Sabor a mar, la localidad de Santoña contagia su arraigo marinero nada más poner el pie en sus calles, alcanzar la orilla marítima o al hacer un alto para degustar una ronda de sabrosas tapas por su centro urbano. Un viaje a la costa de Cantabria siempre (siempre) debe contemplar una visita a Santoña.
Puerto de Santoña (Cantabria). Lo que Santoña provoca es un irresistible regusto marino. Basta explorar su trazado urbano para notar el apego cómplice que sus gentes muestran al oleaje del Cantábrico. Ya sea a través de la vida que bulle en sus marismas, en la orilla de la playa o gracias a las vistas marítimas del monte Buciero, el mar es indisociable de la vida cotidiana santoñesa. Se hace imborrable en la memoria su sabor salado al catar sus afamadas anchoas , que conviene atesorar como recuerdo viajero y revivir la esencia marina santoñesa de vuelta en casa.
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Camino vertiginoso para llegar al faro del Caballo, en Santoña. 1. Caballo, el faro de moda Al borde del acantilado del monte Buciero, el faro del Caballo es uno de los enclaves más afamados del litoral cantábrico. Su ubicación es espectacular pero hay que hacer un descenso vertiginoso de 682 escalones para llegar hasta su base a pie de mar. Funcionó durante 130 años y hoy sigue siendo un motivo de orientación, pero fundamentalmente para senderistas que buscan uno de los parajes más llamativos del litoral cántabro.
Atardecer sobre el monte Buciero, en Santoña (Cantabria). 2. Napoleón sí estuvo aquí No conviene abandonar el monte Buciero sin caminar todo su perímetro a lo largo de 12 kilómetros. Las vistas del Cantábrico y de la bahía en la que desemboca el río Asón, en cuya orilla opuesta se divisa la localidad de Laredo, son la mejor recompensa senderista. En este trayecto, además, veremos otro faro, el del Pescador , también atalaya de vigilancia costera de tiempos napoleónicos como el fuerte de San Carlos , el más antiguo, y baterías costeras que defendieron estratégicamente la bahía. Del conjunto de edificios defensivos es el fuerte de San Martín , donde se inicia la ruta al oriente del monte, el patrimonio más destacable. Podrás constatar su imponencia de baluarte litoral, entre los mejores del país, recorriendo su interior de piedra de sillería distribuido alrededor de un gran patio, pues se ha reconvertido en centro cultural.
Santoña goza de una gran tradición conservera. 3. La gran vía santoñesa Al salir del fuerte, hay que seguir el paseo marítimo de Santoña o Paseo de Pereda, conocido como El Pasaje , para recorrer la mejor fachada urbana de la ciudad. Extendido abiertamente ante la bahía es ideal para tomar el sol o sentarse a ver los barcos pesqueros hacerse a la mar o navegar rumbo al puerto cargados de frescas capturas cantábricas. Es momento de detenerse ante una de las huellas más pintorescas del arte urbano santoñés. Decora, desde 2016, con tareas de pescadores los muros de la Aguada , edificio hexagonal que aprovisionaba de agua dulce a los numerosos barcos de vapor que fondeaban en Santoña el siglo pasado.
Mirador en el puerto de Santoña. 4. Paisaje marismeño Después de pasar junto a la plaza de toros y el puerto deportivo el paseo marítimo culmina junto al puerto pesquero. Entre ellos, el magnífico mirador de las Marismas se levanta como proa de barco asomando no solo al ambiente portuario sino a una visión plena de la bahía y de la marisma. El edificio en su interior invita a conocer sus valores naturales, pues acoge el Centro de Interpretación de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel.
Monumento al marino Juan de la Cosa. 5. El marino más famoso A mitad de camino del paseo marítimo es momento de embarcarse (excursiones marítimas) y dar un paseo por la bahía, admirar el faro del Caballo y rocas singulares del monte Buciero como el Fraile . También tenemos la opción de atravesar la bahía rumbo a la larguísima y dorada playa del Puntal perteneciente a la localidad de Laredo. Frente al embarcadero se divisa el monumento a Juan de la Cosa , ilustre navegante santoñés que formó parte de las siete primeras expediciones colombinas. Con su extenso conocimiento explorador como piloto logró cartografiar el mapamundi más antiguo en el que aparece reflejado el continente americano.
Arte urbano en Santoña (Cantabria). 6. Arte urbano, murales históricos Los fuertes temporales marcan la historia marinera de la localidad y no solo de barcos sino de aviones. Como explica el mural de la calle Lino Casimiro Iborra sobre el aterrizaje forzoso del famoso piloto Charles Lindbergh . Fue el primero que atravesó el Atlántico, sin escalas, en 1927 pero hubo de amerizar en la bahía. Se hallaba en pleno vuelo con un fuerte temporal, y fue acogido por los vecinos.
Por la ruta turística de arte urbano que marcan los murales de sus calles seguimos enredadas en historias de mar, concretamente de dos trágicos naufragios: un pesquero local, el Pósito 1 , y el asturiano Joven República , ambos sucumbieron trágicamente con sus tripulaciones a un temporal del 8 de julio de 1936 como rememora su título ‘En memoria 8-7-36’ . No obstante, en las inmediaciones de este último mural, un local comercial recuerda con un azul brillante y gaviotas en vuelo el alma marinera que guía la historia santoñesa.
La anchoa, el producto más valorado de Santoña. 7. A la rica anchoa de Santoña Es momento de hacer un alto reconstituyente, tal y como hacen los peregrinos que transitan por el Camino de Santiago que discurre por el municipio. Resulta difícil elegir entre los apetecibles pinchos y raciones de sus bares ¡dan ganas de catarlos todos! Deja hueco para las degustaciones en sus tiendas de productos del mar como la anchoa y el bonito. Un octavillo o lata de anchoas pequeñas, y un penique o corto de cerveza son la manera tradicional de saborearlos a pie de calle. Cada año, además, el municipio celebra la Feria de la Anchoa a finales de abril.
Iglesia de Santa María del Puerto, en Santoña. 8. Una virgen marinera Al pie del monte Buciero queda la iglesia de Santa María del Puerto , templo románico de llamativos capiteles que fue fundado por el mismo Santiago Apóstol. En su interior, además de una pila bautismal medieval, destaca la talla gótica de la Virgen que fue llevada en las carabelas en el viaje del descubrimiento de América. La imagen sale del templo cada 8 septiembre para embarcarse en una popular romería que pasea la imagen de la virgen marinera en procesión por el Cantábrico.
El Carnaval de Santoña fue declarado de Interés Turístico Nacional. 9. El besugo más famoso Otra de las jornadas festivas indispensables para los santoñeses es la del Carnaval, declarado de Interés Turístico Nacional en 1985. Alegra el invierno y llena de color las calles con momentos cumbre como el Juicio en el Fondo del Mar , donde el color y las luces protagonizan un desfile que dura todo el día y culmina con el Entierro del Besugo , una triste comitiva fúnebre de peces y plañideras que acaban poniendo al besugo a arder en el mar.
Molinos de mareas de Cerroja, en Santoña (Cantabria). 10. Con vistas al mar Es hora de disfrutar a pleno pulmón del aire marino que envuelve la localidad recorriendo sus marismas para divisar las numerosas aves que encuentran refugio invernal en este humedal de importancia internacional. También de asomarnos al saber hacer humano aprovechando el oleaje en molinos de mareas como el de Cerroja , uno de los más antiguos de Europa, o al de Jado que está declarado un Bien de Interés Cultural. Para acabar la ruta, nada mejor que la playa de Berria, frente al oleaje Cantábrico y el perfil montaraz del Buciero.
Surfistas en la playa de Berria (Santoña). Para seguir leyendo sobre Cantabria:
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