Hay una Buenos Aires más allá de las rutas turísticas convencionales que permite descubrir la exquisita arquitectura palaciega de la ciudad. La periodista bonaerense Anita Álvarez Cufari, especializada en estilo de vida, nos lleva a conocer los palacios que esconde esta singular urbe. Una ruta por la Belle Époque de Buenos Aires perfecta para realizar sola o con amigas.
Detalle de un edificio de la Avenida de Mayo y Palacio Barolo. Actualizado 1/2024
En este viaje que os propongo nos desplazaremos a la Buenos Aires menos conocida, a la “Reina del Plata” que se oculta tras los grandes palacetes y la arquitectura refinada. La de los pequeños sueños de ricachones, convertidos en magníficos exponentes de una pequeña París, mezclada con algo de arquitectura flamenca y mucho de la italiana; una especie de Belle Époque arquitectónica y social .
Entre cafés, tango y palacios de la Avenida de Mayo El recién restaurado palacio Barolo , en la Avenida de Mayo, está inspirado en La Divina Comedia . Sus múltiples recovecos van ganando altura mientras relatan la obra de Dante de una manera arquitectónica-literaria. Consulta la posibilidad de hacer una visita guiada de las que terminan en la terraza, o elige una gastronómica para picotear algo entre cócteles, dentro de este edificio histórico.
Café Tortoni. A pocos metros de allí, tienes una parada obligada en el Café Tortoni . Puedes hacerte la foto con la estatua de Borges, asiduo visitante de las interminables tertulias literarias de principios del siglo XI, o puedes relajarte tomando un ‘tostado y café’ (el “tostado” es un sandwich mixto de miga muy fina, relleno de jamón y queso, y tostado al grill, una delicatessen que puede disfrutarse a todas horas y que es un buen tentempié).
Si el tiempo está de tu parte, otro tradicional del Tortoni es el chocolate con churros. O su versión vernácula: el ‘submarino’, un vaso de leche caliente con una barrita de chocolate que se va derritiendo dentro lentamente… ¡Espectacular!
Estás en Buenos Aires y quieres algo de tango, así que el Tortoni vuelve a ser una buena opción. Cada noche, ofrece espectáculos en algunas de sus salas. Son bastante auténticos, aunque siempre tienen un toque turístico. Pero si quieres más del ritmo porteño, bastará con atravesar el pasaje contiguo para llegar al Museo Mundial del Tango , también Academia Nacional de Tango. Si quieres descubrir la historia del 2×4, aquí podría empezar tu recorrido.
No te quedes sólo con el paseo desde la Casa Rosada hasta el Palacio de Congreso por la Avenida de Mayo. Aquí vale la pena caminar mirando hacia arriba porque es ahí donde se ocultan los sueños de inmigrantes italianos y españoles convertidos en obras de arte de la arquitectura bonaerense.
Palacios de Buenos Aires que no envidian a los de Europa El Barolo no es el único palacio. Hubo una época en la que los argentinos crecíamos mirando a Europa y las grandes fortunas se empecinaron en traer algo más que los conocimientos que adquirían en el antiguo continente. Por este motivo, encontrarás grandes obras maestras de la arquitectura que no tienen nada que envidiarle a los muebles de Ikea. Cada pieza de estos palacetes se diseñaba en Europa y luego se llevaban a Buenos Aires en barco, pieza a pieza. De esta manera llegaban sus mármoles, esculturas y ornamentos.
Galerías Pacífico. Sin ser un palacete ni un petit hotel , las conocidas Galerías Pacífico , en la calle Florida, son un buen punto central para una caminata entre palacios. Si las miras bien, esos frescos son apabullantes, pero ¿no te sientes como en la Galería Vittorio Emanuele II de Milán? Exacto, este edificio está inspirado en la famosa construcción cercana a la Piazza del Duomo. Aquí podrás hacer tus compras o visitar el Centro Cultural Borges , donde hay espectáculos y muestras de arte muy interesantes. Dentro de las galerías también podrás contratar una visita guiada por la zona. Incluso exclusivamente de la calle Florida que, aunque te parezca corta, en realidad tiene muchos puntos de interés.
Apenas cruzando la calle, en la esquina de Florida y Córdoba, se encuentra uno de los frentes más espectaculares de la ciudad. No te pierdas la fachada del edificio del Centro Naval de 1882. Tiene visita guiada y puedes conocer su historia más en profundidad.
Siguiendo por Florida, llegarás al antiguo Harrods. Porque sí, tan opulenta y próspera era la ciudad en 1914, que hasta tuvimos la primera y única sede de las británicas galerías en el extranjero. Hoy es un edificio apenas habitado por algunas oficinas.
Continúa por Florida hasta la plaza San Martín. De repente, el bullicio queda atrás y estás como en otra Buenas Aires, donde la arquitectura se convierte en arte, como en el palacio Haedo , sede de Parques Nacionales, frente a la imperdible puerta del Palacio Paz , hoy, Círculo Militar. La fachada de éste último te recordará al palacio de Chantilly y el lateral al palacio del Louvre, obras en las que está inspirado. Todo en esa esquina de la plaza San Martín, donde termina la peatonal Florida, justifica una visita guiada.
Palacio San Martín. El palacio San Martín , actualmente la Cancillería, fue antaño la residencia de los Anchorena. Esta familia retrata muy bien el gusto refinado por la arquitectura europea y también las pasiones encontradas al más puro estilo de un culebrón. Se cuenta que el Kavanagh (un edificio Art Decó situado al otro lado de la plaza San Martín), que fue la construcción más alta de la ciudad, sirvió de venganza para tapar la basílica Santísimo Sacramento que la señora Anchorena visitaba con fervor. ¡Así es el porteño!
En ese rincón de la plaza San Martín te invito a que hagas un experimento: escúdate detrás de los árboles que la rodean y verás que se disipa el bullicio de la ciudad. Y es que el paisajista Carlos Thays (hijo) colocó estos monumentales árboles justamente para crear un oasis campestre, con vistas al río (en su momento), que absorbiera la contaminación sonora. Anota el apellido Thays, porque sus obras son maravillosas y podrás encontrarlas en Buenos Aires (como el Jardín Botánico, diseñado por su padre) y en el resto de Argentina.
Estación de Retiro. Bajando por la plaza de San Martín llegas a la torre de los Ingleses y también a la estación de Retiro , que acaba de ser inaugurada tras su restauración. Conviene pasar por allí lejos de las horas punta para dejarse enamorar por la arquitectura, la ornamentación del edificio y hacer un viaje a la historia de una Buenos Aires que ya sólo está en el recuerdo. En este punto decide qué quieres hacer. ¿Sigues recorriendo palacios? ¿Vas a Recoleta? Ambas decisiones son las correctas.
En Recoleta, la Buenos Aires más refinada Seguimos de palacios y volvemos a subir para encontrarnos con la avenida Alvear… Bueno, bueno, ¿querías palacios? Aquí tienes muchos. Si comienzas por la Avenida 9 de Julio, a pocas calles del Obelisco, está el imponente palacio Duhau (hoy Park Hyatt Buenos Aires). Si no puedes permitirte una estancia en sus sofisticadas habitaciones, seguro que podrás degustar algunas de las exquisiteces de su patisserie . A pocos metros, el palacio Ortiz Basualdo , actual embajada de Francia. Adentrándonos en la avenida Alvear está uno de los rincones más opulentos de la ciudad, el palacio Fernández Anchorena , sede de la nunciatura.
Palacio Ortiz Basualdo. El imponente palacio Pereda (embajada de Brasil), el palacio Casey , actual Secretaría de Cultura, el Jockey Club y el tradicional hotel Alvear son algunos de los ejemplos más emblemáticos e imponentes.
Museo de Arte Decorativo. Un poco más lejos de la zona, está el palacio Errázuriz, actual Museo de Arte Decorativo . La visita vale la pena. Es una forma de entender la idiosincrasia de esos porteños con aires europeos que habitaron la ciudad, así como la evolución del diseño y la decoración de los siglos XVI al XX. Hay muchas salas que conservan la decoración original.
Para excentricidades, un palacio para ocultar depósitos de agua Otro de los edificios que siempre me asombró de Buenos Aires es el colorido, curioso y ecléctico palacio de Aguas Corrientes . Es una de las construcciones más exóticas de la ciudad que, en realidad, nunca fue residencia. Argentina era tan rica y estaba tan preocupada por las apariencias que creó este monstruo sólo para tapar los depósitos de aguas. Descúbrelo con una visita guiada. Su ecléctica fachada cuenta con más de 130.000 ladrillos esmaltados y ornamentación de cerámica que fueron traídos directamente de Inglaterra y Bélgica. El resultado es un edificio colorido que concentra ese espíritu excéntrico-ricachón que una vez tuvimos en Buenos Aires.
Palacio de Aguas Corrientes. Texto: Anita Álvarez Cufari, además de ser argentina, es periodista y creativa publicitaria. La puedes conocer más en Anita Ideas. Fotos: Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires.
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