La muestra ‘Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza’ permite contemplar, hasta el 14 de marzo de 2021, en el Museo Thyssen de Madrid todas las obras que el barón compró de esta corriente artística. Una exposición imprescindible este otoño-invierno en Madrid. El sueño, 1912. Franz Marc. © Thyssen B. Collections
El 13 de abril de 2021 se cumplirá el centenario del nacimiento del barón Thyssen (1921-2002) y tan redonda efeméride ya ha comenzado a celebrarse en el museo que fundó en Madrid con una gran parte de su valiosa colección artística. Es todo un homenaje a un hombre que fue mucho más que el marido de Carmen Cervera, más conocida como “Tita” o “la baronesa”. Y ahora se le reivindica con una exposición de una etapa de la historia del arte por la que él sentía pasión: el expresionismo alemán .
Con la muestra ‘Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza’, el Museo Thyssen de Madrid rinde homenaje al barón, y todos podemos disfrutar de una de las mejores exposiciones de este otoño e invierno en la capital.
El barón Thyssen fue educado como un príncipe en los valores y principios clásicos, unos baremos que también se ajustaban a la forma de coleccionar obras artísticas. En su familia, sólo estaba permitido adquirir piezas de los grandes maestros del Renacimiento y del barroco, porque lo demás eran tendencias que iban y venían y que no tenían garantías de revalorizarse. Pero eso fue sólo hasta que el joven Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza adquirió, a principios de los años 60, la primera obra de un expresionista alemán . Aquél fue su gran acto de rebeldía, ya que su padre despreciaba el arte moderno, y desde entonces no paró en descubrir a los grandes nombres del arte del siglo XX.
Casa en Dangast (La casa blanca), 1908. Erich Heckel. © Thyssen B. Collections “Un espíritu de libertad” El propio barón Thyssen contó en varias ocasiones lo que sucedió a partir de ese momento: “Compré una acuarela de Emil Nolde de hacia 1931-1935 que mostraba a una pareja joven. Me llamó inmediatamente la atención su audaz gama de colores y la atmósfera tan particular que emanaba de ella. Yo sentía en este arte un espíritu distinto, un espíritu de libertad que rompía totalmente con la tradición académica. Y el hecho de que estos artistas habían sido oprimidos por el régimen nacionalsocialista que etiquetó sus obras como arte degenerado fue para mí un aliciente adicional para coleccionarlos”. Desde ese momento, la saga Thyssen cambiaba el rumbo de sus colecciones y estas pinturas de vanguardia se fueron sumando a la extraordinaria colección de maestros antiguos que la familia había acumulado.
Pasó el tiempo y en 1993 el Estado español compró una gran parte de la colección Thyssen y aquellas obras del expresionismo alemán que el barón adquirió saltándose la norma familiar pasaron a formar parte del nuevo museo situado en el Paseo del Prado. Desde entonces los españoles pueden admirar un arte que hasta ese momento estaba ausente de las colecciones españolas.
Bagatella n. 2, 1915. Wassily Kandinsky. © Thyssen B. Collections Expresionismo alemán. El “arte degenerado” del régimen nazi Ahora la exposición ‘Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza ‘ permite contemplar, hasta el 14 de marzo de 2021, todas las obras que el barón compró de esta corriente artística. Una muestra que hace hincapié, en el museo que él fundó, en el proceso de creación de las pinturas, en su temprana acogida por la crítica y el público, en la denigración por el régimen nazi, que calificó estas obras de “arte degenerado”, y en su posterior rehabilitación en la posguerra.
El caso es que las expresivas pinceladas y los colores antinaturales que utilizaron los expresionistas tentaron la mirada del barón Thyssen, que mostró especial interés por el grupo Die Brücke (El Puente), de Dresde, y por los artistas del Blaue Reiter (El Jinete Azul). Todos compartían una visión de la realidad que se vertía en el lienzo después de pasar por el filtro de la emoción. También fue esencial para ellos la relación con la naturaleza, por lo que el paisaje se transformó a veces en un estudio al aire libre. Esto lo podemos apreciar en la sección “Exteriores”, con cuadros como “Verano en Nidden” (1919-1920), de Max Pechstein; “Puente en la marisma” (1910), de Emil Nolde, o “Fábrica de ladrillos” (1907), de Erich Heckel.
Joven pareja, hacia 1931-1935. Emil Nolde. © Thyssen B. Collections De Gauguin a Van Gogh, inspiradores del expresionismo alemán Deudores de Van Gogh y Edvard Munch, los expresionistas alemanes se habían fijado en la modernidad de sus predecesores de la historia del arte y tomaron como referencia, entre otros elementos, el componente exótico y primitivo del arte de Gauguin, las emociones internas expresadas con el color por Van Gogh o la fuerza existencial y radical de Munch.
La gran acogida que tuvieron los expresionistas se interrumpió desgraciadamente con la Gran Guerra y cada artista siguió su trayectoria por separado: Macke y Marc fallecieron en el frente, Kandinski volvió a Rusia, Jawlenski se refugió en Suiza… hasta que en los años 20 algunos se reunieron en torno a la Bauhaus y otros, como Grosz o Beckmann, se dedicaron a traducir en sus obras la descomposición de la sociedad alemana.
Verano en Nidden, hacia 1919-1920. Max Pechstein. © Thyssen B. Collections Cuando Hitler subió al poder, el régimen nacionalsocialista comenzó su política de depuración artística y organizó varias exposiciones de condena, entre ellas una que tenía como título “Arte degenerado” y que se inauguró en Múnich en julio de 1937, para recorrer después diversas ciudades alemanas. Muchas obras fueron requisadas y denigradas por los nazis, entre ellas algunas que se pueden ver ahora en el Museo Thyssen-Bornemisza, como “Metrópolis” (1916-1917), de George Grosz. Y algunos de los cuadros incautados salieron al mercado para recaudar fondos para la guerra: “Nubes de verano” (1913), de Nolde, o “Retrato de Siddi Heckel” (1913), de Erich Heckel, que más tarde fueron adquiridos por el barón Thyssen.
Retrato de Siddi Heckel, 1913. Erich Heckel. © Thyssen B. Collections Una reivindicación necesaria Después de la Segunda Guerra Mundial, la rehabilitación de los expresionistas fue inmediata y se organizaron enseguida exposiciones para recuperar su memoria. La primera tuvo lugar en 1948 en Berna, pero la más relevante fue la que, en 1958, presentó el Museum Folkwang de Essen. Allí había seis obras que hoy podemos ver en la muestra del Thyssen, como “Franzi ante una silla tallada y Doris con cuello alto” (h. 1906), de Kirchner, o “Sol sobre un pintor” (1913), de Karl Schmidt-Rottluff.
En opinión de Guillermo Solana, director del Museo Thyssen-Bornemisza, “el empeño de Heini por limpiar el nombre de la familia a través del arte moderno coincidía plenamente con las tendencias dominantes en la Alemania de la posguerra. En la zona soviética, la gran exposición de arte alemán de Dresde de 1946 reivindicó a los expresionistas, pero ese espíritu se extinguió pronto. No así en la zona occidental, donde las numerosas muestras de la posguerra dedicadas a rescatar el ‘arte degenerado’ culminaron en la primera Documenta de Kassel (1955). Los expresionistas se convirtieron en un símbolo de libertad para la nueva Alemania federal”.