Algunos bosques en otoño piden a gritos que los recorras y les lances los mejores piropos. La belleza de sus tonos amarillos y cobrizos merecen todas las lisonjas y, además, seguro que tienes alguno cerca de casa entre estos diez que te recomendamos en Etheria Magazine. Prepara tus botas de trekking y tu cámara de fotos porque nos vamos de paseo.
Las rutas en otoño, como la del Monasterio de Hermo, son pura fantasía. Actualizado 9/2024
El otoño invita al paseo sereno por la naturaleza para deleitarse con los colores que nos regalan los bosques. España está llena de paisajes naturales únicos en los que desconectar del día a día y respirar hondo para cargar las pilas para el resto de semana. Aquí te presentamos una lista de 10 bosques que en otoño se vuelven más mágicos todavía para que no te falten planes con los que llenar los fines de semana otoñales.
Castaños en el valle del Genal, Málaga Con sus grandes hojas, los castaños protagonizan el paisaje del valle del Genal en la Serranía de Ronda . No solo visten de dorado al árbol sino que cubren el terreno de una alfombra infinita de tonos cálidos. Disfrutarás con su contemplación sobre todo en la vertiente norte y noreste del valle. Una ruta balizada en blanco y amarillo entre los pueblos de Parauta y Cartajima discurre entre estos árboles, que destacan contra el verdor de encinas y madroños. Siguiendo hasta el pueblo de Igualeja es posible llegar caminando hasta el nacimiento del Genal, unos 17,4 kilómetros en 6 horas.
Bosques de castaños valle del Genal, Málaga Bosque de Valvanera, La Rioja Esta ruta por los bosques en otoño continúa ascendiendo desde Anguiano, por el corazón de la Sierra de la Demanda , hasta el monasterio de Valvanera, patrona de La Rioja. Desde su crucero se obtiene una vista magnífica del cenobio envuelto por el bosque pintado de rojizo y anaranjado. Tan colorista combinación la crean hayas, robles y fresnos otoñando contra el verde inalterable de las encinas. Una senda balizada en blanco y morado que parte desde el monasterio lleva entre barrancos, y a orillas del río Valvanera, a lo largo de 4,5 kilómetros hasta la presa donde se obtiene la energía hidroeléctrica que abastece al conjunto monástico. Las grandes hayas, con sus amarillentas ramas acompañarán el tramo de regreso para completar el itinerario en una hora y media.
Contrastes en el bosque de Valvanera, en La Rioja. Abedular de Canencia, Madrid Uno de los parajes más admirados en otoño de la Sierra Norte de Madrid se encuentra en el Puerto de Canencia gracias a sus abedules. Su amarillento aspecto está acompañado de robles melojos, acebos y tejos en el camino a seguir hacia la cascada conocida como la Chorrera de Mojonvalle, un precioso paraje adornado con un álamo temblón. Es una ruta circular que comienza por pista forestal en el área recreativa del Puerto de Canencia entre el verde oscuro de pinos silvestres. Se necesitan 2 horas y media para recorrer los 7,6 kilómetro s de sus dos ramales. Ambos merecen la pena, pues uno está orlado de pinos centenarios y el otro de imponentes tejos y acebos.
Abedular de Canencia, en la Sierra Norte de Madrid. Monasterio de Hermo, Asturias Uno de los bosques más admirados durante los meses otoñales de la Cordillera Cantábrica se halla en el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias y es el bosque de Monasterio de Hermo. Una vez traspasado el pueblo se prosigue por carretera hasta las brañas de Monasterio de Hermo, donde la panorámica del bosque que habita el oso pardo es sorprendente. Para hacer el camino por el bosque existe un sendero junto a unas antiguas instalaciones mineras hacia las Fuentes del Narcea y la vega del Palo. Discurre entre imponentes hayas, serbales y, más arriba, entre el amarillo claro de los abedules. En la zona más elevada de la ruta sólo los brezos entre roquedos acompañan una panorámica de impresión del valle del Narcea y la sierra de Degaña. El regreso es por la misma ruta y requiere 5 horas y media para completar el itinerario.
Bosque de Monasterio de Hermo, en Asturias. Castañares de Hervás, Cáceres La cacereña localidad de Hervás atrae hacia el valle del Ambroz para disfrutar a lo largo de 14,8 kilómetros de la majestuosa presencia de los bosques de castaños en otoño. La senda parte del pueblo, junto al parque municipal, con balizas blancas y rojas del sendero PR-CC 39, y conduce al corazón del castañar remontando el castañar Gallego , separado por la garganta de Andrés del castañar del Duque . Por aquí se continúa en un itinerario circular de extraordinario paisaje por la ladera de Traslasierra que necesita 4 horas para completarlo.
Castañares de Hervás, en Cáceres. Valle de Otal, Huesca Uno de los parajes con más encanto del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es el valle de Bujaruelo . Deshabitado y con un bonito puente medieval en San Nicolás de Bujaruelo, junto a los restos de su ermita y del antiguo hospital de peregrinos convertido en refugio. Es también punto de inicio de una ruta hacia el valle de Otal que salpica el paisaje de otoño que sobresale del verde de pinos negros, abetos y grandes arbustos de boj, gracias a las encendidas tonalidades de hayas, fresnos, arces y serbales de cazadores. Recorre el fondo del valle hasta la pista que asciende al collado de Otal y que regala una magnífica panorámica hasta el circo glaciar de Otal con un refugio de montaña al fondo del mismo. Requiere 3 horas y media en una distancia de 13,5 kilómetros por el mismo camino de ida y vuelta.
Bosques en el valle de Otal, Huesca. Bosque de Saja, Cantabria Desde Bárcena Mayor uno de los pueblos más bonitos de España, parte una ruta que atraviesa los matices otoñales del bosque de Saja. Hayas, robles, arces y fresnos se encargan de darle una espectacularidad que compite con la belleza de esta población declarada Conjunto Histórico Artístico. La senda, después de atravesar el río Argoza a través del sendero GR 71, balizado en blanco y rojo, parte en dirección al pueblo de Los Tojos, de atractiva arquitectura popular. Prosigue hasta el pueblo de Colsa donde el camino se orienta de nuevo hacia Saja pasando por el extraordinario mirador del valle al piedemonte de Peña Colsa, caminando 10,9 kilómetros en 3 horas.
Bosque de Saja, en Cantabria. Hoz del Júcar, Cuenca Desde el casco antiguo de la ciudad de Cuenca salta a la vista uno de sus rincones más cromáticos, la hoz del Júcar. Desciende hasta ella un sendero señalizado de corto recorrido y de trazado circular. Siguiendo el bosque ribereño como una flecha dorada de chopos y alisos. En su primer tramo asciende hasta la ermita de San Julián, patrono conquense, donde se abarcan magníficas vistas de la urbe. Después desciende suavemente hasta el río. En paralelo se dirige a la presa de Las Grajas donde atraviesa a la orilla opuesta gracias a un puente de madera. Durante los últimos 2 kilómetros asciende hasta la ermita de la Virgen de las Angustias. Retorna al punto de partida en 2 horas y media recorriendo los 7 kilómetros del sendero.
Reflejos en la hoz del Júcar, Cuenca. Foz del Ugarrón, Navarra El río Areta, afluente del Irati, traza un bello cañón en la roca dentro del valle del Romanzado en la merindad de Sangüesa. Así denominado por ser uno de los primeros lugares donde se habló lengua romance. Su ribera se tiñe de tonalidades cobrizas mientras las laderas destacan de verde por las encinas, bojes y enebros. Después del pueblo de Murillo-Benarroya se continúa hasta el pequeño caserío de Benarroya. En un altozano ofrece una espectacular panorámica de la foz del Ugarrón. Al encaminarse hacia ella se pasa junto a viejos quejigos con sus hojas naranjas. La senda discurre con vistas panorámicas a media ladera para finalmente descender hasta la orilla fluvial y alcanzar el puente sobre el arroyo Zabalza, junto a la carretera a Imirizaldu. Es la señal para iniciar la vuelta por el mismo camino, recorriendo los 12 kilómetros de ruta en 3 horas.
El otoño también saca su mejor cara al Foz del Ugarrón, Navarra. Bosque de El Cedro, La Gomera En el corazón de la isla de La Gomera, el Parque Nacional de Garajonay, guarda uno de los mejores bosques de laurisilva. Sus colores otoñales nos envuelven siguiendo el sendero señalizado desde el paraje del Contadero hasta El Cedro. Acaba junto al Chorro de El Cedro , cascada del riachuelo de agua permanente que discurre entre árboles de cuento. Son los laureles, viñátigos y tilos característicos de la laurisilva al que se suman las fayas con su aspecto fantástico por estar cubiertas de musgos y líquenes. La neblina y los helechos completan la magia de un bosque único. Tiene una dificultad media y una longitud de 11,6 kilómetros . Requiere 6 horas para hacerla en ida y vuelta.
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