En pleno corazón de la Anatolia yace un paisaje esculpido por el viento, el agua y el fuego. La Capadocia es un mundo de superficies lunares y paisajes surrealistas donde las iglesias rupestres y las misteriosas ciudades subterráneas se combinan con la magia de la cultura. Una región que justifica un viaje a Turquía, un exótico y afable país. Las chimeneas parecen monjes corriendo por las colinas cuando vas de Goreme a Avanos. Goreme despierta temprano. El aire fresco matinal se desliza por mi cara mientras recorro con una motocicleta sus fantasmagóricos paisajes volcánicos. La luz de las primeras horas de la mañana intensifican la gama de colores de esta maravilla geológica : rosas, diferentes amarillos, marrones rosados… A mi espalda dejo la silueta del volcán Erciyes, cuya erupción hace diez millones de años –junto con la del volcán Hasan– acumuló cenizas y lavas que al secarse dejaron una costra que se convirtió en una roca ligera y porosa: la toba . La acción erosiva del viento y el agua tallaron después, a modo de cincel, caprichosas formas de pináculos o chimeneas . Una de las imágenes imprescindibles que ver en Capadocia.
No soy la primera en levantarme. Sobre esta pequeña localidad, la más importante de la Capadocia , ya se han elevado varios globos aerostáticos que sobrevuelan esta tierra de alucinaciones pétreas. También los paisanos van y vienen con sus burros a las fértiles tierras que les proporcionan alimento y los pastores han sacado a sus rebaños.
Frescos de la iglesia de las Sandalias, en el Museo al aire libre de Goreme. Junto a la población se halla el conjunto de iglesias rupestres más famosas de Capadocia: el Museo al aire libre de Goreme , un amasijo de iglesias, capillas y monasterios bizantinos excavados en la roca entre los siglos IX y XIII, declarado Patrimonio de la Humanidad. Y es que los seres humanos han dejado también su impronta en este paisaje. Los primeros cristianos llegaron en oleadas y ahondaron allí, a golpe de martillo, pequeños refugios a modo de lugares defensivos en rocas, valles y gargantas.
Excavaron sus monasterios e iglesias y completaron su trabajo con frescos poblados de historias del Antiguo y Nuevo Testamento.
Las chimeneas son las antiguas casas y templos de monjes y ermitaños. Alucinaciones pétreas cerca de Goreme Me pierdo a pie por los valles que rodean Goreme –el del Amor, el Rojo o el de la Miel–. En estos fértiles valles encajados, serpenteados por pequeños riachuelos que junto con el viento, la lluvia y los cambios de temperatura han generado curiosas formaciones de piedra en las que predominan los símbolos fálicos . En estas rocas se han taladrado habitáculos trogloditas e iglesias que son aún más antiguas que las del Museo al aire libre.
Continúo en mi motocicleta hasta Cavusin , cuyo casco antiguo es un entramado de casas excavadas en una pendiente rocosa. Los niños del lugar me acompañan; sin ellos, hubiese sido incapaz de llegar a la sorprendente iglesia de San Juan Bautista , del tamaño de una catedral.
De camino a Zelve, unos tenderetes de souvenirs me indican la siguiente parada: Pasabagi , donde se alza un grupo de chimeneas de hadas, una de ellas de tres cabezas. Unas empinadas escaleras me llevan hasta otra iglesia troglodita de gran belleza. Me tomo un merecido descanso para charlar con los amables vecinos que me cuentan historias y leyendas de este extraño lugar.
En el Museo al aire libre de Zelve convergen tres valles con casas e iglesias abandonadas. Con linterna en mano, entro por una ventana, salgo por una puerta, entro de nuevo a gatas con oscuridad total y así podría recorrer todo el valle a través de innumerables túneles.
Mustafapasa, conocido como Sinasos. (Izq.) Museo al aire libre de Zelve. (Dcha.) Un grupo de escolares recibe una lección de geología frente a un conjunto de conos volcánicos coronados por una piedra lisa y más oscura. Son las Chimeneas de las Hadas del impresionante Valle de Devrent , a medio camino entre Zelve y Urgup. «Los antiguos habitantes de Capadocia creían que eran las chimeneas de las hadas que vivían bajo tierra» –me dice el profesor– «Algunas de ellas alcanzan alturas de más de 40 metros. A mis alumnos les encantan las clases al aire libre» –continúa diciendo ante los colegiales, más pendientes de llamar mi atención con sus gracias que de las explicaciones del maestro–.
Puente frente a la mezquita de Avanos. Urgup conserva infinidad de casas trogloditas de color miel, al igual que Avanos , Ortahisar Mustafapasa y Uchisar . El castillo de Uchisar es una roca alta perforada por túneles, ventanas y galerías, visible a varios kilómetros a la redonda, que convierte a la localidad homónima, en una de las ciudades trogloditas más espectaculares de la Capadocia.
«Desde lo alto disfruto de un maravilloso atardecer mientras me deleito con la llamada a la oración del muecín desde el minarete de la mezquita».
Atardecer desde el castillo de Uchisar, la mayor población de Capadocia. Por los laberintos de las ciudades subterráneas Pero pocas cosas resultan tan fascinantes y misteriosas como las ciudades subterráneas de la Capadocia. Kaymakli y Derinkuyu , excavadas hasta 85 metros bajo el suelo por los primeros cristianos, son las mejor conservadas. Hasta 30.000 personas se enterraron en este mundo paralelo de habitaciones, baños, cocinas, canales de ventilación, pozos, almacenes, establos, iglesias, confesionarios y hasta calabozos para defenderse de las persecuciones religiosas, las batallas y las invasiones árabes. Lo más escalofriante son las trampas, los canales para aceite hirviendo y las pesadas puertas correderas de piedra –que pueden abrirse desde el interior, pero no desde fuera–, para así cerrar el paso al enemigo.
Paisaje irreal de los valles Rojo y Rosa. No puedo describir las sensaciones que me produce este paisaje lunar, este mundo fantástico e irreal que quizá sea uno de los más estrambóticos y cautivadores de todo el mundo: el silencio, la luz difusa que converge en las cavidades de las rocas, la sorpresa, la incertidumbre de ir a tientas por los pasadizos, el asombro, el descubrimiento o la soledad de los valles. Por todo ello, la Capadocia, no hay que leerla, ni describirla, hay que visitarla.
Preguntas frecuentes sobre Capadocia: ¿Dónde puedo alojarme en Capadocia?
La Capadocia posee alojamientos para todos los bolsillos. En general, la relación calidad-precio es muy buena. Aquí tienes un par de hoteles trogloditas, calificados en Tripadvisor como los mejor valorados en 2018 y lo mejor, puedes encontrarlos por menos de 50 euros. En Goreme, Aydinli Cave Hotel , en Uchisar, Saklı Konak .
¿Qué actividades de aventura se pueden practicar en Capadocia?
La Capadocia es un lugar mágico para iniciarse en actividades de aventura. Volar en globo (Kapadokya Balloons ), practicar escalada de junio a septiembre en los volcanes Erciyes y Hasa, o hacer trekking, kayak o rutas a caballo (Kirkit Voyage ) son buenas opciones que no defraudan.
¿Cómo moverse en Capadocia?
En el centro de Goreme, al lado de la Otogar –estación de autobuses– existen diferentes agencias de alquiler de coches, motocicletas y bicicletas. La mejor opción para recorrer las poblaciones más cercanas a Goreme: Cavusin, Zelve, Urgup, Uchisar, Mustafapasa e incluso Kaymakli y Derinkuyu, es en motocicleta . La bici también es una buena opción y el recorrido de los valles debe hacerse a pie. Para acceder al valle de Ilhara y Guzelyurt, el coche es lo más adecuado.
¿Cuándo viajar a Capadocia?
Las estaciones más agradables para visitar la Capadocia son la primavera y el otoño, con temperaturas medias de 21 grados. Una opción más atrevida es visitar la zona en invierno: la nieve cubre los caprichos rocosos y ofrecen un paisaje bellísimo y diferente.
También te puede interesar: Averigua por qué Capadocia es una excursión idónea desde Estambul
Fin de semana en Estambul, un plan para dos imbatible