Desde Blanes hasta Portbou, esta preciosa costa está repleta de pintorescas poblaciones que esconden pequeños tesoros. En este viaje por la Costa Brava con amigas te proponemos recorrer este abrupto y salvaje litoral para descubrir calas y playas de aguas cristalinas, algunas todavía vírgenes, resguardadas por pinares. Un planazo, no lo negarás.
Playa de Cadaqués. © Félix Lorenzo Actualizado abril 2021 Con una historia propia que se remonta en muchos casos a los asentamientos romanos, los pueblos de la Costa Brava fueron descubiertos por el turismo en los años 60, cuando Ava Gardner, Orson Welles o Elizabeth Taylor paseaban por sus caminos de ronda fascinados por la belleza del lugar. Si quieres desconectar, reconectar con la naturaleza y disfrutar de un merecido viaje a la Costa Brava con amigas no dejes de visitar estos pueblos.
Pueblos bonitos de la Costa Brava 1. Cadaqués Con una fachada marítima muy reconocible –con la iglesia de Santa María en lo alto– Cadaqués sigue siendo hoy en día el lugar en el que artistas de todo el mundo vienen en busca de inspiración, como hicieran en su día Lorca, Picasso, Magritte o Buñuel. Salvador Dalí se enamoró de este pueblo de casitas encaladas con toques de añil de tal manera que fijó su residencia durante años en Port Lligat , una de sus numerosas calas. Vale la pena visitar su casa-museo (previa reserva) y darse un paseo por la zona para descubrir la costa más árida y también de una belleza más salvaje –no te esperes calas de arena fina, aquí solo encontrarás guijarros y rocas–. El casco antiguo de Cadaqués es laberíntico, con cuestas, escaleras, desniveles y recovecos inesperados y muy pintorescos (no podrás dejar de hacer fotos para Instagram).
Cadaqués (Costa Brava). © Félix Lorenzo Fíjate en el suelo, especialmente en la calle del Call . Verás que todavía se conserva el «rastrell» original. Es un pavimento hecho con piedras moldeadas por el mar y colocadas en forma de espiga (ojo, ¡no apto para tacones!). Desde la iglesia obtendrás una de las mejores vistas sobre el pueblo, la bahía, Es Cucuruc (un islote en forma de cresta) e incluso del faro de cala Nans. La otra panorámica, la más conocida, con el pueblo de frente, se obtiene caminando por el paseo en dirección a Port Lligat. No te vayas de aquí sin haber probado las famosas anchoas de Cadaqués ni sus «taps», unos bizcochos en forma de tapón de cava.
Pintoresco pueblo de Cadaqués. © Félix Lorenzo 2. Port de la Selva Descubierto en los años 20 por un grupo de intelectuales, este precioso pueblecito del Alto Ampurdán está enclavado en el Parque Natural del Cap de Creus . Y a pesar del aumento del turismo desde finales de los años 50 ha logrado mantener intacta su esencia. De gran tradición pesquera, su puerto natural formado por una bahía queda resguardado de los fuertes soplos de la Tramuntana. Las barquitas de colores y las casitas blancas construidas en hilera mirando al mar aportan los ingredientes necesarios para un pueblo de postal.
Monasterio benedictino de Sant Pere de Rodes. ©Pixabay Para zambullirse de lleno en la belleza abrupta del litoral en este viaje a la Costa Brava con amigas se puede recorrer el camino de ronda , que bordea la costa. Hay una ruta que parte de cala Tamariua en dirección a cala Fornells pasando por cala Cativa y Cap Mitjà. Una opción más llana consiste en caminar en dirección a Llançà para contemplar las últimas estribaciones de los Pirineos sobre el mar desde el faro de s’Arenella. Para admirar el pueblo desde lo alto (y todo el Cap de Creus) vale la pena acercarse hasta el imponente monasterio benedictino de Sant Pere de Rodes . Del siglo X, es el máximo exponente del arte románico en las comarcas gerundenses.
Vista aérea de cala de Aiguablava, en Begur. © Félix Lorenzo 3. Begur Situado en el corazón del Bajo Ampurdán, el pueblo de Begur destaca por su precioso casco antiguo totalmente peatonal (hay un aparcamiento a la entrada del pueblo). Aquí no faltan ni el castillo medieval ni las casas de los indianos (edificios coloniales construidos por los begurenses que fueron a ‘hacer las Américas’). También posee unas torres de defensa del siglo XVI que se construyeron para protegerse de los piratas; una iglesia gótica dedicada a San Pedro; y otros edificios históricos como el Casino Cultural, todo ello esponjado por acogedoras placitas.
Muy cerca queda Esclanyà , un tranquilo y encantador núcleo románico que también merece una visita. Las ocho playas y calas de Begur las encontrarás a tan solo unos minutos del casco antiguo. Una de las más bonitas es Aiguablava , aunque en temporada alta conviene ir temprano porque el aparcamiento se llena enseguida. Si eres amante del naturismo preferirás la cala Illa Roja (Isla Roja) que debe su nombre a la gran roca rojiza que preside la playita.
Tossa de Mar. © Félix Lorenzo 4. Tossa de Mar Declarado monumento histórico-artístico nacional, el recinto amurallado de la Vila Vella al borde del mar es el emblema más reconocible del municipio. Esta pequeña población se hizo famosa en los años 50 gracias a Ava Gardner. Aquí vivió un apasionado romance con el torero Mario Cabré mientras rodaban la película ‘Pandora y el holandés errante’. La actriz dejó tal huella que todavía hoy se pueden encontrar alusiones a su estancia, como fotos suyas en las pastelerías o la estatua a tamaño natural que se encuentra de camino al faro.
Sentirás el mismo enamoramiento que la actriz cuando te pasees por las empinadas callecitas adoquinadas que suben hasta donde antiguamente estaba el castillo y que es un excelente mirador. Después te puedes dar un chapuzón en la pequeña playa d’es Codolar . Antes de seguir paseando, ya fuera de las murallas, por el tradicional barrio de pescadores de sa Roqueta o por el paseo de la playa Gran hasta la Mar Menuda para tomar la famosa foto de las murallas y la playa.
Playa de Tossa de Mar (Costa Brava). © Félix Lorenzo 5. Calella de Palafrugell Hay que reconocer que el pueblo es bastante pequeño, pero eso sí, no hay ni un solo rincón que no desprenda magia. A estas alturas quizá ya estás saturada de tantas calas, casitas blancas y barquitas en la orilla, pero algo tendrá Port Bo , el barrio del puerto de Calella, para haber sido declarado Patrimonio Cultural de Importancia Nacional. Es aquí donde cada primer fin de semana de julio tiene lugar la conocida cantada de habaneras , con los emblemáticos edificios porticados de fondo.
Playa de Calella de Palafrugell. © Félix Lorenzo Siguiendo la costa por el camino de ronda es desde donde se aprecia mejor la belleza de Calella. Además de comer un buen arroz con vistas al mar, vale la pena acercarse hasta el jardín botánico de Cap Roig , con más de mil especies vegetales mediterráneas. Uno de los símbolos de este espacio es el castillo construido con la piedra ferruginosa de la zona. Es el escenario del Festival de Cap Roig, el mayor acontecimiento musical del año en la Costa Brava.
Calella de Palafrugel. © Félix Lorenzo 6. Sant Martí d’Empúries Aunque hoy en día forme parte de l’Escala , Sant Martí es su núcleo originario. Sorprende gratamente que su entramado medieval se haya conservado prácticamente intacto, así como los escudos y los símbolos nobiliarios que siguen presentes en las fachadas de piedra de sus casas. Verás los restos del castillo –en él se inspiró Víctor Mora, el creador del Capitán Trueno– y enfrente la Casa Forestal, la única de estilo modernista de la zona.
Después de visitar Sant Martí, puedes ir dando un paseo hasta L’Escala a lo largo del paseo de Empúries, una ruta que no puede faltar en una escapada a la Costa Brava con amigas. En tan solo dos kilómetros descubrirás playas, pasarás junto al yacimiento grecorromano de Empúries y te podrás dar un chapuzón en el antiguo Moll Grec (muelle griego) del que se conserva parte de la muralla original. No te pierdas el mirador de las cuevas, entre las playas de Portitxol y el Rec del Molí, desde donde podrás admirar la bahía de Roses, el litoral de Empúries y l’Escala.
Yacimiento grecorromano de Empúries. © Pixabay También te puede interesar:
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