Entre recetas antiguas y sabores de siempre, el pan y los bizcochos portugueses conservan su esencia en todo el territorio, también en aldeas como Gimonde, donde Elisabete Ferreira ha sido reconocida como la “Panadera Mundial 2024”. Su obrador, Pão de Gimonde, encarna la tradición y la excelencia, el amor por el oficio y la renovación generacional.
Elisabete Ferreira en su obrador. © Elisabete Ferreira. Portugal celebra su identidad a través del pan y la repostería y, antes de sumergirnos en la fascinante historia de Elisabete Ferreira, vamos a contaros por qué el Pão-de-Ló es, sin duda, uno de los mayores tesoros gastronómicos del país. Este bizcocho, que ha acompañado a los portugueses desde al menos el siglo XVIII, destaca tanto por su simplicidad como por sus matices, adaptados a las distintas regiones donde se elabora. Desde las comidas familiares hasta las fiestas con amigos, el Pão-de-Ló sigue siendo el broche perfecto de cualquier momento compartido.
La receta original del Pão-de-Ló es simple, como todas las cosas buenas de la vida. Con una base de sólo tres ingredientes –huevos, azúcar y harina–, y sin levadura añadida, su preparación se basa en batir vigorosamente los elementos para que el aire haga su magia. Sin embargo, y ahí está lo más valioso, cada localidad imprime un carácter propio a este pastel: lo que comenzó como una tradición común ha evolucionado hasta una variedad de versiones que recorre todo el país. ¡Qué bonito sería recorrer la geografía portuguesa para conocer sus particularidades!
Pão-de-Ló de Ovar. © Emanuele Siracusa/Turismo Centro de Portugal Un viaje por Portugal a través del Pão-de-Ló Comenzaríamos el viaje en Guimarães , al norte, donde al Pão-de-Ló se le añade un toque de ralladura de limón, lo que le aporta aromas cítricos. No muy lejos, en Margaride (Felgueiras), la preparación sigue métodos de antaño con el uso de batidores de madera y la base de moldes de barro que se colocan sobre hornos de leña. En Vizela , habría que probar el famoso Bolinhol, que se distingue por su forma rectangular y su glaseado de azúcar, que crea una textura suave y ligeramente crocante.
Obrador de Pão-de-Ló de Margaride. © Turismo de Portugal La ruta continuaría en Arouca , donde el Pão-de-Ló se corta en porciones y se vende envasado y listo para ser degustado en cualquier lugar. En la localidad costera de Ovar , su versión es cremosa y esponjosa, ya que se cocina justo hasta el punto exacto de humedad en su interior, con lo que se obtiene una textura irresistible que es símbolo de maestría repostera. Desde 2016, esta variedad cuenta incluso con una denominación de origen protegida.
En Vagos tendríais la oportunidad de descubrir un ligero sabor a naranja y a sal, mientras que en Figueiró dos Vinhos el bizcocho adquiere la forma de un anillo. Y, por último, en Alfeizerão , cerca de Peniche, el Pão-de-Ló incluye un ingrediente muy especial, aguardiente de vino, y tiene la corteza crujiente y el centro cóncavo. Cada pueblo, como comentábamos al inicio, reinterpreta la receta pero todos conservan la esencia de este dulce clásico tan amado por los portugueses. Probarlo en sus distintas versiones es una forma de conectar con la historia, la cultura y la pasión del país vecino.
El Pão-de-Ló de Ovar es de los más esponjosos de Portugal. © Emanuele Siracusa/Turismo Centro de Portugal Una curiosidad es que la influencia del Pão-de-Ló no se limita a Portugal sino que llega incluso a Nagasaki donde existe un pastel denominado “Kasutera japonesa”, que proviene de una adaptación portuguesa llevada por comerciantes siglos atrás.
El mayor Museo de Pan del mundo está en Portugal Una visita que resulta imprescindible para las viajeras más gourmand es el Museo del Pan de Portugal , el mayor espacio museológico dedicado al pan del mundo. Se encuentra en Seia, en la Serra da Estrela y fue inaugurado en 2002. Desde este espacio no sólo se explora la tradición panadera en Portugal, sino que también conecta este producto con la historia, la cultura y la identidad del país, convirtiéndolo en un reflejo de su herencia agrícola y etnográfica.
Museo de Pan. © Museu do Pão El mundo del pan explicado en salas Con sus tres salas de exposición, restaurante, tienda y áreas temáticas, el Museo ofrece una experiencia inmersiva en la que cada rincón revela algo distinto sobre el papel del pan en la vida de los portugueses. Una de sus salas, “El Ciclo del Pan”, recorre el proceso artesanal de la elaboración del pan a través de objetos históricos como molinos, cestas y balanzas, además de paneles ilustrativos que muestran la relación entre el pan y el contexto rural. Es posible tocar los cereales y sentir cómo la harina, el agua y la levadura se transforman en un alimento básico que ha alimentado a generaciones.
Sala del Museo del Pan con instrumentos tradicionales para moler el trigo. © Museu do Pão La sala “El Arte del Pan” explora la relación del pan con la creación artística, exhibiendo piezas de cerámica, vidrio, madera y hasta obras de arte sacro. Entre los tesoros expuestos, el museo cuenta con la primera edición de Mensagem , de Fernando Pessoa, un recordatorio del vínculo entre la cultura y la tradición panadera, además del escritorio del literato. Esta colección se complementa con exposiciones temporales que abren la puerta a nuevas interpretaciones y culturas.
Otra de sus salas, “Pan Político, Social y Religioso”, permite viajar por tres siglos de historia de Portugal, abordando cómo el pan, además de ser alimento, es símbolo de vida y espiritualidad. La colección documental y los objetos aquí expuestos cuentan la evolución del pan en la cultura portuguesa, tanto en tiempos de paz como de transformación social.
El pan guarda la esencia del Portugal más auténtico. © Museu do Pão Un museo con talleres de pan y restaurante El Museo del Pan también dispone de una zona especialmente pensada para los más pequeños, donde los niños pueden participar en talleres interactivos y hacer su propio pan. Esta área temática, llamada “El Mundo de los Hermios”, les introduce en un universo de leyendas y duendes al tiempo que aprenden y se divierten.
Sala para actividades en el Museo del Pan. © Museu do Pão Para quienes desean prolongar la visita, el restaurante del museo es el lugar perfecto para degustar platos tradicionales portugueses donde el pan cobra protagonismo. Aquí, los sabores de siempre reviven en recetas que reflejan la sencillez y la riqueza de la gastronomía local.
Con su enfoque multidisciplinar y su rica colección, el Museo del Pan es una visita cultural a través de la historia y la vida rural de Portugal, que en tantas tradiciones ha corrido paralela a la de nuestro país.
Elisabete Ferreira, Panadera Mundial 2024 Una información que no podemos dejar de mencionar en este artículo es que el que se podría considerar el “Oscar de la Panadería” de este año lo ha obtenido una mujer portuguesa capaz de inspirar tanto dentro como fuera de las fronteras de su país. Su nombre es Elisabete Ferreira y ha sido reconocida por la Unión Internacional de Panificación y Pastelería (UIBC) como la “Panadera Mundial 2024” (World Baker of the Year). Este premio es un reconocimiento que se otorga a los profesionales que destacan por su excelencia panadera, tanto en términos de habilidad técnica y creatividad, como en la innovación de sus productos y prácticas comerciales. Con esta distinción también se destaca a quienes contribuyen al desarrollo del arte de la panadería y que, además de producir pan de alta calidad, aportan su granito de arena a la sostenibilidad y a la educación dentro de la industria.
Elisabete Ferreira con su marido, los dos están al frente de Pão de Gimonde. © Elisabete Ferreira Tradición e innovación En el caso de Elisabete también hay que mencionar su habilidad para combinar lo artesanal con lo innovador, además de subrayar su rol como modelo para futuras generaciones . Según ha declarado la premiada, este galardón reafirma su compromiso de seguir haciendo lo que más le gusta: crear pan, compartir historias y ser parte de un sector que trae alegría y sustento a tantas personas. También reflexiona sobre el papel femenino en el sector, añadiendo que “las mujeres han tenido una gran influencia en la producción de panes en los hogares y en la preservación de las recetas y técnicas tradicionales en muchas culturas. Soy una de muchas mujeres que lo están haciendo, que lo hacen muy bien, pero son desconocidas. Hay que ponerles cara”.
Además de ser guardianas de la tradición, señala que “hoy en día, las mujeres no solo son esenciales en la preservación de la cultura panadera, sino que también ocupan un papel destacado en la innovación y profesionalización del sector. Su presencia está creciendo en todas las áreas de la panadería, desde el desarrollo de nuevas recetas hasta la creación de negocios exitosos y sostenibles”.
Aunque Ferreira sólo tiene 46 años, ya cuenta con una trayectoria de más de tres décadas en Pão de Gimonde, la panadería familiar, desde donde preserva y promueve la tradición artesanal regional.
Sabiduría heredada y conocimiento Pão de Gimonde, en la aldea de Gimonde (Bragança), ha sido desde sus inicios un referente en la elaboración de pan al estilo tradicional. Fundada en 1960 por un tío abuelo de Elisabete, su padre se quedó con el obrador en 1985 y ha pasado de generación en generación conservando el uso de hornos de leña y recetas con las que transmitir al cliente el auténtico sabor del pan transmontano.
Elisabete Ferreira trabajando en su obrador. © Elisabete Ferreira Aunque oficialmente no fue hasta el año 2000 cuando tomó las riendas del negocio junto a su marido, se podría decir que su pasión comenzó a los ocho años, cuando ya ayudaba a sus padres en la panadería. Una pasión que no hizo más que crecer y afianzarse durante sus estudios de especialización en Panadería en la Escuela de Richemont de Lucerna y en un Curso en el Centro Tecnológico del Cereal de Castilla y León, entre otros muchos. Con una mezcla de sabiduría heredada y formación especializada, no solo mantiene ahora el oficio, sino que ha conseguido elevarlo a un nivel internacional. Además, sigue participando en proyectos de investigación en Europa y alrededor del sector cerealista, siempre buscando alguna innovación.
Actualmente, está envuelta en el interesante proyecto transfronterizo, Transcolab Plus .
El mejor pan es el de Gimonde Pão de Gimonde es una parada obligada si queréis conocer los sabores auténticos de Tras-os-Montes. En su tienda, en Bragança, se pueden comprar panes de centeno, trigo sarraceno con nueces, el pan de cereales, la clásica “bôla de carne”, que se llama “Folar”, y los “bolos económicos transmontanos”, un dulce típico de la región. Este pequeño templo del pan también distribuye sus productos en supermercados locales, por lo que es fácil traerse un pedazo de la tradición portuguesa a casa.
Si estáis de ruta por Bragança, no perdáis la oportunidad de probar el pan de Elisabete Ferreira para descubrir por qué Portugal se enorgullece de tener a la mejor panadera del mundo.
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