El archipiélago de las Eolias es un destino al largo della terraferma –como los italianos llaman al territorio separado de tierra firme– cercano al norte de Sicilia donde te vas a sentir como una diosa de película. ¿Quieres saber qué ver y hacer en las islas Eolias? Sigue leyendo porque allí se esconden esencias mediterráneas sin artificios.
Vulcano, en las islas Eolias. Actualizado en abril de 2024.
Eolo, el mítico dios griego capaz de controlar los vientos, dio nombre a este puñado de islas envueltas de un intenso azul mediterráneo. En esta geografía inhóspita y protagonizada por volcanes, Eolo regaló a Ulises un saco lleno de vientos favorables para que emprendiera su singladura. La codicia de los tripulantes provocó que abriesen el saco antes de partir, desatando una gran tempestad que les amarró a la orilla.
Hoy, las playas de arenas oscuras de las siete islas, hechas de lavas lamidas por el oleaje, atrapan únicamente con su belleza salvaje y solitaria. Estas viejas islas, refugio de dioses griegos y romanos, son un paraíso al filo del volcán. Es importante saber de primera mano qué ver y hacer en las islas Eolias porque tu percepción del viaje puede ser muy diferente. Te lo contamos.
Una caminata por el infierno en la Fossa di Vulcano. Vulcano, la boca del infierno El cráter, que parece un altar con su blanquecino acantilado pintado del amarillo del azufre, distingue a Vulcano , la isla donde afirman que vive el dios encargado de forjar el tridente de Poseidón. Ascender la Fossa di Vulcano es caminar sobre uno de los volcanes activos del archipiélago. Ese esfuerzo no solo resulta excitante, sino que provoca sentirse a las puertas mismas del infierno. Buena culpa es del fortísimo olor a huevos podridos de los vapores del azufre, pero también porque así era considerado el volcán entre los antiguos latinos.
Al llegar al extremo sudeste de la isla, al cabo Grillo, al alcance vemos las cercanas islas de Lípari y Salina, mientras Filicudi, Stromboli y Panarea quedan hacia el horizonte marino. Es momento de recordar los paisajes de la cinematográfica Vulcano , rodada en la isla en los años 50, en la que una prostituta napolitana se ve forzada a regresar a su isla natal, representada por la magistral Anna Magnani.
Un tonificante baño en el lodo volcánico o en la tentadora transparencia del oleaje mediterráneo deja en la piel la huella más hermosa de la isla.
Panarea, apenas 3 km2 de superficie. Panarea, la isla sin coches Con una superficie que apenas sobrepasa los tres kilómetros cuadrados no es necesario disponer de coche en la pequeña Panarea. Esta isla es apenas lo que queda visible de un volcán dormido y a cuya cumbre podemos llegar al ascender 421 metros hasta culminar en la Punta del Corvo . Al regresar a la orilla, un baño termal –en contraste con el frescor marino– y un bocado al más puro estilo mediterráneo, con un bocadillo hecho con punzato o pan local, frente al infinito azul cobalto, son placeres sencillos que identifican al paraíso. Así lo consideran también personajes famosos que han decidido hacer de ella un destino selecto a orillas del Mediterráneo.
No busques sus villas y barcos de lujo, pero sí un espectáculo natural garantizado si hacemos noche en la isla. Es la sobresaliente visión de los estallidos de magma surgiendo del cráter del Stromboli que destaca en la vecina isla.
Lípari, en las islas Eolias. Todo queda en casa, Lípari Entre los lugares que también hay que ver en las islas Eolias está Lípari. Abruptos farallones blanquecinos distinguen esta isla que posee más habitantes desde que llegaron los primeros pobladores neolíticos. Desembarcaron en busca de la obsidiana, una dura roca volcánica que les permitía tallar sus utensilios de caza y guerra. Hoy nosotras también echamos pie a tierra, no solo porque es la isla a cuyo puerto llegan los barcos desde Sicilia y el continente, sino por pisar uno de los puerto más inalterados del Mediterráneo, la marina Corta, y una de las dos ensenadas que envuelven la ciudad.
Museo de Arqueología de Lípari. Desde sus casas marineras se divisa la fortaleza amurallada por los griegos, procedentes de la isla de Rodas, aunque su baluarte actual es obra de los españoles que la reconstruyeron después de una incursión del corsario Barbarroja. La Catedral preside austera pero con interiores de exuberancia barroca, después de reponerse de numerosas destrucciones y de cuyo origen conserva un llamativo claustro normando. El castillo es una visita imprescindible por acoger el Museo Arqueológico. Es garantía de un viaje trepidante a través de la tremenda historia que ha marcado la dura vida del aislado archipiélago, así como un paseo que nos adentra en los secretos de su geología volcánica.
Volcán Strombolicchio. El volcán más viejo, Strombolicchio Toda la isla la compone el famoso volcán que nunca duerme. De hecho ha sido el encargado de destruir las casas blancas de San Vincenzo en infinidad de ocasiones. Además de admirar, desde la terraza de tu alojamiento, el viejo volcán del Strombolicchio que parece un escollo marino coronado por un faro, es muy recomendable el trekking vespertino hasta la cumbre del Stromboli. Un reto físico que nos sitúa a 924 metros de altitud y, al caer la tarde, ante las vistosas erupciones de magma de sus tres cráteres activos centellando contra el anochecer.
Ante la dificultad que supone no solo el ascenso a la cumbre del volcán sino el regreso ladera abajo, sobre el deslizante picón volcánico, durante la noche existe la opción de contemplar desde una embarcación, a una distancia marítima segura, la Sciara del Fuoco, una gran depresión en la cara norte del volcán, donde se divisan las explosiones de magma y las rocas de lava volando ladera abajo. Este es otro de los lugares que tienes que ver en las islas Eolias, aunque sea desde lejos.
Strombolicchio, una isla-volcán. Stromboli, el amor está en el aire No hay momento que permanezcamos en esta isla que no nos evoque la famosa película Stromboli . Protagonizada por Ingrid Bergman y dirigida por Roberto Rossellini , quienes vivieron un tórrido romance durante el rodaje. Ya sea en excursión por mar, caminando entre buganvillas por sus calles, llegando hasta la aislada población de Ginostra a la que solo se accede por camino de herradura o en escúter en busca de la casa donde residiera la actriz durante el rodaje, esta pequeña isla tiene un único protagonista, el volcán que continuamente expulsa llamaradas de fuego.
Impactante imagen del Stromboli. Volcanes viejos imprescindibles En la distancia, desde el ferri que conecta con Milazzo o Mesina en Sicilia, en dos horas, o desde Nápoles en el continente, sentirás la influencia de las Eolias que te empujarán a explorar sus recovecos por tierra y mar. Prepara calzado senderista para transitarlas a pie, envuélvete de la brisa mediterránea al contornearlas en barco y culmina la experiencia con una sombreada indulgencia entre los sabores puros del Mediterráneo.
Excursión en ferry por las Eolias. Busca tiempo en tu programa también para una excursión cinematográfica, la que en la isla Salina , la segunda más grande del archipiélago, te llevará hasta la casa donde se rodó la película El Cartero y Pablo Neruda . Al mismo tiempo disfrutarás de la geografía agreste de esta vieja isla nacida de los volcanes que concentra las mayores altitudes isleñas.
Excursión por las Eolias. Por los bosques que cubren sus laderas destaca el volcán de la Fossa delle Felci , el más alto, con 962 metros, rodeado de bellísimas playas como la de Pollara. Tan apagado está su cráter que le ha dado tiempo a los castaños a crear un bosque magnífico. También apagados están los volcanes de Alicudi y Filicudi , las islas que mejor han conservado su carácter aislado y salvaje. Basta con asomarse a sus farallones o admirar sus fondos marinos para encontrar una vía para la felicidad.
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