Hace más de un siglo, 200 kilómetros de litoral gerundense fueron bautizados como Costa Brava. El escritor Josep Pla prefería llamarla Costa del Coral. Y el pintor Marc Chagall la tituló Paradis Bleu . Después de conocer sus bondades y de recorrer Tossa de Mar y alrededores, tú podrás apodarla como consideres más adecuado. Eso sí, previamente conocerás algunos escándalos de cine que te sorprenderán. Vista nocturna del castillo de Tossa de Mar. © Pedro Grifol En un artículo del periodista y poeta Ferrán Agulló, publicado en La Veu de Catalunya hace más de un siglo, apareció por primera vez el término Costa Brava ; aunque la ‘gente fina’ de la Cataluña decimonónica la llamaban la Costa Griega … quizá por el rompeolas griego de Ampurias que aun hoy en día permanece imbatible frente al Mediterráneo.
En el muelle griego de Ampurias desembarcó el relevista que portaba la antorcha olímpica destinada a alumbrar los Juegos Olímpicos de Barcelona’ 92.
El escritor Josep Pla dice en su guía: «Yo no sé si la Costa Brava de hoy es mejor o peor que la que conocimos y vivimos hace solamente unos años. Lo que digo es que se han llevado a cabo algunas cosas de gran categoría que hacen un auténtico honor a su paisaje. Otras, no han sido tan afortunadas. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados para desvirtuarla, la Costa Brava, si se sabe mirar con ojos de autenticidad, conserva toda su gran belleza y todo su incentivo de fascinación intacto «. Estas palabras, transcurridos los tres últimos meses, siguen vigentes; claro que, en este caso, la mano del hombre no ha sido la culpable.
Calles de Tossa de Mar. © P. Grifol La Costa Brava, deseada desde la antigüedad Desde Blanes –el primer pueblo que marca el límite entre las provincias de Barcelona y Gerona, y considerado como inicio de la Costa Brava–, hasta la aislada y ventosa Cala de las Ratas (peculiar nombre para un recodo de roca y arena semioculto entre Port Bou y la frontera francesa) se extienden poco más de 200 kilómetros de accidentado litoral que recibió en la Antigüedad a todas las culturas mediterráneas imaginables. Los fenicios se establecieron sobre poblados íberos; los griegos construyeron puertos, en los que posteriormente desembarcaron los romanos; y en el Medievo, piratas internacionales esquilmaron gran parte del coral de su fondo marino , al que hoy en día sólo algunos duchos buceadores tienen el privilegio de ver en el fondo marino de las Islas Medas.
De ese período medieval datan la mayoría de las fortalezas erigidas en los peñones de la costa, que infringen carácter y pintoresquismo al litoral. Entre ellos, destaca por su magnificencia el castillo de la villa marinera de Tossa de Mar , de almenadas murallas y robustas torres.
Escultura de Ava Gardner, de Ció Abellí en Tossa de Mar. © P. Grifol Escándalos en la Costa Brava Tossa es uno de los lugares más atractivos de la Costa Brava que merece la pena conocer, y, también, uno de los pueblos costeros que más aparece en el cine . Liz Taylor, Kirk Douglas, Katharine Hepburn, Yul Brynner… tuvieron sus momentos de fama por estos lares. Pero, sin duda alguna, el rodaje más mitificado de la Costa Brava fue en 1950, durante el rodaje de la película ‘Pandora y el holandés errante ’, cuando Frank Sinatra, celoso de la relación que se rumoreaba que había surgido entre Ava Gardner (su pareja al momento) y el torero Mario Cabré, se presentó en Tossa de Mar protagonizando uno de los escándalos más sonados de la farándula cinematográfica de aquellos momentos. De aquellos tiempos, que marcaron el desarrollo turístico de Tossa de Mar, queda una escultura de bronce que representa a la ‘Ava-Pandora’ de la película, que contempla el mar desde lo alto de la Vila Vella.
‘Pandora y el holandés errante’ filmado en Tossa de Mar. Qué hacer en Tossa de Mar Algo ha cambiado en Tossa desde que Pandora pasara por allí; pero, a decir verdad, la caja de los truenos no se desató en exceso, porque los tossenses nunca se quejaron de los veraneantes que, el año pasado, se elevaron a más de 20.000 almas (ligeras de ropa), en una población que en invierno no sobrepasa los 4.000 residentes.
En 1935, se inauguró en Tossa de Mar el primer museo español de arte contemporáneo, con obras de pintores extranjeros como Chagall y Kars, y de lugareños como Créixams y Domingo.
Playa Grande vista desde el castillo. © P. Grifol Probablemente la Playa Grande se quede un poco pequeña cuando en verano se toman medidas pandémicas… Se prohíbe que haya vendedores ambulantes que interrumpan los besos al sol; y tampoco habrá ingenios motorizados en el agua que atemoricen a los bañistas. Sólo de noche despegarán algunas luciérnagas (a pilas) venidas de China, que sobrevolarán las terrazas del paseo marítimo.
Castillo de Tossa de Mar. © P. Grifol El castillo de Tossa de Mar Tossa de Mar tiene un espléndido castillo , y rondar por él es mucho más seguro que hace cincuenta años ¡y muchísimo más que en la Edad Media! Es un fiel ejemplo de fortaleza medieval construida a pie de playa para defender la pequeña rada y su población pesquera. Ejemplarmente reconstruido (con barandillas en las escaleras), se puede recorrer en todo su perímetro sin riesgo de caer al foso. Mantiene en su interior el trazado original de callejuelas empedradas, con casas de piedra y argamasa adosadas a la muralla y transformadas hoy en día en viviendas de lujo –algunas destinadas al alquiler para verano– que dan un peculiar carácter a la Villa Vieja .
Calle del casco histórico de Tossa de Mar. © P. Grifol Desde lo alto de la torre dominante, el paisaje no puede ser más inspirador, el ‘paraíso azul’ que decía Chagall. Los pinos aferrados sobre afiladas rocas parecen precipitarse al mar, el mar limpio y azul. El mismo mar, los mismos pinos y las mismas rocas que probablemente veían los piratas de otros tiempos. Bajo el promontorio aparece la playa de Es Codolar , el antiguo puerto pesquero de Tossa , donde aun hoy en día duermen algunas barquitas que salen a faenar de noche.
Cala Es Codolar, en Tossa de Mar. © P. Grifol Cuando abandonemos el recinto amurallado por el patio de Armas y atravesemos el arco dovelado junto a la torre de las Horas , nos encontraremos de lleno en las calles del pueblo.
Tossa de Mar y los tossenses Y, como si el tiempo se hubiera detenido por arte de magia, calle Portal abajo… nos volvemos a encontrar con los tossenses de siempre: Carlus , continuador de la sapiencia culinaria que nos ilustra sobre la cocina de ‘mar y montaña’; Manel , el artesano que lleva más de medio siglo tallando los alegóricos conjuntos escultóricos que decoran la iglesia del pueblo; Serrabona , el artista que puede pintar de memoria la Tossa más bella; Tonet , el hotelero; Joan , el galerista… o alguien que nos para y nos ilustra sobre quién fue la doble de Ava Gardner en ‘Pandora’.
Tossa de Mar, en la genuina Costa Brava, no ha cambiado tanto. El poeta Pla tenía razón.
‘Mar i muntanya’ de Can Carlus. © P. Grifol Mar y montaña, un legado culinario El binomio presente a lo largo de todo el litoral gerundense son las calas y los acantilados, las playas y los bosques… el mar y la montaña. De ahí surge la genialidad de mezclar carne y pescado, una combinación que ha dado como resultado uno de los platos más singulares de la cocina catalana: mar i muntanya . Cada pueblo de la costa tiene su peculiaridad; la de Tossa es ‘pollo con cigalas’. «Cada vez que sale de la cocina esta surrealista combinación, los ángeles salen con trompetas», en palabras del restaurador Carlus, de Can Carlus .
Cala Giverola, en Costa Brava. © P. Grifol La carretera de los días del año «El tramo de carretera entre Sant Feliu de Guixols y Tossa de Mar tiene tantas curvas como días tiene el año», de nuevo en palabras de Pla. Es sinuosa y larga, pero hay que tomárselo con calma y parar en sus miradores . Desde arriba se contemplan panorámicas imponentes y se adivina el rosario de calas entre los acantilados. Desde abajo, podemos ir a pie o en barca para descubrir las calas semiocultas y las grutas escondidas entre rocas, como la cueva de Cala Bona y la cueva D’es Bergantí.
Cueva de cala Bona. © P. Grifol Desde Tossa podemos caminar hasta Cala Pola por entre pinares, darnos un chapuzón y seguir en barca hasta Cala Giverola , una playa ancha y cerrada entre montañas que merece otro baño.
Guía exprés Costa Brava | Etheria Magazine Cómo llegar Por carretera: a 38 km de Gerona y a 95 km de Barcelona.
Dónde dormir En Tossa abundan los hoteles de una estrella y las pensiones, así que lo mejor es que realicemos la inspección ‘in situ’ o consultar la oferta de alojamientos en algún buscador de hoteles. Algunos ejemplos seleccionados son:
• Hotel Rovira . Fundado en 1947 y con más superficie que un campo de fútbol, aguanta crisis y remodelaciones para adaptarse a los nuevos tiempos. Conserva su súper kitch bar de estalactitas , que ya le hubiera gustado al pintor Barceló imitar para su cúpula esférica del Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra. Un emparrado con más de 50 años de vida proporciona la temperatura ideal en el comedor.
Es un hotel familiar, con niños y mascotas, a pesar que la sala para el desayuno está decorada con una peculiar colección de grabados eróticos decimonónicos, pero que a juzgar por lo que dice Montserrat, su actual propietaria, tienen mucho éxito entre la clientela.
Hotel Diana, en Tossa de Mar. © P. Grifol • Hotel Diana . Ubicado en la Casa Sans, es la construcción más representativa de las casas de los indianos. De estilo claramente colonial conserva sus vidrieras modernistas y parte de su mobiliario original. Sus dos grandes palmeras han sido motivo de inspiración para cientos de cuadros de los ‘pintores de postal’ de la villa. Si quieres reservar la suite para este verano tienes que darte prisa. Toda una experiencia frente al mar.
• Gran Hotel Reymar & Spa . Es uno de los ‘cuatro estrellas’ de Tossa mejor situado, ya que está construido sobre la playa de Mar Menuda. Todas sus habitaciones dan al mar. Precios acordes con sus prestaciones, aunque varían cada semana de verano.
Playa de Mar Menuda, en Tossa de Mar. © P. Grifol Más información de la Costa Brava Oficina de Turismo de Tossa de Mar .
Costa Brava .
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