El Camino de Santiago Francés de Galicia: 15 pueblos y mil paisajes
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El Camino de Santiago Francés a su paso por Galicia y el Bierzo no sólo se recorre con los pies, sino con los cinco sentidos, que se despiertan súbitamente ante paisajes deslumbrantes, sabores auténticos y momentos de profunda introspección. Nadie regresa igual tras recorrer este tramo del Camino.

Desde la comarca de El Bierzo, en León, hasta los verdes montes de Galicia, este tramo del Camino de Santiago Francés no es solo una travesía física, sino una profunda experiencia emocional. Los peregrinos se adentran en siglos de historia, disfrutan de una rica gastronomía local y se conectan con la naturaleza y las culturas locales. Cada etapa del Camino transforma, te invita a vivirlo con todos los sentidos y deja una huella imborrable. Recorrer los caminos que enlazan los 15 municipios o concellos de Camponaraya, Villafranca del Bierzo, Trabadelo y Vega de Valcarce, en León; y de O Cebreiro, Triacastela, Samos, Sarria, Paradela, Portomarín, Monterroso, Palas de Rei, Melide, Arzúa y O Pino, en Galicia, permite disfrutar de una vivencia que estimula los cinco sentidos.
1. La vista: del verde a la pizarra
Imagina comenzar tu travesía en Camponaraya, en la leonesa comarca de El Bierzo. A partir de aquí, te esperan intensas jornadas de senderos, subidas, descensos y puentes, enmarcados por una paleta de colores vibrantes. Los paisajes se tiñen con los tonos dorados y ocres de las hojas de los árboles, creando un espectáculo visual que se transforma con cada paso. Los valles y llanuras se visten de verde, mientras que las fachadas de piedra, ladrillo y pizarra narran silenciosamente la historia del Camino, moldeadas por las inclemencias del tiempo.

2. El oído: melodías naturales
Ahora cierra los ojos e imagínate al amanecer. El canto del gallo, las vacas en las granjas despertando y los sonidos cotidianos de los pueblos llenan el aire mientras inicias tu jornada. El viento susurra entre los árboles y el murmullo de los ríos acompaña tu caminar. Lejos, los ecos apagados de los agricultores y sus herramientas se entrelazan con el canto de los pájaros, creando una sinfonía natural que conecta con la esencia de la vida rural.
3. El gusto: una experiencia culinaria
Imagina sentarte a la mesa después de una larga jornada y rendirte ante los sabores de El Bierzo y Galicia. Los vinos de El Bierzo, con su frescura mineral, acompañan a los quesos locales y embutidos artesanales que deleitan en cada bocado. El pan recién horneado, los guisos cocinados a fuego lento y el famoso pulpo a la gallega, tierno y sabroso, completan un festín inolvidable. En el Camino de Santiago Francés de Galicia, la cocina será una tentación constante. No vas a adelgazar por mucho que camines…

4. El olfato: aromas tentadores
Respira profundamente y deja que el olor a hierba fresca, aún húmeda por el rocío, te llegue a la fosas nasales. Más adelante, llegarán el aroma del pan recién horneado y los dulces locales que inevitablemente abren el apetito. A medida que avanzas, el aire se llena de fragancias de los bosques, flores y ríos, mientras que al detenerte en alguna aldea, volverán los aromas de la gastronomía local que invitan a saborear los platos tradicionales.

5. El tacto: conexiones reales
Mientras recorres las calles de los pueblos mencionados, deja que tus manos se deslicen por las rugosas paredes de piedra de las ermitas, o por la frescura de la hierba que flanquea el Camino. Toca los troncos rugosos de los árboles, los bancos de las iglesias y los cercados de madera que separan las vacas de tu paso, y siente cómo el tacto te ayuda a regresar al mundo real…
Para preparar tu viaje no dejes de consultar la web www.caminofrances.org
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