Flandes en otoño deja paisajes maravillosos que son perfectos para recorrer con la calma que proporciona una ruta en bicicleta. Si además la haces acompañada de tus mejores amigas, a la visión de castillos de cuento y bosques en tonos ocre se sumarán risas y confidencias en sus históricas cervecerías. Sigue leyendo porque te damos todos los detalles para que la ruta en bicicleta por Flandes sea todo un éxito.
Una ruta en bicicleta por Flandes es un excelente plan con amigas. © Johan Martens/Turismo de Flandes Prepárate para un viaje en bicicleta por Flandes con tus amigas de confianza. Porque para este recorrido en bici tienes que estar en buena forma, tanto en el aspecto deportivo como en el afectivo. La amistad te permite disfrutar del trayecto y superar los momentos de cansancio que puedan surgir durante la ruta. No se trata solo de afrontar juntas las subidas y bajadas, sino también de adaptarse a factores como los pequeños imprevistos del camino que ponen a prueba la fortaleza de la amistad. Y, después, regalaros juntas una cerveza en alguna de las cervecerías históricas de Flandes.
Ruta en bicicleta por los castillos de Flandes Empezamos con una breve puntualización geográfica: la región Flamenca de Bélgica, o Flandes belga, corresponde a la mitad norte del país y, aunque Bruselas no es Flandes, está ubicada dentro de la región flamenca y es la capital de Flandes y de Bélgica. Parece muy complicado ¡y lo es! Pero olvídate de los asuntos político/territoriales porque como lo que nos interesa es saber cuál es el punto de partida para viajar a Flandes, la respuesta es: Bruselas .
Bruselas fue capital del ducado de Brabante mucho antes de que existiera Bélgica como país. Y en aquella época, la ciudad era un centro de poder y grandeza que había que defender. Para ello, se erigieron imponentes castillos alrededor de la ciudad.
Las conexiones que propone la red ferroviaria belga facilitan planificar una ruta partiendo desde la capital. Así que el viaje que proponemos empieza en Bruselas. Escapamos del ajetreo de la ciudad tomando el tren hasta la ciudad de Halle, que está a tan solo 20 kilómetros.
Calle de Halle. © Pedro Grifol Halle Cuando el rey Carlos I de los reinos hispánicos y V Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico viajó desde Flandes a la Península Ibérica en 1517 para asumir los asuntos de los reinos de Castilla y de Aragón, se detuvo en la localidad de Halle para agradecer a la Virgen Negra su elección. Así que tenemos una razón histórica para visitar la Basílica de San Martín , que está en plena Grote Markt, la Plaza Mayor de Halle.
Después de la visita, tenemos la oportunidad de probar el plato típico de la región, el vispannetje , en el restaurante ‘T Soethuys (tsoethuys.be), que consiste en un peculiar guiso con los siguientes ingredientes: lomos de salmón, puerros, zanahorias, bechamel y queso rallado… Es difícil elaborarlo en casa, así que mejor probarlo aquí.
Halle es una pequeña y apacible ciudad, conocida también en Flandes por ser la cuna de François Servais (1807-1866), el más virtuoso violonchelista belga, considerado como “el Paganini del violonchelo». Su casa natal es ahora el hotel más coqueto de la ciudad, Villa Servais (villaservais.be). Es una buena opción alojarnos en esta villa de estilo palladiano y convertirla en nuestro campamento base desde donde planificar el recorrido. En Villa Servais nos proveeremos de las bicicletas para disfrutar de una maravillosa combinación de naturaleza y patrimonio mientras pedaleamos tranquilamente en un radio de aproximadamente 20 kilómetros.
Sala de Villa Servais. © Pedro Grifol Gaasbeek Precisamente a 20 kilómetros de Halle, ¡esta será la distancia más larga de la ruta en bicicleta!, se encuentra el castillo de Gaasbeek (kasteelvangaasbeek.be), de 1236, que, si en un principio cumplía la exclusiva misión de fortaleza defensiva, posteriormente se convirtió en un lujoso lugar de descanso para la nobleza. Hoy en día el castillo se ha transformado en un museo de mobiliario antiguo, cuadros, esculturas, tapices, orfebrería y joyas que acumuló la rica familia italiana Arconati, propietaria del castillo desde finales del siglo XVIII.
Castillo de Gaasbeek. © Pedro Grifol El castillo no solo destaca por su rica colección de arte sino también por su entorno. Y es que se encuentra en medio de un oasis de verdor. El parque del castillo, de 49 hectáreas, es un lugar de ensueño para relajarse y aliviar el esfuerzo del pedaleo entre sus árboles centenarios, estanques, y senderos.
Coloma Después de esta lujosa visita, retomamos nuestro camino. Nos espera un bonito recorrido ondulado y una parada final en el patrimonio flamenco, el municipio se llama Sint-Pieters-Leeuw y la parada es el castillo de Coloma , una peculiar mansión construida en el siglo XVI, que debe su nombre al chambelán de la emperatriz María Teresa de Austria, Charles de Coloma (miembro de una familia catalana que se trasladó a los Países Bajos en 1577). Este chambelán se convirtió en propietario del castillo en 1750, al casarse con la baronesa Eugenia Roose.
Jardín de rosas en el castillo de Coloma. © Pedro Grifol El castillo opera ahora como centro cultural, pero lo que no hay que perderse en el Domein Coloma es su gigantesco jardín, que abarca 15 hectáreas, convertido en espacios temáticos de rosas. Allí se cultivan, cuidan y miman nada menos que 3.000 variedades. Una pequeña torre, chalé en catalán, alberga el Museo de la Rosa , donde se puede ver la historia de la rosa a través de un magnífico audiovisual titulado ‘La rosa y los sentidos’.
Beersel A 10 kilómetros del jardín de rosas de Coloma se impone la estampa medieval del castillo de Beersel , construido en el siglo XIV y del que solamente permanece el armazón de sus muros de piedra, hierro y ladrillo, rodeado por un foso de agua en el que se refleja la majestuosidad de sus ruinas. El interior está vacío, pero al recorrer las solitarias estancias tenemos la sensación de retornar a la Edad Media incrementada por la imagen de un reconstruido potro de tortura que ocupa una sala. Fatal y único testigo de aquella época.
Castillo de Beersel. © Pedro Grifol Las cervecerías, sello de la cultura flamenca La cultura cervecera flamenca está profundamente arraigada. Ha sido impulsada durante siglos por familias, agricultores ¡e incluso monjes!, dando lugar a una amplia gama de estilos de cerveza autóctonos. La diversidad es inmensa, de modo que cualquiera puede descubrir cervezas de su agrado, aunque tenga que emplearse en probar decenas de ellas.
Junto al castillo de Beersel llama la atención un cartel: Brouwerij Oud Beersel (oudbeersel.com), que tiene el mismo nombre que el castillo que acabamos de visitar, y que se trata de una cervecería (brouwerij ) donde fabrican una peculiar cerveza a la que denominan ‘lámbica’.
Cervecería Oud Beersel. ©Pedro Grifol La lambic es un tipo de cerveza de trigo, sin gas, fermentada con levadura aerotransportada y envejecida en barricas de madera, que se elabora en la zona desde 1882. Tradicionalmente, las lambic jóvenes se mezclan con las viejas para que ‘refermenten’ en botella hasta obtener una espumosa materia prima. Es una cerveza rara, en el sentido de que no se parece a ninguna otra, pero que goza de la calificación de ‘especialidad tradicional garantizada’. Para algunos es la estrella de las cervezas ácidas, elogiada por expertos cerveceros de todo el mundo.
Proseguimos hasta la cervecería vecina, 3Fonteinen (3fonteinen.be), dispuestos a seguir aprendiendo sobre las cervezas belgas. Aquí también elaboran lambic . La probamos. Nos vamos acostumbrando a sus matices, aunque nos explican que cada lambic es distinta: “es una cerveza natural y espontánea, no se puede controlar, condicionar ni encasillar. La razón es clara: es la propia Madre Naturaleza cumpliendo sus órdenes. Suceden tantas cosas durante la elaboración, la maduración y el almacenamiento, que nosotros, como cerveceros, escapamos al control absoluto. Nuestra tarea es simplemente dejar que suceda. Por lo tanto, no hay dos cosechas ni dos años iguales” (palabra de maestro cervecero).
Cervecería 3Fonteinen. ©Pedro Grifol Un cóctel exclusivo de inspiración flamenca Volvemos a Villa Servais, dejamos las bicicletas y nos relajamos en la atmósfera musical de la mansión junto a la chimenea del salón noble, decorado con cuadros costumbristas y retratos de familiares del músico François Servais. Uno de los retratos representa a Maria Zofia Olga Zenajda Godebska, conocida como Misia Sert, pianista que regentó un salón artístico en París, modelo de Toulouse-Lautrec y de Picasso, y esposa del pintor español José Mª Sert. Es decir, toda una influencer de la época; y en la que el autor de este reportaje se inspiró para crear el cóctel que Gérard, el alma y barman del hotel, recrea para los huéspedes de Villa Servais. El cóctel ‘MisiaMosa’, interpretación signature del clásico ‘Mimosa’, se puede ver en el vídeo inferior (haciendo click) y en el canal Grifol’s Bar de YouTube.com.
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Turismo de Flandes .