Cambiar el ruido de la ciudad por el silencio del campo, las conversaciones intrascendentes por charlas más personales y la velocidad de las carreteras por los caminos rurales, es lo único que necesitamos de vez en cuando para recuperar energías. Si, además, la escapada es a entornos rurales poco masificados como los de la Cañada Real Conquense, uno de los Caminos de la Merina, será un acierto seguro.
Panorámica de Belmonte, en la Cañada Rural Conquense. No es necesario realizar grandes desplazamientos hasta destinos lejanos o reservar costosos programas de bienestar para encontrar un lugar de paz donde bajar pulsaciones y descubrir que a sólo un paso de casa nos están esperando maravillas históricas, culturales y naturales. Configurada como una ruta, os animamos a descubrir la Cañada Real Conquense , uno de esos caminos pensados para viajar despacio, descubriendo pueblos con historia, paisajes y tradiciones cuya riqueza no podemos permitir que desaparezca.
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Caminos de la Merina Puede que no te suene este itinerario porque forma parte de un nuevo proyecto, Caminos de la Merina , cuyo objetivo es dar a conocer la importancia de la trashumancia y el valor cultural, económico y natural de la oveja merina. Esta nueva iniciativa no pretende convertirse en un paquete turístico al uso, sino que busca combinar las visitas a monumentos y paisajes con la posibilidad de conocer a los protagonistas reales del Camino: pastores, artesanas ligadas al oficio de la lana… y todo aquello relacionado con la trashumancia. Porque la trashumancia, una actividad que ahora nos parece tan lejana y que sólo la recordamos un día, o treinta segundos, en un telediario, contribuyó a tejer el mapa cultural de España.
En la extensa Ruta de la Cañada Real Conquense, hemos elegido el ramal oriental va desde Socuéllamos (Ciudad Real) hasta los Montes Universales de Teruel. Allí podréis descubrir un poco de todo, vinos y bodegas, claro, pero también fortalezas medievales, molinos de viento y parajes naturales. Y, por supuesto, la oveja merina está siempre presente, recordando que esta ruta fue y sigue siendo vía de trashumancia.
San Clemente, parada obligada en la Cañada Rural Conquense. Día 1: San Clemente, Socuéllamos y Belmonte Esta escapada a la Cañada Real Conquense con amigas comienza en San Clemente , una población de Cuenca cuyo casco histórico es un regalo para los amantes del Renacimiento. Os sorprenderán sus palacios, plazas porticadas y la iglesia parroquial, cuyo conjunto ha sido declarado Bien de Interés Cultural, pero lo que os enamorará será el Museo de Obra Gráfica Antonio Pérez, que cuenta con una colección internacional de grabados y obras gráficas en un palacio renacentista del siglo XVI.
La siguiente parada, ya en Ciudad Real,puede ser en Socuéllamos , donde os esperan las Bodegas Tinedo, una de las más antiguas de La Mancha. Allí aún se respira la atmósfera de aquellas casas bodegueras construidas a finales del XIX. Hoy día producen vinos de parcela bajo una filosofía sostenible, pero también abren sus puertas a los viajeros, que pueden realizar visitas, catas e incluso disfrutar de la gastronomía en la quintería con productos de la tierra.
Si os gusta el arte, no os perdáis el taller de Da Capo Escultura (dacapoescultura.com), en La Alberca de Záncara , un espacio donde los hermanos Ramírez transforman grandes bloques de mármol en auténticas obras de arte. Allí encontraréis una nave llena de piedra y creatividad que rompe el cliché de que la artesanía rural solo va de barro o mimbre. Os enamoraréis de sus mesas, medallones y de los diamantes negros.
Castillo de Belmonte. Atardecer sobre el castillo Tampoco podéis perderos el atardecer al castillo de Belmonte porque si es impresionante a cualquier hora, al ocaso, envuelto en luz dorada, es inigualable. Esta fortaleza del marqués de Villena, construida en el siglo XV, conserva artesonados mudéjares y un aire señorial. Su historia, además, está unida a grandes mujeres de nuestra historia como Juana la Beltraneja, la emperatriz Eugenia de Montijo y hasta Sofía Loren que grabó aquí con Charlton Heston escenas de la película El Cid . A lo largo del año acoge recreaciones históricas y torneos de combate medieval que atraen a un numeroso público familiar.
Dónde comer y dormir En Belmonte, dos opciones para comer son La Muralla y La Cochera . Y para dormir, hay alojamientos con encanto como el Hotel Rural El Bálsamo , que cuenta con piscina de agua termal dentro de una cueva excavada en la roca, o el Palacio del Infante Don Juan Manuel Hotel & Spa , situado en la que fue la primera fortaleza de la villa.
Molinos de viento. Día 2: Belmonte, Mota del Cuervo y lagunas Tras un sueño reparador, el segundo día puede comenzar visitando una de las joyas de Belmonte , la colegiata de San Bartolomé, donde descansan los restos de los Pacheco y donde fue bautizado el poeta y teólogo Fray Luis de León. La denominan la catedral de La Mancha, y os daréis cuenta de que es un apelativo más que acertado.
Otro de esos lugares que sorprende en esta ruta por la Cañada Real Conquense es Mota del Cuervo , conocido como el “Balcón de La Mancha” porque las vistas que regala desde la loma donde se alzan sus siete molinos de viento es tan amplia que parece abarcar toda la comarca. Tres de esos molinos son visitables: El Gigante, que alberga la oficina de turismo; El Goethe, con un taller de alfarería; y El Piqueras, con un museo etnográfico. Si esta ruta la hacéis en fin de semana y coincide vuestra visita en sábado podréis asistir al espectáculo de la molienda tradicional, para la que los molineros ponen en marcha la maquinaria histórica como se hacía antaño.
Uno los barrios de la población que no hay que perderse es el de las Cantarerías , en el que los vecinos se dedicaron durante siglos a la producción de cántaros y piezas de cerámica. Hoy día, se puede conocer más de esta tradición en el Museo de la Alfarería , donde si se visita a finales de agosto se puede observar cómo se cuecen las piezas en un horno medieval llamado “La Conce”.
Laguna de Manjavacas, en Mota del Cuervo. El viaje continúa con traqueteo porque iremos por caminos rurales, sabiendo de antemano que lo que encontrarás al final merece mucho la pena. Se trata de la laguna de Manjavacas , que forma parte de la Reserva de la Biosfera. Durante el otoño, el espectáculo ornitológico es impresionante, ya que acuden miles de grullas, pero en primavera y verano el espectáculo también está asegurado ya que los flamencos ponen su nota de color al paisaje. Procurad llevar prismáticos para observarlos de cerca y, si hace frío, un termo de café.
Rebaño de ovejas merinas de Diego González. WoolDreamers, la historia de un sueño Relacionado con la artesanía y las ovejas merinas tenemos que destacar uno de esos proyectos familiares con alma que tanto nos gustan, se llama WoolDreamers (wooldreamers.com) y se ha propuesto recuperar y dar a conocer todo el ciclo de la lana, desde la compra a los ganaderos de merina, hasta su lavado, procesado o producción de artículos, demostrando que la lana aún tiene mucho futuro. No os perdáis sus talleres o experiencias, si coinciden con vuestra visita (¿habéis escuchado hablar de la “cata de lanas”?).
Castillo de Garcimuñoz, en la Cañada Real Conquense. Día 3: Camino de Cuenca Llegamos al tercer día. A estas alturas seguro que el ritmo del corazón habrá bajado de intensidad, el aire os parecerá aún más puro, el sonido de los pueblos será familiar, con sus campanadas o el aroma de pan de los obradores… Os proponemos una parada rápida en Villaescusa de Haro para tomar un café y ver la iglesia columnaria de San Pedro y el convento de la Santa Cruz, que fue premiado por su restauración.
A pocos kilómetros, encontraréis la fortaleza de Garcimuñoz , que ha cobrado nueva vida gracias a Izaskun Chinchilla, una de las pocas mujeres arquitectas con estudio propio en España. Su intervención le ha aportado una mirada más actual y lo ha hecho más accesible. Uno de los rincones que más os gustará es el patio de armas, donde la arquitecta ha desplegado toda su sensibilidad: colores chillones y estructuras escultóricas inspiradas en la naturaleza lo han convertido en un auténtico bosque mágico. Un escenario perfecto para despertar la imaginación y haceros fotos originales.
Parque Arqueológico de Segóbriga. Tesoros romanos de Cuenca Mucho más tradicionales, pero también sorprendentes son las siguientes dos propuestas: en Saelices, el Parque Arqueológico de Segóbriga , una de las ciudades romanas mejor conservadas de la península; y en Osa de la Vega, la mina de Lapis Specularis , un curioso yeso traslúcido que los romanos empleaban en las ventanas, en lugar de cristal. Y antes de llegar a Cuenca capital, a unos 18 kilómetros, también es interesante hacer una parada en la Villa Romana de Noheda , que no es muy conocida pero posee los mosaicos monumentales más grandes hallados en nuestro país del Imperio Romano.
Sobre la ciudad de Cuenca poco se puede añadir que no sepáis, la belleza de este Patrimonio de la Humanidad está fuera de toda duda, con su interesante catedral o sus famosas Casas Colgadas. Pero un aspecto menos conocido es que se ha convertido en una referencia del arte moderno con espacios como el Museo de Arte Abstracto Español (march.es/es/cuenca) o el Espacio Torner, situado en el antiguo convento de dominicos (espaciotorner.es). Y, justo al lado de esta galería, está el Parador de Cuenca, donde os recomendamos pasar la noche, una ubicación magnífica para sentir la historia en cada una de sus piedras.
Ciudad Encantada de Cuenca. Día 4: una excursión para terminar la escapada El último lo hemos reservado para realizar planes naturales, que se pueden elegir en función de vuestro nivel de energía y gustos personales. Os contamos en qué consisten:
Serranía de Cuenca En esta zona se pueden visitar las lagunas de Cañada del Hoyo , cuyos colores cambian según la luz y los microorganismos; la famosa Ciudad Encantada , con sus caprichosas formaciones rocosas; y el Ventano del Diablo , un mirador sobre el cañón del Júcar que pone a prueba a quienes sufren de vértigo. Por último, el Parque del Hosquillo ofrece, además, encuentros con fauna como ciervos, cabras montesas y hasta osos.
Albarracín, uno de los pueblos más bonitos de España. Montes Universales Esta experiencia está más relacionada con la trashumancia y allí podrás admirar lugares como el nacimiento del río Júcar, en Tragacete , o el nacimiento del Tajo en Frías de Albarracín. En Guadalaviar , ya en tierras turolenses, se sitúa el Museo de la Trashumancia, donde se narra cómo durante siglos los pastores guiaban miles de ovejas por estas mismas rutas. Y como broche final: Albarracín , uno de los pueblos más bellos de España, con su laberinto de calles rojizas, murallas y vistas de postal.
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Una declaración de amor Si os apetece ir un poco más allá del viaje contemplativo, os animamos a conocer cómo viven los pastores visitando la ganadería de Diego González . Su propietario cría merinas en extensivo, con un respeto profundo a la raza y al oficio, pero su historia de amor por las ovejas merinas comenzó en su infancia. Hoy día comparte su pasión con quienes le visitan: salir al campo con él significa caminar entre el rebaño, ver cómo se selecciona y cuida cada generación de animales y, en definitiva, asomarse a una forma de vida que ha cambiado poco con el paso del tiempo. Es la trashumancia sin filtros, contada por alguien que la vive de verdad.
Y si algo se aprende al recorrer la Cañada Real Conquense es que, aunque los pastores caminan a paso tranquilo, la huella que dejan en aquellos que se acercan a conocer los Caminos de la Merina son verdaderas y profundas.
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