Admirada entre las más bellas, Praga nos brinda experiencias creativas dentro del panorama cultural europeo. Callejea y siente su ambiente porque consigue seducir a cualquier viajera. Esta escapada urbana, entre el arte y la vida praguenses, finaliza con la alegría de la vendimia en Chequia. ¿Puede haber mejor broche final al verano?
Muro de John Lennon, en Praga. Praga posee el tamaño perfecto para disfrutarla sin agobios en dos días. Al llegar, familiarízate con la Plaza de la Ciudad Vieja porque se convertirá en el centro de tu mapa. A ella volverás una vez y otra durante tu estancia, porque es el lugar de encuentro urbano por excelencia. Esta es una función que ha desempeñado a la perfección desde el Medievo. Es la luz que te recompensa cuando llegas por las angostas calles que la rodean.
Plaza de la Ciudad Vieja. Busca el Reloj Astronómico a las horas en punto, está en los bajos del edificio más popular, el Ayuntamiento . Y cada vez que da la hora, entre las nueve de la mañana y de la noche, admira el pintoresco desfile de esculturas de los apóstoles en madera que surge de su carrillón.
Reloj astronómico de Praga. Desde el imponente monumento central al reformista religioso Jan Hus , camina sin rumbo por el amplio espacio de la plaza, no podrás dejar de admirar las viviendas renacentistas con bellas fachadas cubiertas de estucos con leyendas mitológicas y bíblicas, te harán sentir que te has colado en un cuento.
Iglesia de Nuestra Señora de Týn, en la Plaza de la Ciudad Vieja. Tentaciones irresistibles La plaza se enmarca entre coordenadas de arte gótico, como la iglesia la Nuestra Señora de Týn , con sus torres gemelas de 80 metros, inconfundibles agujas orientadoras dentro del panorama urbano. Salta a la vista la profusión decorativa barroca de la iglesia de San Nicolás, que se prolonga en la dorada fachada de estucos rococó del palacio Kinský, una de las sedes de la Galería Nacional de Praga . En esta galería puedes asomarte a Asia por la notable colección artística que alberga de este continente.
Calle Karlova. Sin darte cuenta, te sentirás atraída por la Casa del Minuto , donde vivió Franz Kafka . Es fácilmente reconocible por el león que asoma en su esquina y los bonitos esgrafiados de su fachada, como la escena de Adán y Eva a punto de sucumbir a la tentación de la manzana. También te atraerá la calle Karlova que, comercial y animada, ejerce un influjo irresistible. Pero antes de hacerlo, que las primeras luces de la noche te encuentren en el Puente de Carlos .
Arte inquieto El puente extendido 500 metros sobre el río Moldava es el monumento más visitado de la ciudad. Lo entenderás en cuanto divises alguna de las dos torres góticas fortificadas que vigilaron sus accesos. Caerás rendida cuando veas su largo pasaje jalonado por 30 estatuas de santos. Busca la más legendaria de sus esculturas, el caballero Bruncvík . Salvado por un león, que después le acompañó en sus viajes, y que aparece en el escudo checo.
La leyenda dice que cuando murió el noble su espada quedó emparedada en uno de los pilares del puente y que resurgirá para aniquilar a los enemigos de su patria.
Perfil de Praga desde el Puente de Carlos. No obstante, donde se congrega más gente es ante la imagen de San Juan de Nepomuceno , santo muy popular entre los pobres. Lo reconocerás porque está coronado con cinco estrellas alrededor de su cabeza. En el lugar donde fue arrojado al agua se instaló una pequeña cruz de latón que brilla sobremanera gracias a que todo el que pasa, al tocarla, hará real su deseo de volver a la ciudad.
Entre las luces de la noche, el puente iluminado se muestra más bello en sus casi 700 años de historia, los que le convierten en el monumento más antiguo de la ciudad. Aunque para iluminación que te dejará boquiabierta, está el Festival Signal.
© Signal Festival. Con su creatividad hacen arte con la luz y, para lograrlo, la noche es su mejor aliado. Para encontrarlos sigue las rutas urbanas que te proponen. No solo tendrás una visión de Praga como objeto de culto sino que quedarás maravillada en todos los sentidos por la luz de sus instalaciones.
Tras la pista Comenzamos la jornada mirando al cielo porque, como cualquier urbe con magia –estamos en una de las 20 ciudades más visitadas del mundo–, existe un vistoso castillo de Praga. Elevado junto al río verás su recinto amurallado como una pequeña ciudad de la que sobresalen las agujas de su catedral de San Vito , el corazón del recinto y sede de los restos de San Wenceslao, patrón de Bohemia. Disfruta de su imponencia entre maravillosas vidrieras góticas, admira los mosaicos venecianos de su fachada meridional y sube los 287 escalones que por una angosta escalera de caracol te hacen tocar el cielo sobre los 90 metros de su torre. A tus pies quedará un laberinto de pináculos y arbotantes enmarcando la vista más espectacular de la ciudad.
Castillo de Praga desde el Puente de Carlos. Recorriendo la enorme fortaleza de origen medieval que fuera hogar de los reyes de Bohemia busca la fachada rojiza de la basílica de San Jorge y aunque te llame la atención su decoración barroca penetra en su interior. Te espera la gran sorpresa de hallarte ante el original templo románico y uno de los más antiguos de Europa central.
Junto al camino de la ronda de la muralla, el callejón del Oro es el rincón más pintoresco de la fortaleza gracias a las coloristas fachadas de sus viviendas. Son las casas originales de los gremios de artífices que construyeron el castillo y sus múltiples dependencias. Hoy, convertidas en tiendas de artesanía, muestran en su delicadeza expositiva el placer por el arte y el diseño que acoge la ciudad.
Basta con hacer coincidir nuestra estancia con el festival Designblok para hacer una inmersión entre una de las mayores selecciones de diseño europeo. Las obras de arte de diseñadores y sus aplicaciones a la moda transforman la ciudad y sus espacios de arte como las galerías, tiendas y salas de exposiciones.
© Festival Designblok. Bienvenido, otoño Si bien al castillo se puede acceder en tranvía –línea 22–, en funcionamiento hasta la medianoche, es recomendable regresar a la ciudad a pie descendiendo la colina hacia el este. Así descubriremos maravillosos miradores sobre la ciudad atravesando el Barrio Pequeño . Pero lo más curioso de todo el recorrido es que estaremos entre viñedos situados en las faldas del castillo y considerados entre los más antiguos del continente.
Desde hace mil años y en mitad del ajetreo urbano se conserva el viñedo de San Wenceslao . Puedes caminar entre las viñas de las variedades Pinot noir y Riesling que caracterizan sus vinos y que puedes degustar en el restaurante Villa Richter , situado en lo más íntimo del viñedo con vistas a la ciudad.
Viñedo de St. Wenceslao, en el castillo de Praga. Si tu visita coincide con mediados de septiembre estás de suerte si te gusta conocer la cultura de un pueblo a través de los productos de la tierra. El castillo de Praga reúne en el festival del Vino del Castillo de Praga una nutrida representación de los viticultores de Bohemia y Moravia junto a productos alimenticios regionales. Además, hay exhibiciones medievales y competiciones infantiles en un típico ambiente festivo con el que se da la bienvenida a la cosecha más esperada del año al mismo tiempo que se señala el inicio del otoño.
Si dispones de media jornada, a 30 kilómetros de la ciudad, en la localidad de Karlstejn , a finales de septiembre tienes una de las mejores oportunidades de colarte en el ambiente medieval gracias a la fiesta de la Vendimia . El camino hacia su castillo neogótico, donde se guardaron las joyas de Carlos IV, de por sí un edificio de aspecto legendario –uno de los castillos más bonitos de Chequia– se transforma con la música y los espectáculos. Se pueden ver bailarines y personajes de época vestidos con ropajes góticos junto a faquires, magos y teatro de calle que celebran la recogida de la uva.
Capilla del castillo de Karlstejn. Esos momentos bohemios De vuelta a Praga, cerca del río, la parte más bohemia del barrio Pequeño o Malá Strana se refugia alrededor de la Casa de los Caballeros de la Orden de Malta , ya que el exterior de su jardín es conocido como el muro John Lennon . Las letras de las canciones de la banda inglesa pintadas de manera anónima supusieron, en los años 80, una expresión de libertad ante las autoridades comunistas que cada día las ocultaban y misteriosamente resurgían cada noche.
En sus inmediaciones el viejo canal del molino, donde aún se mantiene su noria, separa la pintoresca isla de Kampa , un lugar coqueto de viviendas y restaurantes de alegre ambiente unido a la ciudad por un puente decorado con los típicos candados de nota romántica .
Es hora de volver a cruzar el puente de Carlos, hacer un alto para refrescarse con las afamadas cervezas Pilsner y encaminarse hacia la plaza de Wenceslao . En su zona más alta el Museo Nacional guarda lo más destacable de la historia de la ciudad y sus tradiciones, siendo su estrella museística una magnífica maqueta de la Ciudad Vieja, el Barrio Pequeño y el Castillo.
Sinagoga española en el barrio judío. De estilo rebelde: la Casa Danzante El Modernismo inunda las fachadas arquitectónicas más llamativas de la ciudad. Este estilo bien merece una ruta exclusiva, debido a la renovación artística basada en la juventud y el espíritu libre que promulgaba a finales del siglo XIX. El futuro se percibe en las líneas curvadas y la estética de edificios como la Casa Municipal o el Barrio Judío , mientras que la torre de la Pólvora es un mirador que asoma a una visión aérea de la Praga modernista . El cubismo checo queda excelentemente representado en la Casa de la Virgen Negra , un edificio de comienzos de los años 20 convertido en museo de Artes Aplicadas.
Casa Danzante. En contraste, acércate a la Casa Danzante , dos torres de cristal y hormigón que parecen bailar con las luces convirtiéndose en uno de los más emblemáticos edificios de la urbe gracias al arquitecto Frank O. Gehry que lo denominó Fred and Ginger en honor a la famosa pareja de bailarines. Es, junto a las esculturas de grandes dimensiones del artista checo David Cerny -dispuestas al aire libre por la ciudad- uno de los mejores emblemas urbanos de la Praga moderna . Si te fijas en el perfil neorrenacentista del Teatro Nacional , su brillo inconfundible no te cegará sino que te demostrará por qué es conocido popularmente como la “Casa del Oro”.
Escultura de David Cerny. Los escaparates de Praga son una odisea que te atrapará entre los mil reflejos del cristal, un trabajo artesanal que da fama merecida a la ciudad. Las marionetas son, sin embargo, la seña de identidad de más tradición gracias al Teatro Negro . Un espectáculo con la peculiaridad de que las personas que las manipulan, vestidas de negro, forman parte de la representación, llegando en ocasiones a crear un espectáculo entre la experiencia teatral y el espectáculo circense.
Guía de viaje a Praga Cómo llegar a Praga Hay vuelos directos de Iberia, Ryanair, Vueling, etc. desde distintas ciudades españolas.
Con la Prague Card aprovecha a tope moviéndote en los transportes de la ciudad, entra en más de 60 monumentos y disfruta de muchas experiencias turísticas exprimiéndola en 2, 3 o 4 días.
Dónde dormir en Praga Vivirás una experiencia para recordar en el hotel Adalbert, el monasterio más antiguo de Chequia. Es un establecimiento responsable con el medioambiente y muy bien comunicado con el centro urbano mediante metro y autobús.
En pleno corazón de la ciudad moderna, en la plaza Wenceslao, está el hotel Adria, con vistas al jardín del convento de los franciscanos, hoy abierto al uso público.
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