Si no sabes qué hacer en Bilbao durante un fin de semana, toma nota de las siguientes recomendaciones. Te ayudarán a descubrir nuevas facetas de la capital vizcaína mientras navegas por la ría del Nervión, tomas pintxos, vas de compras o admiras la arquitectura. Restaurante Ibaizabal en hotel Barceló Nervión (Bilbao). Quien acuda a Bilbao esperando encontrar una ciudad gris y con perfil industrial se sentirá totalmente defraudado. Esa imagen de urbe portuaria donde las plantas siderúrgicas y los astilleros se integraban en el entramado urbano ha desaparecido. Ese patito feo de antaño se ha transformado en un hermoso cisne y, además, ¡de diseño! Al contrario que el protagonista del cuento de Andersen, no ha sido la naturaleza quien lo ha cambiado sino un cuidado y bien pensado plan urbanístico.
Las grúas y astilleros de los noventa han dejado paso a modernos edificios firmados por los arquitectos y diseñadores más ilustres del mundo. A Frank O’Gehry, Norman Foster, César Pelli, Santiago Calatrava, Arata Isozaki, Álvaro Siza, Zaha Hadid, Ricardo Legorreta y Peña Ganchegui no les costó ver el potencial que ocultaba y aceptaron el reto de aportar su granito de arena en la creación de un Bilbao renovado.
‘Maman’ y el Guggenheim. Bilbao: de patito feo a cisne El primer exponente que comenzó la transformación del patito feo, y fue el Museo Guggemheim , que marcó un antes y un después en la historia de la capital vizcaína. Pero el arte y el diseño en este rincón del norte no solo lo descubrimos en la arquitectura o en los museos, también invade las tabernas, en forma de pinchos; las tiendas, que crean sus propias colecciones; y los espacios que se transforman, como la Alhóndiga , el Museo Marítimo o el Mercado de la Ribera . En un fin de semana no os prometemos que lo podáis ver todo pero sí que os enganchará lo suficiente como para poner fecha de vuelta antes de marcharos.
Paseo por la ría del Nervión. Qué ver y hacer en Bilbao en un finde 1. Ruta en barco por la ría del Nervión Una forma original de comenzar un viaje a Bilbao es navegando por la Ría del Nervión. Este caudal, que se introduce como un cordón umbilical en la ciudad, ha marcado su trayectoria y su desarrollo desde hace siglos. Para entender mejor el importante papel de la ría es recomendable visitar el Museo Marítimo . Ubicado en las antiguas dependencias de los astilleros Euskalduna, difunde la relación histórica de Bilbao y la ría; además de transmitir la cultura de los que han vivido ligados a ella.
Subamos a uno de los barcos que realizan el trayecto fluvial desde el centro hasta la desembocadura de la ría para disfrutar de sus puentes y de la perspectiva urbana que se obtiene desde cubierta.
Puente Vizcaya, el primer trasbordador metálico del mundo. Puentes del Ayuntamiento y de Zubizuri Si partimos del embarcadero de la plaza Pío Baroja saludaremos primero al puente del Ayuntamiento, con el magnífico consistorio a su lado, antes de pasar bajo el Zubizuri (puente blanco, en euskera), más conocido como el puente de Calatrava o “el de los morrazos” , cuya silueta se asemeja a un barco de vela. No está exento de polémica, ya que su suelo original, de cristal, hubo de ser cubierto por una alfombra debido a los continuos resbalones de los viandantes (de ahí el sobrenombre al que aludíamos).
Puente de la Salve y pasarela de Pedro Arrupe Menos polémico es el Puente de la Salve , o de los Príncipes de España, que se construyó a principios de los setenta y fue el primero con sistema de tirantes. Se integró como parte del perímetro del Guggenheim cuando se cumplió el décimo aniversario del museo. La puerta roja (L’arc rouge) que se incorporó fue realizada por el artista francés Daniel Buren. A esa imagen moderna también se suma, con forma de libélula, la pasarela peatonal de Pedro Arrupe , una obra proyectada por el ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez (y finalizada por su hijo Lorenzo).
Puente Vizcaya Aunque hay más puentes, la guinda la pone el Puente Vizcaya , el primer trasbordador metálico del mundo, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Fue diseñado por Alberto de Palacio y Elissague (autor también del Palacio de Cristal del madrileño Parque del Retiro), lo llevó a cabo el ingeniero francés Ferdinand Joseph Arnodin y fue financiado, principalmente, por el empresario textil bilbaíno Santos López de Letona. Esta obra de la ingeniería, de finales del siglo XIX, sigue funcionando perfectamente y cumpliendo su labor de trasladar a vehículos y personas sin interrumpir el tráfico de barcos.
Este paseo es de unas dos horas sintetiza la historia de Bilbao, pasa por plantas siderúrgicas,y se pueden el Museo Guggenheim, el estadio San Mamés, el puente Zubizuri o la pasarela de Arrupe.
Tomar unas gildas es obligatorio en Bilbao. 2. Ruta de pintxos en Bilbao Para tomar el pulso a la ciudad desde un prisma más humano y social, hay que conocer a los bilbaínos en su salsa, entre pintxos y potes, en la Plaza Nueva, Santa María, Pozas, Somera, Ledesma y la calle del Perro.
Los reyes a la hora del aperitivo, o antes de la cena, son los pintxos, que se agolpan en barras multicolores. Podéis empezar la ruta probando en La Olla bocados tradicionales como las gildas (formadas por una aceituna, una anchoa y una guindilla atravesadas por un palillo), que homenajean a la picante Rita Hayworth en la película homónima. En la Plaza Nueva también se encuentra Sorginzulo que, además de una barra muy apetecible, cuenta con una terraza donde descansar mientras se observa el trasiego de los viandantes.
Esta zona es mucho más tranquila que las Siete Calles donde los jóvenes, y no tanto, se agolpan en corrillos a la entrada de los bares desafiando el frío en invierno. Entre los muchos establecimientos recomendables destacan por incluir pinchos y comida vegana: Tirauki , con sabrosas tortillas y bocados dulces; La Camelia , con sushi bio; y Baobab .
Restaurantes más afamados Aunque lo tradicional es salir a tomar esta cocina en miniatura, los mismos bilbaínos reconocen que resulta caro comer solo con ellas. Lo más recomendable es picar algunas y luego entrar en un restaurante. Los hay tradicionales como el Asador Guetaria o el Café Iruña , y también con un toque innovador como Mina , Etxanobe (con ‘La Despensa de Etxanobe’ y ‘El Atelier de Etxanobe’), Yandiola (en la Alhóndiga), Bascook (del cocinero Aitor Elizegi) y Kokken que, con look nórdico, ofrece elaboraciones sencillas con ingredientes de calidad. Aunque no esté en Bilbao (sino en Larrabetzu) no podemos dejar de recomendar el restaurante de Eneko Atxa, Azurmendi , que cuenta con tres estrellas Michelin. Disfrutar de las terrazas no siempre es posible pero si amanece uno de esos días de invierno soleados es un placer sentarse junto a la ría.
Bilbao cuenta con tiendas-boutique muy originales. 3. Ruta de compras Tras un largo paseo, ¿os apetece un té o un café? Bihotz es un local con aire hipster que invita a hundirse en sus sillones de cuero y degustar una sabrosa merienda maridada con una buena charla. Si coincide además con el domingo, cerca se encuentra el Mercado del Dos de Mayo . Aprovechad para pasear entre sus puestos. Venden todo tipo de mercancía: productos artesanos, vintage, de segunda mano…
También muy original es Ätakontu , que funciona como taller y sus creadores diseñan, cortan, estampan y confeccionan sus creaciones. Con un sello menos artesanal, pero con una inconfundible impronta vasca, también hay que destacar tiendas como Zergatik , que significa “¿Por qué?” en euskera. Nació en Guipúzcoa y con este nombre quisieron marcar cuál era el tipo de clientes al que se dirigían: mujeres fuertes, que se hacen preguntas y buscan ropa actual sin la esclavitud de las tendencias.
Y, por último, unos auténticos expertos en la expansión: Skunkfunk , que ya tienen presencia en cuatro continentes. Su fundador, Mikel Feijoo Elzo, que comenzó diseñando camisetas para conciertos, ha logrado diferenciarse con una moda que sigue las tendencias pero con una apuesta firme por la sostenibilidad.
Paseo arquitectónico por Bilbao. 4. Ruta arquitectónica Un itinerario basado en el arte y la arquitectura bilbaínos precisaría por sí mismo más de un fin de semana. Como somos de buen vivir, y parte de ese tiempo lo hemos empleado en navegar, comer e ir de tiendas, el resto lo invertiremos en conocer algunos hitos arquitectónicos. El Museo Guggenheim abrió la veda en 1997 a la innovación, a una concepción tan diferente de la establecida que, en principio, no fue bien aceptado.
Hoy día, se puede decir que gracias a él Bilbao se situó en el mapa internacional (recibe anualmente más de un millón de visitantes). Ese gran barco de titanio, piedra caliza y cristal varado junto a la ría, que cambia de tonalidad camaleónicamente según el momento del día, es, en sí mismo, la mayor obra de arte. Durante ese proceso de modernización de la capital se añadió también Isozaki Atea , un complejo residencial proyectado por el arquitecto japonés Arata Isozaki donde sobresalen dos torres gemelas edificadas sobre el espacio que ocupaba el antiguo Depósito Franco de Bilbao.
También se levantó, con la misma concepción luminosa, la Torre Iberdrola . Con sus 165 metros bate el récord de altura en Euskadi (es, además, el mayor rascacielos de oficinas de España). El artífice fue el argentino César Pelli, autor también de las Torres Petronas de Kuala Lumpur. La Biblioteca Foral , cuyos colores cambian según el momento del día; la Alhóndiga , cuya renovación estuvo firmada por Philippe Starck y sorprende con sus 43 columnas de diferentes estilos; el Museo Marítimo; el Bilbao Arena , la biblioteca de Deusto o el Frontón Bizkaia son también grandes representantes de esta ciudad.
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