Que no te cuenten cuentos, si eres una viajera de las que buscan sorpresas en el camino, esta Ruta del lobo ibérico en Burgos es una propuesta auténticamente rural. Un recorrido en Castilla y León que a buen seguro te dejará una huella imborrable.
Ruta del lobo ibérico en Burgos. Si lo tuyo es viajar con amigas, busca a las más pacientes de tus amistades porque este es un viaje en el que vamos dispuestas a que la naturaleza nos hable. Y va a ser siguiendo el rastro del lobo, uno de los mamíferos ibéricos más emblemáticos, pero también de los más esquivos ante la presencia humana. No es para menos, porque el lobo ibérico , con su característico pelaje gris con manchas más oscuras que le hace exclusivo de la península ibérica, ha pasado de ocupar todo el territorio ibérico a limitar su presencia al norte del Duero. El territorio donde más abunda es el noroeste peninsular, concretamente en Castilla y León.
De ser un animal totémico, símbolo de protección y, como animal social que vive en manada de individuos emparentados, representante del poder de la intuición y el liderazgo, pasó a convertirse desde tiempos prehistóricos en animal temido y perseguido, a pesar de jugar un papel esencial como predador que mantiene el estado saludable de los ecosistemas.
Bello paisaje del entorno del Salto del Nervión desde Burgos. Burgos es tierra de lobos Una persecución incesante situó al lobo ibérico al límite de la extinción en los años 70 del pasado siglo. Aunque no sea un peligro para los ganados pues su bocado favorito son los ciervos, corzos y pequeñas piezas como los conejos y roedores, y, si el alimento escasea, alguna oveja. Ellos mismos regulan sus poblaciones y evitan el crecimiento excesivo de la manada porque supone un problema para que sus miembros puedan alimentarse adecuadamente.
En septiembre del 2021, una nueva ley prometía un futuro más halagüeño. Porque el lobo ibérico pasaba a ser especie protegida mediante su inclusión en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. Pero, a día de hoy, a pesar de vigilancia para el cumplimiento de la ley y la ágil tramitación de indemnizaciones en caso de afectar a algún rebaño, el lobo ibérico sigue estando perseguido.
Resulta por ello más hermoso y atractivo seguirle el rastro en los recorridos castellanos que ahora te proponemos. Siempre alejados de pueblos, porque el lobo ibérico evita la presencia humana, lo veremos en la distancia, si tenemos suerte. El lobo ya no es un personaje de cuento. Así es que prepara buen calzado de campo, coge unos prismáticos y permanece atenta, porque puede pasar desapercibido a nuestra vista incluso aunque se halle a un centenar de metros de distancia.
Bosque de hayas en el Monumento Natural Monte de Santiago. En la vieja Castilla La burgalesa comarca de Las Merindades , entre los solitarios páramos de Masa y La Lora, suponen uno de sus baluartes. La población de Villarcayo es su principal referencia urbana en el abierto valle del río Nela y el punto de inicio de nuestros itinerarios. Nuestro destino serán la soledad y los amplios paisajes de paramera. Preparadas para divisar algún lobo o detectar sus huellas (similares a las de un perro) que deja en un trazado en línea recta, mientras que las de los perros se siguen de manera irregular.
Dejarte guiar o descubrir Las Merindades a tu aire puede hacerse de una manera divertida sobre una bicicleta eléctrica (ebikemerindades.com). Plantea tus intereses loberos y el tamaño de tu grupo de amigas y sigue una experiencia que a buen seguro pone tu adrenalina a tope. Será a primera hora de la mañana o al caer la tarde, ya que son los momentos más adecuados del día para recorrer las pistas y senderos ciclables y, con más posibilidad, divisar lobos.
Pastores en el Almiñe, en el valle de Valdivieso. Entre pastores Al caer la tarde disfruta paseando por el conjunto histórico de Villarcayo repleto de casonas blasonadas repartidas por el centro urbano alrededor de un vistoso edificio consistorial. No dejes de buscar la torre del reloj porque estarás ante la que fue cárcel medieval por convertirse en capital de Las Merindades desde el siglo XV. Imposible acabar el día sin probar el famoso licor de guindas local, que cada 17 julio merece jolgorio en verbena popular.
Al comenzar el día déjate guiar de nuevo, en esta ocasión por pastores de los de toda la vida. Los hermanos Valle Peña saben bien de ese vecino denostado al que no temen pero si respetan como parte de la naturaleza que les da la vida a sus ovejas que, por centenares, campan en la paramera. Ellos tienen la receta para evitar al lobo, sus perros mastines y el pastoreo tradicional extensivo: pastor, ayudado de sus perros pastores, y rebaño se mueven al unísono cada día en busca del alimento.
No dejan las ovejas solas en el monte, son ganaderos de los auténticos. Conocen poco el bar y han desgastado mucha suela de zapato pastoreando con su rebaño los recursos naturales porque quieren seguir viviendo con lobos. De hecho la carne de sus corderos, con sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP), es aliada de la conservación del lobo. Así se distingue a la mesa de restaurantes de Logroño y San Sebastián que ofrecen un tierno bocado a sus clientes al saborear carne criada en tierra de lobos y con respeto a la biodiversidad.
Rebaño junto a la ermita de Santa Isabel, en el Almiñe (valle de Valdivieso). Caminos de ovejas Encontrarás a los hermanos Valle Peña alrededor de sus ovejas en las inmediaciones de la ermita de Santa Isabel , más conocida como de Nuestra Señora de la Hoz. Pertenece al pueblo de El Almiñé y asoma, desde el borde del páramo de Masa, a una panorámica preciosa de la Merindad de Valdivielso.
Escoltado por las sierras Tudanca y de la Tesla, entra en Valdivielso un joven río Ebro que, al salir del desfiladero de Los Hocinos, crea a su paso un fértil y abierto valle. Para descender hasta él hay que seguir la vía tradicional, caminando desde la ermita por la calzada medieval. La misma que era empleada por los rebaños llevados a los puertos cantábricos. Y, también, una vía que los comerciantes aprovechaban de regreso para llevar el pescado cantábrico hacia tierras castellanas.
Río Ebro a su paso por el valle de Valdivieso. Recorrer el valle es desvelar la placidez de pueblos que vivieron tiempos esplendorosos ligados al comercio y el paso de rebaños desde la meseta castellana hacia los puertos cantábricos. El núcleo de Quintana de Valdivielso es un magnífico conjunto urbano testigo de aquel trasiego de gentes y ganados, como atestiguan sus casas blasonadas, la imponente torre palacio de San Martín de estilo renacentista y la torre de Loja. Situada a las afueras del pueblo, refleja su situación en una tierra disputada entre hombres por su aspecto estratégico como demuestran sus almenas, y donde también era temido el lobo, como atestiguan las gárgolas bajo sus matacanes talladas con figuras de lobos.
Medina de Pomar, en Burgos. En la ciudad de las manzanas En el centro geográfico de la comarca de Las Merindades, entre los ríos Nela y Trueba, se halla Medina de Pomar , la localidad más poblada desde tiempos musulmanes (de donde proviene su denominación de “medina” o ciudad) asentada entre manzanos (pomar en latín). Es donde las huellas de lobos nos llevan ante el escudo heráldico de la casa palacio de los Salinas Paz que, situada en la zona más alta del pueblo, frente a la iglesia de la Santa Cruz adosada a la muralla, ostenta entre sus armas la fortaleza de dos hermosos lobos rampantes.
El paseo por el casco antiguo amurallado conduce a atravesar sus viejas puertas en arco de la muralla como la de la Judería y la de la Cadena, a contemplar los encuentros de arte urbano (donde no falta la representación del lobo) por sus calles y acabar el itinerario frente al imponente castillo de los Velasco o alcázar de los Condestables de Castilla, en cuyo interior, de trazas defensivas y palaciegas, se acoge en la actualidad el Museo Histórico de Las Merindades .
Detalle del Salto del Nervión de Burgos. Entre trampas anda el lobo El norte burgalés es un territorio donde históricamente se ha convivido con el lobo y a la vez combatido su presencia, como atestiguan las numerosas trampas o loberas de su territorio. En el valle de Losa, una de las mejor conservadas es la de Perex, aunque es la del Monte Santiago la más representativa de la zona por su restauración y por hallarse al pie de la Sierra Salvada. Es la frontera con el territorio vasco, a través de las provincias de Bizkaia y Araba. Lo hace mediante un imponente anfiteatro rocoso envuelto de hayedo por donde se despeña una imponente cascada que da origen al río Nervión.
La lobera se compone de dos largas empalizadas de piedra que convergen hacia una zona estrecha que culmina en un foso. Allí caía el lobo perseguido y, sin salida, se ajusticiaba por los daños causados a los rebaños. Hoy su visión es un valioso testimonio etnográfico ante el que el lobo ha encontrado un final feliz porque ha conseguido sobrevivir.
Lobera de Monte de Santiago, en la Ruta del Lobo en Burgos. Reflexión final La presencia del lobo avanza con dificultad por el norte peninsular por la resistencia a dejar de considerarlo como especie cinegética. A su vez, sigue eliminándose por furtivismo o se justifica su muerte mediante regulación de sus poblaciones. Pero la realidad lamentable es que su presencia se sigue empleando como una herramienta política ante los ganaderos. Sin embargo, es un patrimonio cultural y uno de los emblemas más exclusivos de la fauna ibérica. Y si mantenemos la atención en nuestros recorridos de campo, el lobo ibérico puede convertirse, con esos tonos azules que hacen fascinantes los amaneceres y atardeceres por sí solos, en el protagonista de una aventura rural inolvidable.
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