En estos últimos meses de verano, mientras medio mundo se agolpa en las playas de siempre, la isla de La Palma ofrece algo mucho mejor. ¿Qué te parece acudir con amigas para hacer la vendimia entre volcanes, conocer bodegas familiares y hacer catas maridadas con una buena charla?
Dos mujeres brindando. © Michiel Annaert, Unsplash. Imagina levantarte al amanecer en La Palma, no para pillar la mejor hamaca de la piscina de un resort sino para participar en una tradición que lleva siglos repitiéndose. En esta isla canaria, la vendimia no es solo recoger uvas, es un ritual que une año tras año a distintas generaciones familiares. Se levantan antes del alba, desayunan bizcochón palmero recién hecho y salen hacia los viñedos para evitar el calor del mediodía.
¿Y sabes qué es lo mejor de todo esto? Que esta tradición cada vez suma más adeptos, y las bodegas reciben a los visitantes interesados con los brazos abiertos. Participar en la recogida de la uva (hay que estar concentradas porque no es tan sencillo) y mancharse las manos de mosto es el tipo de experiencia que queda grabada para siempre. Y después del trabajo, viene el almuerzo con el que se celebra la tarea bien hecha.
Vino de Victoria Torres. Vinos volcánicos en La Palma Aquí no hay truco de marketing, ni hacen falta montajes fotográficos porque los viñedos de La Palma crecen literalmente entre volcanes, en un suelo moldeado por erupciones, ceniza y roca volcánica que retiene la humedad y regula la temperatura de manera natural. El resultado de este milagro de la naturaleza son vinos con una personalidad imposible de replicar en otro lugar del mundo.
Pero hay más, ya que muchas cepas tienen más de cien años y nunca han sido injertadas. Esto significa que conservan su identidad genética original, algo rarísimo hoy día. Variedades como la Malvasía Aromática, el Albillo Criollo o el Listán Negro siguen dando vinos frescos, con carácter y profundamente ligados a su origen. No es casualidad, por tanto, que tengan denominación de origen propia desde 1994.
No está de más empaparse de la historia del vino en la isla visitando el Museo del Vino situado en Las Manchas, junto a un antiguo aljibe y una plantación con cepas representativas de la isla. Ofrece un recorrido de cinco siglos de tradición vinícola, por lo que resulta ideal para entender el contexto antes de lanzarse a las catas de las bodegas.
Vino y queso de La Palma, una combinación perfecta. © Damián Martín Brito Una ruta de bodegas en La Palma Cada zona de la isla tiene su personalidad vinícola, influida por la altitud, la orientación del terreno y el estilo de cada productor. La gracia está en descubrirlas todas, o, al menos, intentarlo. Toma nota de este listado con algunas de las más destacadas:
Bodegas Tamanca , en Cumbre Vieja, es una parada obligatoria. Empresa familiar desde 1996, combina buen vino con buena mesa: su restaurante integrado en la bodega sirve platos típicos maridados con sus propios vinos. Es perfecto para ese almuerzo con una larga sobremesa entre amigas donde se resuelven los problemas del mundo.
En el sur, Bodegas Teneguía lleva más de setenta años reuniendo la producción de agricultores de distintos municipios. Sus visitas guiadas explican todo el proceso desde la llegada de la uva hasta el embotellado final. Y sus vinos reflejan una visión amplia del territorio que merece la pena descubrir copa a copa.
Victoria Torres , también desde Fuencaliente, ha llevado sus vinos biodinámicos hasta Japón manteniendo el mismo espíritu artesanal con el que nacieron. Un ejemplo de cómo lo local puede conquistar lo global sin perder el alma.
En el norte, Bodegas Tagalguén apuesta por la producción ecológica y el contacto directo con el entorno natural. Mientras que Bodegas Perdomo , con su marca Piedra Jurada, representa el relevo generacional: hijas que continúan la labor familiar con pasión renovada.
No hay que perderse tampoco los blancos refrescantes de Vitega y El Níspero, ni los premiados vinos de Bodegas Noroeste , que tiene punto de cata y venta directa entre Tijarafe y Puntagorda. Y si sois de las que no pueden estar quietas, muchas rutas de senderismo atraviesan zonas vitivinícolas. Caminar entre viñas cultivadas con sistemas de parra rastrera, con el paisaje volcánico de fondo, es una experiencia que combina ejercicio, naturaleza y descubrimiento.
Viñedos de Torres en La Palma. ¿Y sabes qué es lo mejor de esta escapada a La Palma ? Que basta dejarse llevar por la hospitalidad palmera y por la autenticidad de sus bodegas para sentirse en familia. Cuando regreses a casa con una botella de Malvasía en la maleta, tras saber la dificultad que conlleva su elaboración, apreciarás su valor mucho más que antes.
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