fuente Vaqueros, una pequeña localidad de la provincia donde pasó su infancia, hasta que, a los 10 años, se trasladó con su familia a Granada capital, tras una breve estancia en la vecina Valderrubio.
Casa de Valderrubio de la familia García Lorca. La Huerta de San Vicente Seguimos los pasos del poeta por su tierra, por esa Granada donde, según él, “las horas son más largas y sabrosas que en ninguna otra ciudad de España”. Y comenzamos por la Huerta de San Vicente , el espacio donde un día estuvo la finca de veraneo de la familia y donde el joven Federico pasó los veranos desde 1926 a 1936 y que hoy está integrado en el parque público García Lorca . Aquí el poeta escribió algunas de sus obras más importantes, como Así que pasen cinco años (1931), Bodas de sangre (1932), Yerma (1934) o Diván del Tamarit (1931-36).
Interior de la casa de Lorca en la Huerta de San Vicente. De aquí salió Federico antes de esconderse en la casa de su amigo Luis Rosales unos días antes de ser detenido y posteriormente fusilado. Desde 1985 la finca pertenece al Ayuntamiento de Granada que abrió sus estancias para mostrar al público el mundo más íntimo del poeta: su cama y su escritorio, su gramófono, su piano de media cola, su diván, las mecedoras, las vajillas y enseres de la cocina familiar, junto a fotografías, documentos y obras de arte.
De la casa familiar al instituto Posteriormente, vamos a hacer una parada en el número 50 de la céntrica Acera del Darro, donde se encontraba la casa de la familia en Granada , justo en el bajo de un edificio de tres plantas. Aquí vivió Lorca entre 1909 y 1916 y de aquí salía durante todo el curso escolar para llegar al colegio Sagrado Corazón de Jesús, en la placeta de Castillejos, y después, al Instituto Padre Suárez, situado muy cerca de los jardines del Triunfo. Algunos días se acercaba también hasta el Palacio de los Beneroso , hoy sede del colegio Mayor San Bartolomé y Santiago, donde recibía clases de Física y Química.
Rincón de Lorca en el restaurante Chikito. El Café Alameda, lugar de tertulia Dirigimos nuestros pasos ahora hasta el antiguo Café Alameda (hoy ocupado por el restaurante Chikito ), que acogía la tertulia ‘El Rinconcillo’, a la que Lorca le gustaba tanto asistir para encontrarse con Zuloaga y Melchor Fernández Almagro. Aquella pandilla de jóvenes tertulianos se acercaba a menudo al Centro Artístico, Literario y Científico (Almona del Campillo, 2), que aún conserva algunas pertenencias del poeta, como su carné, la mesa de billar en la que jugaba o el piano en el que interpretaba canciones populares. Muy cerca de aquí, exactamente en el número 5 de la calle Mesones , vivía Agustina González, la mujer que inspiró a Lorca para escribir La zapatera prodigiosa y que, como él, acabó fusilada en plena Guerra Civil. “La zapatera no es una mujer en particular, sino todas las mujeres…”, decía Lorca.
Concurso del Cante Jondo El itinerario lorquiano nos conduce hasta el teatrillo subterráneo del centenario Hotel Alhambra Palace , un espacio con capacidad para 120 personas por el que han pasado grandes creadores, desde Lorca y Falla hasta Alberti, Plácido Domingo, Lola Herrera, Vargas Llosa o Jean Cocteau. Fue en 1922 cuando se presentó aquí el Concurso de Cante Jondo “para dar a conocer la importancia artística del canto primitivo andaluz”. La idea la fraguaron entre Manuel de Falla, Ignacio Zuloaga, García Lorca y otros artistas y, en esa convocatoria, Lorca leyó su Poema del cante jondo con rasgueos de guitarra de Andrés Segovia y Manuel Jofré.
Patio de los Aljibes de La Alhambra Aquel concurso se celebró finalmente en el Patio de los Aljibes de la Alhambra y los triunfadores de la noche fueron Manolito Caracol, que entonces tenía 13 años, y Diego Bermúdez, el Tenazas, que, aseguran, llegó andando desde Córdoba en una larga travesía que, al menos, tuvo recompensa. En aquel mítico concurso participaron La Niña de los Peines, en el jurado; Ignacio Zuloaga, autor de los decorados del escenario; y, entre el público, Ramón Gómez de la Serna, Edgar Neville y Santiago Rusiñol. El acontecimiento fue tan sonado que mereció el interés del “Times” de Londres.
Federico era un gran apasionado de Manuel de Falla, “Falla es mi gran devoción de siempre. Yo no venero a nadie como a él. Es un santo. Lo veremos en los altares”, decía el poeta granadino.
Por eso eran frecuentes sus visitas al compositor gaditano, que vivía en el Carmen de la Antequeruela, a escasos metros del Hotel Alhambra Palace. Aquí residió desde el verano de 1921 hasta su marcha a Argentina y hoy aquella casa es el Museo Manuel de Falla . El compositor y el poeta se citaban frecuentemente en el Alhambra Palace y fue en el teatrillo del hotel, en 1929, donde celebraron el éxito del estreno de Mariana Pineda en Granada, protagonizada por Margarita Xirgu. Dicen que aquella fiesta-homenaje duró más de 24 horas.
Amor por los gitanos La afición de Federico por el teatro y el flamenco nació, lógicamente, en Granada. Le gustaba acudir a la Taberna del Polinario , situada en el número 43 de la calle Real de la Alhambra, porque acudían intelectuales y artistas flamencos. Hoy es el Museo Ángel Barrios y, en este escenario de tapias encaladas y madreselvas, el poeta charlaba de música, cante y poesía. De aquel amor por los gitanos del Sacromonte y el flamenco nació el Romancero gitano que, en palabras del poeta, “es un retablo andaluz de todo el andalucismo. Romances que tienen un solo personaje esencial: Granada”.
Centro cultural Federico García Lorca e imagen del poeta. El legado de Lorca Hace unos años, el Ayuntamiento de la ciudad puso el nombre de Federico García Lorca a un gran centro cultural de arquitectura vanguardista , que hoy custodia la mayor parte del legado documental y artístico del poeta, que llegó hace apenas un par de años a Granada procedente de la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde se instaló en 1920, exactamente hace ahora 100 años. Poco después, su padre le ordenó regresar a Granada, cansado de financiar sin éxito la experiencia madrileña, pero Federico insistió tanto que le concedieron una moratoria familiar. “He nacido poeta y artista, así como otros nacen rengos, o ciegos o apuestos”, se justificaba ante sus padres.
El legado consta de más de 5.000 documentos, entre los que hay 46 dibujos originales del poeta, 2.343 cuartillas manuscritas, correspondencia y la biblioteca personal de Federico, además de un importante archivo fotográfico, partituras, carteles y obras de arte. Todo está a buen recaudo en la cámara acorazada, que parece suspendida en el aire, de este centro museístico ubicado en la plaza de la Romanilla.
Símbolo de la barbarie No queda más remedio que acercarnos, finalmente, hasta la casa de la familia Rosales , donde Federico buscó refugió cuando se vio en peligro y de donde salió detenido por la misma Guardia Civil a la que él había cantado en sus romances. En la actualidad, aquella casa está ocupada por el Hotel Reina Cristina y el restaurante El Rincón de Lorca .
Casa de los Rosales e imagen de juventud de Federico García Lorca. De aquí se llevaron al poeta hasta el Gobierno Civil (en la actualidad, Jardín Botánico y Facultad de Derecho) antes de acabar sus días en el barranco de Víznar. El 18 de agosto de 1936, de madrugada, sonaron unos disparos desnudos muy cerca de un manantial y junto a una hilera de olivos. Fusilaron a Lorca junto a un maestro y dos toreros. Aquel fue un trágico día, porque perdía la vida cruelmente uno de los grandes nombres de la poesía del siglo XX. Aquel asesinato, injusto como todos, quedó para siempre como un símbolo de la barbarie de la guerra civil española.
Fotografías cedidas por www.universolorca.com
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