Ruta de fados en Lisboa de la mano de Amália Rodrigues
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Se cumplen 100 años del nacimiento de Amália Rodrigues, la gran dama del fado, una mujer que conquistó con su voz a millones de personas de los cinco continentes. Desde Etheria Magazine le rendimos homenaje siguiendo sus pasos y el eco de su voz en los locales que componen esta particular Ruta de fados en Lisboa.

En 1999 hizo 100 años del nacimiento en Lisboa de Amália Rodrigues (1920-1999), el gran icono de la canción popular portuguesa, la gran embajadora del fado. Esta gran mujer conquistó con su belleza y su interpretación celestial escenarios de los cinco continentes en una dilatada carrera de éxitos imparables que duró más de 50 años. Portugal ha conmemorado en 2020 su centenario con una programación en la que caben exposiciones, conciertos, cine, teatro, baile… y fado. Sin embargo, su recuerdo está tan presente que cualquier momento es bueno para hacer la Ruta de Amália Rodrigues en Lisboa.

La Lisboa de Amália Rodrigues
Amália Rodrigues es muy querida en Lisboa, y es tal el amor que le profesan que son muchos los espacios públicos de la ciudad donde su nombre y su figura salen al paso del viandante. Ahí está el delicioso jardín que lleva el nombre de la fadista y que está integrado en el parque Eduardo VII. En este delicioso lugar, que diseñó el artista Gonçalo Ribeiro Telles en 1996, hay una estatua de Fernando Botero (“La maternidad”), un anfiteatro y un lago artificial. O la escultura que hizo Domingos de Oliveira junto al río Tajo con el rostro de la cantante sobre una típica guitarra portuguesa. O el mural que luce sobre un edificio de la Quinta do Cabrinha, en la que aparece con versos de su famoso fado sobre el olor de Lisboa: “Huele bien, huele a Lisboa”, cantaba Amália Rodriguez.
Además, hay varias rutas que recorren los espacios emblemáticos por donde anduvo la fadista universal. Podemos seguir sus pasos y rendirle homenaje en su centenario, pero antes hagamos algo de historia sobre esta expresión artística tan rodeada de misterio y “saudade”.

La esencia misteriosa del fado
Primero, no se sabe con exactitud ni el momento ni el lugar donde nació el fado. Hay quien dice que surgió en el barrio de Mouraria de Lisboa y que es una variante de los cantos moros, otros señalan que fue una evolución de las canciones de gesta medievales y los hay que se transportan a Angola para justificar un supuesto origen africano. En cualquier caso, aunque no haya pruebas contundentes de que el fado naciera en Lisboa, es aquí donde se canta, donde se siente y donde se vive. Es posible que incluso la incertidumbre forme parte de su esencia, porque el fado lleva en sí mismo una esencia misteriosa. Pero sí, es en Lisboa donde suena y donde se desarrolla, normalmente en la Lisboa bohemia, en los barrios de Alfama, Mouraria y Barrio Alto, entre luces, colores, sombras, sentimientos y en medio de rasgueos improvisados de guitarra.
Otra de las losas que arrastra consigo el fado es la de su supuesta tristeza. Es cierto, hay temas muy melancólicos y tristes, pero también hay fados atrevidos y frescos, cuyos versos cantan, entre balanceos y risas, las vendedoras ambulantes de pescado, los marineros y toda la movida bohemia de Lisboa. Y lo siguen haciendo en las calles y callejones empinados de la ciudad, con la ropa tendida como testigo, y con la mirada puesta en el discurrir del Tajo. Seguramente por eso, por la humildad y la fuerza de su origen, entró en 2011, en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

Curiosidades y variantes del fado
¿Curiosidades del fado? Se cree que la expresión más antigua es el “fado do marinheiro”, pero existe una gran variedad de fados. Hay fadinhos chorados (tristes), fados castizos (los que se cantan en los barrios populares de Lisboa), fados corridos (espontáneos y frescos), fados marialva (de carácter alegre y con alusiones a la tauromaquia), fados menores (nostálgicos) y fados vadíos (improvisados y cantados por aficionados).
Los lisboetas saben de sobra que, a pesar de su origen popular, el fado gozó siempre del favor de las clases pudientes y ahí está el Conde de Vimioso que tuvo amores ilícitos con María Severa Onofriana (1820-46), posiblemente la primera cantaora profesional de fados, que ha inspirado muchos versos y de la que se ha escrito hasta una novela. Y es que el fado siempre se escuchaba en la calle, hasta que en los años 30 se refugió en diversos locales del Barrio Alto.

La historia del fado es larga pero hubo que llegar hasta comienzos del siglo XX para ver su imparable evolución. Llegaron los primeros registros discográficos y, a partir de los años 40 y sobre todo más adelante, surgieron los grandes talentos de la canción, como Amália Rodrigues, que consiguieron poner el fado en el mapa de la música internacional. Y hasta hoy, cuando una nueva generación de jóvenes fadistas han incorporado al fado sonidos innovadores que inspiran y siguen emocionando.
Ruta de fados en la Lisboa de Amália Rodrigues
Ahora sí. Es el momento de asaltar las calles de Lisboa y buscar las huellas y los sonidos de la gran dama del fado, Amália Rodrigues, una excepcional mujer que, de niña, sólo cantaba para su abuelo y sus vecinos. Dejó pronto los estudios, a los 12 años comenzó a trabajar de bordadora y, más tarde, en una fábrica de pasteles y como vendedora ambulante. Pero eso duró poco, su prodigiosa voz la llevó en poco tiempo a ser cabeza de cartel de los grandes locales de espectáculos de la ciudad. Debutó profesionalmente con 19 años (en 1939) en el Retiro da Severa. Y ahí empezó todo.

Fundación y Casa museo de Amália Rodrigues
En la Casa museo de Amália Rodrigues, situada junto a la Asamblea de la República Portuguesa, la fadista vivió más de medio siglo y, desde que murió en 1999, todo permanece como estaba. En la Rúa de São Bento, 193 se respira el ambiente más íntimo y personal de Amália y el visitante puede transportarse a esas noches que pasó aquí entre amigos (poetas, músicos, pintores…) y guitarras. Se pueden ver sus vestidos y joyas, los libros de poemas en sus estanterías y hasta el tipo de té que bebía, el clásico “earl grey”. Hoy, en esta casa museo se puede comer y tomar el aperitivo. Y en su patio, todos los domingos hay brunch.
Sin embargo, aquí no nació realmente Amália Rodrigues. Su casa natal se halla en el barrio de Pena, en la calle Martim Vaz, muy cerca de Mouraria, donde vivían los abuelos. Aquella humilde casita todavía sigue en pie y está considerada la cuna del fado.

Amália según el artista urbano Vhils
La ruta puede seguir en el corazón del barrio de Alfama (Rua de Sao Tomé). Allí se puede contemplar un gran mural con la efigie de Amália Rodrigues, hecho de adoquines de «acera portuguesa». Se trata de una obra del célebre artista urbano Vhils, realizada con la ayuda de los calçeteiros o pavimentadores de Lisboa. El mural tiene la particularidad de que, cuando llueve, la imagen de Amália «llora», como tantas veces hizo la artista sobre el escenario.

Museu do Fado
En el Museu do Fado (Largo do Chafaritz de Dentro, 1) se conserva la historia material del fado y se ilustra esta singular melodía a través de pinturas, objetos, guitarras, partituras, fotografías, carteles, etc. de los grandes artistas portugueses. Está en el barrio de Alfama y alberga una colección única en el mundo y fundamental para el patrimonio cultural de Portugal. El museo dispone de una sección con contenido multimedia que permite consultar las biografías de los protagonistas de la historia del fado, entre ellos la de Amália Rodrigues.

Parreirinha de Alfama
Esta antigua carbonería acabó siendo en los años 50 un lugar de referencia para los apasionados del fado. Aquí resonaron las voces, no sólo de Amália Rodrigues, sino también de Lucília do Carmo, Alfredo Marceneiro y Maria da Fé, entre otras estrellas de la canción tradicional de Lisboa. La responsable del éxito de este local fue otra leyenda del fado castizo de nombre Argentina Santos. Hoy Parreirinha de Alfama (Beco do Espírito Santo 1) es un renombrado restaurante de cocina portuguesa donde se escucha, lógicamente, fado.
Restaurante O Forcado
Ubicado en el Barrio Alto, el restaurante O Forcado (Rua da Rosa, 219-221) tuvo como madrina, en 1967, a Amália Rodrigues, lo que le aseguró un éxito inmediato. Está adornado con motivos taurinos y con viejos azulejos, y también forma parte de nuestra Ruta de fados en Lisboa. A lo largo de su más de medio siglo de historia ha escuchado los aplausos dirigidos a Amália Rodrigues, Filipe Pinto, António Rocha, Tristão da Silva o Fernando Maurício. Es una de las casas más visitadas por los turistas que llegan a Lisboa de todos los rincones del mundo.

Café Luso
El Café Luso (Travesía da Queimada, 10) es pura historia del fado. Fue aquí donde Alfredo Marceneiro recibió, en 1947, la distinción de Rey del Fado y Amália Rodrigues grabó, en 1992, un álbum en directo que tituló «Amália no Café Luso». Fundado en 1927 en la Avenida da Liberdade, el Café Luso se halla, desde 1940, en el Barrio Alto. La hermana menor de Amália Rodrigues, la también fadista Celeste, cantaba habitualmente en este local hasta su fallecimiento en 2018.
Restaurante Adega Machado
Fue en 1937 cuando esta bodega (Rúa do Norte, 91) fue inaugurada por el violinista y compositor Armando Machado, y por su mujer, la cantante Maria de Lourdes, y en poco tiempo se convirtió en uno de los mayores bastiones del fado del Barrio Alto. Era tal su fama que hasta Kirk Douglas y la actriz brasileña Sónia Braga se acercaron por el local para ver a las grandes fadistas que actuaban allí: Amália, Maria da Fé o Mariza, por ejemplo.

Panteón Nacional
El Panteón Nacional (Campo de Santa Clara) es un espacio para la memoria y la historia de Portugal que también forma parte de esta Ruta de fados en Lisboa. Aquí reposan los restos de Amália Rodrigues desde julio de 2001. Es un lugar donde antes hubo una iglesia renacentista y sobre cuyas ruinas se edificó este panteón. Tiene una magnífica cúpula blanca que sobresale entre los tejados de Alfama y que alberga los mausoleos de los presidentes de la República y de otros portugueses ilustres, como Vasco de Gama o Luis de Camoes. Los restos de Amália Rodrigues llegaron aquí procedentes del cementerio de los Placeres, donde fue enterrada en primera instancia. Fue una ceremonia con honores militares y en la que sonó el himno nacional interpretado por los Antiguos Orfeonistas da Universidade de Coimbra. Era la primera mujer en Portugal que recibía tal honor.
Más información de la capital portuguesa en Visit Lisboa.
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