Persia sigue viva. El gran imperio que fue en la Antigüedad mantiene su esencia en Irán, un lugar que sorprende desde el primer minuto. Aquí, nada es como esperas y cualquier visita supera las expectativas. En este artículo te contamos qué ver en Irán para que la sonrisa de este pueblo se quede en tu memoria para siempre.
Palacio de Golestan, en Teherán. El corazón de Oriente Medio que es el actual Irán está bellamente marcado por las huellas de un crisol de pueblos indoeuropeos de raíces nómadas. Una nación con fragmentos del paraíso que en Etheria Magazine exploramos a través de la más distintiva seña de identidad persa, la sonrisa hospitalaria de sus gentes. Te contamos todo lo que tienes que ver en Irán.
Teherán, mirando a las montañas Al llegar a Teherán sentirás una sensación revitalizante por la agradable temperatura que las montañas Elburz, al pie de las que se asienta, confieren a la capital iraní. Es cosmopolita y animada aunque no tenga el esplendor de otras míticas ciudades iraníes. Su bazar te atrapará, es el más grande del mundo, como una pequeña ciudad dentro de la urbe. Por mucho que te guste el Gran Bazar , acércate al palacio del Golestán , en el corazón histórico de la ciudad. Desde sus bellas fachadas con azulejos de motivos florales y animales accede a interiores eclécticos entre oriente y occidente, reflejo de las conexiones del imperio safávida.
Esta ciudad de más de 9 millones de iraníes se abarca desde la Torre Milad donde, en su terraza de observación 360º y a 435 metros, tendrás las montañas en la mano y la ciudad a tus pies (es el edificio más alto del país y una de las torres de comunicación más elevadas del mundo). El Museo Nacional de Irán , a pesar de sus humildes instalaciones, te fascinará con su gran colección formada por notables piezas con las que inicias un viaje por la larga historia de Persia como buen aperitivo de la diversidad cultural que te espera.
Mezquita de Shah, en Isfahan. Isfahan, los azules más hermosos del mundo Es como colarte en un sueño oriental, la auténtica joya de Irán está llena de color. Isfahan es un oasis junto a los montes Zagros en el camino de la ruta de la Seda, asegurando la comunicación con el Golfo Pérsico. Su corazón es Naghsh-i Jahan , una de las mayores plazas del mundo. También conocida como plaza del Imán, fue diseñada por la dinastía safávida para impresionar con sus 510 metros de longitud. Rodeada de arcos simétricos, es la muestra perfecta de la arquitectura islámica iraní.
La puerta de acceso al bazar imperial es lo más animado, aunque la mirada se va hacia la imponente mezquita del Imán , con su gran cúpula decorada con mosaicos de azulejos vidriados en siete colores y caligrafía islámica. Al este de la plaza, la mezquita del jeque Lotf Allah es inconfundible por la belleza del intenso azul de sus azulejos y sus mármoles amarillos. No posee minarete ni patio, no eran necesarios pues era exclusiva de la familia real.
Asómate a la plaza desde la gran terraza de madera del palacio Ali Qapu , la residencia real, y contempla al atardecer el ambiente familiar de ‘picnic al aire libre’ de la plaza. A esas horas, el ambiente más amistoso se concentra también en los once puentes de Isfahán sobre el río Zayandeh. Los más hermosos son Babaroknoddin y Si-o-se Pol donde, entre sus varios niveles, se reúnen grupos y parejas haciendo que la alegría sea contagiosa alrededor de una canción surgida espontáneamente o de una animada conversación.
Catedral de Isfahan. El refugio armenio, catedral Isfahan El barrio de Jolfa es de los más antiguos de Isfahán, y el más característico porque sobre sus tejados surge una catedral, la de Vank o San Salvador. Construida con materiales humildes como el adobe y el ladrillo, que no te engañe con su sencillo exterior o con su cúpula, que imita a las de las mezquitas iraníes.
Es una de las primeras iglesias levantadas por los armenios deportados en el siglo XVII, y su interior es una locura pictórica, ya que está cubierto por impresionantes frescos que reflejan escenas bíblicas. Si entras a su museo, sentirás el espíritu viajero que impulsó la diáspora armenia a través de los más de 700 manuscritos que guarda remontándose hasta el medievo. Incluso verás la prensa con la que se elaboró el primer libro impreso en Irán.
Mezquita de Jame, en Yazd. Yazd, zafiro en la Ruta de la seda Los encantos de la Persia más antigua están en las callejuelas intrincadas de Yazd. Un alto en pleno desierto donde las viviendas de adobe componen un laberinto urbano de los más antiguos del mundo, que ha sobrevivido a los cambios destructores de lo antiguo situándola en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Disfrútala alojándote en alguno de los hoteles instalados en antiguas viviendas como el hotel museo Fahadan , de mercaderes de alfombras. Es una ciudad viva, ubicada entre los desiertos Kavir y Lut, como demuestran sus torres de ventilación , el primer aire acondicionado natural del mundo basado en la circulación del aire, y sus jardines hundidos, porque se sitúan bajo el nivel de tierra para mantener la humedad.
Pero lo más sobresaliente apenas se ve: el intrincado sistema de canales subterráneos o qanats que aportan el agua a la ciudad. Más admirados son los esbeltos minaretes de la mezquita Yameh , los más altos de Irán. La bellísima fachada de azulejos azules de hace 800 años, una de las más antiguas del país, lleva a unos interiores de exquisitas decoraciones e intrincadas caligrafías. Imagínate qué sentían las gentes del desierto al divisar este bello faro en medio de la aridez. No dejes de visitar la cercana biblioteca Vasiri y admirar su gran colección de libros del Corán manuscritos.
Torres del Silencio de Yazd. Silencio, se adora al fuego: el zoroastrismo Una de las religiones más antiguas de la humanidad, el zoroastrismo, tuvo una gran acogida entre las tribus de Irán. Gran parte de su éxito se basó en su tolerancia para coexistir con otras religiones. Se expandió desde Irán hacia Armenia, India e incluso llegó al norte de China gracias a la Ruta de la Seda. Sus seguidores creen en la condición divina del fuego como un aspecto esencial. Lo comprobarás en el templo Atashkadeh en Yazd, que reúne su carácter sagrado alrededor de una llama que arde desde el siglo V. Rodeado de árboles frutales, el edificio construido en el siglo pasado es el lugar sagrado más importante para los iraníes seguidores de las enseñanzas del profeta iraní Zoroastro, más conocido como Zarathustra.
Sobre su fachada principal, la imagen de la divinidad Ahura Mazda acoge una religión cuyo origen proviene de los pueblos indoarios. Los persas también ascendían a las montañas más altas del lugar, donde se encuentran las Torres del Silencio , para ofrecer el cuerpo de los difuntos al cielo exponiendo sus cuerpos al sol. Junto a los cerros, a las afueras de Yazd, se ven las dependencias donde los familiares del difunto permanecían en silencio hasta que el cuerpo, con su descomposición, entraba en la eternidad.
Detalle en Persépolis. Persépolis, la huella legendaria Atravesando el desierto, en el camino a Shiraz, sobrelevada sobre una meseta, surge Persépolis . Incluso en ruinas apunta la belleza exultante de la antigua capital palaciega de Persia. La mítica Puerta de las Naciones , por la que se accede, destaca el esfuerzo unificador de su constructor. El emperador Darío I quería transferir a su ciudad la impronta de un imperio que acogía la diversidad. Todas las provincias y pueblos que habitaban Irán contribuyeron a su construcción, de ahí la combinación tan singular de arquitectura y decoración que dio lugar al exclusivo estilo persa. A la entrada, aprovecha las gafas en 3D que te ofrecen para admirar la ciudad en todo su esplendor.
Busca en los grandes pilares los grafitis que dejaron los primeros viajeros occidentales que llegaron a la antigua capital aqueménida. Su ruina comenzó con la conquista de Alejandro Magno cuando apenas habían pasado dos siglos desde que se iniciara la construcción de esta remota capital ceremonial a donde acudía la familia real con la llegada de la primavera.
Jardines de Eram, en Shiraz. Irán, donde se inventaron los jardines Siempre que puedas en tu viaje por Irán busca un jardín. Cuando en su interior disfrutes del sonido del agua y la serenidad de sus diseños estarás más cerca del paraíso. Su parecido con el edén ha sido buscado a través de los diseños de pabellones, plantaciones vegetales, estanques y las sensaciones que provocan desde hace 6.000 años. Comprenderás la magia del tradicional aire acondicionado persa al recorrer el jardín Dolat Abad , en Yazd, y ver la rotunda torre que se levanta sobre su pabellón.
Sentirás tocar el cielo al recorrer el jardín de Eram , en Shiraz, porque es lo que su nombre literalmente significa desde hace un milenio cuando se trazó albergando una variedad inmensa de rosas, pinos y cedros que alcanzan dimensiones colosales. El jardín Bagh-e-Fin , en la ciudad de Kashan, es una magnífica muestra de cómo hasta la vegetación es empleada para iluminar adecuadamente los pasajes al aire libre y a la vez sentir la sombra y la frescura, evocando el estado de hallarse en un verdadero oasis. Los primeros habitantes iraníes también lo debían saber pues en Kashan se descubrió el primer asentamiento prehistórico del país.
Mezquita de Nasir al-Mulk, en Shiraz. Shiraz, tiempo de rosas y vino Desearás llegar a Shiraz solo por atravesar la puerta del Qur’an porque pasar bajo ella aporta buena suerte viajera. Pero también por seguir las callejuelas de su zona antigua hasta encontrar la mezquita Nasir-ol-Molk , la más popular, conocida como la mezquita rosa. Se lo debe al color rosado de sus azulejos, aunque alberga todos los colores gracias a los cristales que decoran su fachada y que despliegan toda una magia colorista hacia el interior a medida que el sol avanza hacia el mediodía. Que la ciudad de Shiraz haya dado nombre a una variedad de viña no es extraño pues la viticultura en la planicie fértil, junto a los montes Zagros donde se ubica, ha formado parte de su historia.
También es afamada su producción de flores, sobre todo rosas, y es uno de los mejores lugares donde comprar una alfombra persa. Dedica tiempo a informarte y, sobre todo, a conocer todos los estilos que los pueblos iraníes siguen elaborando con este arte manual, como las alfombras a doble cara y de seda tejidas por el clan nómada de los Qashqai. Antes de partir, llévate las palabras más hermosas en la tumba del poeta Hafez , un poeta sufí y cortesano que amó la vida en Shiraz y cuyos poemas declaman sus seguidores en su tumba.
Tumba de Ciro el Grande. Pasargada. Donde comenzó la civilización persa, Pasargada Intuirás el esplendor de la primera huella de la civilización persa al ver los restos del conjunto palaciego de Pasargada, el lugar donde comenzó a gobernarse el primer imperio persa. Hace 2.500 años abarcó la meseta central iraní y se extendió por la mítica Mesopotamia, hoy parte de Irak y Siria, hasta Asia. Fue la residencia de Ciro el Grande, el que fuera rey de los cuatro extremos de la Tierra.
Su fama de ser tolerante con los pueblos sometidos quedo reflejada en una pieza arqueológica excepcional, el Cilindro de Ciro , donde se leen las medidas políticas grabadas sobre una pieza de arcilla que se encuentra en el Museo Británico de Londres. No solo fue el primer intento de gobernar una sociedad sino la primera declaración de derechos humanos que se conoce. Ahora entenderás por qué la tumba de Ciro el Grande, situada en su antigua capital, con sus grandes piedras y su sencilla apariencia, solo puede acoger el respeto a un gran hombre capaz de concebir el primer gran imperio persa.
Santuario de Fátima Masumeh, en Qom. Qom, la ciudad santa alrededor de una mujer Las mujeres viajeras en Irán han de cubrir su cabello, así como llevar ropa poco ajustada que cubra brazos y piernas. Te acostumbrarás pues no es una norma estricta y verás que la actitud relajada es común entre las iraníes más jóvenes. Asimismo, es posible entrar en la mayoría de lugares sagrados como las mezquitas. Por ello, nada mejor que aprovechar la veneración que provoca la ciudad de Qom para conocer un poco más sobre la ciudad santa del islam chiita. Es uno de los lugares de mayor peregrinación del mundo y el lugar donde está el sepulcro de Fátima-al-Masuma , hija del séptimo imán de los chiitas.
En la mezquita Azam podrás acercarte al sepulcro de esta humilde mujer, pero no entrar salvo que profeses la fe del Islam. Estarás cerca de la mujer que desde Medina, en Arabia, hizo un largo viaje junto a una caravana hasta llegar a Irán para estar cerca de su hermano, el octavo imán chiita, pero enfermó en las proximidades de Qom y fue enterrada donde estuvo el jardín de Babolan. El lugar, para aquellos que no pueden peregrinar hasta Meca, es también aceptado como una de las ocho puertas del paraíso a las que un musulmán debe peregrinar al menos una vez en su vida.
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