La cuna de los mejores rosados del mundo ofrece la excusa perfecta para disfrutar de una relajante escapada rural con amigas. Y si necesitas un pretexto para irte de vinos por el valle del Pisuerga, en Etheria Magazine te damos diez.
Ruta del Vino Cigales. © Kelu Robles La Ruta del vino Cigales rescata la faceta más hedonista de la Castilla imperial: la de sus imponentes castillos, su contundente gastronomía y el mejor vino (además, el que se elabora hoy en día es mucho mejor que el de entonces).
1. Un ‘chin chin’ real Los Reyes Católicos transformaron el devenir de la meseta a través de grandes hazañas históricas, pero también gracias a pequeños gestos de su intimidad conyugal. Brindar con un vino de Cigales, como hicieron Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, fue un hecho determinante para el futuro de estas tierras.
Hoy, la cultura del vino representa una de las potencias económicas y culturales más importantes del valle del Pisuerga , superando crisis tan profundas como la de la temida filoxera , un parásito que arrasó gran parte de las viñas españolas en el siglo XIX.
Claretes y rosados —algunos bodegueros defienden que son lo mismo— traducen la personalidad recia de las frías tierras castellanas, cualidad que contribuye precisamente a la calidad de sus vinos.
El castillo de Fuensaldaña se encuentra a diez kilómetros de Valladolid. © Ruta del Vino Cigales 2. Este castillo vale por mil Seguir los pasos de los Reyes Católicos por la provincia de Valladolid nos llevará a Fuensaldaña , donde se encuentra el castillo en el que el matrimonio real pasó su luna de miel. La fortificación ha servido para diversos usos palaciegos desde que fue el hogar de los Vivero y la sede de las Cortes de Castilla y León hasta el año 2007. Su interior se ha convertido en un gran centro de interpretación donde todo tipo de artificios audiovisuales repasan las peculiaridades de los distintos castillos medievales que hay en España. De ahí que lo llamen ‘el castillo de castillos’ .
Exterior del Castillo Encantado, en Trigueros del Valle. ©KR 3. Aquí vive un fantasma (o más de uno) Poco queda de la familia de los Robres y Guevara en el Castillo Encantado más célebre de Castilla y León. La fantasía se ha apoderado de Trigueros del Valle desde que las manos del atrezzista Juan Villa , conocido por sus trabajos escultóricos en el programa de televisión Cuarto Milenio, lo convirtieran en un sueño fantasmagórico de dragones, pasadizos ocultos, seres mitológicos y Goblins , los ayudantes más famosos de la fortaleza. La experiencia en el interior es de lo más divertida y resulta especialmente atractiva para los más pequeños de la casa.
Una de las estancias del Castillo Encantado. ©KR Sólo quien descubra su chirriante pasadizo secreto, podrá ascender hasta el torreón del Castillo Encantado.
Aunque las bisagras de la Casa del Valle (www.lacasadelvalle.com) estén lo suficientemente lubricadas como para no emitir ruidos sospechosos durante la noche, las viajeras amantes del misterio agradecerán la existencia de este alojamiento rural tan próximo al Castillo Encantado.
4. Bodegas de hace trescientos años Pequeñas zarceras —así se llaman los respiraderos de las bodegas— brotan como setas en el horizonte de Fuente Peral , un antiguo conjunto de doscientas bodegas subterráneas. Aquí no vive nadie. Quien llega, lo hace porque el mundo del vino le ha traído. La Oficina de Turismo de Cigales y alojamientos como Concejo Hospedería (concejohospederia.com) organizan visitas guiadas para mostrar cómo se producía el vino Cigales hace trescientos años.
Aprender qué son la sisa, el lagar y para qué sirve el tronco de olmo que atraviesa el interior de una bodega, te hará demostrar de una vez por todas que eres experta en la producción de vino.
Bodegas de Cubillas de Santa Marta. ©KR La era industrial también está presente en la ruta en la Bodega Cooperativa Cigales , creada en el año 1957. Su enóloga María José García explica con fervor a los visitantes los placeres de la elaboración del vino, sin ignorar sus grandes peligros. La inhalación del tufo , es decir, el dióxido de carbono que genera la fermentación del mosto, es un gas inodoro cuya inhalación ha provocado múltiples accidentes mortales en la historia de la producción del vino. María José porta un pequeño aparato que comienza a pitar estrepitosamente durante la visita —milagrosamente, no se trata de un teléfono móvil—. Este aparato, el oxímetro , detecta si los niveles de dióxido de carbono son peligrosos, un papel protector que antiguamente ejercían los gatos.
Los felinos supervisaban el interior de las bodegas y, si huían rápidamente hacia el exterior, todo indicaba que existía una peligrosa acumulación de tufo.
Sobre los Cortados del Pisuerga, en San Martín de Valvení, se puede observar el Canal de Castilla. ©KR 5. Vino y senderismo, ¿por qué no? Entre los meandros del río Pisuerga, el Cerrato y los Montes Torozos , la Ruta del Vino Cigales se abre camino por dos mil hectáreas de viñedos e inmensos páramos en los que trabajan treinta y cuatro bodegas. Dieciséis de ellas organizan recorridos y catas de vinos D.O. Cigales donde descubriremos marcas como Sinfo , Burro Loco o Quelías Rosado 2018 , que obtuvo el galardón al mejor rosado en el último Concours Mondial de Bruxelles. Las Bodegas Concejo (concejobodegas.com) organizan rutas enoturísticas entre sus viñas que dinamizan la vida cultural de pequeñas poblaciones como Valoria la Buena .
Imagínate sobre el Pico del Águila y al filo de los Cortados del Pisuerga mientras disfrutas de un vino Cigales.
Panorámica desde el Pico del Águila, en Valladolid. ©KR Las vías GR (de Gran Recorrido) despiertan gran interés entre los amantes del vino y el cicloturismo. Tanto es así, que los noventa y tres kilómetros que recorren el GR-296 son conocidos como ‘Los Senderos del Clarete’ .
6. Apicultora por un día Al entrar en el Aula de las Abejas del Cerrato de Valoria la Buena, en Valladolid, se puede leer: “La mujer, la miel y el gato, del Cerrato”. El refrán viene a recordarnos que sus abejas producen históricamente una de las mieles mejor valoradas del territorio. El aula ofrece la posibilidad de convertirnos en apicultoras por un día —incluso vistiendo el traje profesional—, para observar de cerca cómo viven y trabajan sus pequeños antófilos. ¿Sabías que se comunican bailando? Una cata de mieles de tomillo, salvia, espliego, romero, lavanda, alcornoque, encina o roble pondrá la nota final de dulzor entre tanto vino de Cigales. Sólo los paladares más exquisitos sabrán identificar los diferentes tipos.
La sombra del vino es alargada y bondadosa: la Ruta del Vino Cigales marida con miel, con naturaleza ¡y también con chocolate!
Saint Honoré bañado con chocolate Trapa. ©KR 7. Chocolates que atrapan En las fronteras palentinas de esta ruta, los monjes trapenses del Monasterio de San Isidro , en Dueñas, llevan promoviendo su leyenda chocolatera desde el siglo XIX. Hoy, parte de su histórico monasterio de fachada románica y aires herrerianos, también funciona como hospedería. Los viajeros más golosos verán cumplidos sus sueños al otro lado de la autovía en la fábrica de chocolates Trapa , su nombre rinde homenaje a aquellos monjes. Elaboran deliciosos bombones, tabletas y turrones de chocolate.
Sardina macerada en cítricos del restaurante El Sueño del General. ©KR 8. Hay vida más allá del lechazo La cocina de esta ruta traspasa las lindes clásicas del lechazo, de la sopa castellana y de los espárragos de Tudela de Duero, que proveían a El Bulli, de Ferrán Adriá. Hoy, chefs como Jorge Gómez, de El Sueño del General, miran al futuro sin olvidar esa cocina franca que tanto les caracteriza. Allí encontraremos sorpresas culinarias como los bombones de morcilla de La Maruja (morcillasmaruja.com), callos de bacalao o su mousse preparado a base del vino Cigales Carredueñas .
La expresión ‘se me hace la boca agua’ cobra todo el sentido al detenernos ante un queso Mucientes, aunque sus yogures artesanos están cobrando gran fama en toda la comunidad.
Lejos de los ambientes rústicos que podrían esperarse de una localidad como Fuensaldaña , en Valladolid, los grandes salones del Restaurante la Dama de la Motilla (ladamadelamotilla.es) recuerdan su pasado discotequero, ideales para montar banquetes y todo tipo de celebraciones familiares. Allí, las manos del chef Quini López elaboran creaciones tradicionales con una vuelta de hoja arriesgada e infalible. Sus propuestas van desde el bacalao con alga Wakame y el carpaccio de ternera de Kobe, hasta manitas de cerdo rellenas de manzana. Cada visita es una sorpresa, su menú degustación cambia diariamente.
Otras propuestas clásicas: el Mesón del Vizconde , en Valoria la Buena, homenajea la cocina tradicional, mientras los hornos de La Casa de la Pradera, en Dueñas, satisfacen los deseos de quien se niegue a abandonar Castilla y León sin probar un buen lechazo.
La vendimia se realiza manualmente. ©KR 9. La fiesta de la vendimia Aunque este 2020 sea una excepción, más de doce mil personas se reunían cada año en Cigales para celebrar el comienzo de la vendimia. La cita era a finales de septiembre y se considera la celebración más antigua de este tipo en Castilla y León. Pisar la uva en compañía de todo el pueblo, degustar los primeros mostos y bailar jotas castellanas al ritmo que los dulzaineros propongan, forma parte de un divertido ritual donde todo gira en torno al mundo del vino.
Momento de celebración en la Fiesta de la Vendimia. ©Ayto. de Cigales Que los cigaleños apoden ‘La Catedral del Vino’ a su iglesia Santiago Apóstol demuestra el fervor que este pueblo siente hacia sus caldos.
10. Por un ruralismo auténtico Jóvenes bodegueros como Enrique Concejo han logrado comprender que el mundo del vino va más allá de sus viñas. Alojarse en Concejo Hospedería , un antiguo palacio del siglo XIII situado en Valoria la Buena , forma parte de una de las experiencias sublimes que proporciona esta ruta.
Enrique Concejo es uno de los bodegueros de la ruta que producen vino D.O. Cigales. ©KR Las viajeras más románticas cumplirán en Cubillas de Santa Marta un sueño de cuento: abrir la ventana de la habitación y escuchar el trino de los gorriones —o de las golondrinas, según la época—. Nada perturba la paz del Pago de Trascasas (pagodetrascasas.es), otro de los alojamientos enoturísticos que, para suerte de sus huéspedes, también cuenta con bodega propia.
Quien viaje con la casa a cuestas, el Camping Cubillas también se encuentra en el recorrido de la ruta para alojar a esas viajeras de caravana y para las aficionadas al turismo de tienda de campaña.
El siguiente mapa de la ruta puede serviros para ubicar las poblaciones mencionadas en el artículo.
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