Estas joyas caribeñas son pequeñas en tamaño pero grandes en diversión. La energía de sus capitales –de marcada influencia neerlandesa–, sus playas de ensueño, su explosión de colores y sabores, y una gran oferta de planes al aire libre confirman por qué cada vez están más presentes en los radares turísticos.
Rodger’s Beach en Aruba. © Julie Lascaris A las islas ABC (Aruba, Bonaire y Curazao), hoy territorios independientes bajo el seno de los Países Bajos, hay que buscarlas en el Caribe sur, a 50 kilómetros de la costa de Venezuela y por fuera del cinturón de huracanes. Todas presumen de un clima envidiable y de las características playas de ensueño que nos vienen a la mente al pensar en el Caribe; aunque también ostentan ciudades con un amplio bagaje cultural, gastronomía con influencias diversas y planes de aventura para todos los gustos.
Las tres son sinónimo de felicidad, sus habitantes son buenos anfitriones y tienen escenarios naturales que dejan sin aliento. A Aruba hay que ir, sobre todo, por sus playas; a Curazao por su casco antiguo que recuerda a Ámsterdam; y a Bonaire por sus fondos marinos. Se puede ir a cada una por separado o se puede disfrutar de las tres en un mismo viaje. Sea como sea, será memorable.
Aruba, la llamada ‘isla feliz’ Aruba os recibe con su sonoro bonbini (‘bienvenido’ en papiamento, lengua oficial de las ABC) y con su innegable alegría. Bañada por el sol y por un mar azul celeste, esta isla es tan diversa como sus gentes, que te saludan en cuatro idiomas y representan a más de 90 nacionalidades.
Plantaos en Oranjestad , su capital, con una característica arquitectura colonial que rebosa fachadas de colores vivos. Y, tras recorrer sus museos, subíos a su tranvía y comprar algún suvenir en su embellecida calle principal. No olvidéis reservar sitio para el Festival Bon Bini , que tiene lugar todos los martes a las 18.30 h, en el que se dan cita las danzas folclóricas, los trajes típicos, el arte y la gastronomía local. El escenario es el patio del Fuerte Zoutman, el edificio más antiguo de Aruba (1798), construido para proteger a la ciudad de posibles ataques piratas.
Mar en Aruba. © David Troeger Hay que acercarse hasta el histórico Faro California , al norte de la isla, desde cuyo mirador pueden divisarse los impresionantes riscos de piedra caliza de la costa. También hasta sus espléndidas playas. Eagle Beach , por ejemplo, fue catalogada como la tercera playa más bella del mundo, Mangel Halto es ideal para el snorkel y Fisherman’s Hut un edén para las amantes del windsurf y el kitesurf.
En el centro de Aruba se encuentra el Parque Nacional Arikok, cuyo paisaje desértico vale la pena recorrer en un 4×4; adrenalina pura. También, el monte Hooiberg, a cuya cima, de 168 metros, puede subirse a través de 587 escalones.
Arte callejero en San Nicolás Al sur de la isla, San Nicolás recibe a sus visitantes con una explosión de color en forma de arte callejero. Los habitantes de este epicentro cultural suelen reunirse en Cosecha, mitad taller de arte, mitad galería, o en el Charlie’s bar, famoso desde que los buzos comenzaron a colgar en las paredes y en el techo todo lo que descubrían bajo el agua, convirtiéndolo en una especie de museo.
Playa en Aruba. © Paulo Evangelista Bonaire, naturaleza en estado puro De las tres, quizás sea Bonaire la menos turística, la más virgen. Su ritmo de vida es pausado y tranquilo, sus habitantes son los mejores anfitriones y sus paisajes se suceden entre un torbellino de verdes y azules.
Kralendijk , que significa ‘arrecife de coral’, es la capital de la isla y donde pueden apreciarse sus edificios de fachadas de colores y una estética que recuerda a los Países Bajos. Tras recorrer sus callejuelas, pasarse un rato disfrutando de su historia en el Terramar Museum y degustar algunos de sus platos típicos como la sopa de cabra o el funchi (puré de harina de maíz), hay que lanzarse hacia su naturaleza.
Aprende a bucear en Bonaire ¿Y si este viaje de amigas lo convertís en una oportunidad para aprender a bucear ? Bonaire es uno de los rincones más idílicos del planeta para la práctica de este deporte, gracias a sus espectaculares fondos marinos –enmarcados dentro del Parque Nacional Marino– plagados de peces de todos los colores, tortugas, anguilas, pepinos de mar e impresionantes arrecifes de coral. La isla cuenta con más de 30 operadores de buceo certificados que ofrecen cursos todos los días del año, gracias al clima perfecto y a la excelente visibilidad de sus tranquilas aguas.
En Bonaire el agua está para disfrutarla. Además de buceo, también podéis aventuraros con el kitesurf, el windsurf, dar un paseo en kayak o relajaros en un barco de vela contemplando el atardecer.
Ya en tierra, las opciones van desde contemplar los preciosos flamencos rosados y las iguanas en el Parque Nacional Washington-Slagbaai , hasta explorar las antiguas formaciones de estalactitas y estalagmitas de su amplio sistema de cuevas. En Bonaire la diversión en la naturaleza lo es todo.
La fauna autóctona es uno de los alicientes para visitar las islas ABC. © Raoul Croes/David Troeger Curazao, explosión de colores y culturas Curazao suena a calor, a mar, a azul (como el de su famosísimo licor). Lo cierto es que su nombre tiene varias leyendas. Una cuenta que los marineros que desembarcaron en la isla infectados de escorbuto se curaron milagrosamente, gracias al clima y a las frutas de la zona; por ello la llamaron Isla de la Curación. Otra hace referencia a la palabra corazón, quizás por ser el centro de esclavos de la zona o porque sus impresionantes paisajes se quedaban clavados allí, en ese órgano, para siempre.
Uno de los mayores tesoros naturales de la isla recaen en las Cuevas Hato , con sus impresionantes estalactitas y estalagmitas con dibujos de hace 1.500 años, o en el Parque Nacional Christoffel y su exótica vida salvaje.
Una de las playas de Curazao. © Jorgen Hendriksen Aparte de tomar el sol en sus más de 35 idílicas playas, de aguas cristalinas y arena fina, como Mambo Beach, Kenepa o Kalki, la isla más grande de las ABC hay que disfrutarla a golpe de arte y saborear el impresionante mestizaje de culturas. Sobre todo, en platos típicos como la iguana estofada o el Keshi Yená , un queso especial relleno de carne.
Willemstad, la capital Willemstad , su capital, está dividida en dos por la bahía de Santa Ana y sus típicos edificios de arquitectura colonial europea brillan con los colores del Caribe y miran orgullosos al mar. De un lado está Punda , en el que sorprende la sinagoga Mikve Israel-Emanuel, la más antigua de América aún en funcionamiento, o el museo Kura Hulanda que evidencia el comercio de esclavos provenientes de África.
Fachadas de Willemstad. © Matthew T. Rader Cruzando el icónico puente de la Reina Emma, está el barrio Otrobanda , en el que hay que visitar el RIF Fort, un baluarte construido en 1828 y reconvertido en centro de restauración y ocio. El lugar perfecto para culminar un viaje al paraíso caribeño de las ABC, brindando con un chupito del famoso licor de Curaçao, con su característico azul pitufo, casi tan impresionante como el caleidoscopio de turquesas que se aprecia en sus costas.
Guía práctica ¿Cómo llegar a Aruba, Bonaire y Curazao?
No hay vuelos directos desde España a ninguna de las islas ABC, pero KLM (vía Ámsterdam), Avianca (vía Bogotá) o Iberia (vía Miami) conectan Madrid con cualquiera de las islas. Entre ellas se puede optar por vuelos con Aruba Airlines o EZ Air.
¿Dónde dormir en Aruba, Bonaire y Curazao?
En Aruba hay que huir de la zona de Palm Beach si se quiere una experiencia auténtica. Serene by the Sea es un hotel boutique de solo cuatro habitaciones, situado en la tranquila playa de Savaneta, al sur de Oranjestad. En Curazao , Scuba Lodge es ideal por su ubicación –en el renovado distrito Pietermaai–, por la historia que corre por su edificio, que data de 1800, y por su buen rollo. Por último, en Bonaire os recomendamos el emblemático Harbour Village , miembro de Small Luxury Hotels of The World y toda una oda al lujo caribeño.
¿Dónde comer en las islas?
El restaurante Zeerover (pirata en holandés) es quizás el mejor restaurante de marisco de Aruba; con un ambiente auténtico e informal. Para probar las delicias de Curazao, como el pargo rojo entero o el estofado de cabra, hay que acercarse al Old Market , en Willemstad. At sea , en Bonaire es una opción ideal por su menú sorpresa, desde 3 hasta 6 tiempos, y por su idílica ubicación frente al mar.
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