En Etheria Magazine seguimos con interés a las empresas turísticas dirigidas por mujeres y en cuyos programas las mujeres tienen un papel protagonista. En esta ocasión os invitamos a conocer este viaje a Japón organizado por Hacia lo Salvaje, que promete descubrir el país del momiji en un itinerario de 18 días guiado por Irene Saki, ofreciendo una perspectiva única y consciente del destino.
Autora: Ana Cortés, fundadora de Hacia lo Salvaje
Momiji en Japón. © Eiya Maeda Estamos en pleno verano, el calor aprieta y los días parecen no terminar nunca. Pero hay un momento, más allá del bochorno, que empieza a tomar forma en la imaginación: un bosque cubierto por un manto de hojas rojas, una ruta en bici entre volcanes y lagos, y una conversación tranquila bajo el cielo de octubre. Viajar a Japón en otoño es entrar en otro ritmo, otra temperatura, otra forma de mirar.
Y eso es precisamente lo que proponemos desde Hacia lo Salvaje con nuestro viaje para mujeres activas a un Japón alternativo, profundo y sensorial. Un itinerario de 18 días que conecta naturaleza, cultura y cuerpo en movimiento, guiado por Irene Saki, mitad japonesa, mitad aragonesa: un puente perfecto entre estos dos mundos.
Irene Saki, guía del viaje a Japón. ¿Por qué elegir el momiji antes que el hanami? Aunque la primavera japonesa tiene fama mundial por la floración de los cerezos (hanami ), el otoño –con su explosión de arces rojos (momiji )– ofrece una experiencia igual de impactante, pero con menos multitudes y una atmósfera más íntima.
Mientras en primavera los parques se llenan de familias y grupos de oficinistas celebrando bajo los cerezos, el otoño es contemplativo, lento, casi sagrado. Los colores no solo cubren los jardines, sino también templos, montañas y hasta ciudades enteras.
Las temperaturas son más suaves y el aire más limpio, perfecto para caminar o pedalear. Además, los festivales de luz en templos y jardines hacen que cada noche tenga algo de ceremonia. Por eso, cuando proponemos una inmersión activa y profunda en la naturaleza japonesa, el otoño no es una alternativa: es la opción.
Puerta Torii, uno de los símbolos de Japón. Más allá de lo icónico Nos esperan las puertas naranjas de Fushimi Inari , paseos por los barrios tradicionales de Kioto , baños relajantes en onsen y la tecnología puntera de Tokio. Pero este no es un itinerario típico. Dormiremos en casas tradicionales, exploraremos jardines ocultos iluminados por el momiji y evitaremos las rutas más trilladas para conocer un Japón más rural y natural, con paradas que casi ningún viaje convencional contempla.
Dentro de las grandes ciudades, la mirada se dirige a lo que a menudo se ignora: mercados locales poco frecuentados por el turismo, talleres artesanales que nos acercan a la cultura o jardines que se convierten en oasis de naturaleza en medio del mundanal ruido. Porque la belleza no siempre grita. A veces, susurra.
Nikkō, una pequeña y hermosa aldea de montaña al norte de Tokio, la ruta ciclista entre los cinco lagos del Monte Fuji, o el recorrido por la Shimanami Kaidō –que permite descubrir en bicicleta siete islas del Mar Interior de Seto– son algunas de las propuestas más alternativas para explorar ese Japón más rural y salvaje.
Callejones de Tokio. Irene Saki: de Ichikawa a Zaragoza (y vuelta) Conocer a Irene Saki es entender por qué este viaje no podía tener otra guía. Nacida en Ichikawa, Japón, y criada en Zaragoza, Irene vive entre dos universos: uno marcado por el silencio ritual y la precisión japonesa; otro por la calidez aragonesa y el sentido crítico europeo.
Psicóloga, viajera incansable y apasionada de la vida al aire libre, es una traductora cultural en el sentido más profundo: no solo descifra menús o mapas de metro imposibles, sino que abre puertas simbólicas. Escucharla hablar sobre las contradicciones de su país de origen, sobre la vida de las mujeres japonesas, sobre la belleza escondida en los rincones rurales o sobre la forma de respirar en un jardín zen, es recibir Japón de primera mano.
Sin folclore. Sin filtro. Con verdad Y es que, en este viaje, no solo miramos. Hacemos. Caminamos, pedaleamos, tocamos, teñimos, cocinamos, dialogamos. Participamos en talleres de teñido con índigo , reparamos heridas en un taller de kintsugi y aprendemos a comer y a cocinar como lo hace la gente local.
Los alojamientos son casas tradicionales reservadas en exclusiva para el grupo. Con cocina, tatamis y ventanales que nos invitan a mirar más allá del Japón superficial.
El viaje a Japón incluye un taller de kintsugi. © Riho Kitagawa Género, tradición y feminismo en cruce de caminos Una parte esencial de este viaje es la perspectiva de género. Porque viajar es también abrir los ojos a otras realidades, y Japón es tan fascinante como contradictorio. Aunque es una de las economías más desarrolladas del planeta, ocupa el puesto 121 de 153 en el Índice Global de Brecha de Género. Solo el 10% de su parlamento son mujeres, y ellas dedican casi cuatro veces más tiempo que los hombres al trabajo doméstico. El machismo estructural atraviesa desde la política hasta lo cotidiano.
Irene, que ha vivido en ambos países y conoce ambas culturas, genera espacios seguros para hablar de ello: desde los trenes exclusivos para mujeres hasta el rol complejo de las geishas. “Son artistas, mujeres que dominan el canto, la danza, la conversación refinada”, explica. “Pero también están sujetas a una tradición que espera de ellas juventud, belleza, obediencia. Muchas se retiran a los 25 años.”
Conocer otro país también es asomarse a sus heridas.
Un viaje colectivo, activo y flexible Esto no es un tour con banderita. Es una experiencia cuidada, consciente y flexible. El grupo es reducido y exclusivamente femenino . Se viaja en tren y en bicicleta, con espacio para la improvisación, el deseo o el cansancio. A veces se cambia un templo por una siesta, un museo por un baño de bosque. Y eso está bien. Porque también se viaja para escuchar lo que una necesita.
Irene Saki está ahí para traducir, mediar, sugerir. Pero, sobre todo, para acompañar. Y Japón, mientras tanto, se despliega como un haiku viviente: breve, intenso, inolvidable.
Este otoño, el país nipón será una sinfonía de hojas encendidas, de silencios rituales, de caminos que solo se descubren si se recorren. Si estás leyendo esto en pleno verano, quizás sea el momento perfecto para empezar a planificar. El cuerpo lo agradecerá. Y la mente también.
Si os ha interesado lo que te habéis leído hasta ahora podéis consultar fechas, pedir más información o reservar vuestra plaza en hacialosalvaje.net
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