Unos árboles frutales tuvieron la culpa del peculiar encuentro de Manuel de Falla y Che Guevara en un lugar que ha hechizado a indígenas, religiosos, revolucionarios y artistas. El misticismo manda en esta parte de Argentina que aún está por descubrir para el gran público. Os contamos los encantos de los que presume.
Estancia de Alta Gracia. © Kelu Robles Territorio de aborígenes comechingones y jesuitas españoles, las calles de Alta Gracia unieron al Che Guevara y a Manuel de Falla cuando buscaban curarse de sus afecciones respiratorias. En aquel momento, al joven ‘Ernestito’ no le interesaba fumar puros ni propagar la revolución y De Falla huía de una España en posguerra.
Estamos en el lugar con el aire más limpio de Argentina , o eso nos cuentan sus habitantes según llegamos a la ciudad. Lo repetirán como un mantra a lo largo de este viaje porque, entre otras cosas, cuando sopla el viento en el valle de Paravachasca —que significa bosques frondosos—, parece escucharse la música de los comechingones , los primeros pobladores de esta provincia. Cuesta creerlo, pero se les llama así porque se dice de ellos que comían piedras —¿qué os pensábais?—.
Monumento al Indio Comechingón en Alta Gracia. © Kelu Robles Los comechingones se establecieron aquí hace 2.500 años, hasta que los jesuitas españoles les sometieron a su religión y a sus modos de vida en el siglo XVI. Y con el mandato de unos y el trabajo de los otros, construyeron en el siglo XVII el monumento más impresionante de la ciudad: la Estancia Jesuítica , hoy rehabilitada como museo.
La Estancia de Alta Gracia forma parte, junto a la de Caroya, Jesús María, Santa Catalina, La Candelaria y Córdoba, del Camino de las Estancias. Sus 250 km de recorrido ofrece el pretexto ideal para conocer la cara más salvaje de la provincia.
La Estancia Jesuítica de Alta Gracia es Bien de Interés Cultural por la UNESCO. © Kelu Robles El encuentro entre Che Guevara y Manuel de Falla Los viajeros más voyeurs darán rienda suelta a su curiosidad expiatoria cuando se adentren en las Casas Museo del Che Guevara y de Manuel de Falla, que casualmente compartieron barrio en Alta Gracia. El Che llegó a la ciudad cuando era un niño de cuatro años que padecía asma. Sus padres creían que podría sanarse con esos aires tan puros de los que presumían sus habitantes. Así, Villa Nydia sería el hogar en el que viviría más tiempo, antes de saber que se convertiría, entre otras cosas, en un auténtico nómada.
Villa Nydia, la Casa Museo del Che Guevara © Turismo de Córdoba y su habitación cuando era niño. © K.R. En las habitaciones podremos encontrar objetos como una moto idéntica a la que llevó por Sudamérica, una Norton 500 apodada ‘La Poderosa’. También llama la atención la urna funeraria con las cenizas de Ariel Vidosa, un amigo de infancia del Che cuyo último deseo fue descansar en esta casa.
La llegada de Manuel de Falla a Alta Gracia Enfermo de tuberculosis y acompañado por su hermana, el compositor español Manuel de Falla eligió Alta Gracia como refugio en Argentina cuando huía de las secuelas de una Guerra Civil española que había acabado con la vida de su amigo Federico García Lorca. En el chalet de Los Espinillos encontraba reposo y, al igual que el Che, necesitaba esos aires tan pulcros para frenar su enfermedad pulmonar.
Allí podremos ver y hasta acariciar —que no tocar, tampoco nos pasemos— el piano que arrastraba al balcón para dar conciertos a sus vecinos.
Claudia Villarreal, guía en la Casa Museo Los Espinillos. © K.R. Nuestra guía en esta casa, Claudia Villarreal , se detiene un momento para confesarnos cómo fue aquel encuentro —o encontronazo— entre el ideólogo de la Revolución cubana y el creador de El amor brujo : “Es la anécdota estrella de la visita”, asegura Claudia, y matiza que, por aquel entonces (año 1946), Ernestito era un adolescente, pero Manuel de Falla se encontraba en los últimos momentos de su vida.
“Aquel señor era un viejito al que veníamos a robar fruta porque tenía muchos duraznos, naranjos y limoneros”, recordaba el Che, mientras De Falla le gritaba a él y a sus amigos “¡Llevaos los duraznos, pero no rompáis la planta!”
En El trino del diablo , la novela que escribió el amigo de la infancia del Che, Daniel Moyano, cuenta esta anécdota en la que un adolescente Che Guevara saltaba la valla del jardín de Manuel de Falla para robarle la fruta. Y así arranca el documental Manuel de Falla. Músico de dos mundos , del argentino José Luis Castiñeira.
La provincia, tierra de cóndores Si el reclamo cultural no te parece suficiente, debes saber que cuando el experto en cóndores Mario Frisina descubrió la naturaleza de la provincia de Córdoba, su vida cambió radicalmente. Lo dejó todo para irse a vivir junto a estas aves en el Valle de Traslasierra . Y eso que era un urbanita ‘de libro’, piloto de avioneta en Buenos Aires —su tierra natal—, donde dirigía una empresa de fumigaciones.
“Este valle tiene algo mágico”, repite mientras prepara unos trozos de carne para las aves carroñeras.
De talante afable, la historia de Mario —conocido en la zona como el Condorman — es célebre por haber salvado a este animal de la extinción en el valle de Traslasierra. Y lo demuestra según aparece en escena: los cóndores reconocen su voz, los alimenta sin domesticarlos, cura sus heridas y estudia su vuelo y sus comportamientos.
Mario Frisina, el ‘Condorman’ del Valle de Traslasierra. © Kelu Robles Cada año decenas de cóndores acuden al Parque Nacional Quebrada del Condorito para enseñar a volar a sus crías. Llegan a vivir 85 años, miden hasta tres metros de ala a ala y son las aves que vuelan más alto del mundo. Su poder sobrecogedor es innegable, y más teniendo en cuenta que en Europa no tenemos este animal.
El avistaje se puede realizar desde innumerables puntos de las sierras de Córdoba como Los Gigantes , pero plantearse una ruta de senderismo en el Parque Nacional Quebrada del Condorito es una experiencia inolvidable por su especial orografía rocosa.
Avistaje de aves en Los Gigantes. © Turismo de Córdoba Córdoba y sus estudiantes Más allá de Buenos Aires, de las Cataratas del Iguazú o del Perito Moreno, existe una Argentina deseando gritar ¡estoy aquí y también soy preciosa! A esa Argentina llegó el comendador español Jerónimo Luis de Cabrera hace casi 500 años para fundar Córdoba , la ciudad universitaria más importante del país, conocida como La Docta por esa misma razón. Es imprescindible explorar de arriba a abajo toda la ciudad, desde la Manzana Jesuítica a las casonas del barrio Nueva Córdoba o ‘la noche’ de Güemes .
Situada en el centro geográfico de Argentina, Córdoba es perfecta para volar en menos de dos horas a capitales sudamericanas como Asunción, Santiago de Chile o Buenos Aires.
Córdoba se encuentra a 35 km de Alta Gracia y es la capital de la provincia homónima. © Turismo de Córdoba Lejos del turismo de masas, descubrimos las particularidades de la personalidad cordobesa : ese acento, esa tonada —no pensarás que hablan igual que los bonaerenses—, su sentido del humor —cuánto sarcasmo hay en sus chistes— o el ritmo de sus cuartetos —no te librarás de bailar los éxitos de la Mona Jiménez—.
Por todas estas razones y por muchísimas más, los encantos de Alta Gracia y de toda la provincia de Córdoba nos han conquistado.
Avenida Hipólito Yrigoyen, en el barrio Nueva Córdoba, y barrio de Güemes, donde se concentra la vida nocturna cordobesa. © K.R. CONSEJOS ETHERIA Cómo llegar
Air Europa ofrece la forma más cómoda para ir desde España, con una frecuencia de cuatro vuelos semanales desde Madrid (hace parada en Asunción, Paraguay).
Dónde dormir
Sierras Hotel (en Alta Gracia) respeta la arquitectura original de inicios del siglo XX y está inspirado en un edificio inglés de Calcuta. Se trata de uno de los hoteles-casinos más antiguos del país.Hotel Y111 , en la avenida Hipólito Yrigoyen, se posiciona en el eje de la escena cultural cordobesa, en un edificio que era una antigua casona del año 1900.Hotel Costa Serrana . Es ideal para un viaje en familia. Cuenta con pequeños apartamentos donde se cuida hasta el último detalle. Sus directoras te harán sentir como en casa.
Dónde comer
Herencia Restó (Alta Gracia). Encontrarás una cocina franca donde el producto es el protagonista. Dirigido por el chef Roal Zuzulich, el lugar en el que se encuentra pone la guinda.El Papagayo . Es el restaurante de moda en Córdoba. No te pierdas su menú de diez pasos por unos 40 euros. En la pastelería El Nazareno de Mina Clavero la calidad de los alfajores marca la diferencia. Si vas en verano, aprovecha para disfrutar de las playas fluviales de esta localidad.
Más información
Web Oficial de Turismo de Córdoba.
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