Etheria fue una mujer enigmática, de la Gallaetia romana, que dejó constancia de su viaje a los Santos Lugares cuando el Imperio Romano estaba a punto de derrumbarse. Mucho se ha elucubrado sobre la viajera que da nombre a este Magazine, su procedencia y estatus, que si era una monja, una dama de la alta sociedad… En este artículo te lo aclaramos.
Etheria o Egeria fue la primera viajera española.
Autor: Carlos Pascual (editor de ‘El Viaje de Egeria’)
Resulta sorprendente que Etheria sea una figura tan poco conocida, a pesar de ser la primera mujer viajera y escritora de que tengamos noticia en nuestro país ; una mujer no propiamente “gallega” ni siquiera “española” (puesto que esos conceptos tardarían tiempo aún en cuajar). Digamos que una mujer hispano-romana, de la provincia Gallaetia (que ocupaba algo más que la actual Galicia), la cual, a finales del siglo IV, realizó una peregrinación a los Santos Lugares recién “descubiertos” por santa Helena, madre del emperador Constantino. Y que fue escribiendo cartas a las amigas que había dejado en su tierra, narrando los pormenores de su periplo .
¿Cómo es que esta mujer sea mal conocida, incluso entre colectivos que podrían y deberían reivindicarla? Hay cierta explicación. Las cartas que fue redactando sólo se conocieron en 1884, cuando el investigador Gian Francesco Gamurrini encontró por casualidad unos pergaminos medievales en una biblioteca de Arezzo (Italia). Eran unas hojas insertadas dentro de un tratado de patrística que nada tenía que ver con aquel viaje, itinerarium o peregrinatio .
Este mapa de 1585 en xilografía apareció en un libro de viaje de Heinrich Bünting (1545-1606).
Quién era realmente Egeria o Etheria Inmediatamente los investigadores se pusieron manos a la obra. Había que saber, ante todo, quién era la autora de aquellas cartas del siglo IV, copiadas luego en el scriptorium de un monasterio medieval. La peripecia para datar de manera precisa aquel viaje, y el nombre y origen de su autora, es algo complicado para contar al detalle. Digamos simplemente que, cruzando datos como en un rompecabezas, se llegó a la conclusión de que el periplo se había realizado entre los años 381 y 384 ; y que “las tierras extremas” del Imperio desde las que había partido serían la provincia Gallaetia. Otro enigma no pequeño era el nombre, puesto que en las cartas no aparecía, y las referencias externas y manuscritos que ayudaron a componer el puzzle daban varías grafías, como Etheria o Egeria .
Puesto que Etheria parecía tener un sabor más “pagano”, los investigadores convinieron en optar por la grafía Egeria; pero son muchos los libros y trabajos en los que se la identifica como Etheria.
La supuesta monja era una dama de la alta sociedad Lo más sorprendente de todo, una vez que se fueron aclarando las cosas, es que enseguida empezó a hablarse de “la monja viajera”, y ese malentendido ha durado más de un siglo (en parte por interés “partidista” de los estudiosos, en su gran mayoría religiosos). Pero esa idea es un disparate . Las monjas no se habían inventado todavía. Lo que profesores más serios y actuales señalan es que se trataba de una dama de la alta sociedad romana ; era una moda entre aquellas matronas hacer esa peregrinación y seguirle la corriente a la madre del emperador.
Frescos decorativos de la Villa de los Misterios de Pompeya.
Esto explica que pudiera viajar sola, pero acompañada por un séquito de personas al que, circunstancialmente, se unían incluso obispos de los lugares que visitaba. O sea, que tenía que ser una dama noble, culta, de cierta edad, y con un excelente estado de forma física : solo así pudo afrontar recorridos en barco, a lomos de caballo o camello, a pie, ascender montañas tan escarpadas como el monte Sinaí, cruzar regiones desérticas y peligrosas acechadas por tribus bárbaras (eso sí, con escolta militar).
Y desde luego, lo más importante: con un empuje, una valentía y una decisión que iban, creo yo, mucho más allá de la piedad religiosa; era una mujer “curiosa”, como ella misma se define, ansiosa por conocer cuanto estuviera a su alcance.
Y eso nos ha valido a nosotros para averiguar un montón de cosas sobre aquel mundo romano que estaba a punto de desaparecer. Cómo eran las vías romana (auténticas autopistas del Imperio), cómo se movían por ellas soldados, comerciantes o trotamundos, cómo eran las postas que las jalonaban. Y por supuesto, cómo eran en aquel momento las ciudades y sobre todo los lugares sagrados, antes de que se cerraran a cal y canto a los peregrinos, y sólo volvieran a abrirse, siglos después y fugazmente, con las Cruzadas.
No sabemos si Etheria o Egeria regresó a su patria. Las cartas se interrumpen cuando está de vuelta en Constantinopla (Estambul), haciendo planes para nuevas aventuras. Pero confesando que ya las fuerzas le estaban empezando a flaquear.
Más información
Carlos Pascual , autor de esta reseña, también se ha encargado de la traducción de las cartas de esta viajera, así como de la introducción, notas y bibliografía de esta peregrinatio o itinerarium , un texto redactado en el siglo IV, copiado en el siglo XI por un monje de la abadía de Montecasino y recuperado a finales del siglo XIX. Editorial: La Línea del Horizonte