La mejor forma de establecer una primera toma de contacto con una ciudad como Lisboa es a través de sus ‘miradouros’, que te ayudarán a extraer la esencia de la capital del fado. Algunos de los miradores de Lisboa te lo pondrán muy fácil pero para otros tendrás que poner un poco de tu parte. ¿Estás dispuesta a descubrirlos con nosotras?
Tradicionales quioscos callejeros de estilo art nouveau anuncian tragos de ginja —un licor de guindas típico—, mientras grupos de estudiantes animan el cotarro pinchando música minimal y ritmos africanos en una terraza de la otra punta de Lisboa. Cada uno de los miradores de Lisboa traduce un ángulo de la personalidad de los alfacinhas y homenajea los orígenes de una ciudad que se erigió, según cuenta la leyenda, sobre siete colinas. En realidad son ocho, pero todo fuera por emular a la capital del Imperio romano.
Mirador de Santa Luzia. © Kelu Robles 1. Mirador de Santa Luzia Cuando el tranvía 28 aparece en Alfama, el resto de atractivos urbanos pasan a un segundo plano. Su histórico recorrido bordea la catedral y se detiene junto al mirador de Santa Luzia. Nombrar la explosión de color del lugar no es recurrir al cliché fácil, es que aquí moradas buganvillas, tejados ondulantes y destellantes azulejos enmarcan uno de los espacios más icónicos junto al río Tajo. Lo cierto es que nadie suele quedarse mucho tiempo en Santa Luzia porque existen demasiados encantos en su entorno, como las calles más antiguas de la ciudad, repletas de locales de fado y pequeñas tiendas de artesanía.
Terraza de Portas do Sol. © Visit Lisboa 2. Terraza del lounge Portas do Sol No hay un lugar mejor que éste para contemplar la parte oriental de Lisboa. Las cúpulas de Santo Estêvão, São Miguel y São Vicente de For sobresalen en el horizonte y, a ras de suelo, las tumbonas de la terraza del lounge Portas do Sol se extienden como en un paraíso playero. Antes de pedir cualquier bebida, cabe aclarar que en Portugal son más de tomar cócteles que combinados. La cachaza —un destilado de azúcar de caña— y el vodka están presentes en caipiriñas, caipiroskas, mojitos y morangoskas, y protagonizan las cartas de los clubes nocturnos.
Mirador de Senhora do Monte. © Kelu Robles 3. Mirador de la Senhora do Monte La capilla de Senhora do Monte se elevó tras el trágico terremoto de 1755 y da nombre al mirador en el que se encuentra. Mujeres embarazadas acuden allí para rezar y pedir protección a la virgen. La imagen contrasta con la presencia de un par de foodtrucks que venden limonadas, mojitos y fruta a los sedientos turistas que llegan al mirador más alto de la ciudad . Modernizados tuc-tuc —los triciclos motorizados más icónicos de Asia— facilitan la vida a viajeros que no quieren o pueden subir a pie tanta cuesta. El balcón es perfecto para observar el Castillo de São Jorge, el Elevador de Santa Justa, las ruinas del convento do Carmo, el barrio de Baixa, las grandes avenidas del Marqués de Pombal y el Bairro Alto.
Mirador de Graça, en Lisboa. © Visit Lisboa 4. Mirador de Graça En realidad se llama Sophia de Mello Breyner Andresen, en honor a la poeta portuguesa —una de las más importantes del siglo XX—, pero todo el mundo lo conoce como el “de Graça”. Se trata de la versión de bolsillo del Mirador Senhora do Monte y se encuentra justo al lado. La panorámica es similar a la de aquel, pero el ambiente en este es mucho más íntimo . Es habitual ver a los vecinos del barrio disfrutando de un café en sus magníficas terrazas.
Mirador de São Jorge (Lisboa). © Visit Lisboa 5. Castillo de São Jorge, uno de los mejores miradores de Lisboa El terrible terremoto de 1755 que asoló la ciudad también hizo de las suyas en este complejo. Hoy es posible pasear por sus jardines, recorrer la muralla y subir a sus once torres para disfrutar de una vista de 360º desde la Torre de Ulises. El pasado regio de esta fortificación del siglo XI pasa por haber sido propiedad musulmana —era conocido como el Castelo dos Mouros— hasta que Alfonso Henríquez, el primer rey de Portugal, se la arrebatara durante la Reconquista y lo convirtiera en Palacio Real. Te aconsejamos consultar en su programación las guías teatralizadas, conciertos y representaciones que allí se celebran.
Mirador de Santa Catarina (Lisboa). 6. Mirador de Santa Catarina Jóvenes estudiantes y turistas relajados se concentran durante el atardecer en este mirador del barrio de Alcântara . El ambiente alternativo de Santa Catarina vive una especie de ebullición cada día a esta hora. Un improvisado dj pincha desde su portátil ritmos ligeros de bossa nova y sonidos que recuerdan a las antiguas colonias africanas. A la fiesta se apunta un cantautor, guitarra en mano, que quiere compartir sus letras con los allí presentes. No es que estemos en la taberna de ‘Abierto hasta el amanecer’, pero es cierto que durante el ocaso, el mirador de Santa Catarina regala momentos memorables. Con tantos estímulos, se hace necesaria una parada relajante en Noobai, un pequeño café cercano que goza de la misma vista que Santa Catarina: el Puente del 25 de Abril, Almada, Belém… Ahora es fácil averiguar por qué la llaman la ciudad de la luz.
Mirador de San Pedro de Alcántara (Lisboa). © Visit Lisboa 7. Mirador de São Pedro de Alcântara Entre garitos nocturnos y locales de moda underground del Bairro Alto, las estatuas del mirador de São Pedro de Alcântara y sus delicados rosales permanecen impasibles al paso del tiempo. Desde aquí se observa la otra cara de Lisboa: el barrio de Graça a lo lejos, la catedral, Alfama, el castillo de São Jorge o la plaza del Rossio. El icónico elevador da Glória, del año 1885, llega a este mirador para ahorrarnos las cuestas desde el barrio de Restauradores. No podemos irnos sin tomar una Super Bock en el cercano Pavilhão Chinês y abrumarnos por los delirios coleccionistas de su creador, Luis Pinto Coelho. Esta antigua mercería de estilo años 20 alberga el café más barroco de la capital.
Arco rúa Augusta (Lisboa). © Visit Lisboa 8. Arco da rua Augusta El lugar es ideal para observar la historia moderna de la ciudad y la Baixa pombalina de Fernando Pessoa, repleta de cafés, restaurantes, almacenes y librerías. El ascenso al arco revela cornisas donde se reconoce una escultura de Viriato, el general portugués que se enfrentó a los romanos, otra de Vasco da Gama, icono de la era dorada de los descubrimientos, y también la de Nuno Álvares Pereira, líder de la independencia portuguesa durante la Edad Media. El acceso al edificio se encuentra en la rua Augusta, y la visita se completa con una exposición sobre la historia del monumento.
Elevador de Santa Justa (Lisboa). 9. Elevador de Santa Justa El motivo de su existencia es más práctico que artístico, pero no cabe duda de que este ascensor es uno de los símbolos más bellos de Lisboa. Fue concebido para comunicar la parte de Baixa con la de Chiado y el Bairro Alto. Los lisboetas lo usan como medio de transporte desde 1902, cuando lo construyó Raoul Mesnier de Ponsard. Las formas neogóticas del hierro fundido evidencian la admiración de su creador por la escuela de Gustave Eiffel. Sus motores están más activos que nunca –transporta continuamente a viajeros–, aunque ahora la tecnología no es de vapor, sino eléctrica. La cafetería en su azotea brinda unas vistas espectaculares.
Mirador de Monte Agudo (Lisboa). © Café Esplanada do Miradouro do Monte Agudo 10. Monte Agudo, alejado del turismo La zona más multicultural de Lisboa también cuenta con su preciado balcón. Lejos de los dominios turísticos , Monte Agudo es uno de los secretos mejor guardados de Lisboa. Para encontrarlo hay que perderse entre las endiabladas callejuelas de la Mouraria, el barrio donde vivían los musulmanes tras la Reconquista, con el consentimiento del rey Don Alfonso Henriques. Quien llega hasta aquí sabe que Lisboa no solo es Alfama, fado, bacalao y tranvías.
Experiencia Pilar (Lisboa). © Kelu Robles 11. Experiencia Pilar 7 Visitar las entrañas del Puente de 25 de Abril para saber cómo fue construido en 1966 y cómo funcionan sus pilares es, desde luego, toda una experiencia. Sobre este punto del puente se distingue una panorámica poco común de Lisboa y Belém y, para más inri, el suelo del mirador es de cristal , así que, si padeces vértigo, mejor no mires abajo. En las inmediaciones del Pilar 7 , en una antigua fábrica, se encuentra Lx Factory , un mercado cosmopolita donde jóvenes escritores, pintores, escultores y diseñadores gráficos demuestran que los artistas de Portugal tienen mucho que aportar al mundo.
Telecabina en Lisboa. © Visit Lisboa 12. Telecabina de Lisboa La camaleónica Lisboa luce su cara más ‘moderna’ en el Parque de las Naciones . Ya han pasado veinte años desde que la Expo 98 transformara esta zona de la capital y, sin embargo, los diseños curvilíneos del Pabellón Atlántico o los excesivos pórticos del Pabellón de Portugal siguen representando la vanguardia arquitectónica del país. En el recorrido del teleférico se pueden divisar ambos pabellones, el Oceanário , la estación de Oriente, las torres de San Gabriel y San Rafael y el Puente de Vasco da Gama. Las cuestas y los callejones del casco histórico se convierten en grandes parques y centros comerciales a los que acuden familias para ir al cine, jugar y, en resumen, divertirse.
Viajar a Lisboa es comprender que el ser humano puede hacer cosas maravillosas, como fundar esta ciudad y colmarla de miradores. Más información en Turismo de Lisboa .
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