Aunque parezca imposible, en el centro de la capital quedan lugares casi desconocidos y donde suelen quedar plazas libres en las visitas guiadas del Ayuntamiento de Madrid. No os lo penséis dos veces, el Pabellón de los Hexágonos, en plena Casa de Campo, también merece la pena y os contamos por qué.
Las grandes cristaleras del Pabellón de los Hexágonos permiten la entrada de luz natural. © Pepa García Las visitas guiadas del Ayuntamiento de Madrid este 2024 no difieren mucho de las de años anteriores, sobre todo en las pocas posibilidades de acceder a la mayoría de ellas ya que la demanda es tan elevada que resulta prácticamente imposible obtener plaza en alguna. Pero, por extraño que parezca, la visita al Pabellón de los Hexágonos suele tener plazas libres algunos días de la semana o una lista de espera tan pequeña que terminas accediendo a la misma. Os animamos a apuntaros porque son muchas las personas que se dan de baja a última hora.
Qué es el Pabellón de los Hexágonos No es tan conocido ni, a priori, tan estético como el frontón Beti Jai, otra visita muy solicitada en Madrid, pero el Pabellón de los Hexágonos oculta una historia apasionante. Sólo por ello, ya merece la pena acudir a conocerlo. Apoyar nuestro patrimonio y que se ponga más celo en su conservación y custodia, también sería otro gran motivo.
El Pabellón de los Hexágonos, el original, representó a España en la Exposición Universal de Bruselas de 1958 . Dicho encuentro debía haberse realizado en 1947 pero la Primera Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría no ayudaron, en 1953 hubo otro intento pero comenzó la Guerra de Corea… hasta que, finalmente, se inauguró el 19 de abril de 1958. El contexto histórico español tampoco era halagüeño, con un país recién salido de la Guerra Civil y en mitad de una dura posguerra, pero esta exposición se vio como una buena oportunidad de salir de su aislamiento internacional.
El proyecto elegido por el Ministerio de Asuntos Exteriores para representar a España fue el de dos arquitectos jóvenes, el madrileño José Antonio Corrales y el gallego Ramón Vázquez Molezún. Sólo les pusieron tres condiciones: se debía adaptar al terreno, realizarse con materiales económicos y que fuese desmontable. Con estas premisas se construyó el Pabellón de los Hexágonos en Bruselas , donde obtuvo el Primer Premio de Arquitectura, quedando por encima de otros proyectos sorprendentes llevados a cabo por arquitectos como Le Corbusier, que hizo el Pabellón Philips, o el Atomium presentado por Jean Polak. Una vez finalizada la Exposición Universal de Bruselas, el Pabellón de los Hexágonos se desmonta y se traslada a Madrid.
Exterior del Pabellón de los Hexágonos en la Casa de Campo de Madrid. © Pepa García Nueva vida en Madrid El objetivo del traslado era volver a montarlo en la capital. Aunque se valoraron distintas ubicaciones, como el Parque del Retiro o Nuevos Ministerios, el espacio elegido es la Casa de Campo. En aquel momento, este gran parque acogía las grandes ferias internacionales. De hecho, aún se pueden ver muchos pabellones repartidos por su perímetro. Los mismos arquitectos responsables del proyecto se pusieron manos a la obra y decidieron levantar el Pabellón de los Hexágonos, pero adaptándolo a su nuevo emplazamiento. La forma de V del original se vuelve casi circular y se integran patios y jardines que dialogan con los árboles y el entorno verde del parque.
Un año después ya empieza a ser utilizado por el Ministerio de Agricultura para realizar sus ferias y, posteriormente, es aprovechado por una escuela de diseño. Pasa el tiempo y en los ochenta queda en desuso, lo que llevó a su olvido durante más de treinta años. Un equipo de arquitectos decide presentar un proyecto en 2018 para la restauración de una parte del pabellón con el mismo tipo de materiales que emplearon en su origen. Hoy día, esa es la zona visitable.
Interior del Pabellón de los Hexágonos. © Pepa García Cómo es el Pabellón de los Hexágonos Como comentábamos al inicio, esta construcción puede pasar desapercibida en la Casa de Campo ya que externamente sus fachadas de ladrillo no llaman la atención y el estado ruinoso de parte de la misma tampoco ayuda. Sin embargo, tras la restauración acometida en un tercio de los 2.900 m2 totales, es un placer recorrer sus estancias observando los juegos geométricos, de luces y sombras que se producen en cada espacio. Corrales definió su proyecto como “un paraguas hexagonal prefabricado y ligero para formar la cubierta y que extendido a la totalidad del recinto formará el pabellón”. En las visitas guiadas del Ayuntamiento de Madrid, no sólo comparten información sobre el contexto histórico sino también los detalles arquitectónicos más interesantes.
Estilizadas columnas de hierro galvanizado sostienen los hexágoos. © Pepa García Como su propio nombre indica, en el Pabellón de los Hexágonos esta figura geométrica es la protagonista. La cubierta está compuesta de hexágonos de tres metros de lado que se apoyan en columnas de hierro galvanizado y que también cumplen la función de desagüe de la lluvia. Ese agua era recogida, ya en su origen, para regar los patios y jardines. Una sostenibilidad muy avanzada a su tiempo. En el interior destacan, entre otros, algunos elementos neomudéjares y el empleo de bastidores de aluminio. La iluminación durante el día es totalmente natural, la luz penetra por las grandes cristaleras, pero por la noche las lámparas fluorescentes apuntan a la cubierta creando unas formas muy interesantes.
Desde las cristaleras se puede ver también la parte que queda por restaurar. © Pepa García Algunas curiosidades y anécdotas La zona expositiva del Pabellón de Bruselas estaba dividida originalmente en dos partes, una primera con stands donde se daban a conocer las tradiciones del país, y otra dedicada a la innovación tecnológica. Entre las empresas punteras del momento estaban Pegaso y Talgo, e inventos como el autogiro de Juan de la Cierva. Otra curiosidad es que algunos artistas invitados a participar en el pabellón, como Picasso, declinaron la invitación por cuestiones políticas; sin embargo, hubo alguno, como Dalí, que supo sacar beneficio. El artista puso una sola condición: su stand debía estar cerrado para poder cobrar entrada. Se accedió a ello y estuvo presente en la Exposición de Bruselas. Para dicha feria pintó la obra ‘El caballo de Santiago’, poco conocida en España ya que fue vendida allí mismo tras finalizar el evento.
Un ejercicio interesante al que anima María, la guía que habitualmente realiza la visita del Pabellón de los Hexágonos, es comparar la distribución y los elementos del edificio original y del que se construyó en Madrid. Si buceáis en Internet encontraréis material interesante.
Interior del Pabellón de los Hexágonos de Madrid. © Pepa García Datos prácticos Cómo llegar al Pabellón de los Hexágonos La forma más sencilla de acceder al Pabellón de los Hexágonos es en Metro desde la estación Alto de Extremadura (Línea 6). La salida es la de la Casa de Campo. A partir de ahí sólo hay que cruzar la carretera y seguir la Avenida Principal unos cinco minutos. A veces se pierde la cobertura por lo que os aconsejamos hacer algún pantallazo previo, enfrente se sitúa Madrid in Game, los Campus del Videojuego.
Dónde reservar y precio La visita es gratuita pero se debe reservar en la web del Ayuntamiento de Madrid . Os pedirán DNI al llegar para comprobar que estáis en la lista.
Los juegos geométricos atrapan en el pabellón. © Pepa García También os puede interesar…
5 excursiones básicas con niños en Madrid
Conoce el Museo Naval de Madrid y sus 10 piezas imprescindibles .
10 exposiciones para visitar en Madrid esta primavera de 2024 .