El atractivo de las Rías Baixas es indiscutible, pero te proponemos explorar también la provincia de Pontevedra. Queremos que sientas ese encanto viajero que, desde el primer paso, te anima a seguir explorándola hasta la última piedra. Desde el collar de perlas que son sus islas, los pazos y sus jardines de camelias hasta los castros más sobresalientes. ¿Nos acompañas a conocer los lugares imprescindibles que hay que ver en Pontevedra?
A Guarda, en Pontevedra. La piedra nos lleva por un viaje a través de la provincia más fronteriza de Galicia a través de 15 lugares imprescindibles de Pontevedra que no te puedes perder. Comenzaremos siguiendo la historia en piedra grabada en las calles y monumentos de una ciudad gallega de origen romano que levanta pasiones, Pontevedra . Como no podía ser de otro modo no hemos dejado isla por recorrer de ese magnífico arco insular que contornea su litoral.
Entre las rutas esenciales te proponemos una mirada incansable a Vigo , la ciudad más cosmopolita y luminosa de las urbes gallegas. Antes de perdernos en busca del buen vino de O Rosal por las orillas del Bajo Miño, déjate emocionar ante la belleza detenida en el tiempo de los pazos y sus jardines de camelias , para acabar con el corazón latiendo veloz como el trote de los caballos salvajes , durante la fiesta más atávica de la provincia pontevedresa.
Lugares imprescindibles que tienes que ver en Pontevedra Da igual que seas una viajera urbana, aventurera, romántica o amante de las experiencias emocionantes. Pontevedra es una provincia de contrastes donde nada está lejos, ni siquiera las emociones. Entre la montaña y la costa hemos seleccionado 15 destinos que no te puedes perder con visitas y experiencias emocionantes para que acabes tu viaje con ganas de regresar para seguir conociendo Pontevedra.
Qué ver en Pontevedra Estás en el buen camino cuando planeas conocer la ciudad de Pontevedra. No es únicamente porque estamos en uno de los principales hitos urbanos del Camino Portugués, que accede a la urbe por el puente de O Burgo con sus once arcos medievales de medio punto y su Virgen Peregrina. Está guardada en una iglesia con planta en forma de concha compostelana o vieira cuya fachada curva se abre a la plaza de A Ferrería. Prepárate porque también vas a conocer el casco antiguo más bonito de Galicia (junto al de Santiago de Compostela, claro).
Un paseo por Pontevedra. Abrigada al fondo de la ría y a orillas del río Lérez (no te pierdas su paseo fluvial) a nosotras Pontevedra nos ha cautivado también por su hospitalidad. La verás en sus animadas plazas como la de la Verdura , donde se vende la huerta más fresca de temporada, o la de la Leña donde antaño se vendía dicho combustible y hoy acoge el mejor tesoro urbano, el Museo de Pontevedra. En este espacio se expone una extraordinaria colección de orfebrería, pintura, cerámica y la obra del insigne Castelao, símbolo de la cultura gallega del pasado siglo.
Tampoco hay que perderse ningún atardecer en el laberinto de calles del casco antiguo mientras dure nuestra estancia, ni la plaza de O Teucro con sus impresionantes pazos barrocos.
Las mejores vistas urbanas se obtienen desde la basílica Santa María A Maior mandada construir por el gremio de los mareantes en la zona más alta de la ciudad. Hasta el convento de San Francisco hay que acudir solo por recorrer la nave de su iglesia gótica que supera los cien metros para acoger a los pontevedreses más ilustres en el camino a una nueva vida.
Convento de San Francisco. 📍 Separando las rías de Pontevedra y Vigo se extiende la península do Morrazo . En ella se encuentra el pueblo de Marín con uno de los puertos más activos de Galicia y uno de los cuatros menhires o pedrafitas de Pontevedra. No menos atractivo a nivel marinero es Bueu, donde incluso te puedes asomar al trajín diario de su lonja. No dejes que se te escapen las playas de la península. Portocelo, Aguete, Mogor… son tan atractivas con su fina y blanca arena que te costará quedarte solo con una.
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La playa de Rodas, en las islas Cíes, es una de las más bonitas del mundo. © Pepa G. Islas de Pontevedra Entre las rías de Arousa y Vigo se extiende una cadena de islas que, con sus arenales y acantilados, ponen el broche marino más mágico al litoral pontevedrés. Las leyendas de misteriosos buques hundidos en sus aguas y la soledad de sus cantiles, donde la naturaleza se ha conservado intacta, compendian el atractivo de las islas Atlánticas de Galicia. Un parque nacional-marítimo terrestre compuesto de varios archipiélagos e islas.
Islas Cíes Llegar a las islas Cíes conlleva una experiencia marinera navegando entre cormoranes, gaviotas y delfines desde Vigo, Cangas o Baiona (localidades ubicadas en la ría de Vigo). Allí te espera uno de los parajes naturales más sobresalientes de la naturaleza ibérica. Sus tres islas (Norte o Monteagudo, Del Medio o do Faro y Sur o San Martiño) resultan cautivadoras. En las dos primeras, enlazadas por el magnífico arenal de la playa de Rodas, no puedes dejar de recorrer su naturaleza y magníficos paisajes para comprobar que estás en las islas de los Dioses, como las definió Ptolomeo. Cuando lo hagas estarás pisando la blanquísima arena de una de las playas más bonitas del litoral español y del mundo, según el diario The Guardian . Además resulta sorprendente por el color azul caribeño de sus aguas.
Islas Cíes, unas de las más bonitas de Pontevedra. 📍 Si viajas en temporada alta (desde principios de julio hasta el 15 de septiembre) tienes que solicitar una autorización de visita de la Xunta de Galicia. Si vas a acampar, es el propio camping quien la tramita. Después ya puedes contratar tu billete a las islas Cíes. (Puedes reservar aquí el billete del barco desde Vigo ).
Islas Ons Situado a la entrada de la ría de Pontevedra y frente al litoral de la península del Morrazo, el archipiélago de las islas Ons forma parte del parque nacional marítimo-terrestre de las Islas Atlánticas. Al sur se halla la agreste isla de Onza y a su alrededor unos cuantos pequeños islotes. Fíjate en el que se encuentra cerca del muelle de embarque, conocido como A Laxe do Abade porque en su zona más alta posee un sepulcro medieval tallado en la piedra. Para llegar hasta el archipiélago hay que navegar desde Bueu, Portonovo o Sanxenxo.
La isla de Ons por situarse perpendicularmente a la ría favorece lo calmado de sus aguas. Mientras que su vertiente a mar abierto es agreste y horadada por infinidad de cuevas labradas por el mar o furnas. Las dos grandes ensenadas del calmado litoral de Ons que mira hacia la ría es donde se estableció la población. Llegó a superar el medio millar de vecinos distribuidos en nueve aldeas.
Faro de Ons. 📍Camina por la meseta de tojos y brezo que tapiza el altiplano de la isla, mientras las gaviotas patiamarillas y cormoranes moñudos acompañan tus pasos para llegar al faro. Ubicado en el Alto do Cucorno, con sus 128 metros de elevación, marca la zona más alta de la isla.
📍De vuelta a la costa peninsular pontevedresa acércate a Sanxenxo para conocer la localidad más popular de veraneo gallega. Su epicentro estival es la playa de Silgar. Más conocida como playa de Sanxenxo, con sus 800 metros, es recorrida por el paseo marítimo que es punto de encuentro de la vida nocturna veraniega.
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Laureles en Cortegada. Cortegada En la ría de Arousa se recorta la silueta de Cortegada con su tupido bosque de laureles. La isla, donada en 1910 al rey Alfonso XIII para construir un palacio de verano, es hoy parte del parque nacional. Laureles centenarios sobre tierras antaño cultivadas y huellas de la presencia humana como un pueblo y la ermita de la Virgen de los Milagros en ruinas la convierten en un enclave único de las Islas Atlánticas. Basta con recorrerla, como los numerosos peregrinos que antaño la visitaban por invocar los milagros de curación, disfrutar de su orilla marítima o caminar hacia su interior para sentir la magia que esconde entre laureles.
Isla de Cortegada. A Illa y A Toxa Después de recorrer el larguísimo puente de dos kilómetros que la conecta a tierra firme, en medio de la ría de Arousa, se alcanza la isla más poblada de Galicia, A Illa . Su costa de 36 kilómetros es un paraíso playero de arenas blancas. La pesca y el cultivo del mejillón, en las típicas bateas, es la forma de vida de sus habitantes. Las mejores vistas marinas se abarcan desde el faro de Punta Cabalo y el vecino mirador O Con do Forno, que regala panorámica de la isla y de la costa con las poblaciones asentadas en el litoral de la ría.
A Toxa (o La Toja) es otra de las visitas insulares imprescindibles de la ría de Arousa por su atractivo turístico. Situada junto a la localidad de O Grove es la más famosa de las islas pontevedresas. Conectada a tierra por un puente decimonónico debe su fama a sus balnearios, lujosos hoteles, casino, puerto deportivo y campo de golf entre otros entretenimientos de ocio. Cuando te canses de su ajetreo turístico date un paseo por el tranquilo pinar que cubre el centro de la isla.
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A Illa de Arousa. Rutas en Pontevedra Desde el ambiente cosmopolita de la luminosa ciudad de Vigo, hasta el encanto melancólico de las camelias envolviendo imponentes pazos de piedra, hay rutas que no puedes dejar de recorrer en un viaje a la provincia de Pontevedra. El Bajo Miño es siempre un lugar que nos desvela alguna sorpresa por su encanto rural y paradas donde paladear los vinos de O Rosal, considerados entre los mejores albariños del mundo. La autenticidad de las fiestas gallegas se muestra en A Rapa das Bestas
Qué ver en Vigo La urbe más poblada de Galicia ha sabido guardar su tradición marinera dentro de su aire cosmopolita. Basta con recorrer su barrio histórico o Casco Vello para sentir el poder evocador de su laberinto de callejuelas orientadas al mar. Entre ellas hay que buscar sus raíces, los restos de la muralla que defendió el burgo. Su epicentro es la plaza o praza de la Constitución, lugar del antiguo Ayuntamiento y de los soportales que acogían el dinamismo del comercio. En el barrio, ir de tapas y tomar vinos en la típica cunca o taza de cerámica es lo que marca la tradición. Inolvidable es la parada en la calle Pescadería mientras las ostreras abren las legendarias ostras ante tus ojos. Solo aderezadas con un chorrito de limón recién exprimido y concentran la esencia marítima viguesa.
Vistas de Vigo. © Jordi Vich Navarro En la praza da Igrexa se concentran los jóvenes al caer la tarde. Mientras que la calle o rúa dos Cesteiros es cita obligada para los amantes de la artesanía en mimbre, madera y juncos, aunque ya sean pocos los artesanos que sobreviven entrelazando las varas para hacer muebles, cestos y objetos cotidianos. En el Ensanche , zona señorial surgida de la pujanza de la industria conservera, la esencia urbanística son las abiertas avenidas y los edificios modernistas.
📍Imposible marcharse sin una foto en lugares donde quedan los vigueses, junto a la Farola o el Sireno , las esculturas que marcan los extremos de la calle Príncipe, la vía comercial peatonal más animada de Vigo. Junto a los jardines de Montero Ríos, donde también hay un magnífico conjunto de esculturas al pie de la ría conocidas como El Nadador , a nosotras nos ha encantado la de Julio Verne. Solo con verle sentado sobre tentáculos de pulpo, un mundo de viajes se despliega recordando sus novelas de aventura. El escritor francés es especialmente querido en la ciudad, ya que la mencionó en uno de los capítulos de su novela 20.000 leguas de viaje submarino .
📍 Abarca de un vistazo la ciudad, su fachada marítima y la ría desde alguno de los miradores urbanos de los montes O Castro y A Guía.
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Vigo, una visita obligada. El Bajo Miño (O Baixo Miño) El extremo suroccidental de la provincia de Pontevedra lo traza el río Miño antes de perderse en el océano. El monte de Santa Trega, junto al monte Aloia, son los mejores miradores para ver el tramo final del río más importante de Galicia. Pasear por Tui es perderse por el encanto en piedra de una urbe aduanera y lugar de paso de viajeros y contrabandistas. Por encima de sus calles escalonadas en piedra, asoma orgullosa su catedral con silueta de fortaleza.
Cruzar el Miño por el viejo puente es caminar sobre un diseño de la escuela de Gustav Eiffel. Valle abajo, hacia la desembocadura del Miño, en dirección a A Guarda surgen los encantos de O Rosal . Paisaje rural de viñedos donde se produce uno de los mejores albariños. Además, cuenta con un fascinante patrimonio de molinos de agua como los 67 molinos de Folón y el Picón que pueden recorrerse por una senda señalizada que discurre entre cascadas.
Desembocadura del río Miño. 📍A Guarda , en la misma desembocadura del Miño, vive apegada a la vida en el agua, ya sea con barcos en alta mar o pescando en el río. Sobre las últimas aguas del Miño navega el trasbordador que conecta con Caminha. Localidad fronteriza portuguesa donde tomar un café, entre el azul de los bellos azulejos portugueses, antes de emprender el regreso a la orilla española.
Pazos y camelias La armonía de los pazos o grandes casas señoriales en piedra y sus hermosos jardines tiene una llave mágica, la flor de la camelia. Arbusto y árbol asiático que destaca entre sus diseños vegetales por sus hojas de un verde lustroso y vistosas flores de gran variedad de colorido.
Desde el espectacular conjunto florido que componen las camelias alrededor del pazo de Lourizán (a 3,5 kilómetros de la ciudad de Pontevedra) al pazo de La Saleta (Meis), con un jardín compuesto por una de las colecciones botánicas más variadas de Galicia. O el pazo Quinteiro da Cruz (Ribadumia) que prolonga su jardín de camelias en un paisaje de viñedos y la magnífica colección de 22 variedades de camelia que rodea al castillo de Soutomaior (a 15 kilómetros de Pontevedra y 20 kilómetros de Vigo). Definitivamente no se puede visitar Pontevedra sin asomarse a tan esplendorosos conjuntos monumentales de plantas y piedra.
Pazo de Oca. A rapa das bestas, entre caballos salvajes Los caballos de raza gallega viven en libertad por los montes pontevedreses hasta que llega el momento de marcar a los más jóvenes cortándoles las crines de la cabeza y la cola. Así da comienzo la fiesta de A rapa das bestas , un encuentro rural declarado de Interés Turístico Internacional por la Unesco. En la localidad de Sabucedo , más de 600 caballos son reunidos por los ganaderos, apoyados por vecinos y visitantes, durante una alegre jornada campestre. Así se conducen las manadas hasta los corros o círculos de piedra rodeados de gradas elevadas alrededor del corral central. En ellos, hombres y jóvenes con destreza y fuerza, sin servirse de cuerdas, vencen la resistencia animal.
Una vez tumbado marcan su piel (en la actualidad se inserta un pin) al mismo tiempo que se cortan las crines. El contacto del hombre (aloitador) y el animal, entre polvo y sudor, despierta la animación entre el público ante una escena realizada desde hace 3.500 años, desde tiempos prerromanos, que sigue manteniendo viva la relación prehistórica del hombre con el caballo.
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Rapa das bestas, una de las fiestas más espectaculares de Galicia. Castros, tesoros de piedra Los castros, poblados prerromanos fortificados, con su arquitectura en piedra, son un símbolo ancestral del paisaje pontevedrés y el fundamento de una cultura castreña de raíces celtas única en el mundo. Su posición estratégica sobre montes y, en muchas ocasiones, con vistas al mar, los convierte en hitos de piedra imprescindibles en un viaje por Pontevedra.
Castro Santa Trega, en A Guarda No hace falta haber visitado muchos castros para darte cuenta de que entras al más espectacular . Por sus dimensiones, llegaron a vivir hasta 5.000 personas, y por sus vistas privilegiadas hacia la desembocadura del Miño, que alcanzan hasta la orilla portuguesa para después perderse en el infinito azul del Atlántico. Su ocupación, hace 2.100 años, la demuestran los petroglifos grabados en las rocas a su alrededor.
📍En el monte de Santa Trega, en la cumbre de San Francisco, es recomendable acudir a la popular ermita de Santa Trega . Hay quien asegura que la devoción por la santa se debe a Egeria, la primera viajera española y en cuyo honor se nombró a Etheria magazine (toda su historia en el anterior link).
📍 El acceso al monte de Santa Trega en vehículo privado cuesta 3 € el coche y 1,5 € por adulto. Niños 1 €. La tarifa incluye la visita al MASAT (museo Arqueológico de Santa Trega). Las visitas guiadas para grupos (mínimo 12 personas) cuestan 5 € por persona. El Patronato Municipal Monte Trega también organiza visitas guiadas gratuitas con horario que varía según la estación del año (reservas tel. 986 610 504).
Castro Santa Trega, en A Guarda. Castro de Penalba y la piedra da Serpe, en Campo Lameiro Contar con 2.800 años le sitúa entre los castros más antiguos del mundo celta. Sobre granito, a 423 metros del monte Agüeiros, se distingue su recinto amurallado. En la zona más alta se construyó la ermita de Santo Antoniño de Penalba para cristianizar las fuertes creencias paganas. Próximo al templo se localiza una misteriosa losa granítica grabada con una serpiente de 2 metros desde los más remotos tiempos de la cultura castreña.
📍 La serpiente es un animal mágico para los celtas y símbolo de la fertilidad. Las parejas que deseen tener hijos, han de acudir al lugar de la Pedra da Serpe durante la noche de San Juan para hacer el culto de la fecundidad ofrendando leche al reptil. El entorno del castro, Campo Lameiro, situado en el valle del río Lérez, reúne uno de los mayores conjuntos de petroglifos al aire libre conocidos. Visita el Parque Arqueolóxico da Arte Rupestre Campo Lameiro para conocer tan magnífico tesoro en piedra pontevedrés.
Castro de Peñalba, en Pontevedra. Adro Vello, en O Grove Si eres capaz de alejarte de la tranquila playa de O Carreiro , en la localidad de O Grove, y sus vistas de la ría de Arousa, acércate al vecino Castro de Adro Vello. El lugar lo aprovecharon los romanos para instalar una factoría de salazones, de cuya explotación se conserva la planta de una villa romana. También se han descubierto los cimientos de una iglesia visigótica, empleada para cristianizar el poderoso atractivo pagano del lugar y una necrópolis en la que inhumaron hasta 1.600 personas. En la Baja Edad Media se convirtió en fortaleza defensiva ante las invasiones por mar. Tan importante yacimiento arqueológico es lugar para que las piedras hablaran o al menos susurraran su ya larga historia.
Adro Vello, en O Grove. A Lanzada, en Sanxenxo Curiosamente el castro de A Lanzada, en Sanxenxo, a pesar de estar situado en un istmo, entre las playas de Foxos y Area Gorda, no contaba con muros defensivos. Para qué los necesitaba si era un centro comercial. Es una característica que hace único a este pionero asentamiento castreño de 2.700 años de historia. Fueron los romanos quienes lo convirtieron en un asentamiento de comercio marítimo gracias a su derecho de almacenaje. También se sabe de su uso como necrópolis romana por los restos humanos hallados. En la Edad Media, en la punta más avanzada hacia el mar, se levantó una fortaleza para defender la costa de invasiones marítimas.
A Lanzada, en Sanxenxo. Castro Alobre, en Vilagarcía de Arousa En O Montiño, un promontorio frente a una protegida ensenada, comenzó la historia de Vilagarcía de Arousa. El castro es el primer núcleo de población y lo constata el barrio más antiguo de la localidad: O Castro, situado junto al yacimiento arqueológico. A su posición estratégica, se suma su actividad comercial, como han demostrado los numerosos vestigios hallados de conchas, cetáceos, vacas e incluso osos. Un dinámico enclave comercial portuario adonde acudían incluso pueblos mediterráneos como fenicios y púnicos. Sus tres recintos aprovechan la geografía del monte para levantar una gran estructura defensiva.
📍 Visitar los cercanos petroglifos de Os Ballotes , en la parroquia de Bamio, es contemplar una invocación a la buena caza mediante grabados de caballos, serpientes e infinidad de ciervos en movimiento. Algunos aparecen detenidos, casi como posando para ser inmortalizados por un artista de la Edad del Bronce.
Castro Alobre, en Vilagarcía de Arousa. Monte o Castro, en Ribadumia En la comarca de O Salnés, el Monte do Castro, con apenas 110 metros, se conserva uno de los más valiosos conjuntos arqueológicos castreños del noroeste peninsular. Frente a la desembocadura del río Umia, desde la Edad del Hierro, fue ocupado en varios periodos. Lo atestigua su diversidad de cabañas de piedra, la zona artesanal metalúrgica y una última de almacenaje donde se hallaron ánforas romanas. Es de los castros donde más piezas arqueológicas se han encontrado, sobre todo elaboradas en cerámica, añadiendo una valiosa información sobre el comercio que mantuvo con otros pueblos, incluso mediterráneos, con los que llegaron a comerciar.
Monte o Castro, en Ribadumia. *Fotografías cedidas por Turismo de Rías Baixas/ Diputación de Pontevedra