Nápoles a priori puede no parecer un buen destino para viajar en familia. La asociamos a un lugar ruidoso, algo sucio y lleno de coches y motos, pero sólo hay que rascar un poco en esa superficie caótica para descubrir una ciudad que, además de vivir intensamente, está llena de atractivos turísticos y cuenta con una de esas gastronomías que son garantía de éxito con los más pequeños. Sigue leyendo porque te contamos por qué organizar un viaje a Nápoles con niños es una idea estupenda.
La animada via dei Tribunali, en Nápoles. © Susana García Un país como Italia es garantía de éxito para los viajes en familia. Para empezar, allí contarás con dos aliados de los que nunca fallan en un viaje con niños: pizza y helado. Además, si tu destino es Nápoles, estas dos delicias gastronómicas alcanzan su máximo nivel en las deliciosas (y auténticas) pizzas napolitanas (incluyendo la sorprendente pizza fritta ) y en los cremosos helados de Messina.
Y sí, Nápoles es ruidoso, caótico, con un tráfico endiablado y gente por todas partes que habla muy alto en ese napolitano que nos recuerda en muchas palabras al catalán. Pero pasearlo permite acercase a una cotidianeidad difícilmente accesible en otras grandes ciudades. Aquí, la ropa se tiende en los balcones de los lugares más turísticos, los napolitanos y napolitanas se sientan en la puerta de sus casas a tomar el fresco y las banderas del Napoli ondean por todas partes. Nápoles no es una ciudad museo y por eso recorrerla con niños es toda una lección de vida.
Puesto de comida en Spaccanapoli. © Susana Garcia Maradona y el Barrio Español Pasear por las estrechas calles del Quartieri Spagnoli es sumergirse en el Nápoles más auténtico, el Nápoles de los napolitanos. Este barrio se ha transformado de forma radical en los últimos años y hoy en día es totalmente seguro para los viajeros, así que merece la pena pasar un rato largo buscando los altares dedicados al “dios” Diego Armando Maradona, que se entremezclan con los de vírgenes y santos venerados por los supersticiosos napolitanos. Porque aquí, Maradona es un auténtico dios al que se venera casi en cada esquina y, aunque la información que manejamos nos dice que quizá no era el mejor ejemplo para la juventud por sus adicciones, cualquier napolitano resaltará su voluntad por recuperar este barrio al que consideraba su casa y todo lo que invirtió para ayudar a las familias más desfavorecidas que habitan estas calles.
Mural de Maradona en el Barrio Español. © Susana Garcia El corazón del barrio es la Piazza de los Quartieri Spagnoli , presidida por un enorme mural de street art dedicado a Maradona. Desde aquí, solo queda callejear y encontrar así galerías de arte y, sobre todo, pequeñas trattorias donde pararse a almorzar un delicioso plato de pasta con ragú napolitano.
El Nápoles monumental Nápoles no es una ciudad donde los más pequeños se vayan a cansar de ver monumentos, ya que están integrados en la vida local, rodeados de motos, bicicletas y napolitanos que van corriendo a todas partes. Un buen punto de partida es la enorme plaza del Plebiscito , sede de conciertos, desfiles y otros eventos de la vida de la ciudad, donde se encuentran el Palacio Real, la Basílica de San Francesco di Paola, con su pórtico neoclásico, y el Palacio de la Prefectura. Se puede entrar al Palacio Real para admirar sus frescos y tapices y comenzar así a conocer un poquito de lo que fue el paso de los Borbones españoles por estas tierras que pertenecieron a la Corona de Aragón durante casi tres siglos.
Plaza del Plebiscito. © Susana Garcia Muy cerca está la elegante Galleria Umberto I , realizada a imagen y semejanza de la célebre Galleria Vittorio Emanuele II de Milán aunque con comercios algo más accesibles por los precios. Los suelos son preciosos y la cúpula de hierro y vidrio una maravilla.
El Castel Nuovo , sede de reyes aragoneses y virreyes españoles, puede ser la siguiente parada. Alberga el Museo Cívico y, aunque no se vaya a entrar, merece la pena acercarse a su enorme arco triunfal renacentista.
Spaccanapoli, una calle que son siete Esta popular vía, cuyo nombre significa literalmente “parte Nápoles” divide el centro histórico de la ciudad en dos zonas, la norte y la sur, y va desde la Piazza del Gesù Nuovo hasta el área de Focella, más allá de la via Duomo. Su historia es antigua, ya que es una de las tres arterias principales del Nápoles romano, el decumano inferior, y, a pesar de sucesivas renovaciones, ha conseguido mantener espacios casi intactos desde la Edad Media, como el barrio de Focella. Dividida en siete tramos, hoy está repleta de tiendas, puestos de fruta, cafés y, por supuesto, iglesias y edificios históricos a cada paso.
Iglesia del Gesù Nuovo. © Susana Garcia El comienzo de una ruta por esta larga calle es la singular iglesia del Gesù Nuovo , con su original fachada de puntas de piedra que esconde un impresionante interior de mármol. Enfrente, hay que visitar una de las joyas arquitectónicas de Nápoles, el monasterio de Santa Chiara , cuyo origen se remonta al siglo XIV y que combina un espectacular claustro con un austero interior, mausoleo de la realeza angevina y borbónica, con sus jardines. Un lugar de paz en medio de la siempre bulliciosa Spaccanapoli.
El paseo continúa entre comercios, bares y puestos de artesanía hasta llegar a la bonita plaza renacentista de Domenico Maggiore. Aquí, si sois aficionados al fútbol, no os perdáis la tienda oficial del Nápoles con camisetas y todo tipo de merchandising . El camino sigue hasta la famosa Via San Gregorio Armeno , conocida por sus talleres de artesanía y piezas de los famosos y tradicionales pesebres napolitanos, que se pueden comprar durante todo el año.
Piezas de los pesebres napolitanos de la Via San Gregorio Armeno. © Susana Garcia La catedral de San Genaro y el misterio de su sangre Antes de llegar a la zona de Focella, con sus numerosas tiendas llenas de souvenirs y artesanía típica napolitana, merece la pena salir por la via Duomo unos metros para visitar la catedral de San Genaro, que comenzó a construirse a finales del siglo XIII y que ha sufrido innumerables remodelaciones en todos los estilos arquitectónicos. Con esa fachada blanca tan típica de las catedrales italianas, el interior es tan caótico y a la vez tan bello que parece haber sido creado a imagen de la propia ciudad de Nápoles.
La catedral guarda las reliquias del patrón de la ciudad, San Genaro, que tiene una historia de esas que mantendrán atentos a los más pequeños: su sangre seca se guarda en dos ampollas que se licuan tres veces al año (el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre y el 16 de diciembre) desde 1389. Y, cuando no sucede, los napolitanos se preparan porque se avecina una catástrofe como la Segunda Guerra Mundial o el terremoto de 1980. Aunque hoy en día hay una explicación científica para el fenómeno, la superstición de los napolitanos, pendientes siempre de este fenómeno, deja siempre en el aire un ¿y si no se licúa?
Pulcinella, en la Via dei Tribunali. © Susana Garcia Muy cerca, en la via dei Tribunali, se puede hacer una parada para tocarle la nariz al famoso busto de Pulcinella , uno de los personajes más populares de la Commedia dell’Arte italiana, que, según dicen, asegura la suerte.
Un paseo cerca del mar Cuando se viaja en familia, es importante buscar zonas abiertas donde los más pequeños puedan tener un momento de descanso y juego. En Nápoles, que no cuenta con muchos parques en su centro urbano, ese lugar es el Lungomare , un paseo marítimo de tres kilómetros que se construyó en el siglo XIX con tierras ganadas al mar. En un extremo, el Castel dell’Ovo se levanta como la fortificación más antigua de la ciudad en un lugar con mucha historia, que fue antes una villa romana y un monasterio.
El Castel dell’Ovo desde Lungomare. © Susana Garcia Y, en el otro, Villa Comunale , un gran parque creado en el siglo XVIII que alberga la Stazione Zoologica. Este instituto fue creado a finales del XIX para el estudio de los ecosistemas marinos y su acuario es el más antiguo de Europa. Entre medias, en la via Partenope, hay numerosos restaurantes con agradables terrazas donde degustar las especialidades de la gastronomía napolitana, en especial los platos a base de pescado y marisco.
Nápoles desde las alturas La colina conocida como Vomero es una visita imprescindible en un viaje a Nápoles con niños ya que combina una subida en un siempre divertido funicular (puedes elegir entre el de Chiara, el de Montesanto, el Centrale y el de Mergellina) con unas vistas increíbles de la ciudad desde lo alto. También se puede subir por la Pedamentina , una calle escalonada que tiene su origen en el siglo XIV y sale desde el Corso Vittorio Emanuele. Ofrece bonitas vistas en el ascenso, pero a costa de quedarse sin aliento.
Este barrio guarda dos edificios cuya construcción tuvo lugar en la Edad Media: el Castel Sant’Elmo , con su forma de estrella de seis puntas y fundamental en la defensa de la ciudad, que ha sido cárcel militar durante siglos; y la Certosa di San Martino . Esta cartuja es uno de los edificios más importantes de la ciudad y alberga, desde el siglo XIX, el Museo di San Martino con importantes obras de arte. El complejo, formado tanto por las salas del edificio como por el claustro y los jardines, es precioso. Como curiosidad, guarda una de las colecciones públicas más importantes de los famosos belenes napolitanos.
Guía práctica para viajar a Nápoles con niños Preguntas frecuentes Cómo moverse en Nápoles En Nápoles se puede conocer el casco histórico caminando o en transporte público, si llegas en coche a la ciudad lo mejor es buscar un garaje donde guardarlo durante toda la estancia, el tráfico es intenso y bastante caótico. El metro funciona bien y tiene algunas estaciones que se han convertido en atracciones turísticas en sí mismas, como la de Toledo en la línea 1.
Estación de metro de Toledo. © Susana Garcia Qué llevar al viaje Calzado cómodo para no sufrir con los empedrados y, si viajas en verano, ten en cuenta que hace bastante calor, así que no pueden faltar los habituales gorros, gafas de sol, crema solar y abanico. Si viajas con un bebé, el carrito, excepto en la zona de paseo de Lungomare, será bastante incómodo, es mejor llevarlos en una mochila.
Dónde comer en Nápoles En cuanto llegues a Nápoles te darás cuenta de que comer con los niños no va a ser un problema. Los restaurantes son perfectos para las familias (la pizza y la pasta nunca fallan) y además hay numerosos puestos de comida para picar algo mientras se camina. Algunas recomendaciones son La Figlia del Presidente (no te pierdas aquí la típica pizza fritta ), la Pizzeria Gino e Toto Sorbillo o Tamdem Ragú (donde sirven el tradicional ragú napolitano), restaurantes en las inmediaciones de Spaccanapoli. Cerca de Lungomare, una buena opción es Signora Betolla , y en el Barrio Español la pequeña Pizzeria el 22 , sencilla pero con platos deliciosos.
Aperitivo en el casco antiguo de Nápoles. © Susana Garcia Y una parada imprescindible es el Grand Caffè Gambrinus , al lado del Palacio Real, que lleva abierto 150 años y conserva, además de un entorno único que transporta a otra época, una deliciosa carta de dulces tradicionales que encantarán a toda la familia. Ha sido visitado por numerosas personalidad y, fíjate en una pequeña vitrina en la entrada, ahí guardan algunas tazas que han utilizado personajes como Hemingway o el Papa Francisco.
Visitas organizadas Las visitas de la ciudad organizadas con un guía que te cuente y te explique la historia y la arquitectura de Nápoles son un dinero muy bien invertido. Podéis apuntaros a alguna de Civitatis como el Tour por Nápoles imprescindible , el Free Tour por el Nápoles antiguo o un Tour privado por Nápoles , que permite ver la ciudad más a vuestro aire, algo que viene muy bien si se viaja con niños.
Excursiones desde Nápoles Una de las ventajas de viajar a Nápoles en familia es que, además del interés innegable de esta ciudad, a su alrededor hay lugares de esos que hay que visitar al menos una vez en la vida. En otro artículo ya te contábamos cómo visitar Pompeya y tampoco puedes perderte una excursión al Vesubio , perfecta para realizar en familia. Además, muy cerca está la maravillosa Costa Amalfinana , con localidades como Sorrento, Amalfi o Positano que siempre merecen una visita. Y, desde Nápoles, si puede hacer también una excursión a la preciosa isla de Capri . Te dejamos unos links con otros reportajes de Etheria Magazine dedicados por completo a estos destinos:
Visitar el Vesubio en familia, consejos y experiencias si viajas con niños
Qué ver en Pompeya, la ciudad detenida hace dos mil años
Costa Amalfitana, tres paradas básicas para un viaje de enamorados
Matilde Urrutia y Capri, dos pasiones clandestinas de Pablo Neruda