Ruta por los mejores faros de Cantabria
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Desde hace milenios son los encargados de mantener viva la esperanza del navegante con su luz atravesando el mar. Al pie del cantil, surgen como esbeltas torres de piedra rematadas con una linterna en la costa de Cantabria. En Etheria Magazine, te sugerimos organizar tu propia ruta de faros cántabros y disfrutarlos desde distintas perspectivas.

1. Punta Silla, el vigía de San Vicente
El centinela más occidental entre los faros de Cantabria ya no emite su sirena de aviso de niebla. Pero desde su construcción prismática con imponentes piedras de mampostería, levantada en 1871, sigue penetrando 13 millas náuticas cada atardecer en la inmensidad marina alrededor de San Vicente de la Barquera. Hoy sus cristaleras son también un mirador hacia el entorno litoral que lo rodea, el Parque Natural de Oyambre, ya que acoge su centro de interpretación gracias a haberse convertido en uno de los atractivos turísticos más marineros de la villa cántabra.

2. Ajo, balcón privilegiado
Tres naufragios motivaron su nacimiento en 1930 sobre el cabo de Ajo como uno de los puntos de orientación más buscados del litoral cántabro. Su arquitectura, más modesta que la proyectada en 1907 (pretendía alojar hasta 6 fareros), resulta no solo joven sino también una vistosa referencia en el litoral. Además, es un refugio para las aves de importancia europea y un magnífico contrapunto que lanza su rayo 17 millas sobre un acantilado abierto plenamente al Cantábrico.
¿Sabías que fue pintado con mil colores en 2020 por el artista cántabro Okuda (Óscar San Miguel)? Puedes leer esta “polémica” iniciativa en este enlace del Diario Montañés.

3. Cabo Mayor, el más guapo de la bahía
Para evitar tragedias, el faro del Cabo Mayor se asoma a la entrada de la bahía de Santander, en el paraje conocido como El Atalayón. A 91 metros sobre el nivel del mar y mediando el mes de agosto de 1839 comenzó a emitir su rayo lumínico desde una torre redondeada de piedra. Esta torre, situada sobre una amplia construcción octogonal, estaba destinada a vivienda de los fareros. Hoy día ha sido convertida en una Sala de Arte donde se exhibe una obra gráfica sobre los faros españoles. Tal como antaño, sigue orientando la navegación marítima con su óptica de cristal, tallada a mano en París en el siglo XIX. No obstante, sobre el mismo promontorio, a 30 metros sobre el mar donde se halla, se orientaba a los barcos desde tiempos arcaicos con el uso de banderas y fuegos que ardían durante la noche.

4. El Pescador, el santoñés más destacado
Está en la punta más septentrional del monte Buciero, en una antigua isla conectada a tierra por el istmo sobre el que se asienta la marinera villa de Santoña. Arremetido por los temporales cantábricos, no resistió al de 1915. Fruto de ello es su vistosa renovación que sobresale a 39 metros sobre el mar en la Punta del Pescador. Una hermosa ruta invita a circunvalar el monte, mientras nos asomados al mar para llegar hasta él y, de paso, descender al escénico faro vecino de El Caballo.

5. El Caballo, el faro al pie del mar
Cómo se determina la altura de un faro es lo primero que te preguntas al divisar el faro del Caballo, situado al final de un descenso vertiginoso de 682 escalones junto a los acantilados del monte Buciero, uno de los faros de Cantabria más espectaculares. La elevación de la tierra y la curvatura terrestre establecen el cálculo matemático para definir la distancia desde la que el observador lo avistará. Los que se sitúan muy cerca del mar poseen torres elevadas como el faro del Caballo, que alza su estructura esférica a 24 metros sobre el mar. Funcionó durante 130 años y hoy, en desuso, es el hito más llamativo de una de las rutas más fascinantes del litoral cántabro.

6. Suances, el vigilante de la ría
El peligro náutico que entraña la entrada a la ría de Suances hizo que el faro se encendiera en 1863. A 35 metros sobre el nivel del mar aparece como una atalaya sobre la punta del Torco, en el mismo lugar de la medieval batería costera defensiva de San Martín de la Arena. Su luz, que avanza en el mar hasta 22 millas náuticas, sirvió para salvar a siete tripulantes del bergantín italiano ‘Franceschino’ que se hundió en 1880 al abrirse una vía de agua en su casco. A poca distancia se halla el mirador sobre la playa de los Locos, uno de los arenales más admirables del litoral cántabro.

7. Castillo de Santa Ana, mantener viva la luz
Este faro forma parte de la fortaleza medieval castreña de Santa Ana desde 1853. Su maquinaria se instaló en la capilla del recinto y el aceite alimentó su lámpara hasta el año 1919 en que se electrificó. Se sitúa sobre una península junto a la puebla antigua de Castro Urdiales, donde también se ubica la medieval iglesia de la Asunción y las ruinas de otro templo previo. Su sirena de niebla, instalada a mediados del siglo pasado, suena cada 60 segundos. En esta torre resalta, sobre todo, su espectacular fachada. Es uno de los faros de Cantabria más pintorescos y mejor conservados del litoral cantábrico.

8. Isla de Mouro, fortaleza de torreros
Inconfundible centinela de la geografía de la santanderina isla de Mouro, este faro es cada invierno un protagonista de excepción entre el bravío oleaje de las embestidas de los temporales más crudos. Su torre de mampostería troncocónica resiste desde 1860, pues apenas se levanta 18 metros sobre la roca, situada a su vez a 20 metros sobre el nivel del agua. Las historias de sus fareros, curtidos a base de experiencia y con unas aptitudes personales que les permitían adaptarse a la dificultad del aislamiento, se detuvieron cuando se automatizó en 1921.
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