Viajar a La Habana va mucho más allá de visitar una ciudad para contemplar su riqueza histórica y artística. Provoca sentimientos intensos, en ocasiones contradictorios, que hacen del viaje una montaña rusa de emociones que se mezclan con el sabor del mojito y el sonido del son cubano y que merece ser compartida, por ejemplo, con tus mejores amigas.
Parque Central, con la estatua de José Martí y el Capitolio al fondo. © Susana García. Hay algo en Cuba que te toca dentro. Algo que provoca que desees de corazón que le vaya muy bien al pueblo cubano, aunque no seas capaz ni siquiera de atisbar por dónde tienen que tirar para seguir adelante. Y no es que no tengas ese sentimiento con otros países a los que viajas a los que también y les vienen mal dadas, faltaría más, la diferencia es que la empatía con el pueblo cubano te brota desde el primer momento que pones un pie en La Habana. La cercanía que da un idioma común hace mucho, pero hay un intangible que cuando visitas por primera vez Cuba te hace sentir como en casa y, a la vez, en otro planeta.
La Habana, ciudad excesiva La Habana es la esencia cubana elevada a una potencia infinita. El lugar donde Cuba es excesiva, para bien y para mal. Donde un barrio como la Habana Vieja puede ser a la vez el sitio más bello y deprimente del mundo. Donde esa picardía cubana que se ha convertido en imprescindible para sobrevivir se traduce al mismo tiempo en ingenio y engaño. Como viajera puedes asomarte a La Habana de muchas formas, desde tu pedestal del estado de bienestar europeo o con los ojos y los oídos muy abiertos para tratar de aproximarte, sólo aproximarte, al modo de vida de una ciudad en la que los códigos y las reglas no escritas de su día a día no se parecen a nada de lo que hayas visto antes.
Camisetas en un puesto de La Habana Vieja. © Susana García. En este artículo te proponemos algunos lugares y actividades que tienes que visitar y hacer si viajas a La Habana para cumplir con el decálogo imprescindible de la buena turista. Pero para sentir La Habana hay que dejarse sorprender, detenerse a cada tanto a escuchar a los músicos callejeros y charlar y charlar con los cubanos que te paran a cada paso, la mayoría para pedirte o venderte algo, pero también para regalarte su visión del país y la más amplia de las sonrisas.
Un recorrido por la Habana Vieja La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad desde 1982, es la zona de la ciudad donde pasarás prácticamente toda tu estancia en La Habana, aunque es el lugar donde menos cubanos viven. Es un barrio con dos caras: la restaurada, que cada vez es más amplia, con bares, restaurantes y tiendas en edificios que han recuperado el lustre en calles recién pavimentadas; y la desconchada, con edificios bellísimos que parece que van a caer como un castillo de naipes de un momento a otro; aunque, si te fijas, ves los apuntalamientos imposibles que las sustentan y sabes que, quizá, estas casas, como Cuba, puedan aguantar a punto del derrumbe unos cuantos años más.
Calle restaurada de La Habana Vieja. © Susana García. La parte nueva se recorre paseando, puedes empezar desde el Parque Central, con la estatua del siempre presente José Martí y vistas al imponente Capitolio (que se puede visitar por dentro) y al Paseo del Prado. Y, desde aquí, callejear por vías como la calle Obispo en dirección a la Plaza de Armas, con el Palacio de los Capitanes Generales y sus bonitas vidrieras, y el Templete, un pequeño edificio construido en el siglo XIX en el lugar donde se cree que se fundó la villa de La Habana.
Las plazas de La Habana Hay otras tres plazas en la Habana Vieja imprescindibles en tu paseo: la plaza de San Francisco de Asís (para los cubanos, la plaza de las Palomas); la Plaza Vieja (icono de la reconstrucción de La Habana por la profunda transformación que ha sufrido); y la plaza de la Catedral , que fue edificada en el siglo XVIII.
Entre medias, pasearás por casas de colores, por calles restauradas con más o menos pintura. Pero en La Habana Vieja también hay que hacer el ejercicio de salirse de la ruta, entrar en esa Habana un tanto apocalíptica que recuerda que en Cuba queda mucho por hacer, que faltan materiales y financiación para que este precioso barrio sea, en primer lugar, vivible para los cubanos.
Edificios en la Plaza Vieja de La Habana. © Susana García. Pasear en un coche de los años 50 Es de lo más turístico y a la vez divertido que puedes hacer en La Habana. Montarte en uno de estos coches históricos relucientes y maravillosamente mantenidos proporciona un paseo por la ciudad que te lleva hasta lugares algo menos céntricos como la Plaza de la Revolución (imprescindible por los murales del Che y Cienfuegos) o el barrio de Vedado. La odisea de su mantenimiento y de cómo conseguir la preciada gasolina da para largas conversaciones con los conductores, que durante el paseo hacen de guías explicando curiosidades como que las calles y plazas de La Habana tienen dos nombres, el oficial (que casi nadie conoce) y el que utilizan los cubanos.
Coches de los años 50 en el Parque Central. © Susana García. Se concentran en lugares como el Parque Central donde puedes acudir para elegir el que más te guste y negociar el precio (unos 30 euros por hora de paseo). Otra opción es contratar previamente la excursión en plataformas como Civitatis .
Ver un espectáculo de música en directo La música forma parte de la vida cotidiana de La Habana y está cosida a los dedos y pies de sus habitantes. En cada restaurante, bar o en la misma calle los cubanos tocan y cantan canciones de son cubano y salsa para deleitar a los turistas a cambio de unas monedas, pero también con el orgullo de un pueblo que se sabe especialmente dotado para la música.
Música de Buena Vista Social Club en el Centro Cultural Rosalía De Castro. © Susana García. Además de los artistas que te alegrarán el paseo casi en cada calle, merece la pena comprobar la calidad de músicos y cantantes en un espectáculo organizado. Muchos van acompañados de cena, aunque el tema gastronómico no suele ser el fuerte del país por la poca variedad de materias primas de la que disponen, los espectáculos lo compensan con creces. Una buena opción es el tributo a Buena Vista Social Club que se realiza en dos sedes: el Centro Cultural Rosalía de Castro, en el centro de La Habana Vieja, y en Legendarios del Guajirito. Ambos cuentan con músicos y cantantes excepcionales y puedes reservar las entradas a través de la recepción del hotel. Otras opciones, que pueden reservarse con antelación en Civitatis, son los míticos Tropicana y el Cabaret Parisien (en el hotel Nacional), con espectáculos con vistosas coreografías.
El mojito en La Bodeguita y el daiquiri en La Floridita Esta frase es una máxima que todos saben, incluso si no han visitado nunca La Habana. Y, aunque ya te aviso de que estos cócteles los puedes probar mejores en otros lugares menos conocidos, es obligatorio pasar por este ritual alcohólico para probar sus dos tragos más famosos en los lugares de referencia. La Floridita está ligada para siempre a la figura de Ernest Hemingway y su aire decadente mantiene ese encanto atemporal de los lugares únicos. Aquí el daiquiri es la estrella, aunque siempre se puede innovar probando otras mezclas.
En La Bodeguita del Medio , ubicada en la estrecha calle Empedrado de la Habana Vieja, se puede almorzar para estirar un poco más la visita a este templo internacional donde las fotos y firmas de sus paredes son testimonio de lo mítico del lugar.
Siempre hay música y baile en La Bodeguita del Medio. © Susana García. Un cañonazo con mucha historia En Cuba se mantiene una tradición desde el siglo XVII que sólo ha sido interrumpida durante la Segunda Guerra Mundial: un cañonazo que, desde la Fortaleza de San Carlos la Cabaña, resuena en la ciudad a las nueve de la noche. Su origen era avisar del cierre de las puertas de la muralla de La Habana para protegerla de piratas y corsarios y actualmente se ha convertido en el momento en el que la noche cubana se despereza y comienza a vibrar con la música y el baile. Se puede acudir para ver la ceremonia que acompaña al disparo o presenciarlo desde el Malecón para contemplar como el cañón ilumina, por un instante, la noche de La Habana.
Esta fortaleza se sitúa junto al Castillo de los Tres Reyes del Morro , que forma parte del perfil de la ciudad desde 1589, por lo que puedes aprovechar para hacer una visita conjunta de estos dos edificios defensivos y acercarte también al enorme Cristo de La Habana, de veinte metros de altura, ubicado en la misma zona de la ciudad, concretamente en el municipio de Regla, al que se llega por el túnel de la bahía.
De paseo por el Malecón La Habana está llena de emblemas, de lugares cuyo nombre es capaz de evocarla incluso si nunca has estado allí. Por eso, cuando paseas por el Malecón, parece que ya has estado allí antes, aunque sea la primera vez que te asomas a su muro. Este larguísimo bulevar que bordea la parte norte de la capital cubana para asomarse al mar es perfecto para un paseo tanto al amanecer, cuando los rayos de sol comienzan a asomar y algunos cubanos lo eligen para sus ejercicios y caminatas en un momento del día donde todavía no aprieta el sol, como al atardecer, cuando se convierte en punto de encuentro de familias cubanas, parejas y turistas.
El Malecón al amanecer. © Susana García. El tramo más cercano a la Habana Vieja regala las vistas del castillo del Morro y está acompañado por parques con algunas fortalezas como el castillo de la Real Fuerza de La Habana o el Castillo de San Salvador de la Punta. Y, en la zona que se aproxima al Vedado, el hotel Nacional se lleva todas las miradas con su imponente porte, guardián de parte de la historia escrita y no escrita de la ciudad.
Fusterlandia, el barrio imposible Fusterlandia es uno de esos lugares singulares y un poco locos que parece que solo pueden existir en esta ciudad, concretamente en Jaimanitas, en el barrio Playa de La Habana, al oeste de la ciudad. Este colorido lugar ha sido posible gracias a la dedicación del artista José Rodríguez Fuster , que en los años ochenta trasladó a las calles y casas de este barrio las influencias que había recibido en su estancia europea.
Fusterlandia. © Susana García. Aquí, las paredes se decoran con mosaicos de pequeñas piezas cerámicas de colores que forman murales dedicados a diferentes países y temáticas, y esculturas y formas que recuerdan a artistas como Picasso, Miró o Gaudí. En el barrio las casas se han ido sumando a este proyecto gracias a la financiación del artista y ofrecen un agradable y muy fotogénico paseo en el que no faltan tampoco las tiendas de recuerdos de este lugar tan especial.
Guía práctica de La Habana Cómo moverse Siempre que sea posible lo mejor es recorrer La Habana caminando, para no perderse ni un detalle de sus edificios. Si no, se puede recurrir a un taxi o a los divertidos coco-taxis, eso sí, negociando antes la tarifa por el trayecto que se vaya a realizar.
Dónde comer: restaurantes y paladares La escasez de alimentos que llega a La Habana define en gran medida la gastronomía que puede ofrecer. En cualquier caso, la oferta es amplia y, aunque son siempre platos sencillos (y algo repetitivos) en La Habana también se puede comer bien, sobre todo en los paladares. Estos establecimientos de iniciativa privada, llevados por los llamados “cuentapropistas” (personas que trabajan por cuenta propia) cuidan mucho su oferta gastronómica y la presentación de los platos. Algunos de los más destacados de la Habana Vieja son el Paladar Doña Eutimia o La Moneda Cubana , este último con excelentes vistas desde su terraza del castillo y el cañonazo. También se puede comer en lugares emblemáticos como La Bodeguita del Medio , que forma parte de la red de restaurantes estatales de la ciudad, con comida sencilla pero con mucha historia alrededor.
La Bodeguita del Medio. © Susana García. Cómo pagar La moneda oficial en Cuba es el peso cubano, pero los euros y los dólares son ampliamente aceptados. De hecho, los cubanos prefieren la moneda extranjera por ser más segura al cambio. Cuando llegues a La Habana cambia poca cantidad en pesos para pequeños importes, puedes hacerlo incluso en los restaurantes y en los hoteles. Y, lo más importante: lleva dinero en efectivo, en muy pocos lugares podrás pagar con tarjeta de crédito.
Para leer antes de viajar a La Habana:
Qué llevar en la maleta en un viaje a Cuba