El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid posee una de las colecciones de arte más increíbles del mundo. Como no siempre se tiene el tiempo que se desea para visitar un museo, te proponemos una visita rápida deteniéndote en 15 de sus obras más importantes, todas fundamentales para la Historia del Arte.
Fachada del Museo Thyssen-Bornemisza. © Pablo Casares En ocasiones no tenemos todo el tiempo que nos gustaría cuando visitamos un museo. Si es en una ciudad en la que estamos de viaje, normalmente tenemos que cuadrarla entre otras visitas y excursiones, y si es en nuestra ciudad no está mal tener un plan reducido con el que dedicar un ratito al arte.
El Museo Thyssen-Bornemisza tiene una colección permanente que ocupa 43 salas que recorren toda la historia del arte en las plantas 1 y 2. Además, cuenta con salas dedicadas al Arte Americano (en la planta 1) y otras ocupadas por la colección Carmen Thyssen (en la planta Baja). En esta planta se encuentran también las salas dedicadas a las interesantes exposiciones temporales que organiza el museo, sobre las que merece la pena informarse antes de la visita ya que suelen ser una buena opción para un recorrido corto.
Sala 32 del Museo Thyssen-Bornemisza, dedicada a los Expresionismos del siglo XX. © Hélène Desplechin Aquí proponemos una visita rápida al Museo Thyssen-Bornemisza que puedes realizar en una hora o hora y media , aunque el tiempo que pases contemplando estas obras de arte siempre depende de ti. Son obras icónicas e importantes de la Historia del Arte, y con este itinerario pasarás por casi todas las salas de la exposición permanente, para que te puedas llevar una idea global del museo. Aunque ya te avisamos que el fondo de este museo es tan espectacular que te va a costar no quedarte más tiempo.
Visita rápida al Museo Thyssen-Bornemisza en 15 obras de arte: ‘Cristo y la samaritana’ de Duccio di Buoninsegna (1310-1311) Comenzamos nuestra visita en la Sala 1 con esta delicada tabla de principios del siglo XIV que formaba parte del altar encargado a Duccio para el Duomo de Siena. La escena que representa es la de Cristo sentado frente al pozo de Jacob, al que se dirige una samaritana con un cántaro en la cabeza. Ellos se comunican con la mirada mientras son observados por un grupo de discípulos. Es una obra donde se puede admirar la evolución de la pintura del Trecento italiano: se tiende a un mayor naturalismo en las figuras, la arquitectura forma parte fundamental de la obra (en este caso la de la ciudad de Samaria) y hay un evidente carácter narrativo, propio de estas obras religiosas.
‘Cristo y la samaritana’ de Duccio di Buoninsegna. 📌 Toma nota: En 1771 el altar del que forma parte esta obra se desmembró. Algunas de sus piezas pasaron a colecciones privadas como ésta que paso por varias manos antes de llegar al museo Thyssen-Bornemisza.
‘Retrato de Giovanna degli Albizzi’ de Domenico Ghirladaio (1489-1490) Continuamos la ruta por la segunda planta hasta la Sala 5, donde se encuentra este retrato, uno de los más icónicos del Quattrocento florentino. Es un cuadro de esos que es inevitable detenerse a contemplar, por su delicado trazo y por su riqueza de detalles. Es una muestra excepcional de este tipo de retratos de personajes de la alta sociedad, en el que se combinan rasgos de la persona con elementos del retrato clásico que tanto gustaban a los artistas del Renacimiento, dando lugar a un retrato inexpresivo de rasgos idealizados.
‘Retrato de Giovanna degli Albizzi’ de Domenico Ghirladaio. 📌 Toma nota: No te quedes solo en la contemplación del perfil de Giovanna degli Albizzi. Presta atención a la hornacina situada detrás, con objetos personales como un broche y un libro que hacen alusión a sus gustos.
‘Joven caballero en un paisaje’ de Vittore Carpaccio (hacia 1505) Esta obra del Museo Thyssen-Bornemisza, ubicada en la Sala 11, es una de las más conocidas de la colección. En ella aparece un joven soldado rodeado de un paisaje que ha sido dibujado con extrema minuciosidad. Si, tal y como parece definido por los historiadores del arte, es un retrato, sería el primero de cuerpo entero del que se tiene constancia. Es una obra excepcional, en la que merece la pena detenerse a mirar los detalles tanto de la flora y fauna del paisaje como de los de los edificios que aparecen representados.
‘Joven caballero en un paisaje’ de Vittore Carpaccio. 📌 Toma nota: Sobre la obra hay varias controversias. La primera fue la de del autor, ya que fue erróneamente atribuida a Durero hasta 1919, y la segunda sobre la persona retratada. Existen diversas teorías, la última de ellas apunta al militar veneciano Marco Gabriel.
‘Santa Catalina de Alejandría’ de Caravaggio (hacia 1598-1599) Continuamos con obras clave de la pintura italiana, en este caso con una maravillosa obra de Caravaggio ubicada en la Sala 12. Fue encargada al artista por su primer protector, el cardenal Francesco Maria del Monte. En ella aparece una célebre cortesana de la época, Fillide Melandroni, con los atributos de Santa Catalina (la rueda con los cuchillos, la espada y la palma, que aluden a su martirio). Esta pieza de finales del XVI posee todo aquello que nos seduce de la obra de Caravaggio: el tratamiento dramático de la luz y los volúmenes que dan lugar a los característicos claroscuros del pintor.
‘Santa Catalina de Alejandría’ de Caravaggio. 📌 Toma nota: Como curiosidad, en este lienzo el foco de luz se encuentra a la derecha, algo poco frecuente en el autor. Esto parece indicar que se creó teniendo en cuenta el lugar donde iba a estar expuesta.
‘El Gran Canal desde San Vío’, Venecia de Canaletto (1723-1724) No podía faltar en este paseo por las obras imprescindibles del Museo Thyssen-Bornemisza una pintura como ésta de Canaletto, en la que aparece su querida Venecia retratada como si de una fotografía se tratase. En esta obra la perspectiva se dirige hacia San Marcos (al fondo) y en primer plano se ubica el canal con palacios, góndolas y la vida cotidiana. Aparecen algunas de las características de la obra de este pintor, como el punto de vista un poco elevado, su paleta de colores y su interés por el claroscuro. Estas obras descriptivas de la ciudad fueron muy demandadas por los jóvenes nobles europeos que realizaban en el siglo XVIII su Grand Tour por Europa como complemento a su formación.
‘El Gran Canal desde San Vío’, Venecia de Canaletto. 📌Toma nota: Es un cuadro lleno de detalles y merece la pena fijarse en algunos como la mujer tendiendo la ropa en primer plano o en el deshollinador.
‘Venus y Cupido’ de Peter Paul Rubens (hacia 1606-1611) Pasamos a la Sala 19, saltando un siglo atrás en el tiempo, para admirar esta obra del genial Peter Paul Rubens, el pintor flamenco más importante y con el que el barroco alcanzó sus mayores cotas. En cualquier caso, la obra muestra la maestría del artista en su dominio del color y en su característico refinamiento.
‘Venus y Cupido’ de Peter Paul Rubens. 📌 Toma nota: Esta obra es una de las copias que el artista realizó de Tiziano. Hay que prestar atención a dos detalles singulares: el brazalete de perlas y el anillo en el meñique de la Venus representada, que también estaban en la obra de Tiziano.
‘Mar en calma’ de Claude-Joseph Vernet (1748) Pasamos por la alargada Sala 24, dedicada a la pintura inglesa y francesa del siglo XVIII, para detenernos en uno de los cuadros que refleja uno de los temas con más éxito en este siglo: las marinas. Este pintor fue uno de los más famosos del género y sus cuadros se revalorizaron entre los británicos y franceses que hacían el famoso Grand Tour por Europa mientras él vivía y pintaba en Roma. Muchos de sus cuadros están inspirados en las costas italianas y en éste destaca la composición romántica de la escena y la utilización de la luz y el color.
‘Mar en calma’ de Claude-Joseph Vernet. 📌 Toma nota: Vernet pintaba en ocasiones cuadros en parejas, representando el mismo mar con tormenta y en calma, y éste pertenece a una de estas parejas. El otro cuadro, que también es de la colección, no está expuesto en este momento.
‘Autorretrato con gorra y dos cadenas’ de Rembrandt (hacia 1642-1643) En la Sala 27, dedicada al retrato en la pintura holandesa, aparece este autorretrato de Rembrandt que recoge la genialidad de su obra. Representa sólo el busto, y el predominio de tonos oscuros queda roto por la iluminación de la parte derecha de la cara y las cadenas. Es un magnífico ejemplo del dominio del claroscuro del autor y de su capacidad para transmitir sentimientos a través de expresiones sencillas.
‘Autorretrato con gorra y dos cadenas’ de Rembrandt. 📌 Toma nota: Durante muchos años se dudó de la autoría de Rembrandt de esta tabla y algunos autores determinaron que pertenecía a alguno de sus discípulos. Tras varios análisis la obra se ha atribuido definitivamente al genial pintor holandés.
‘Bailarina basculando (Bailarina verde)’ de Edgar Degas (1877-1879) Bajamos a la planta 1 y aquí, en la Sala 31, aparece una de las obras más características de la obra del pintor impresionista Degas. El tema es uno de sus preferidos, el del ballet. Este es un vehículo perfecto para estudiar la figura humana, y capta el momento de un giro de varias bailarinas. Sólo una aparece de cuerpo entero y las demás, de las que aparecen piernas y parte del vestido, contribuyen a la sensación de movimiento de la obra. Detrás, varias bailarinas vestidas de naranja esperan su turno. Es un instante fugaz de la realidad representada, el momento de una actuación en el que no se ve al público.
‘Bailarina basculando (Bailarina verde)’ de Edgar Degas. 📌 Toma nota: para captar un momento concreto, Degas pintaba con sus habituales trazos rápidos que son posibles gracias a la técnica de la pintura pastel.
‘Les Vessenots en Auvers’ de Vicent van Gogh (1890) No nos movemos de la Sala 31 y dirigimos la mirada hacia este paisaje de Van Gogh, de árboles, ondulantes, campos de trigo y unas casas al fondo, una de sus últimas obras. En este lienzo utiliza el recurso del horizonte elevado y una gama de colores amarillos y verdes para representar el paisaje de Les Vessenots, en las afueras de Auvers, con una pincelada nerviosa con la que forma trazos repetitivos. Unos campos que le transmitían a la vez sensación de libertad y de soledad y melancolía.
‘Les Vessenots en Auvers’ de Vicent van Gogh. 📌 Toma nota: en sus últimos meses de vida Vicent van Gogh se instaló en Auvers-sur-Oise, lugar elegido también por otros artistas contemporáneos. Aquí se dedicó a pintar sin descanso los paisajes que le rodeaban.
‘El puente de Waterloo’ de André Derain (1906) En la contigua Sala 32 se encuentra esta obra de André Derain perteneciente a una serie que pintó en Londres y donde el color es el absoluto protagonista, una de las señas de identidad del movimiento fauvista al que pertenecía. En el lienzo aparece el puente de Waterloo visto desde Victoria Embarkment, que sirve además de horizonte en la composición, y utiliza la técnica puntillista que tanto le gustaba. El fauvismo fue un movimiento artístico de principios del siglo XX que bebía directamente de la influencia de impresionistas y postimpresionista, aportando un toque provocador.
‘El puente de Waterloo’ de André Derain. 📌 Toma nota: El pintor elige tonalidades frías para representar el clima londinenses. El cuadro es una auténtica explosión de color, que sirve no tanto para plasmar la luz, sino para reflejar las emociones.
‘El sueño’ de Franz Marc (1912) En la Sala 33 aparece esta obra que te aseguramos captará tu atención ya que tiene algo hipnótico en su tratamiento del color y la geometría de sus elementos. La figura central es la de una mujer desnuda y dormida, en torno a la cual se organiza el resto del cuadro y es símbolo de la armonía entre el mundo animal y el humano. Franz Marc asocia a los colores del cuadro significados simbólicos: el azul representa lo masculino e intelectual y el amarillo lo femenino y sensual.
‘El sueño’ de Franz Marc. 📌 Toma nota: Franz Marc comenzó formando parte del grupo ‘Der Blaue Reiter’ junto con Kandinsky pero, a diferencia de él, no rompió con la realidad visual. En su obra se puede ver también la influencia de los futuristas italianos y de Paul Gauguin.
‘Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar’ de Salvador Dalí (1944) Si pensamos en la obra de Salvador Dalí es fácil que este pequeño cuadro nos venga a la cabeza, ya que es uno de los más famosos con los que representó ese mundo onírico que le caracterizaba. Se encuentra en la Sala 42 del museo y en él aparece su musa, Gala, dormida y levitando junto a imágenes con las que aplica sobre esta tabla su ‘método paranoico-crítico’. El cuadro está lleno de símbolos, como la abeja que representa a la Virgen y la granada, símbolo de fertilidad. También aparece un elefante de largas patas que se puede ver en otras obras del artista.
‘Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar’ de Salvador Dalí. 📌 Toma nota: esta obra es una de las pocas que pintó Dalí en Estados Unidos, donde vivió de 1941 a 1948. En este período se dedicó más a otras actividades relacionadas con el mundo del cine y la publicidad.
‘Habitación de hotel’ de Edward Hopper (1931) Para ver los dos últimos cuadros, nos vamos a las salas dedicadas al Arte Americano (de la 46 a la 55). Aquí se encuentra esta emblemática obra del siglo XX. En ella, encontramos uno de los temas preferidos por Hopper, la soledad en las ciudades, reflejada en un instante concreto de la vida de una joven. La mujer presenta un aire melancólico mientras lee un papel tras ponerse cómoda al llegar a una sencilla habitación de hotel de aspecto despersonalizado. A nivel compositivo, en el cuadro destaca la diagonal establecida por el borde de la cama y la iluminación artificial que provoca un fuerte contraste de luces y sombras.
‘Habitación de hotel’ de Edward Hopper. ©Herederos de Josephine Hopper /Cortesía de ARS (Artist Rights Society), VEGAP, Madrid 📌 Toma nota: tanto el encuadre de la figura, que aparece con los pies cortados, como la perspectiva ascendente llevan a ver una cierta influencia de algunos cuadros de Degas. ¿Recuerdas la ‘Bailarina basculando’ de la que hemos hablado antes?
‘Mujer en el baño’ de Roy Lichtenstein (1963) Terminamos con una de las obras de un pintor clave en la historia del arte estadounidense, Roy Lichtenstein, uno de los representantes del movimiento pop. La imagen de esta mujer, que parece de cómic, está elaborada en colores primarios y con la técnica de puntos benday. Destacan las gruesas líneas que delimitan los perfiles de la joven, que contrastan con las fría cuadrícula de los azulejos del baño.
‘Mujer en el baño’ de Roy Lichtenstein. 📌 Toma nota: la técnica de los puntos benday que utiliza Lichtenstein es con la que se imprimían los cómics del momento (él la realizaba a mano) y la utiliza como una forma de rebelarse contra las formas y texturas de sus predecesores abstractos.
Imágenes cedidas por © Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid. Fuente: Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid.
Información práctica ¿Dónde está el Museo Thyssen-Bornemisza?
Se encuentra en el Paseo del Prado, 8. Enfrente está el Museo del Prado y muy cerca el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y CaixaForum Madrid. Así que si estás de vacaciones en Madrid puedes dedicar un día a este magnífico paseo del arte.
¿Cómo llegar al Museo Thyssen?
La estación de metro más cercana es Banco de España (Línea 2) y de tren Atocha y Recoletos. Por el Paseo del Prado pasan muchos autobuses (1, 2, 5, 9, 10, 14, 15, 20, 27, 34, 37, 41, 51, 52, 53, 74, 146 y 150). La estación de BiciMad más próxima está en la calle Marqués de Cubas 25.
¿Cuánto cuesta la entrada del Museo Thyssen-Bornemisza ?
La entrada a la colección permanente y exposiciones temporales es de 13 Euros. La entrada reducida para estudiantes, pensionistas y mayores de 65 Euros es de 9 Euros. Los menores de 18 años, desempleados, discapacitados, docentes y poseedores de Carnet Joven entran gratis. Los lunes la entrada al museo es gratis. La audioguía cuesta 5 Euros.
¿Qué horario tiene el Museo Thyssen-Bornemisza?
El horario de la colección permanente es de 10 a 19 h de martes a domingos, lunes de 12 a 16 h.
¿Dónde puede encontrar más información?
En la web del Museo Thyssen-Bornemisza .
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