Algunas ciudades son perfectas para descubrir en un fin de semana de forma relajada. Y la capital navarra es una de ellas. En Etheria Magazine os proponemos organizar una escapada a Pamplona con amigas donde no falte de nada, desde una visita a su monumental Catedral hasta una ruta de tapeo o un café en el lugar favorito de Hemingway. Tomad nota de estas diez propuestas para exprimir lo mejor de la vieja Iruña.
La iglesia de San Cernín o de San Saturnino, patrón de Pamplona. © Pepa García Más allá del bullicio de los Sanfermines, la capital foral guarda tesoros arquitectónicos, rincones gastronómicos y espacios verdes que invitan a vivir una estupenda escapada a Pamplona con amigas, de esas que se recuerdan durante mucho tiempo. Esta ciudad, además, posee un tamaño ideal para moverse a pie, sin prisas y aprovechando cada trayecto para descubrir su animado ambiente. Como en nuestro día a día solemos ir justas de tiempo, os lo planteamos como un viaje de tres días, ya que ese paréntesis permite realizar las visitas esenciales e incluso añadir una excursión sorpresa. Os lo contamos con detalle.
1. Primer paseo por Pamplona Si es vuestra primera visita, os proponemos comenzar dando una vuelta por el corazón de Pamplona, que, aunque puede parecer extraño, late desde su origen en tres tiempos. Esto se explica porque se forjó gracias a la unión de tres burgos rivales (Navarrería, San Cernín y San Nicolás) en 1423 por decisión del rey de Navarra Carlos III el Noble. El hecho se recuerda cada año durante la celebración del Privilegio de la Unión . Esta fiesta puede ser uno de los momentos ideales para recorrer la capital navarra, ya que durante varios días se llena de color, mercados medievales, desfiles y un gran acto central en la Catedral. Pero, más allá de ese fin de semana de septiembre, recorrer su trazado medieval es adentrarse en un laberinto de callejuelas empedradas donde cada esquina sorprende por algún motivo.
Celebración del Privilegio de la Unión. © Ayto. Pamplona El punto de partida de este paseo inicial podría ser la Plaza Consistorial, escenario del famoso chupinazo cada mes de julio. Desde allí, el itinerario os puede llevar al Museo de Navarra, en un antiguo hospital rehabilitado, que exhibe bonitos capiteles románicos, piezas islámicas y obras de Goya y Oteiza. A pocos pasos, os sorprenderá la iglesia de San Saturnino con su famoso “gallico”.
La ruta puede seguir hacia la fortificada iglesia de San Nicolás, la Catedral de Santa María la Real y el Palacio Real. Y si os estáis planteando realizar el Camino de Santiago, haced una parada en el centro Ultreia , en la calle Mayor, donde encontraréis exposiciones y material del Camino a su paso por Pamplona. Incluso hay empresas que realizan visitas guiadas por los hitos más importantes del Camino Jacobeo.
Ayuntamiento de Pamplona. © Pepa García 2. El Ayuntamiento, en tierra de nadie Como ya hemos comentado, la fusión de los tres burgos que dieron origen a Pamplona obligó a crear unos espacios y una gestión común. En ese lugar fronterizo cedido por Carlos III el Noble, que sería “tierra de nadie y de todos”, está la Plaza Consistorial y el Ayuntamiento. El edificio actual, levantado entre 1753 y 1759 por el maestro Juan Miguel de Goyeneta, combina barroco tardío y neoclásico en una fachada que es puro arte. Las figuras de la Prudencia y la Justicia flanquean la entrada, dos Hércules simbolizan las virtudes cívicas y, en lo alto, la Fama pregona la gloria de la ciudad. El diseño fue obra de José Zay y Lorda, con esculturas de José Jiménez.
Además de admirarlo desde fuera, podéis pasar a ver el zaguán que conserva la solemnidad del siglo XVIII, con arcos de piedra, algunas obras de arte y detalles ornamentales. Su mayor momento de gloria es el 6 de julio, cuando su balcón se convierte en el epicentro del mundo con el lanzamiento del Chupinazo que inaugura los Sanfermines.
Vista desde el interior del claustro de la Catedral. © Pepa García 3. La Catedral, una joya gótica Otra visita obligada en Pamplona es la Catedral Santa María la Real , un compendio de fe, arte y poder real. Construida entre los siglos XIV y XV, esta maravilla del gótico francés se considera uno de los conjuntos catedralicios más interesantes de España. En su torre izquierda resuena María, una campana de 12.000 kilos fundida en 1584, que es la segunda en tamaño de España y la mayor de las que siguen en uso. Su sonido profundo marca el tiempo de los vecinos desde hace casi cinco siglos.
Aunque su sobria fachada neoclásica, diseñada por Ventura Rodríguez en 1799, no es del gusto de todos, es sólo la antesala a su rico interior gótico y a su bellísimo claustro. Entre sus tesoros destaca el sepulcro de Carlos III el Noble y Leonor de Trastámara, obra maestra de Johan Lome de Tournai, y la talla románica de Santa María la Real, la imagen mariana más antigua de Navarra, ante la cual fueron coronados los reyes del antiguo reino. Otros espacios como la sillería, el refectorio o la antigua cocina permiten asomarse a la vida cotidiana de los canónigos medievales.
La visita no estaría completa sin pasar por el Museo de la Catedral con su exposición Occidens, que traza la evolución de la cultura occidental desde la antigüedad. De todo ello os hemos hablado anteriormente en este artículo: Visita de la catedral de Pamplona y su exposición Occidens.
Detalle de la monumental escalera de caracol de la Catedral de Pamplona. © Pepa García 4. Verduarte, alta cocina vegetal con vistas Tras estas primeras visitas, seguro que apetece cargar pilas degustando la rica gastronomía navarra, en la cual las verduras tienen un gran protagonismo. Y si hay un lugar donde brillan con luz propia, ese es Verduarte . Situado en la última planta del Palacio de Congresos Baluarte, este restaurante ofrece una experiencia en la mesa que rinde homenaje al producto local, además de regalar magníficas vistas a la Ciudadela.
Al frente de Verduarte se encuentra el chef Nacho Gómara , que imprime una personalidad fresca y espontánea a todo lo que sale de su cocina. Formado en templos culinarios como Akelarre y Kokotxa, combina la tradición navarra con técnicas vanguardistas. Galardonado con un Sol Repsol en 2020, Verduarte propone un menú degustación de diez pases donde las verduras, traídas de la huerta familiar o de agricultores de confianza, tienen gran protagonismo. Eso sí, tampoco faltan carnes, pescados o mariscos. Reservad con antelación porque sólo da comidas de jueves a lunes.
A pocos pasos, y también muy recomendable, está el restaurante La Terraza de Baluarte , con propuestas exquisitas del mejor producto navarro y el trato exquisito de Carlos Rodríguez, su propietario.
El chef Nacho Gómara, al frente de Verduarte. © Pepa García 5. El Palacio Real, memoria del Reyno de Navarra También en el casco histórico se levanta el Palacio Real de Navarra, sede del Archivo General. Construido en el siglo XII como residencia de los reyes navarros, ha sido testigo de acontecimientos cruciales del antiguo reino. Su arquitectura mezcla elementos románicos, góticos y renacentistas, debido a sucesivas transformaciones. Hoy día se puede admirar tanto su sobria belleza como los fondos documentales que testimonian la evolución del reino. Antes de entrar, dedicad unos minutos a observar la maqueta de gran tamaño en la que se recrea la ciudad amurallada del siglo XIX. Además, hasta el 11 de enero de 2026 se podrá visitar la exposición “Carlos III de Navarra, el rey del buen gobierno (1387-1425) ”, con motivo del VI Centenario de su muerte.
Jardín de la Taconera, en Pamplona. © Pepa García 6. Jardín de la Taconera, el pulmón verde del casco antiguo Puede que no lo hayáis imaginado pero Pamplona es una de las ciudades más verdes de España, tiene más de trescientas zonas verdes y más de sesenta mil árboles. Además, sus parques no son simples números sino que se entrelazan con la historia.
Uno que encontraréis sí o sí en vuestros paseos es el Jardín de la Taconera , el más antiguo de Pamplona, que fue diseñado en 1830 sobre un antiguo baluarte defensivo del siglo XVII. Este jardín de estilo francés es un lugar idóneo para descansar del ajetreo turístico, con sus avenidas jalonadas de magnolios, hayas, ginkgos y laureles, además de esculturas (como las dedicadas a Julián Gayarre y Hilarión Eslava), fuentes y flores. Uno de los espacios que más llama la atención en el jardín es el foso del antiguo baluarte, que acoge ciervas, pavos reales, faisanes y cisnes. Y, si os apetece tomar algo, también cuenta con el coqueto Café Vienés que conserva el espíritu de la Belle Époque .
También es interesante que conozcáis la Ciudadela , que representa otro pulmón esencial con sus prados, árboles centenarios, senderos, bastiones, puentes levadizos que recuerdan el pasado militar de la ciudad. Esta fortaleza renacentista del siglo XVI acoge el Centro de Cultura Contemporánea (Hiriartea, con entrada gratuita) y numerosas esculturas al aire libre de artistas como Oteiza o Basterretxea.
Pincho bOOmVeja, de Baserriberri. © Pepa García 7. Ruta de pinchos por el casco antiguo Una actividad ineludible en Pamplona es salir a comer de pinchos probando las especialidades de cada local. Es una costumbre clásica pero os aseguramos que no pasa de moda y que encontraréis decenas de bares en calles como Estafeta, San Nicolás, Comedias y Mercaderes.
Algunos locales que os van a encantar son el bar sidrería Chez Belagua (Estafeta, 49; chezbelagua.es) con propuestas tradicionales como el chorizo a la sidra o el menú de asador; Baserriberri (San Nicolás, 32; baserriberri.com) donde tenéis que probar el bOOmVeja, pintxo ganador de la Semana del Pintxo de Navarra; y La Vieja Iruña (San Nicolás, 41; laviejairuña.es), donde se pueden probar bocados tan sabrosos como su “Eguzkilore” (flor de alcachofa frita con huevo de codorniz trufado y caracol de foie), o comer con mesa y mantel. Y para terminar la noche, una copa en la calle Estafeta, columna vertebral del “encierro”, donde el ambiente festivo nunca se acaba.
Además de ir de pinchos por vuestra cuenta, podéis reservar una actividad guiada por los locales más emblemáticos, en la que además os aconsejarán los mejores maridajes y os contarán muchas curiosidades. Nosotras la hicimos con Bea Etayo de Pamplonafood.com y mereció mucho la pena.
Si queréis conocer los productos navarros y os gusta el ambiente de los mercados, no os perdáis tampoco en esta escapada a Pamplona con amigas el Mercado de Santo Domingo , el más antiguo.
Café Iruña. © Pepa García 8. Café Iruña, el salón literario de Hemingway En el corazón de la plaza del Castillo se encuentra el Café Iruña que es toda una institución pamplonesa desde 1888. Fue el primer local con luz eléctrica de la ciudad, y desde entonces ha iluminado la vida social y cultural de Pamplona. Cruzar su puerta es realizar un viaje en el tiempo, con sus lámparas de época, grandes espejos y preciosos techos que recrean la elegancia de otros tiempos. Se respira el encanto de los cafés europeos del siglo XIX, pero adaptado a una cuidada oferta gastronómica y excelentes vinos navarros.
Pero lo que ha dado fama internacional al Café Iruña es su estrecha relación con Ernest Hemingway, que lo convirtió en uno de sus refugios predilectos. No dejéis de pasar al lugar más fotografiado del café, el “Rincón del Iruña”, donde un busto de bronce del escritor recuerda sus estancias.
Lourdes Gómez Tellechea está al frente de Pastas Beatriz desde 1992. © Pepa García 9. De compras por Pamplona Otro de los placeres en esta ciudad es ir de compras a tiendas genuinas, incluso añejas. Según indica Carlos Albillo en su libro “Comercios centenarios de Pamplona” se conservan más de sesenta. Entre ellas no os perdáis Pastas Beatriz , donde seguramente encontréis al otro lado del mostrador a Lourdes, la encantadora propietaria y alma mater del obrador. Sus garroticos, uno de sus productos más demandados, son dulces y genuinos como ella. Sin duda, es el lugar ideal para comprar el primer recuerdo.
Tampoco dejéis de visitar Bolsos Cebrián , al frente del cual están Jesús Mari y Uxua, la cuarta generación Cebrián; ni la tienda de recuerdos Mª Sagrario Navarro , en la plaza Consistorial, donde os atenderán dos hermanas encantadoras; o la floristería Krabelin , que lleva veinte años sorprendiendo con el color y el aroma de sus plantas. En vuestros paseos por el casco antiguo y por el Ensanche descubriréis muchas más maravillas.
Las hermanas Navarro están al frente de la tienda Mª Sagrario Navarro. © Pepa García 10. Excursión a Otazu Para cerrar esta escapada a Pamplona con amigas, os sugerimos una visita a Otazu. Esta excursión, a sólo ocho kilómetros, le gustará por igual a las amantes del vino como a las del arte, ya que en esta finca familiar ambos conviven en una armonía perfecta. En la visita guiada recorreréis siglos de tradición vinícola: un señorío del siglo XII, una bodega centenaria de 1840 y una moderna sala de barricas concebida como obra de arte. Cada rincón está meticulosamente cuidado, desde las esculturas monumentales que salpican el viñedo hasta las más de 150 obras de arte contemporáneo que forman parte de la Fundación Otazu. Y, por supuesto, hay que poner el broche final a Pamplona brindando con sus vinos con DOP de Pago y probando las delicatesen con las que se maridan las catas.
En las profundidades de Otazu el arte tiene forma de luz. © Pepa García Si estos planes en Pamplona con amigas os han gustado, seguro que volveréis a por más porque quedan muchos otros por hacer. No dejéis de consultar la web oficial de Pamplona .
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