Cada viaje es una oportunidad para descubrir la danza de colores que pinta el cielo al amanecer y al ocaso. Estos momentos se convierten en recuerdos imborrables que quedan grabados en nuestra memoria y nos impulsan a esperar pacientemente el momento de partir de nuevo.
Búfalo en el Delta del Okavango. 1. Amanece en el Delta del Okavango Seguro que alguna vez has soñado con despertar en otro lugar… y puestos a aparecer inesperadamente, hemos pensado hacerlo en África , junto al Okavango, uno de los pocos ríos incapaces de llegar al mar. Es uno de los lugares más sorprendentes del planeta. Así que respira hondo, amanece. Mira como el sol se va dorando en el horizonte mientras recorres el laberinto de canales entre altas hierbas en las que se desparrama el río por la planicie creando un exclusivo delta. La exuberancia del agua, frente a la aridez circundante del desierto del Kalahari, atrae a la fauna africana.
Uno de sus cinco grandes mamíferos, el búfalo, no podría faltar a esta cita con la vida y con el comienzo de un nuevo día.
Aurora boreal sobre el lago Jokulsarlon (Islandia). 2. Auroras boreales en Islandia No importa despertarse en plena noche si tienes la oportunidad de ver una aurora boreal. Ahora es uno de los mejores momentos del año para observar el espectáculo de luz más increíble de la Tierra. Son momentos de luminiscencia efímeros, cuando las partículas solares que llegan a nuestra atmósfera, gracias al viento solar, producen estos destellos que encienden los cielos próximos a los polos terrestres. Recorren la barrera atmosférica hasta encontrarse con la fuerza de atracción de los campos magnéticos que concentran toda su fuerza en los extremos del globo. El resultado llega en forma de extraordinarias proyecciones de luz que bailan en los cielos de lugares cercanos a los polos como Islandia. Si quieres asomarte al cielo nocturno del lago Jokulsarlon , una llamativa laguna litoral salpicada de icebergs del glaciar que desemboca en él, y esperar cómodamente a ver una aurora boreal, no tienes más que sentarte y disfrutar.
La primavera es uno de los mejores momentos para sentir la magia que nos aportan las auroras boreales en Islandia
Islas Lofoten (Noruega). 3. Refugio al caer la tarde, Lofoten Sin abandonar el Círculo Polar Ártico, en medio del Atlántico, encontramos al caer la tarde un abrigo inspirador y lejos de la incertidumbre. Nos encontramos en los viejos refugios de pescadores o rorbuer convertidos en acogedores alojamientos y en una de las experiencias rurales más auténticas de Noruega, país al que pertenece el archipiélago de las Lofoten. Las islas, solitarias y de ambiente natural, están solo habitadas en pequeños pueblos pescadores repartidos por los abrigos litorales de su litoral de fiordo. Desde el océano y bajo la imponencia de su geografía montañosa divisarlos al regresar al puerto evoca una sensación de seguridad y despierta emociones cálidas, las de sentirse en armonía con lo que nos rodea.
Los pequeños pueblos de pescadores de las Lofoten son un refugio cálido en este paisaje helado de Noruega
Extraordinarias luces de las islas Lofoten, en Noruega. 4. Expedición fantasía, Utah Es al caer la noche cuando uno de los lugares más extraños de la Tierra revela toda su magia. El cañón Fantasy , en el estadounidense estado de Utah y próximo a la ciudad de Vernal, es la huella de un ancestral lago que se formó hace 50 millones de años. Al retirarse el agua y quedar sus areniscas expuestas a la erosión fueron naciendo formas sorprendentes en sus cárcavas a medida que los materiales más blandos eran arrastrados. Recorrer sus pliegues es como colarse en una tienda de porcelana en la que cualquier roce parece que deshará sus curiosas formas naturales de pináculos, arcos y setas. El silencio y los fósiles como tortugas, incrustados en sus paredes, nos dicen lo contrario, estamos ante un paisaje vivo en el que solo se percibe el viento y el paso del tiempo al ver como la luz cambia sus perfiles.
Entretanto, la naturaleza seguirá labrando siluetas curiosas en sus superficies y, a la vez, aportando serenidad a quien se acerca a ellas.
Paisajes oníricos en el cañón Fantasy de Utah. 5. El fin del mundo, Skellig Frente al irlandés condado de Kerry, las islas Skellig supusieron el fin del mundo conocido hasta el Medievo. Sus perfiles, agrestes como pirámides, suponían el territorio más occidental y sus siluetas rocosas una señal de conexión con el más allá. Al menos para la comunidad de monjes ascetas que habitó en Skellig Michael , la principal de las dos pequeñas islas. Hoy día se han convertido en un atractivo destino turístico, al que el mar del Norte no deja acercarse fácilmente y mucho menos desembarcar por la mala climatología que gobierna el entorno. Bajo las luces de tormenta parecen el enclave perfecto para aprender de la dificultad y vivir más alineados con la naturaleza.
Aves marinas como alcatraces atlánticos (la isla Little Skellig acoge su mayor colonia) y frailecillos saben hacer buen uso de la tenacidad en un lugar donde merece la pena el reto de vivir.
Islas de Skellig, en el condado de Kerry (Irlanda). 6. Cielo estrellado, Eifel En el Parque Natural Eifel los hayedos más extensos de Europa dejan hueco a lagos de un azul profundo junto a la singular huella de más de 300 volcanes que marcan su geografía salvaje. Situado en Alemania, fronterizo con el este de Bélgica, se muestra –con sus 110 kilómetros– como una isla de naturaleza en medio de una de las regiones europeas más pobladas. Las estrellas en este parque, cuyo lema es “deja a la naturaleza que haga”, se asoman sobre su oscuridad en las noches despejadas creando un espectáculo que ha sido declarado Paraíso Starlight.
Con el guiño de su brillo sobre Europa, uno de los continentes más poblados, regalan un cielo que parece una joya que chispea entre tanta oscuridad.
El Parque Natural Eifel es un Destino Starlight. También te puede interesar…
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