“Te voy a contar un secreto, mi niña. La verdadera capital de Tenerife está en La Orotava”, decía un orotavense con acento dulzón y el aire condescendiente de una vida serena. ¿Y eso por qué? Le pregunté. Y, tras darme sus razones, entendí que sí, que merecería ser la capital isleña. A las señoriales calles de La Orotava se las compara con una pequeña Habana. © M. Munar Dos días en la Villa de La Orotava –sin quitarle mérito a la capital de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife–, dan para descifrar el secreto del sabio orotavense. Al antiguo Menceyato (reinado guanche) de Taoro, el más rico de Tenerife, se lo disputaron desde antaño muchas de las huestes que pasaron por allí. Y motivos no le faltaban. Desde el mirador Humboldt , bautizado en honor al naturalista Alexander von Humboldt, se comprende. La panorámica inigualable del valle de la Orotava , que va a parar a las playas de arena volcánica del Atlántico, coronado por el pico más alto de España, los 3.718 metros del Teide, forma un visión onírica del paisaje a la que se llega zigzagueando por la TF-21. Campos idóneos para la producción vitícola y azucarera salpicados por molinos hidráulicos para moler la harina del inevitable gofio, y una gran variedad de recursos minerales, conformaban y conforman una de las regiones más provechosas de la isla.
Plaza del Ayuntamiento con su suelo masónico ajedrezado. © M. Munar Primer día en La Orotava Así como en otras zonas de Tenerife, las construcciones se levantan aquí con materiales sencillos y formas simples. La Villa de La Orotava conserva intacta su esencia, es un compendio de belleza arquitectónica de la que presumen sus palacios, iglesias, casas solariegas y jardines frondosos. Para empezar a disfrutar del sabor añejo de esta ciudad, declarada Conjunto Histórico Artístico en 1976, un buen comienzo sería la plaza de la Constitución , también conocida como la plaza del Kiosco, un elemento que aún protagoniza el espacio con su estilo neo-mudéjar, construido a principios del siglo XX para acoger a la banda de música. Aunque para los orotavenses, la plaza siempre será La de Anita, querida y legendaria vendedora de tabaco y golosinas. La bordea la iglesia de San Agustín , que goza de esa mezcla peculiar de la villa, donde mudéjar, barroco y neoclásico conviven en armónica arquitectura.
Plaza de la Anita. © M. Munar Casa de los Balcones A un agradable paseo desde la plaza de la Constitución se encuentra un exponente grandioso que muestra cómo los ebanistas canarios hacen obras de arte con la madera: la Casa de los Balcones .
Alberga tres mansiones solariegas: la Casa Eladia Machado donde disfrutar de la artesanía canaria en vivo, incluidas las alfombras de arena volcánica de la Galería de Arte Mohamed Osman, que cobran protagonismo el día de Corpus Christi. En la segunda mansión o Casa de los Balcones se pasea por el curioso Museo de Usos y Costumbres, mientras que en la palaciega mansión de Casa Lercaro , dedicada al arte culinario y a la celebración de eventos, se ofrece una exquisita y variada gastronomía canaria y mediterránea.
La Casa de los Balcones, revestida en madera, se ha convertido en el conjunto histórico más representativo de las islas.
La Casa de los Balcones, una obra maestra de ebanistería canaria. © M. Munar Una de papas arrugas Llega la hora de un merecido descanso. Y qué mejor que entrar en un restaurante que osa llamarse ‘Dios los cría y el viento los amontona ’, aunque solo sea por curiosidad. En la céntrica calle de San Agustín 7, este valiente ha reabierto sus puertas tras la pandemia, con todas las precauciones necesarias, y volverá a cocinar su exquisito arroz negro, las papas negras con salsa brava y alioli que le afaman, o su estupendo chuletón.
Jardines Victoria Para bajar la comida se aconseja un paseíto por los escalonados Jardines Victoria , donde perderse entre la vegetación subtropical, bajo el sonido de sus fuentes. La panorámica desde los Jardines Victoria alcanza al mar, al valle y al casco antiguo, sin obviar la estructura sobresaliente del mausoleo masónico dominando las siete terrazas donde, supuestamente, iba a ser enterrado el masón confeso Diego Ponte del Castillo, marqués de Quinta Roja, perteneciente a una de las familias más acaudaladas de la isla. Sus restos, por determinación materna, fueron finalmente depositados en el cementerio.
Entrada del Jardín Hijuela del Botánico. © M. Munar Jardín Hijuela del Botánico Otra bucólica opción es visitar el Jardín Hijuela del Botánico , sito detrás del Ayuntamiento y repleto de todo tipo de plantas, tanto autóctonas como de fuera, ya que su privilegiado microclima lo permite. Palmeras, dragos, cedros e, incluso, las raras secuoyas de China, el Glingko Biloba o la Palma de Chile se encuentran en este vergel canario. Al salir del Botánico hay que darse la vuelta para ver de frente la plaza del Ayuntamiento, de suelo ajedrezado, referencia masónica al principio de la dualidad, y bordeada de imponentes casonas de las grandes familias del norte de la isla.
Detalles orotavenses. © M. Munar Un paseo por La Orotava Paseando por las empedradas calles de La Orotava se respira tranquilidad y bienestar. La gente saluda, se paran a hablar, e, incluso, al asomarse a un ventanal para curiosear su interior, la dueña, lejos de extrañarse, invita a entrar y a tomar una deliciosa taza de café mientras cuenta las muchas prebendas de su ciudad natal y la suerte que ha tenido al nacer allí. Al término de la improvisada visita, se sale con una sonrisa en el rostro e interesante información sobre la villa.
Entre otras curiosidades, entre sorbo y sorbo de café, la conversación derivó en como la bella Orotava se transforma en Cuba para el rodaje de alguno de los cincuenta capítulos de la serie de Atresmedia , La Templanza , basada en la novela homónima de María Dueñas, y protagonizada por Leonor Watling y Rafael Novoa.
Un bonito patio de La Orotava. © M. Munar Caminando sin rumbo se pasa por la calle Puerta Canseco, donde una placa conmemorativa, con el rostro de una mujer bella y serena, rinde homenaje a Leonor Pérez Cabrera , hija de La Orotava y madre del fundador del partido Revolucionario Cubano José Martí .
Siguiendo con el paseo se llega a la adoquinada calle de Fernando Estévez , bautizada en honor al escultor y pintor que, nacido en 1788, fue considerado un gran exponente de la escultura neoclásica. Su obra más renombrada es la imagen de la Virgen de la Candelaria, patrona de Canarias. La calle está vestida por magníficas casas cuyos bajos albergan comercios y restaurantes.
Placa conmemorativa a Leonor Pérez Cabrera, madre de José Martí. © M. Munar Buenos restaurantes en La Orotava Un aperitivo antes de cenar, picando alguna tapa deliciosa como la tosta de rulo de cabra con arándanos o el queso asado con miel y gofio, en Tasca la Cañada . A continuación, se puede seguir la ruta gastronómica probando la comida tradicional canaria del Restaurante y Tasca Tapias , por ejemplo, pidiendo la Ropa vieja de la casa con cochino asado desmenuzado o el queso artesanal de la Palma. Todo ello regado con vinos de tea canarios, elaborados con uvas Negramoll y Albillo y envejecidos en barricas de tea (vino canario).
Dulces sueños en hoteles con historia Ya es hora de dormir, y para un buen descanso está el hotel rural La Orotava , una antigua casona solariega restaurada en el centro de la villa, con patios interiores para ver las estrellas o para disfrutar de su magnífico restaurante, en un ambiente del siglo XVI donde priman los materiales originales, como los bellos artesonados mudéjares de tea.
Otra posibilidad céntrica y muy recomendable es el Hotel Rural Victoria , a pocos metros de La Casa de los Balcones y de los misteriosos Jardines Victoria, con un restaurante digno de mención.
Villa de Arriba, en La Orotava. © M. Munar Segundo día en La Orotava Villa de Arriba A la mañana siguiente, tras desayunar un saludable gofio para sentirnos un poco canarios, es el momento ideal de participar en el despertar de La Orotava y respirar su aire limpio paseando por las coloridas calles en el ascenso hacia la Villa de Arriba . Esta zona, de origen más humilde que la Villa de Abajo, cuenta con tres de los doce molinos hidráulicos que quedan todavía.
No dudes en saludar al omnipresente Teide , cuya majestuosa estampa aparece en cualquier rincón de La Orotava, y entra en alguno de aquellos molinos, aún activos, donde el orotavense compra el gofio recién molido que el comerciante pesa con esmero.
Aún quedan tres de los doce molinos hidráulicos de antaño. © M. Munar Iglesia de la Concepción La iglesia de la Concepción es un ineludible, ya que se trata de la mejor muestra del barroco canario. Data de 1516 y en su solemne capilla se celebran las fiestas de la proclamación de Carlos V, el 22 de junio de ese mismo año. Aunque los temibles terremotos del volcán Guímar la destrozaron, se restauró en 1768 gracias a las aportaciones de emigrantes de Cuba, los indianos. Entre sus tesoros, tanto arquitectónicos como eclesiásticos, se encuentra un gran archivo musical y un órgano que vino de Londres en 1862.
Bello conjunto de La Orotava con las cúpulas de la iglesia de la Concepción. © M. Munar Casa Salazar También es obligatoria la visita a la Casa Salazar , que hoy acoge a la Universidad Europea de Canarias, en la céntrica calle Inocencia García. Remodelada a principios del siglo XX por Mariano Estanga, mantiene su estilo neogótico, aunque cuenta con construcciones de nueva planta de corte ecléctico o modernista.
Museo Etnográfico Pinolere Después de la Casa Salazar, entra en el Museo Etnográfico Pinolere para conocer la cultura popular, las costumbres y tradiciones del norte de Tenerife, sus casas terreras, los huertos, y la artesanía. Y, como broche final, hay que alzar la mirada y encaminar los pasos hacia el Teide.
Parque Nacional del Teide con el Dedo de Dios. Parque Nacional del Teide No se puede dejar La Orotava sin visitar el Teide, ese volcán que la observa y la ampara. A 35 kilómetros de la ciudad, unas tres horitas en coche, se encuentra el Parque Nacional del Teide , un espacio donde disfrutar de un buen paseo por su excelsa naturaleza, y comer en un guachinche . Uno muy recomendable es El Miradero , que ofrece unas vistas espectaculares al volcán y una sencilla pero sabrosa gastronomía. En su carta prevalece la carne a la parrilla, huevos al estampido, queso blanco de la zona con su membrillo local, y el vino estrella, allí mismo embotellado, Generación-74 , merecedor de galardones.
CONSEJOS ETHERIA Excursiones organizadas en Tenerife Cómo llegar Entre otras líneas aéreas, Iberia tiene vuelos directos y diarios al aeropuerto de Tenerife Norte (TFN). Ahora están sujetos al estado de alarma pero se cree que a partir del 21 de junio se podrá volar.
No te pierdas las Fiestas de la Orotava • Las Fiestas en la Orotava ocupan un lugar privilegiado en la villa durante todo el año. Los 40.000 habitantes de La Orotava, y sus muchos visitantes, las esperan y se vuelcan en ellas, con sus alfombras de flores y de arenas volcánicas, típicas en las Fiestas del Corpus Christi y la Romería de San Isidro.
• En honor a la Virgen del Carmen (16 julio), la imagen de madera de Nuestra Señora del Carmen Coronada, desciende hasta la plaza del Ayuntamiento.
• La Vendimia se celebra en octubre, especialmente en el barrio de La Perdoma, que la festeja por todo lo alto. El mercadillo navideño se monta en la plaza de la Constitución. Y cuando llega el legendario Carnaval, los disfraces detallados y curiosos son dignos de verse.
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