Más allá de la bella capital sevillana hay vida, ¡y mucha! Os lo demostraremos recorriendo durante un fin de semana la provincia y deteniéndonos en las ruinas de Itálica, en la ciudad de Carmona y en el Parque Nacional de Doñana, donde incluso haremos un safari. Avistamiento de aves en la Doñana sevillana. © P. Grifol La bahía que los romanos llamaron Sinus Ligostinus , conocida hoy en día como las Marismas de Doñana , era en su tiempo una de las zonas más salvajes de la geografía española. En la Sevilla romana (Hispalis) toda aquella zona encharcada a orillas del río Guadalquivir, por aquel entonces llamado río Betis, la fauna y flora era abundante y probablemente no tan distinta de la que ahora la habita. Los fríos invernales del norte del continente europeo obligaban entonces, como obligan ahora, a que las aves migratorias buscaran lugares más cálidos para emparejarse y anidar. Y desde la antigüedad, los humedales del suroeste bético fueron refugio para flamencos, águilas, garzas, y cigüeñas.
Marismas de Doñana. © P.Grifol Safari en Doñana Los grandes mamíferos, como ciervos, gamos o jabalíes, poblaban las marismas todo el año como sigue ocurriendo en nuestros días, siendo (sin duda) el lince el animal más representativo de la zona y también el más mimado. En la actualidad, en Doñana, existen una treintena de ejemplares, que son muy difíciles de ver… así que lo mejor es no hacerse ilusiones y disfrutar de la visita respirando aire puro, oliendo a pino y avistando la riqueza ornitológica de su entorno. En este ‘safari’ –es decir, viaje– por las marismas de Doñana, aprenderemos tanto sobre plantas y animales que se nos olvidará ir en busca del lince… ¿Habéis visto alguna vez un calamón, un carricero, una cigüeña negra, un porrón, una avoceta o un martinete? Pues es la oportunidad, ya que todas estas aves tienen su hábitat en Doñana. Solo tenemos que ir provistos de unos buenos prismáticos.
Coletas de cangrejo del restaurante El Estero. © Pedro Grifol Reponer fuerzas en El Estero Tampoco hay que dejar de lado, para los tiempos de pausa, complacerse con la necesaria pitanza, que en estas tierras goza de merecida fama… ¡No solo de ver animales vive el hombre! Durante el recorrido del Parque de Doñana, la parada para comer puede ser El Estero , donde sus especialidades consisten en productos de las marismas, como el marinado de mújol, sopa de ganso, tortilla de camarones, colitas de cangrejo o el suculento arroz con pato.
Ni que decir tiene que es un viaje muy apropiado para llevar a los niños, que después de ver animales sólo en pantalla, adentrarse en la naturaleza ‘de verdad’ supondrá una experiencia enriquecedora.
Puente romano de Aznalcázar. © P. Grifol El comienzo del recorrido se inicia en Aznalcázar –a 25 km de Sevilla capital–, un pequeño municipio situado junto a uno de los espacios forestales con mayor interés ecológico de la provincia sevillana, donde todavía existen los ‘ojos de piedra’ de un puente romano, y donde también merece la pena darse un paseo por sus cercanos pinares, anticipo de la fauna y vegetación marismeña. En Aznalcázar está situado el Centro de Visitantes de Guadiamar . Allí nos darán las coordenadas para descubrir el estallido de diversidad biológica del Parque Natural Doñana.
En Aznalcázar hay varias casas rurales y hoteles a precios económicos. Pasar la noche en el Hotel Lince es una buena opción, donde si no hemos tenido la suerte de ver ninguno de verdad ¡podemos soñar con él!
Anfiteatro romano de Itálica. © P. Grifol Itálica, la gran ciudad romana Tras la obra de la naturaleza, al día siguiente nos aguarda la magna obra del hombre. Proponemos visitar la ciudad romana de Itálica (puedes reservar un free tour ), situada en Santiponce , tan solo a 10 kilómetros de Sevilla. Itálica constituye el patrimonio arqueológico más rico de la provincia hispalense. No se trata de ruinas de cualquier ciudad romana, Itálica fue la primera ciudad romana que se fundó en Hispania, y no sólo eso, sino la primera fuera del territorio italiano.
Como breve apunte histórico diremos que su construcción se inició en el año 206 a.C. y constó de dos partes fundamentales, una primera, que hoy está sepultada bajo el casco de Santiponce, y una más moderna cuyos vestigios son los que hoy podemos visitar. Itálica se convirtió en hito de la victoria de Escipión El Africano sobre los cartagineses; y fue, en aquellos tiempos, la ciudad más próspera de la Hispania romanizada. Así que podemos considerarla como visita cultural obligada.
Mosaicos romanos de Itálica. © P. Grifol Además, este emblemático yacimiento arqueológico está situado en un entorno de preservada belleza paisajística, que viniendo (como venimos) de la pura naturaleza, se agradece. Hay mucho que ver en Itálica: las termas, el anfiteatro, el acueducto, la casa de Neptuno… Y también podemos seguir disfrutando de la contemplación de las aves de la zona en la Casa de los Pájaros , aunque en esta ocasión en lugar de distinguirlas en el cielo, las veamos representadas en un espléndido colorido patio solado con mosaico romano.
Merece la pena esperar hasta el atardecer, que es cuando la estatua del emperador Trajano tiene la mejor luz para la foto de recuerdo. La escultura se lo merece.
Escultura de Trajano, en Itálica. © P. Grifol Una visita a Carmona Volvamos al presente –o sea, a la carretera, aunque no por mucho tiempo–. Atravesamos la zona de Los Alcores, de donde proviene esa tierra ocre que alfombra las plazas de toros españolas –el albero–, y que incluso llega a exportase para algunos cosos de ultramar. Y nos detenemos en el tercer lugar elegido para cerrar esta ‘trilogía hispalense’: Carmona (visitas guiadas por la Carmona romana de 2 horas y media por 15 €).
Torre de la iglesia de San Pedro y La Giraldilla, en Carmona. © P. Grifol El convento de Santa Clara La milenaria ciudad de Carmona fue fenicia, tartesia, romana, visigoda y musulmana (antes que cristiana). Y hoy en día debe ser muy cristiana a juzgar por la deslumbrante parafernalia religiosa que habita tras los muros de sus iglesias, conventos y monasterios, que constituirán buena parte de la visita turística. A saber: en el convento de Santa Clara y en el interior de su iglesia, de estilo mudéjar y con una sola nave, es tema curioso ver cómo están representadas, en los grandes lienzos que decoran sus muros, las santas más famosas, ya que van ataviadas con trajes de la moda de la época; nada de vituallas bíblicas, ni peplums , ni hábitos… Ahí está representado todo un catálogo de vestidos de época a modo de pase de modelos. Una curiosidad para no perderse.
En el mismo convento hay de comprar una caja de sus famosas yemas y, durante la transacción económica con las monjitas, podemos volver a usar la palabra safari , ya que la última promoción de novicias es keniata y del término swahili –su lengua nativa– saben mucho.
Iglesia Prioral Santa María de la Asunción. © P. Grifol Sevilla tiene la Giralda, y Carmona la Giraldilla El barroco triunfa en todo su esplendor en la iglesia Prioral de Santa María de la Asunción , por fuera en su arquitectura y por dentro en el verismo de su imaginería, en la riqueza de la orfebrería de los objetos de su museo parroquial y en el bordado del manto de su patrona: Nuestra Señora de Gracia. Cosas inquietantes que quedan -a la vista- en España.
Al aire puro… La otra visita será al Alcázar del Rey Don Pedro . Perfectamente restaurado para una visita turística, todas sus dependencias han sido habilitadas para que apreciemos la época en la que Pedro I (siglo XIV) lo restauró por primera vez. Un cómodo recorrido nos lleva hasta lo más alto de su torre del Homenaje, desde donde la panorámica de la ciudad nos da la medida de cuán importante fue Carmona durante la antigüedad.
No te pierdas el tapeo en Carmona. © P. Grifol Fuera del recinto amurallado nos queda mucho por recorrer, ya que algunos carteles informativos nos van recordando que los carmonenses son unos buenos cicerones para guiarnos por la Ruta de la Tapa que, en este verano, el aperitivo en la terraza ¡es lo que impera!
Fin de esta trilogía hispalense: Viajar aprendiendo… o aprendiendo a viajar por España.
Guía Trilogía hispalense | Etheria Magazine El ‘Traianeum’ era el típico menú romano y consistía en: aceitunas, pan, alcaparras; parrillada de verduras con vinagre y aceite de oliva; sopa de almejas; chuletitas de cordero lechal a la brasa; higos y queso fresco con miel. Es un menú espectacular que es posible degustar en algunos restaurantes. Naturalmente, es por encargo. Lo preparan, de un día para otro, en La Caseta de Antonio en Santiponce.
Parador de Carmona. © P. Grifol Dónde dormir • Parador de Carmona . Ubicado en un alcázar árabe del siglo XIV, es uno de los paradores mejor instalados de la red nacional. Las vistas de la campiña sevillana desde su restaurante situado en la parte más alta son espectaculares.
• Hotel Alcora . Situado a 10 minutos del centro histórico de Sevilla. Goza de excelente comunicación por carretera, AVE y del aeropuerto internacional de San Pablo. Tiene piscina y barbacoa para este verano. Ctra. San Juan a Tomares km 1.
• Hacienda de Orán , en Utrera. Ambiente rústico, cálido y agradable. Sus 13 habitaciones, decoradas con muebles antiguos, respiran el aire de antaño. Tiene una colección de carruajes que no sólo constituyen un museo, sino que están operativos para pasear en ellos. Un lugar para practicar el turismo rural con excelencia. Ctra. Estación Don Rodrigo, km 7.
Más información PRODETUR (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Turismo de Sevilla .
También te puede interesar… 10 planes originales con amigas en Sevilla .
Sevilla, la escapada perfecta a la andaluza .
Ronda con amigas. Un fin de semana perfecto en el sur .