Durante más de dos años, María Perles ha recorrido 50 países sin subir a un avión. A bordo de veleros, trenes y autobuses, ha atravesado océanos y continentes guiada por la curiosidad y el respeto al planeta. Aunque nos adelanta la historia de su viaje contada en primera persona en Etheria Magazine, os animamos a conocerla en la próxima «Jornada iati de los grandes viajes 2025» de Madrid.
María Perles en Mongolia. Nos encanta escuchar historias contadas en primera persona, desde la autorreflexión, ya que así podemos conocer cómo son las personas que están detrás de las viajeras que a veces conocemos en conferencias o seguimos en redes sociales. En esta ocasión es María Perles quien nos adelanta su aventura durante los últimos años por el mundo, antes de participar en las «Jornadas iati de los grandes viajes».
«Siempre me ha gustado viajar. Soy una persona muy calmada y cuando viajo descubro mi yo más activo, me gusta la persona curiosa y enérgica que soy en el camino. Cuando era más joven leí el libro ‘La vuelta al mundo sin avión’, de Nacho Martín, y fue una idea que se quedó sembrada en mi cabeza».
Comienza la aventura Os cuento mi historia. En 2022 estaba terminando mi doctorado en Leipzig, Alemania. Había trabajado cinco años estudiando un bosque subtropical chino, con todo lo que ello conlleva: tres meses allí de trabajo de campo en 2019, que luego me cancelaran los vuelos para regresar en 2020, tener que rediseñar la investigación y, lo peor de todo, el último año escribiendo la tesis. Me encanta mi trabajo y espero poder seguir dedicándome a la investigación en ecología , pero después de entregar la tesis la verdad es que no podía más. Lo recuerdo como el año más estresante de mi vida, las horas de sueño totalmente cambiadas, experimentar por primera vez ataques de ansiedad, el constante síndrome del impostor… Así que cuando terminé, lo último que me apetecía era ponerme a mandar currículos. Los cinco años que había estado en Alemania me habían permitido ahorrar algo, y no lo pensé más.
María Perles en velero en Australia. Surcando el mar Justo una semana después de defender mi tesis, el 21 de noviembre de 2022, tomé un tren camino a Francia. Antes me marchar me despedí de todo el mundo, aunque ilusa de mí pensaba que estaría de vuelta para el verano siguiente. Luego tomé un ferry a Canarias, donde me recibió un gran cartel del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo . En Tenerife me uní a la tripulación del Topaze , un velero de 15 metros de largo en el que crucé el Atlántico junto con cinco personas más. Estuvimos un par de semanas recorriendo Cabo Verde y, desde allí, 15 días incomunicados sin ver tierra hasta llegar a Recife, en Brasil . Lo único que sabía por aquel entonces es que quería bajar por Argentina hasta Ushuaia y subir por la Patagonia chilena .
Esperaba encontrar alguna forma de cruzar el Pacífico en barco por el camino. Era marzo, estaba aún por Chile y me di cuenta de que mi plan de estar de vuelta en verano era inviable. Así que decidí tomármelo con calma y disfrutar del camino. Y aquí estoy 28 meses y 50 países después, con los nervios de que en una semana llegaré a Alicante, mi tierra, a reunirme por fin con mi familia y amigos.
En Ushuaia, viajando por Argentina. Qué me motiva a viajar Por qué viajo ha sido mi pregunta constante este tiempo. Si lo piensas, no tiene mucha lógica: llegar a un sitio, verlo, quizás tomar una foto, subirte a otro medio de transporte e ir a otro sitio, y así continuamente. ¿Qué estamos buscando? No quiero hablar de viajes interiores ni de descubrirse a uno mismo: no creo que irte a la otra punta del mundo, con el estrés que supone no saber qué comer o dónde dormir cada día, sea el mejor plan para ello. Tampoco creo que viajar te haga mejor persona o nos libere de prejuicios: conozco personas maravillosas y súper concienciadas que no necesitan salir de su pueblo y gente que, por ejemplo, viaja a nuestras costas sin ningún tipo de respeto.
Cada uno tendrá que buscar sus motivos. En mi caso, me sirve para conectar y para aprender . Llegar a las islas de las especias que buscaba Magallanes e interesarme por su expedición o llegar de Mongolia hasta Turquía sin aviones y entender las dimensiones de las conquistas de Gengis Khan… Emocionarme con las selvas en Latinoamérica o con los restos del Imperio Persa en Irán . Y, por supuesto, conocer a gente increíble por el camino que me ha demostrado la importancia de crear redes, de que avanzamos más rápido ayudándonos y compartiendo conocimientos que en solitario.
María Perles en la Gran Muralla China. Viajar, siempre, ya sea sola o acompañada He viajado tanto sola como acompañada, tengo amigas maravillosas que han planeado sus vacaciones para venir a verme donde quiera que estuviese e incluso mi madre pisó Asia por primera vez para descubrir China conmigo . Como mujer viajando sola diría que el mejor consejo es confiar en el instinto y en el sentido común, al igual que tenemos que hacer en nuestras propias ciudades. Creo en la bondad de la gente y en la lucha de los pueblos, y sé, porque lo he visto y lo he estudiado, que dependemos de este planeta y necesitamos preservarlo.
En el templo del Cielo, en Pekín. No busco animar a nadie a viajar, no me gusta ver en lo que se está convirtiendo la industria de los viajes , la búsqueda de la foto bonita y poco más. Pero si vais a viajar, al menos hacedlo con curiosidad y, sobre todo, con respeto.
Vosotros, ¿viajarías si no pudieseis contarlo? Yo creo que sí, pero esta vez me podréis encontrar hablando de estos 28 meses el 24 de mayo en Madrid . Será en las Jornadas iati de los grandes viajes , el evento de viajes más inspirador de España, organizado desde 2013 por Itziar Marcotegui y Pablo Strubell (responsables de Un gran viaje , el libro, podcast y web de referencia de los viajes de larga duración).
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