La gran hoz del río Guadalaviar es la única capaz de poner límite a la belleza amurallada del pueblo más conocido de Teruel. El color rojo de su arquitectura, que se funde con el entorno de la Sierra de Albarracín, tiene buena culpa de tanto atractivo, pero también se debe al rico patrimonio que guarda en su trazado medieval y a sus gentes, empeñadas en mantener su esencia rural.
Panorámica del pueblo de Albarracín. Algo más de treinta minutos se necesitan para llegar a Albarracín desde la ciudad de Teruel, un tiempo breve que apenas nos prepara para la belleza que luce incluso en la distancia. En plena Sierra de Albarracín , en la ladera de un monte y fundida con el rojizo de las rocas del paisaje, parece que siempre estuvo ahí esperándonos, con sus casas apiñadas, que se escalonan por la pendiente de un promontorio rocoso.
Albarracín, amor a primera vista Su hermosa apariencia urbana se muestra teñida por óxido de hierro de las rocas del entorno, que sirve para fortalecer el yeso de las fachadas de sus casas, ayudando así a su aislamiento. Además, todo ello junto a la piedra y madera empleadas en su construcción, hacen de Albarracín uno de los pueblos más bonitos de España . Pero aunque cuesta abandonar la vista panorámica de Albarracín desde lejos, también resulta irresistible callejear por su antiguo casco urbano. Caminando por sus calles estrechas, acabaremos prendidas de los pintorescos rincones de su patrimonio histórico.
Si puedes, haz noche en la localidad porque es la única manera de contemplar la magia de la ciudad roja con las últimas luces del día o las primeras de la alborada. Y cuando creas que lo has visto todo, continúa para descubrir también los encantos rurales de la Sierra de Albarracín .
Murallas de Albarracín. Visitas imprescindibles en Albarracín Atractivos de la antigua Medina El poder medieval alcanzado por Albarracín, como sede de la taifa de Albarracín o medina bereber durante la época andalusí, aún parece rezumar de los muros del que fuera hogar de los hijos de al-Banu Razín , del que deriva su denominación.
El castillo árabe , situado sobre la zona más elevada del recinto urbano, guarda incluso trazas de su origen romano. Su función de vigilancia se completaba con la muralla que envuelve el casco antiguo. La Torre del Andador , ubicada en la zona más elevada de la ladera sobre la que se asienta la localidad, junto con la Torre de Doña Blanca (situada en el lienzo sur de la muralla) son las mejores huellas de su poderío inexpugnable. El paseo por las calles de Albarracín es una atractiva recompensa para conocer la historia acumulada entre sus muros desde hace más de mil años y que la distinguió como primer conjunto monumental de Aragón hace 63 años.
Panorámica de Albarracín. Una catedral y un palacio A las familias nobles que habitaron Albarracín, surgidas con la prosperidad comercial de la localidad, las conoceremos en las capillas aderezadas de retablos y monumentos funerarios de la catedral de San Salvador . El templo fue erigido sobre los restos de la antigua mezquita en el año 1170 y, como el edificio ha ido renovándose hasta el siglo XVI, podemos contemplar una antigua ventana medieval, bellos detalles góticos como las ménsulas del ábside y una abundante decoración barroca y renacentista. Para visitar la catedral es imprescindible sumarse a una visita guiada (fundacionsantamariadealbarracin.com).
Al descender la escalinata del templo hay un edificio cercano que atrae con una vistosa fachada de piedra arenisca, se trata del Palacio Episcopal . La residencia del obispo Juan Francisco Navarro Salvador Gilaberte es el edificio más notable del conjunto urbano y actualmente está destinado a actividades culturales y formativas. En su interior resalta una espectacular escalera con pasamanos de forja, capilla propia y un austero claustro que conecta con la catedral.
Catedral de Albarracín. Miradores En un paseo es inevitable toparse con la belleza de calles como la del Chorro y el Salvador , o con el animado ambiente de la Plaza Mayor , con sus característicos soportales y el reloj que distingue al Ayuntamiento. Entre los edificios aparece una y otra vez la belleza roja de Albarracín, pero también hay lugares privilegiados donde detenerse como el mirador que está frente a la catedral o el porticado que se abre entre la Plaza Mayor y el Ayuntamiento . Se asoman sobre el núcleo y el valle en cuyo fondo discurre el río Guadalaviar con un enorme meandro que abraza a Albarracín.
Vista aérea de Albarracín. Arco de Medina y casa de la Julianeta El portal de Medina es de los accesos más conocidos y fotografiados de Albarracín. No solo por el arco de piedra resulta atractivo, sino porque enmarca la curiosa casa de la Julianeta , que es del siglo XIV y debe el nombre a su propietaria. Su base estrecha y la ampliación del edificio a medida que gana en altura, es la prueba del reto en el urbanismo medieval en una localidad donde era difícil hallar espacio para alojar a su abundante población. Junto al portal se halla el adarve del Fondón o puesto de vigilancia del acceso al recinto urbano a través del portal de Medina.
Del otro lado del arco se halla la casa de los Navarro de Arzuriaga , una de las familias nobles más importantes de Albarracín, como rememora el escudo heráldico de su fachada. Es el lugar desde donde ascender hacia la muralla por una escalera que bien merece el esfuerzo porque nos esperan unas magníficas perspectivas.
Museo de Juguetes Cruzando el puente, al otro lado del río, se halla el el Museo de Juguetes, uno de los lugares con mayor encanto de Albarracín. Su magnífica colección de juguetes, albergada en sus tres plantas, es una invitación a convertirse en niños y a hacer un viaje en el tiempo del juego que se remonta hasta finales del año 1800.
Dónde comer en Albarracín Albarracín es una población para recorrerla a fondo, sin dejar un solo rincón sin descubrir sus encantos. Y para reponer fuerzas nada mejor que hacer un alto de kilómetro cero disfrutando de productos de proximidad en platos típicos. Son bocados indispensables la caldereta de cordero o de ternasco, las migas de pastor y el jamón de Teruel.
En la pintoresca calle del Postigo hay que saborear lo que la estación nos ofrece con bocados creativos como los que se sirven en la casa de comidas Alizia (alizia.eu), que destaca por ofrecer los sabores de la tierra y poner en valor productores locales. Entre ellos, Quesos Sierra Albarracín (quesodealbarracin.es), los más premiados de Aragón, que acumulan reconocimientos de prestigio internacional, junto a la mejor selección de productos aragoneses.
Sierra de Albarracín. Por la Sierra de Albarracín Acueducto romano de Albarracín – Cella Desde este precioso pueblo de Teruel, os recomendamos salir a buscar los encantos de la Sierra de Albarracín. Allí nos han maravillado los restos del acueducto romano que discurre a lo largo de 25 kilómetros del río Guadalaviar y pasa por Gea de Albarracín hasta alcanzar la antigua localidad industrial donde hoy se ubica Cella.
En las inmediaciones de Gea de Albarracín, la rambla o barranco de los Burros es donde esta obra hidráulica romana única en Europa del siglo I d.C. conserva uno de sus tramos más espectaculares. Estuvo en funcionamiento hasta la Edad Media con el sistema de transporte del agua por los canales abiertos del acueducto y a través de galerías talladas en la misma roca del barranco. El Centro de Interpretación del Acueducto , en Gea de Albarracín (geadealbarracin.org), es el mejor lugar para entender tan fascinante construcción romana.
Allrededor de Albarracín se pueden hacer excursiones. Un paisaje de pinares En ruta hacia Albarracín o a los pueblos y rincones de la Sierra de Albarracín te van a sorprender los pinos rodenos o resineros . Son tan fuertes y espectaculares que no solo fundamentan con su madera los edificios de los pueblos serranos, sino que sus extensos bosques entre roquedos han merecido convertirse en un paisaje protegido entre Albarracín y Gea de Albarracín.
Igual que hoy en día sus redondeadas rocas de arenisca se han convertido en un destino mundial de escalada en boulder también fueron lugar de culto para los pobladores prehistóricos de la Sierra de Albarracín. Como atestiguan las numerosas pinturas rupestres que albergan en sus zonas más abrigadas, realizadas entre hace 12.000 y 6.500 años. Con sus escenas de caza y de la vida cotidiana como rituales espirituales forman parte del valioso patrimonio de pinturas prehistóricas del arco rupestre levantino y están incluidas en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco.
Pinturas rupestres en la Sierra de Albarracín. Un río de piedras La Sierra de Albarracín junto con los Montes Universales forman un nudo de montaña que acogen el nacimiento de importantes ríos peninsulares entre los que destaca el Tajo . Para alcanzar su nacimiento desde la localidad de Albarracín habremos de seguir el río Guadalaviar, encontrarnos con un recién brotado río Cabriel y ver en ruta, además de águilas reales, ciervos y corzos , pintorescos ríos de piedra como los que caracterizan los paisajes naturales de Orihuela del Tremedal , que son fruto de la acción del hielo.
Vista aérea de un río de piedras. Ródenas, el pueblo más rojo Una última parada en la Sierra de Albarracín nos lleva de nuevo a admirar tonalidades rojizas. Son las del pueblo de Ródenas que destaca por su arquitectura popular donde no faltan el aljibe o cisterna musulmana, los lavaderos del Navajo, los palomares y las capillas góticas hechos con la piedra arenisca roja del entorno.
Es un pueblo tranquilo donde hacer una parada para degustar el territorio a través de los quesos de oveja artesanos de la quesería El Aljibe (quesoselaljibe.es) y admirar la iglesia de Santa Catalina y las notables casas solariegas construidas hace siete siglos. También para acercarse a la ermita de la Virgen de los Poyales , que conserva un techo mudéjar y enterramientos celtibéricos en sus cimientos, y para subir al castillo para ver el paisaje. De camino, prestad atención a los grabados pastoriles situados en las rocas de rodeno del camino.
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