Honestidad, tradición y serenidad son algunos de los ingredientes de la cautivadora cocina de Efigenia. Hoy te llevamos a conocer a esta gran mujer y a comer en su restaurante La Montaña – Casa Efigenia, que se ha convertido en el lugar favorito de Angela Merkel y de otras personalidades. ¿Nos acompañas a La Gomera?
Efigenia Borges, fundadora del © restaurante La Montaña – Casa Efigenia. Para hablar de la gran Efigenia Borges , hay que dedicar primero unas líneas a describir ese entorno que justifica el porqué de su vida y de su restaurante. La Gomera es una isla más que especial. Todas las Canarias lo son, pero esta reúne elementos difíciles de igualar en ningún otro lugar. A su orografía la han comparado con un exprime limones y no hay mejor apelativo que la defina. Su suelo volcánico, las erosiones y los vientos alisios han conformado una topografa en la que barrancos y lomadas se alternan dando lugar a un paisaje impresionante como el del Parque de Garajonay . En las sorprendentes y sinuosas carreteras de La Gomera cada curva invita a parar para ver roques, como el de Agando por ejemplo. Eso sí, hay que luchar contra el viento alisio, que pone los pelos de punta y juega con las nubes a su antojo.
Restaurante La Montaña- Casa Efigenia, el mejor vegetariano de La Gomera Estas prebendas paisajísticas han atraído a mucha gente que encuentra en La Gomera otra forma de vida. Entre ellos está la canciller alemana Angela Merkel , adicta a la isla y al Hotel Jardín Tecina . Lo cual no es de extrañar, ya que es magnífico en todas sus acepciones. Cumple con los principios medioambientales y de calidad más exigentes y es un auténtico vergel. Allí se esconden los bungalós de arquitectura isleña entre flores y plantas subtropicales de las que asoman balcones que miran al océano Atlántico.
Tras hospedarse en dicho paraíso, la siguiente visita ineludible para la señora Merkel es el restaurante La Montaña- Casa Efigenia , en el caserío de Las Hayas. Está situado a pocos metros del Parque de Garajonay, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero volvamos a los comienzos del restaurante La Montaña-Casa Efigenia cuarenta años atrás. En aquel momento, una joven pareja, la de Manuel Méndez y Efigenia Borges –o, como la conocen, Efigenia la de Las Hayas –, monta La Ventita del Barrio .
Platos vegetarianos del © restaurante La Montaña- Casa Efigenia. No tardó mucho tiempo en adquirir fama por la calidad de sus productos y lo sabroso de sus guisos. Esto animó a la pareja a abrir un restaurante donde la clave fuese la cocina vegetariana de su dueña, Efigenia. Al preguntarle el porqué de la cocina vegetariana, la respuesta fue sencilla y contundente: “A mi padre no le gustaba la carne y mi madre nos acostumbró a comer sin ella” .
Hoy, tanto su puchero como el potaje de berros y garbanzos o su famoso almogrote artesanal de queso, pimentón y aceite son auténticas leyendas. Sin obviar el milagroso agua vital que prepara con agua de limón y miel de palma, que cura todos los males. Y, por supuesto, los licores y dulces, también de palma, entre los que sobresale la famosa Torta de Efigenia .
Sus manjares caseros han atraído clientes allende los mares, especialmente alemanes de los que la dueña ha aprendido su lengua.
Interior del © restaurante La Montaña Casa Efigenia y algunos platos vegetarianos. Otro secreto del éxito que Efigenia la de las Hayas desvela con una sonrisa es cómo ella siempre se acerca a las mesas , da conversación a sus comensales y les hace sentirse en casa. Y su conversación no es cualquier cosa. Dulce y graciosa, Efigenia relata una anécdota y otra más sobre la mucha gente de las islas, de la Península y del extranjero que se han sentado en su comedor y aplaudido su comida.
Recuerda cómo empezó a darse a conocer más allá de su entorno cuando llegaron unos técnicos de USA que trabajaban en aeronáutica e iban a comer a menudo a su casa. En la estantería de recuerdos posa el libro dedicado a Efigenia por Imanol Arias y Juan Echanove, Un país para comérselo , bajo el retrato de su boda con Manuel, ya fallecido, y de las innumerables fotos de famosos y no famosos que le han rendido visita.
© Efigenia Borges, más conocida como Efigenia la de Las Hayas. Casa Efigenia, un restaurante familiar Sus tres hijos le ayudan, especialmente Sergio, que la ha sustituido en el negocio. “Aunque yo le hecho un ojito a todo ”, recalca Efigenia haciendo hincapié en que ella sigue haciendo la ronda por las mesas. Aunque habla con suavidad, en su voz se adivina la fortaleza de esta regia mujer, delgada como un junco, a la que no se le escapa nada.
Mientras señala una mesa llena de los delicatesen que ella misma prepara, su mirada recorre la estancia y no deja de responder a las preguntas de los presentes, ni de saludar al recién llegado. Se atusa el pelo de vez en cuando, pues Efigenia peca de coqueta.
Los platos vegetarianos de Efigenia han conquistado a personalidades de todo el mundo. Tradiciones de La Gomera Mientras pasea entre las mesas, se escucha un silbido lejano que parece decir algo y que no es otra cosa que el silbo gomero. Cuenta Efigenia que su nuera, Estefanía Venus Mendoza Barrera, es profesora de este etéreo lenguaje en el Cabildo Insular de San Sebastián de la Gomera, capital de la isla.
Y cuál es la sorpresa, cuando aparece una mujer, bella y joven por la puerta, que procede a explicar el porqué de este silbo. Comenta que es necesario en una isla como La Gomera, llena de altibajos orográficos donde cualquier punto se vuelve lejano. La mejor forma de comunicarse entre los ecos del monte es el silbido que vuela a través de los barrancos hasta ahogarse en el mar.
Estefanía se coloca los dedos en la boca, lo mismo hace con la lengua, y de su silbido emana una conversación que hasta los novatos entienden. A pesar de contar con solo dos silbidos se remplazan las cinco vocales, y otros cuatro a las consonantes. Silbidos que se distinguen por su tono, interrupción y continuidad y de los que por su contexto hay que adivinar el significado, ya que lo mismo puede sonar ballena que gallina , y así sucesivamente. Dice Estefanía lo triste que es, cuando alguien fallece, escuchar un largo y lánguido silbido que brota de las montañas avisando del deceso. Poco después, llama a sus hijos silbando por la ventana, y los pequeños acuden con toda la naturalidad de quien está más que acostumbrado a este peculiar lenguaje que se escucha a lo largo de tres o cuatro kilómetros.
El silbo gomero ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y es una asignatura obligatoria en las escuelas de La Gomera.
Las odas de Efigenia a sus islas El momento culmen de la visita llega cuando Efigenia saca un cuadernillo y canta las odas que cada noche escribe a sus queridas islas. Tiene una para cada cual, la de Lanzarote, la Graciosa, Gran Canaria… Odas que se ajustan a la belleza y medida de las islas Canarias y que formarán parte de ese libro que Efigenia está preparando. En el mismo, dice, “desvelaré mi edad ”. Cuando se le pregunta por el espinoso tema contesta “Yo, como diría la Pantoja, tengo la edad que aparento”.
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• Más información en www.efigenialagomera.com
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