En el templo de Banteay Srei, situado en el recinto de Angkor Vat, fueron robadas impunemente unas esculturas en 1923. Aquello nunca se olvidó. Casi cien años después, los actuales guías del lugar, durante la visita turística, siguen llamando “Las bailarinas de Malraux” a las estatuas que quería llevarse a su casa el ministro de cultura francés. Te contamos además qué ver en Angkor para que no te pierdas nada.
Apsaras del templo de Banteay Srei (Camboya). Érase una vez –¡y no es un cuento!– un ‘intelectual’ francés fue arrestado en Phnom Penh (Camboya) por robar varias estatuas del templo de Banteay Srei (Camboya). Las había arrancado cuidadosamente de los muros del templo. Para su desgracia lo pillaron cuando las transportaba en una carreta tirada por bueyes. Detenido y trasladado a Saigón (capital de la Indochina de la época), fue sometido a juicio y condenado a tres años de cárcel; pero se libró de sufrir las pertinentes penalidades a la sombra por ser uno de los ciudadanos más enchufados de La France . El gobierno de Saigón hizo la vista gorda y le dejó libre a cambio de una suma de dinero (que se desconoce). Posteriormente, en 1959, Charles de Gaulle, a la sazón presidente de Francia, nombró a André Malraux (nombre completo de este amigo de lo ajeno) ministro de cultura de La République Francaise. Au revoir!
Ministro francés Andre Malraux. Hemos empezado con la anécdota de este ‘intachable ministro’ para explicar que si el paso del tiempo puede ser implacable, el mejor ejemplo de lo que el tiempo es capaz de hacer lo tenemos en los templos de Camboya, el mayor complejo arqueológico del Sudeste Asiático.
Las espectaculares imágenes de la opulenta vegetación que devoró el templo de Ta Prohm son –por difundidas– las más famosas. Las imágenes muestran árboles centenarios apoderándose del templo hasta hacerlo suyo. Crecieron entre sus piedras, entraron por sus puertas y salieron por sus ventanas. La jungla pudo con todo, y aun hoy en día la naturaleza sigue como vencedora ante la obra del hombre, puesto que las tupidas raíces de los árboles que aprisionan a las ruinas no se pueden extirpar porque se destruiría el templo.
Los árboles invaden el templo de Ta Prohm. © P. Grifol Pétreas joyas arqueológicas de Camboya Hoy en día lo que podemos contemplar los turistas son ocho siglos de historia esculpidos en columnas, frisos y relieves dentro de una jungla exultante. Angkor fue la capital del Imperio Jemer, la antigua sede real de lo que hoy conocemos como Camboya. La grandeza de aquel imperio, desconocido para Occidente, desplegó su cultura por la antigua Indochina entre los siglos IX y XII de nuestra era.
Queda muy poética la versión con la que algunas guías nos ilustran sobre el ‘descubrimiento’ de los restos de una civilización y de un mundo escondido. Resumiendo: «Corría el año 1859… y una mariposa tuvo la culpa. El naturista francés Henri Mouhot iba tras ella, y en su persecución, se dio de bruces con las ruinas de Angkor». Narración que se completa con frases como: «…un lugar en el que el tiempo se detuvo».
Ruinas de Angkor Vat (Camboya). Pues bien, ni el tiempo se detuvo, ni se descubrió nada, ya que hay fidedignos indicios de que los lugareños, durante los siglos precedentes al nuestro, visitaban puntualmente los templos para celebrar sus pertinentes ceremonias religiosas… mientras que la firme mano de la naturaleza iba evolucionando a su ritmo abrazando muros y columnas. Las montañas, los ríos, incluso los templos, no se descubren, simplemente permanecen en su sitio y algunas veces cambian.
Excavaciones en Angkor Vat La declaración de Camboya como Protectorado de Francia en 1863 propició que arqueólogos de ese país se ocuparan de la restauración de los templos, y en 1907 comenzaron las excavaciones del gran recinto de Angkor Vat. Con los equipos de restauradores y arqueólogos llega también la codicia de los cazadores de tesoros por apoderarse de alguna de aquellas maravillas de piedra. La decapitación de estatuas fue una práctica habitual y las prestigiosas casas de subastas de todo el mundo proveían de budas a desaprensivos coleccionistas privados y diletantes anticuarios. Así se escribe una gran parte de la historia. Tupido velo.
El esplendor del reino Jemer llegó a mediados del siglo XII con la construcción del complejo Angkor Vat (angkor , significa ciudad en sánscrito y Vat , la casa de Buda) construido a las afueras de la ciudad de Siem Reap. El perfil de su silueta reflejada en el estanque que lo circunda es la foto que aparece en todos los folletos turísticos, pero hay que verlo en situ .
«Hay que ir allí para hacer la foto con la luz que a ti te parezca más bonita, porque eso es viajar»
Como motivo de orgullo nacional que es, la imagen también aparece en los billetes de banco y en la bandera de Camboya.
Templo budista (Camboya). Fuera del recinto amurallado, una comunidad de monjes budistas se ocupa del mantenimiento espiritual del recinto sagrado. Merece la pena hacerles una visita porque es mucho más instructivo que las tiendas de souvenirs que circundan la zona.
Otro templo cercano, Bayon , personifica el ego del rey Jayavarman VII en más de 200 representaciones de su efigie en piedra tallada, que miran a los cuatro puntos cardinales que simbolizan las diferentes actitudes del budismo: la compasión, la caridad, la simpatía y la ecuanimidad.
Templo de Bayon (Camboya). Templo de Banteay Srei, la joya de Angkor Pero volvamos al templo de Banteay Srei, ya que para muchos visitantes es la joya de la corona angkoriana. Es uno de los enclaves más pequeños de Angkor y está muy bien conservado. Se trata de un templo hindú dedicado a Shiva , que contiene algunas de las mejores tallas de piedra que se pueden ver en el mundo. Banteay Srei significa ‘ciudad de las mujeres’, y es por eso que conviene observar atentamente las bellas esculturas femeninas de los frisos que envuelven las diferentes estancias porque ahí encontraremos a las célebres apsaras, las bailarinas que hace más de 700 años actuaban en la corte jemer y eran consideradas ninfas celestiales. Las hay de piedra y algunos días ¡de carne y hueso!
Bailarinas de Angkor. Dos días en Siem Reap Aunque todo está muy cerca, no es recomendable verlo todo en un solo día. Merece la pena pasar también un par de días por nuestra cuenta (fuera de las visitas guiadas) y fuera del recinto arqueológico, porque en Siem Reap , la ciudad crecida en torno a las ruinas y lugar al que habremos llegado a su aeropuerto internacional, es una ciudad llena de buenos hoteles y buenos restaurantes donde conocer de cerca el espíritu del pueblo camboyano. Es recomendable emplear dos o tres días para la visita cultural a los templos de Angkor y dos días más para seguir la pista del ocio en Siam Reap.
Calles de Siem Reap (Camboya). Guía práctica de Angkor Como la parte histórica es muy complicada, es recomendable preparar el viaje con anterioridad y estar informados culturalmente de lo que aconteció al imperio Jemer y de los hechos, en general, que tuvieron lugar en Camboya en el pasado reciente; porque este ha sido un país muy machacado por guerras y por el terrible genocidio del régimen de Pol Pot. Así que una guía (en papel) como ‘Camboya’ de Lonely Planet, que además está en español, viene muy bien para culturizarnos.
Cómo ir La compañía Vietnam Airlines suele tener varios vuelos semanales desde España a Ho Chi Minh City (Vietnam), con escala en una ciudad europea. Desde Ho Chi Minh (Saigon) las conexiones con Siem Reap (Camboya) son en el mismo día de la llegada y dura apenas una hora. También puedes volar con compañías como Cathay Pacific (vía Hong Kong) o Qatar Airways (vía Doha y Bangkok).
Cómo moverse La mejor manera para visitar los templos de Angkor es ponerse en manos de una agencia de viajes especializada como Phoenix Voyages , que tienen guías de habla española.
Más información Turismo de Camboya .
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