Dublín es una ciudad acogedora, con energía, perfecta para recorrerla a pie. Ni muy grande, ni demasiado pequeña, ideal para pasar 48 horas y volver a casa con la agradable sensación de haberla conocido. Si aún no tienes destino para tu próximo viaje sola o con amigas, Dublín es una muy buena opción.

Las calles adyacentes a Temple Bar, como Dame Lane, se prestan a un agradable paseo. © Rob Durston/ Turismo Irlanda
El nombre de sus calles cuelga esquinado en las paredes y está escrito en gaélico, lengua oficial de Irlanda desde 2007, y en inglés que es el idioma más hablado. A su gente no le acobarda el tiempo y ya salga el sol o caiga el txirimiri, las calles están repletas de dublineses que van a hacer shopping, pedalean en bicis hacia el trabajo o llenan lo múltiples pubs donde, entre sorbo y sorbo de una sabrosa y oscura Guinness, se puede escuchar música irlandesa e incluso bailarla, si la ocasión lo requiere.

Biblioteca del Trinity College. © Rob Durston/ Turismo Irlanda
Trinity College
Para aprovechar bien el tiempo, lo mejor es dedicar la mañana a la amplia carta cultural que Dublín ofrece. De hecho, la sangre literaria corre por las venas de los dublineses. Esta tierra ha dado muchos de los grandes escritores de la Historia. Trinity College es la universidad más añeja de Irlanda y recoge los volúmenes más valiosos de la isla, entre ellos La Proclamación de la República de Irlanda en 1916 y la joya del Trinity College: El Libro de Kells del año 800 que, escrito en latín, con ilustraciones iluminadas y motivos ornamentales bellamente diseñados por monjes celtas “convirtió la luz en oscuridad” y donó al mundo una de las versiones más bellas de los cuatro evangelios.
Un bibliotecario se encarga de pasar una hoja del libro al día; haría falta más o menos un año de visitas diarias para poder verlo entero.

© MoLI, Museo de la Literatura de Irlanda.
MoLI, Museo de la Literatura de Irlanda
Siguiendo con el filón literario de Dublín, es imprescindible la visita al recién abierto MoLI, Museo de la Literatura de Irlanda, sito en los la mansión Newman que acogía la antigua Universidad Católica de Dublín y que Scott Tallon Walker Arquitects y Ralph Appelbaum Associates, han transformado en un espacio vanguardista e interactivo, donde recorrer el vasto universo de la Literatura irlandesa.

The Church restaurant se sitúa en la iglesia donde se casó el fundador de la fábrica Guinness, Arthur Guinness. © M. Munar
Comer en una iglesia
Llega la hora de comer y elegimos The Church, la antigua iglesia del siglo XVIII donde se casó Arthur Guinness, fundador de la legendaria fábrica. Hoy en día, sin perder ni un ápice de su solemne apariencia eclesiástica –incluido el órgano–, ofrece comida ligera en su bar, parrillada en su terraza y una cocina contundente irlandesa en el restaurante principal.
Tras haber degustado un excelente salmón o el típico estofado de cordero a la Guinness el mejor plan es honrar a la oscura Stout, que tiene el color del río Liffey que atraviesa Dublín –dicen–, y visitar su fábrica que está abierta hasta las cinco de la tarde.

La fábrica Guinness tiene gran importancia en la historia de Dublín. © M.Munar
La Fábrica Guinness, visita obligada
Bajo la apariencia clásica victoriana de la Fábrica Guinness se oculta unas modernas instalaciones. Junto a los ladrillos rojos destacan los enormes y redondeados recipientes plateados y el guiño cristalino de la torre que le devuelve a los tiempos de hoy. El humo blanco que rezuma de los contenedores de aluminio exhala un indudable aroma a malta. Cada piso tiene instaladas barras de cerveza en donde se comparte el secreto del escanciado, hasta alcanzar el último nivel donde las paredes acristaladas de los 360 o del bar Gravity ofrecen una inmejorable panorámica de Dublín mientras se degusta la penúltima pinta.

Destilería de whiskey Roe & Co. © M. Munar
Destilería de whiskey Roe & Co
La emblemática fábrica de Guinness ahora tiene como vecino a otro clásico de Dublín, la destilería de whiskey Roe & Co, la más famosa del siglo XIX. Aunque cerró sus puertas en 1926 ahora ha vuelto a abrirlas, y lo ha hecho a lo grande. Situada frente a la aclamada factoría de Guinness, en el animado distrito de Liberties, ha defendido su aire vintage en el antiguo peral de la genuina fábrica, resucitando una magnífica versión del whiskey irlandés, elegante y suave, gracias a la Caroline Martin, la Master Blender y su equipo.

Temple Bar de Dublín. © Rob Durston/ Turismo Irlanda
Temple Bar, un clásico de la noche dublinesa
La noche va cayendo sobre Dublín. El río Liffey se viste de plata. Los faroles iluminan los puentes. Se abren los teatros, la música flota en el aire y los pubs se preparan para acoger a sus habituales y a los forasteros que noche tras noche entrarán atraídos por la música y por ese ambiente distendido y simpático que caracteriza a Dublín. Las calles adoquinadas de Temple Bar muestran la cara tradicional de la ciudad, pero la capital de Irlanda no se ha quedado atrás y el siglo XXI se refleja en los edificios cristalinos que se funden con el cielo, con las colinas y con las aguas del Liffey.

© Everleigh, un pub donde escuchar todo tipo de música.
Restaurantes donde comer o cenar en Dublín
Buen ejemplo de la arquitectura más vanguardista es el Gran Cubo de Acero de Daniel Libeskind que integra el Grand Canal Square Theatre y Desarrollo Comercial de Dublín, sede del restaurante Ely Gastro Pub. Aquí, bajo una decoración atractiva llena de estilismo y diseño, se degustan manjares de su granja orgánica: cordero, solomillo, vegetales cultivados con mimo y productos frescos del mar, como el salmón rosado, o los langostinos. Los cócteles son su especialidad y cuenta con una amplia gama de vinos. Al salir del restaurante, caminando a orillas del Liffey se llega hasta el Centro de Convenciones, que si no fuera por los anillos de luces que envuelven el edificio se perdería en la oscuridad con su etérea apariencia cristalina.
Otra estupenda opción nocturna la ofrece la georgiana calle Harcourt, llena de seductores restaurantes a los que completan una serie de bares de moda. Se puede empezar subiendo ático del Hotel Dean, cuyo restaurante Sophie’s de gastronomía saludable –tiene incluso menús para aquellos con intolerancias alimentarias– goza de una vista panorámica 360º. Al bajar, se escucha el bullicio de Copper Face Jacks, donde la gente bebe, canta y se lo pasa de lo lindo, para luego seguir la juerga en Everleigh que tiene la cortesía de pinchar desde música de toda la vida hasta electro-house. Y aún en esta animada calle, en la discoteca Krystle, número 21 de Harcout, se puede tomar el penúltimo cóctel a ritmo de hip-hop.

Cementerio de Glasnevin. © M. Munar
Del cementerio al bar
A la mañana siguiente hay que dedicar, al menos una hora, a empaparse de la historia de Irlanda que está escrita en el cementerio de Glasnevin, fundado por Daniel O’Connell, figura relevante en la política irlandesa. Su torre de enterramiento protagoniza el cementerio, cumpliendo con el último deseo de O’Conell “Mi cuerpo en Irlanda, mi corazón en Roma, mi alma en el Cielo”.
Allí descansan Michael O’Collins, director de inteligencia del IRA; Brendan Behan, dramaturgo y activista del IRA; Maud Gonne, sufragista y actriz, musa y amor del Nobel de Literatura William Butler Yeats; y muchos otros que fueron pilares fundamentales en la controvertida y rica historia irlandesa.
Tomarse una pinta de Guinness en John Kavanagh Gravedigger’s Pub al salir del cementerio es casi una obligación, aunque solo sea para entrar en, probablemente, el único pub irlandés donde está prohibida la música.

John Kavanagh Gravediggers´s Pub es de los pocos pubs, si no el único de Irlanda, en que no se permite la música. © M. Munar
Otro ineludible histórico es la Oficina Central de Correos, en la céntrica calle O’Connell. Sede de los líderes de la sublevación durante la Pascua de 1916, aquí fue donde el 24 de abril Patrick Pearse, que junto con O´Connell acaudillaban el Ejército Ciudadano Irlandés, leyó la proclamación de la República de Irlanda –aunque duró poco antes de ser abatido por el ejercito inglés–. Hoy la Oficina Central de Correos cumple sus deberes postales, hace las veces de museo de un periodo clave de la lucha irlandesa y acoge en su patio las rocas alineadas que conmemoran a los infantes muertos durante la revuelta.

La oficina de Correos de la calle O’Connell rinde homenaje a los infantes caídos durante la revuelta del año 1916. © M. Munar
Librerías y cafés encantadores de Dublín
La calle O’Connell tiene como protagonista la inmensa escultura de acero denominada la Spire de Dublín, donde antaño se erguía la columna de Nelson, destruida en una explosión durante los turbulentos años de los troubles (conflictos), y que está repleta de tiendas donde llevarse algún recuerdo. Y hablando de tiendas, no se puede pasar por alto George Arcade, donde encontrar los libros más buscados, las tiendas más coquetas y los cafés más deliciosos. También cuenta con un mercado donde comprar salmón fresco y demás productos genuinos irlandeses.

George Street Arcade Market. © Andrew Bradley/ Turismo Irlanda
De puentes y escritores
Tras disfrutar de un lunch delicioso a base de ostras de Cork, Sligo y Galway en el Restaurante Sole, al que World Luxury Awards 2019 consideró el mejor en su especialidad marinera gracias a su chef Richie Wilson, estaría bien dar un paseo por la capital irlandesa de puente en puente.
Curiosamente, los tres puentes más vanguardistas de Dublín se erigen in memóriam de sus escritores legendarios. El puente Sean O’Casey peatonal, venera a aquel dramaturgo genial que fue el primero en escribir sobre la clase trabajadora. Su estructura ultramoderna, obra de Cyril O´Neill, une el muelle de Costum House con el muelle de Quai City. En el puente Samuel Beckett, que representa un arpa celta, se advierte la mano de Santiago Calatrava; al igual que en el puente James Joyce, alejado del centro de Dublín. De hecho, el punto donde cruza era el escenario de una de las historias de ‘Dubliners’.

Puente de Samuel Beckett, en Dublín. © Rudy and Peter Skitterians
Y si eras una enamorada de Oscar Wilde, no dejes de acercarte a la esquina de la Plaza Merrion, donde se encuentra una escultura de Danny Osborne que muestra al escritor con una chaqueta verde con cuello de color rosa. Su irónico gesto está acompañado de algunas frases que imitan su caligrafía.
CONSEJOS ETHERIA
Cómo ir
Entre otras líneas aéreas, Iberia Express dispone de vuelos directos Madrid-Dublín.
Dónde dormir
Iveagh Garden Hotel. Este alojamiento de cuatro estrellas en plena calle Harcourt es una estupenda opción.
Trinity City Hotel. Un alojamiento confortable con una decoración original, muy cerca del Trinity College y del puente O’Connell.
Trinity College. Es posible alojarse en verano, ya que pone a disposición del público las 800 habitaciones que son ocupadas por los estudiantes durante el curso escolar.
Dónde comer
Citron Restaurant pertenece al Fitzwilliam Hotel un sofisticado hotel de cinco estrellas cuyo restaurante decorado con tonos de lima y limón ofrece una de las gastronomías más elaboradas de Dublín.
Gallagher’s Boxty House. Un buen local donde saborear la tradicional comida irlandesa, una Guinness fresquita y espumosa, y un buen café irlandés.
The Queen of Tarts. En este encantador local se puede tomar un snack ligero (de pavo o de salmón), un té y un trozo de tarta. Un lugar perfecto para hacer una parada y retomar fuerzas.
Pubs en Dublín
Doheny and Nesbitt’s. Frecuentado por escritores y bohemios, aquí se respira la atmósfera del siglo XVIII.
O’Donoghue’s Pub. Allí empezó a hacer sus pinitos el grupo de The Dubliners.