Sania Jelic continúa su viaje sola por Asia y llega a uno de esos lugares remotos que conservan casi intactas las características del paraíso: Raja Ampat. Este archipiélago de Papúa Occidental es uno de los mejores destinos del mundo para practicar tanto buceo como esnórquel. Si eres amante de la naturaleza y de estas actividades, te interesarán enormemente los consejos que ofrece esta viajera en Etheria Magazine.
Sania Jelic en Raja Ampat. © Sania Jelic ¿Has oído hablar de Raja Ampat? Tal vez no. Y no eres la única. Este archipiélago remoto, situado en Papúa Occidental, Indonesia, al borde del océano Pacífico y el mar de Malucas, es uno de esos lugares que parecen sacados de un sueño. Pero existe. Y es más asombroso de lo que imaginas.
Formado por más de 800 islas, Raja Ampat es mundialmente reconocido como uno de los diez mejores destinos de buceo del planeta. Se sitúa en el llamado “Triángulo de Coral” (Indonesia, Malasia, Filipinas, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón y Timor Oriental), pero va aún más lejos: es su corazón. Este rincón del mundo concentra la mayor biodiversidad marina del planeta en relación con su tamaño: 600 especies de coral duro en buen estado, mantarrayas oceánicas de hasta siete metros, tiburones ballena, 1.700 especies de peces de arrecife, 700 tipos de moluscos y hasta ballenas.
¿Cuál es la razón de que haya tanta vida? En parte gracias a su ubicación entre los océanos Pacífico e Índico, donde las corrientes marinas transportan larvas de coral y peces. A eso se suma la baja presencia humana, que ha permitido que el ecosistema permanezca en buen estado.
La vida tranquila de Raja Ampat Aunque la estrella del lugar es su biodiversidad marina, en tierra también aguardan sorpresas. La vegetación toma la forma de selva tropical y las aves de paraíso de color rojo brillan entre las copas de los árboles. Además, vive aquí un marsupial endémico: el cuscús de Waigeo . Los pueblos son sencillos, con una iglesia, tal vez una escuela y un pequeño quiosco con productos básicos. No hay ni restaurantes ni supermercados.
Las celebraciones, como las bodas, reúnen a vecinos que comparten lo poco que tienen, cada uno lleva su plato y vaso. ¡Ahí nadie tiene 30 platos para los encuentros! Ni los necesitan. Cuando hay un evento, cada uno lleva lo suyo. Lo importante es reunirse y celebrar.
Mujeres de celebración en una de las islas de Raja Ampat. © Sania Jelic La armonía entre la vida y la muerte Los cementerios en Raja Ampat no se parecen a ningún otro. No hay lápidas ni mármol , sólo estructuras sencillas: un techo de latón sostenido por cuatro pilares, sin paredes, sin puertas. Bajo esa protección mínima, el suelo de tierra acoge un rectángulo enmarcado con listones de madera. Dentro, una manta cubre el lugar de descanso. En uno de sus extremos, un cuenco o plato invertido descansa sobre la tela. Es la ofrenda: comida para que el difunto no pase hambre y permanezca a salvo de la lluvia. Y ya está. Así de simple. Así de humano.
Los pueblos, en cambio, rebosan vida. Las calles están limpias y los patios ordenados con mimo. Y siempre hay un sonido de fondo: el martilleo, el zumbido de un taladro, el lijado constante de madera. Las casas, como casi todo en estas islas, están hechas de madera y requieren cuidados constantes. Pero ese ruido nunca es molesto: se funde con el murmullo del mar, el canto de los pájaros y las risas de los niños que corretean descalzos. Es la música de la vida cotidiana. Un equilibrio delicado entre lo que se va y lo que permanece.
Las casas en Raja Ampat son sencillas y de madera. © Sania Jelic El domingo es día sagrado: todos se visten con sus mejores galas para ir a la iglesia, donde cantan en coro y los niños reciben un helado. Todo es sencillo y armonioso. Se respira paz y tranquilidad.
Buceo y esnórquel en Raja Ampat Para los buceadores certificados (se recomienda tener un mínimo 50 inmersiones previas debido a las corrientes), se puede optar por liveaboards o centros de buceo en tierra. Es mejor hacer una pequeña investigación previa porque no todos los centros locales cumplen rigurosamente las normas de seguridad, y conviene hacer la reserva con antelación. En el archipiélago no hay cámara hiperbárica.
Una opción más sostenible que apoya la economía local es el Dive Safari ofrecido por Scuba Republic , que combina dos o tres inmersiones diarias con estancias en homestays . Ahí preparan la cena y el desayuno y dan el almuerzo en lunch boxes . Es también básico, lo llaman budget friendly , pero interesante. Tienen varios barcos (el M/S Epica, muy básico, pero el más barato en el archipiélago; y el velero M/S Jaya, donde la diferencia en precio de 500 USD está más que justificada y merece la pena).
Submarinismo en Raja Ampat. © Sania Jelic Pero no hace falta bucear para disfrutar de la vida submarina: con unas gafas de esnórquel desde tu cabaña puedes ver corales, peces de mil colores, tortugas, sepias e incluso tiburones de punta negra. ¡Y con suerte una puede encontrarse con un grupo de delfines nadando al lado!
Una belleza frágil Otra cosa que sorprende —y no precisamente para bien— al llegar y embarcar rumbo al primer destino paradisíaco es algo de lo que se habla poco: el plástico flotando en el mar . Mucho plástico. Cientos de metros de superficie marina cubiertos literalmente por todo tipo de residuos: cepillos de dientes, chanclas, botellas, envoltorios, fragmentos de redes de pesca… La escena choca con las expectativas de un viaje idílico y obliga a un ajuste de mirada.
En el archipiélago no hay plantas de reciclaje, y el plástico es el residuo más visible. Existen algunas iniciativas, tanto de centros de buceo como de ONGs, que organizan limpiezas de playas y acciones puntuales. Pero no es suficiente. En muchos casos, la población local recoge el plástico y lo quema, lo cual tampoco es una buena solución. Mientras no haya una mejor coordinación y gestión, seguirán apareciendo grandes «manchas» de plástico flotando en la superficie.
Es habitual encontrar plásticos en las playas de Raja Ampat. © Sania Jelic Fue entonces cuando comprendí, con horror, la magnitud de esas islas de basura que flotan en el Pacífico, y cómo allí terminan convirtiéndose en una “sopa” de microplásticos. Una cosa es leer sobre ellas; otra, muy distinta, es ver estas cantidades de desechos flotando entre ballenas, delfines y mantarrayas. Saltar al agua con todo el equipo de buceo y aterrizar en medio de una capa de botellas y restos plásticos, para luego descubrir bolsas enredadas entre corales y gorgonias —hogar del diminuto caballito de mar pigmeo—, duele.
Los viajes nos cambian Mi viaje a Raja Ampat me dejó profundamente impactada . Allí pude imaginarme viviendo en un mundo anterior a la era del consumismo. Un lugar donde se tiene lo esencial, lo verdaderamente necesario, y donde el tiempo se dedica a lo que importa: la familia, los amigos, la contemplación serena del paso de las nubes, las tormentas lejanas, las puestas de sol con delfines saltando en el horizonte. Como cuando era niña. Sin prisas, sin presiones. Sin necesitar ni anhelar nada más del mundo material.
En Raja Ampat es muy fácil desconectar del mundo. © Sania Jelic Claro que, con mi mentalidad actual, no sé cuánto me duraría esa paz. Pero mientras estuve allí, la viví plenamente. Y regresé cambiada. Con ganas de deshacerme del 80% de mis pertenencias y limitar el uso del móvil y demás dispositivos a una hora al día. Y lo cierto es que, por ahora, casi lo estoy logrando.
Lo más sorprendente fue lo fácil que me resultó conectar con las personas. De una forma que nunca había experimentado. Jugando con los niños, riendo con los adultos… Tal vez porque, a diferencia de otros destinos, aquí no había ninguna presión materialista. Nadie pedía ni esperaba nada de mí. Aunque fuera turista y se presumiera que tenía más dinero que ellos, no sentí los intentos habituales de inflar precios o aprovechar el desconocimiento del viajero. Y fue justamente por eso que pude relajarme y disfrutar, de verdad, de este pequeño Edén.
Información práctica Cómo llegar a Raja Ampat El aeropuerto más cercano es el de Sorong, desde donde parten ferris hacia islas como Waisai o Misool, dos de las cuatro principales junto con Salawati y Waigeo.
Dónde alojarse: la magia de los ‘homestays’ Raja Ampat no es un lugar de resorts lujosos. Lo que encontrarás son homestays : cabañas rústicas, algunas sobre el mar, gestionadas por familias locales. Las opciones van desde lo muy básico hasta bungalows nuevos con baño privado. Por unos 25-60 € por noche (dos personas), con pensión completa incluida, te sumerges en la vida local. La electricidad suele estar disponible solo por las noches (de 18 a 24 h), y el agua del grifo es salada y filtrada, por lo que se recomienda consumir solo agua embotellada.
La plataforma Stay Raja Ampat ofrece información y reservas fiables, aunque también es posible encontrar alojamientos en Booking .
Alojamiento ‘Homestay’ en Raja Ampat. © Sania Jelic Me alojé en el Mandarin Homestay , donde la familia me recibió como a una más. Aunque la comunicación verbal era limitada, nos entendimos perfectamente. También pasé unos días en Paparisa Homestay (paparisahomestay.com), un proyecto llevado adelante por Nienke, de los Países Bajos, y Riia, su pareja local. Juntos están construyendo seis bungalows que, cuando estén terminados, ofrecerán una experiencia casi de lujo. Su madre se encarga de la cocina, y sus guisos —sabrosos y reconfortantes— fueron un regalo después de semanas de arroz, atún y berenjena. Además, muy cerca se encuentra el centro de buceo Soul Scuba Divers , ideal para quienes vienen buscando sumergirse en estas aguas extraordinarias.
Qué comer en Raja Ampat La comida es casi siempre la misma: arroz, atún y berenjena. Hay poca variación ya que no suelen tener nevera (no hay electricidad), ni hay mercado ni se hacen cultivos en la selva. Tan sólo alguna casa tiene un pequeño huerto, con poca producción. Y el atún que se pesca se tiene que preparar el mismo día a la parrilla, para que se pueda comer en los próximos días. Desde luego, no es un destino gastronómico.
Joven de la isla con una fruta local. © Sania Jelic La otra cara de las islas Al llegar al archipiélago se ve, al igual que en muchas otras zonas de Asia, personas con dientes y bocas rojas. Puede asustar ya que además escupen rojo, que parece sangre. Se trata de la costumbre de mascar la nuez de betel mezclada con cal de conchas y aromas de cardamomo/canela. Se supone que el efecto es estimulante y calmante de dolores, aunque es muy parecido a la nicotina y al alcohol, y crea adicción. Además de ser cancerígeno. El gobierno está intentando limitarlo.
Recomendaciones prácticas: Visado. Lo más cómodo es hacer el visado online antes del viaje. Ahorra tiempo y evita trámites innecesarios a la llegada.Conectividad. Compra una tarjeta SIM local de la empresa Telkomsel, es la que ofrece mejor cobertura en la región. Puedes adquirirla en alguna tienda de Sorong, antes de tomar el ferry.Efectivo imprescindible. Lleva suficiente dinero en efectivo. Hay muy pocos cajeros automáticos incluso en las poblaciones más grandes, y como la conexión a Internet es inestable, casi nadie acepta pagos con tarjeta.Puerto de Sorong. No esperes ninguna infraestructura. No hay cafeterías, ni baños, ni sillas ni sombra. Nada. Los billetes del ferry solo se pagan en efectivo. Aprovecha el tiempo antes del embarque para hacer compras de última hora.Tasa de entrada. Al llegar a Raja Ampat todos los visitantes deben pagar una tasa de acceso al parque marino y otra de visitante . En mayo de 2025, el importe ronda los 55 €.Qué llevar sí o sí. Medicamentos, protector solar, crema hidratante, gafas de repuesto, gorro, repelente de mosquitos, equipo de esnórquel (gafas y tubo). No hay farmacias ni tiendas ni supermercados, y no es posible conseguir nada una vez allí.Extras útiles. Un buen libro, prismáticos, linterna, pilas, mosquitera (a veces las que hay no son efectivas) y un cargador con múltiples entradas. La electricidad solo está disponible unas pocas horas al día, así que hay que aprovechar para cargar todos los dispositivos: móvil, linterna, reloj, Kindle, etc.Seguro de viaje. Imprescindible. Estás yendo a un lugar remoto y cualquier imprevisto puede salir caro. No conviene arriesgar. Yo viajo con IATI y, por si sirve, en el enlace aplican un 5% de descuento.Planificación: Antes de organizar el viaje, revisa bien las temporadas de lluvia y las migraciones de fauna marina. Así podrás disfrutar al máximo según tus intereses.
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