Luang Prabang, la capital de Laos, sigue siendo uno de los destinos más éticos dentro de la concurrida y atractiva zona de Indochina. Es un lugar perfecto para viajar con amigas o en pareja, pero en eso no entramos, la compañía la eliges tú…
La sonrisa es seña de identidad de la población de Luang Prabang. Actualizado 1/2024. Laos es de los países más vírgenes que existen sobre la faz de la tierra. Inmersa en plena naturaleza, Luang Prabang, su capital, es de una belleza apabullante que hay que recorrer de cabo a rabo relacionándote con los oriundos. Se podría considerar la población más incorrupta y digna de la antigua Indochina: no regatea los precios de sus artesanías ni de sus servicios turísticos ni trata de aprovecharse de los viajeros. Una maravilla.
Comienza por alojarte en un oasis La experiencia puede comenzar alojándote en el oasis de paz de Lotus villa Lao (lotusvillalaos.com). Sus habitaciones, de estilo francés-laosiano, dan a un patio repleto de plantas tropicales donde por la mañana sirven un desayuno completo y natural: zumo de frutas frescas, mermelada casera de tamarindo o piña, ensalada de papaya con lima, baguette con huevos fritos (puestos por los cientos de gallinas que viven como mascotas en las casas) y sopa de fideos de arroz con cerdo y verduras. Perfecto para acometer un día pedaleando en una bici alquilada por la ribera del Mekong y del Namkhan. Ambos cauces corren en paralelo hasta juntarse al final de la península, donde se localiza el hotel Mekong River View (mekongriverview.com), que regala desde la habitación unas vistas espectaculares, y la oficina de la entidad Patrimonio Mundial de la Unesco.
Luang Prabang con las montañas al fondo. Templo tras templo Entre las dos calles del centro de la capital se concentran varios templos que hacen que te den ganas de convertirte al budismo. Uno de ellos es el Wat Xieng Thong , con decoraciones doradas, coloridas y brillantes, y pinturas que simbolizan escenas históricas o realistas realizadas por los propios monjes.
Templo Wat Xieng Thong. No te puedes perder ningún templo, ni mucho menos el Wat Wisunalat , datado en 1513, porque además es una buena manera de conocer cómo viven los monjes budistas, vestidos con sus típicas túnicas naranjas, que permanecen tendidas en las casas mientras no van a la escuela o cantan sus oraciones en la entrada de los templos.
Tiendas, spas y mucho más En la calle principal , que va cambiando de nombre por tramos, desde Sakkarin pasando por Sisavangvong hasta Chao Fa Ngum, encuentras tiendas de artesanía autóctona, de esculturas, de pinturas con motivos budistas, de preciosos textiles que no hallas en otros lugares, de joyas originales y auténticas… Fíjate en los restaurantes de cocina asiática y occidental, decorados con un gusto exquisito, al estilo colonial en madera barnizada. Luego están los spas con un menú de tratamientos extensísimo para cubrir cualquier necesidad que se le pase por la cabeza a un occidental. Los hay con precios elevados, en ubicaciones con mucho encanto como el Spa by Burasari (del hotel boutique Burasari Heritage, burasariheritage.com), y más baratos en lugares más sencillos como el L’Hiscus Spa & Massage .
Paseando por el mercado diurno encontrarás puestos callejeros con pescado asado, entero o doblado, que puedes comer a la orilla del Mekong rodeada de laosianos que trabajan por la zona, en el puerto, conduciendo un tuk-tuk, en tiendas…
Luang Prabang en bicicleta Si alquilas una bicicleta, podrás recorrer toda la ciudad siguiendo un mapa urbano e ir un poco más allá a visitar otros templos o a inspeccionar villas como Namnuea , con un estanque privado y un spa. También podrás ver los mercados donde compran los locales, con sus frutas, verduras y carnes, además de bolsitas de champú y jabón líquido muy útiles para una viajera.
Alquilar una bicicleta es una excelente opción para recorrer Luang Prabang y los alrededores. Cruzando el puente viejo, disfrutarás de unas vistas espectaculares cuando te dirijas a los templos Phon Song y Pa Khaa , que se muestran elevados y brillantes en medio del follaje. De vuelta al centro, por la calle Phommatha, llama la atención el templo Wat Aham , otro de los bonitos santuarios que hay por Luang Prabang, con puestos de souvenirs en el camino de entrada.
El monte Phu Si Y desde ahí, animada por las figuras budistas que decoran el camino, puedes subir al monte Phu Si para visitar la estupa That Chomsi y los templos de Pa Huak y Tham Phu Si. Cuando llegues arriba del todo, prepárate para quedar extasiada por las vistas: un regalo de la naturaleza. ¡Cómo puede ser tan bello! Bajando por el lado derecho podrás conocer la cueva con las figuras sagradas y las escaleras con pasamanos de dragones dorados y plateados que abocan a la huella de Buda, una de las cuatro existentes en Laos.
Templo en el Palacio Real de Luang Prabang. Comprueba los horarios del museo del Palacio Real para acudir antes del atardecer, ya que en las terrazas del Mekong se contempla el ocaso como en ningún sitio, incluso mejor que desde el río, donde existe un tour en barco para ver este espectáculo de la naturaleza.
Por los alrededores de Luang Prabang En bici puedes llegar también hasta el templo de Mai Suwannaphumaham , cercano al mercado nocturno, un animado caos de vendedores de comida y turistas probando especialidades en grandes cuencos sin saber muy bien qué se están metiendo en la boca. Aunque, en general, no hay peligro, se trata de un bufé de distintos guisos de verdura con carnes o pescados y salsa con muy buena pinta. ¡Riquísimo todo!
A fin de conocer también los alrededores, contrata un tour en las agencias de viajes de la calle principal para ir a la cueva de Pack Ou y llévate una linterna para poder ver los cientos de figuras budistas que los peregrinos han ido depositando allá a lo largo de los siglos. Aunque nada como el sol para iluminar en la cueva de abajo un fascinante cúmulo de estatuillas y tablas grabadas a cincel. Este recorrido también suele incluir la cascada de Kuang Si , cuyo nacimiento es impresionante. Por la noche, puedes relajarte en la zona de marcha, en la animada calle Chao Sisuphon , que cuenta con bares que te gustarán.
Cascada Kuang Si, en los alrededores de Luang Prabang. Otra excursión atractiva por la zona es la de los establos de los elefantes , donde los turistas pueden observarlos, darles de comer unas bananitas e incluso montar en ellos para ir de expedición por el bosque. Ojo, que son capaces de despeñarte por comerse unas hierbas de las ramas de un árbol. De ahí, cruzas en barca por el río, viendo cómo los laosianos que pescan, se bañan, navegan, cultivan o descansan, te saludan mientras remas en kayak.
Haz parada en la alucinante e interminable cascada Tad Sae antes de seguir remando de vuelta. Resérvate un masaje, lo vas a necesitar, de verdad.
El río Nam Khan Para no volver al mercado y, de paso, darte el capricho en un restaurante al uso, puedes optar por el el bar-lounge-restaurante Utopia , a la orilla del Nam Khan. Probablemente el más bonito de este tipo en la ciudad, romántico, con sus colchonetas, hamacas y mesitas bajas orientadas hacia el río, sus buenos vinos, sus cócteles…
Si te atreves, pon el despertador a las 5.40 h para ver a la gente en fila ofreciéndoles comida a los monjes budistas, que para la población autóctona es tan simbólico como ganarse el cielo con su generosidad.
Cada mañana los monjes salen a pedir limosna y tiñen de naranja las calles de Luang Prabang. También te puede interesar:
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