La Ruta del Vino de Toro transcurre entre viñedos, bodegas, ricos guisos, pueblos y personas con un gran espíritu de lucha. Descubre la belleza de este territorio, entre Zamora y Valladolid, y déjate llevar por el placer de recorrer caminos poco transitados.
Paseando entre viñedos en la Ruta del Vino de Toro. © Pepa García Abrazadas al curso medio del río Duero, 17 poblaciones declaran su amor por el vino y se agrupan para celebrar su patrimonio, su cultura y su tradición vinícola. Juntas forman la Ruta del Vino de Toro , una propuesta enoturística que se puede recorrer fácilmente en coche, desde el suroeste de Valladolid al sureste de Zamora o viceversa. En este artículo te invitamos a recorrer sus paisajes salpicados de viñedos, sus bodegas centenarias y sus monumentos más singulares. Sin olvidar que la gastronomía de estas tierras castellanas puede convertirse en el mejor mercado para adquirir suculentos recuerdos gourmet para llevar a casa. ¿Nos acompañas a descubrir los secretos de la Ruta del Vino de Toro?
Colegiata Reserva de Bodegas Fariña. © Pepa García El vino de Toro Mucha personalidad y poco “marketing” son dos rasgos que han definido a los vinos de Toro desde hace siglos. Aunque los protagonistas de la Ruta del Vino de Toro no llegaban a todos los rincones de nuestra geografía, sí cruzaron el charco en las expediciones de Colón. Tampoco los podías encontrar en cualquier taberna pero gozaban de los privilegios reales y llenaban las bodegas del clero. Estos vinos potentes, que se exportaban en el siglo XIX porque milagrosamente habían esquivado la filoxera, ya obtuvieron en 1932 su propia Denominación de Origen por un decreto de la II República. No fueron vinos amados por multitudes pero supieron ser apreciados en lugares estratégicos. Hoy día, la actual D.O. de Toro agrupa 63 bodegas cuya calidad está avalada por el consejo regulador.
En este territorio vinícola se cultivan diversas variedades de uvas como la garnacha tinta, la verdejo, la malvasía castellana, la albillo real y la moscatel de grano menudo, pero la principal es una variedad autóctona, la tinta de Toro . Con estas uvas se hacen vinos blancos, rosados y tintos, aunque son estos últimos los más conocidos. Todos ellos los podrás ir degustando en bodegas, vinotecas y restaurantes de la Ruta del Vino de Toro . Esta ruta es una de las 36 Rutas del Vino de España creadas por ACEVIN, el mayor referente enoturístico del país.
Tomar una copa de vino en el viñedo, una experiencia muy recomendable. © Pepa G. Qué hacer en la Ruta del Vino de Toro Aunque en Etheria Magazine nos encanta dejar tiempo a la improvisación, en esta ruta te recomendamos organizar las visitas a bodegas y reservar hoteles y restaurantes previamente para aprovechar el tiempo al máximo y porque no hay tantas alternativas fuera de ruta. Hemos elaborado, a modo de lista, 8 planes en la Ruta del Vino de Toro.
1. Visitar San Román de Hornija, retales de historia Si comienzas la Ruta del Vino de Toro en la provincia de Valladolid, San Román de Hornija será la primera población en la que debes hacer parada. A 56 kilómetros de la capital provincial, este pequeño núcleo de casas bajas y vecinos agradables se enorgullece de custodiar un poquito de historia. Aquí vive Clara María, una de esas vecinas entrañables que se emocionan al mostrar la iglesia de San Román y todos sus tesoros. Entre ellos, la tumba del rey godo Chindasvinto y de la reina Reciberga. Un pequeño museo agrupa en el mismo templo sepulcros, lápidas, inscripciones y algún que otro resto arqueológico.
Clara María enseña con entusiasmo la iglesia y el museo. © Pepa García A sólo unos pasos de la iglesia, otro lugar de visita obligada es la Escuela del Ayer , otro espacio donde el tiempo retrocede para recrear la atmósfera escolar de tus abuelos o bisabuelos. Pupitres, mapas, libros… todo original en este colegio fundado en 1918. Fíjate en las dos entradas, la de niños y la de niñas. Merche, la alcaldesa de San Román, confía también en terminar pronto las obras de la antigua Casa Prioral que funcionará como centro de interpretación y de recepción de visitantes. Habrá que volver.
Museo del Ayer y Sepulcro de Chindasvinto. El Barrio de las Bodegas Alrededor del pueblo, donde crecen las viñas sobre el suelo de pedrusco, se sitúa el barrio de las bodegas , donde los frailes descubrieron que aquellas cuevas excavadas en la roca eran idóneas para la elaboración de vino. Una de ellas alberga la bodega subterránea de Ernesto del Palacio , una joya que transmite historia y solera y donde se sitúa un lagar con una viga de unos dos mil años. Ahora se usa principalmente para visitas y catas pero es un placer disfrutar de este espacio milenario. Prueba los vinos tintos jóvenes y crianzas de Ernesto Palacio, te enamorarán.
Bodega y vino de Ernesto Palacio. © P.García Otras dos poblaciones que forman también parte de la D.O. Toro en Valladolid son Villafranca del Duero y Pedrosa del Río, no está de más darse una vuelta también por allí si te queda tiempo libre.
2. Pasear por Toro Un fin de semana enoturístico por la Ruta del Vino de Toro tiene obligatoriamente que ceder parte de protagonismo a Toro, apenas a 11 kilómetros de San Román de Hornija y 60 de Valladolid. Esta población zamorana de impronta monumental y calles empedradas es el reducto ideal para el paseo, la historia y la gastronomía. Enamoran sus aires tranquilos de ciudad de provincias, con niños jugando en las calles, plazoletas con abuelos en animada charla y amigos tomando vinos en bares bajo soportales.
Los tesoros monumentales de Toro salen al paso, casi no hace falta buscarlo. El mayor de ellos, la Colegiata que oculta la bellísima Portada de la Majestad , del siglo XIII, esculpida en piedra y policromada. Otros conjuntos que merece la pena llevar en agenda son las construcciones mudéjares de San Lorenzo el Real, San Salvador de los Caballeros y la iglesia del Santo Sepulcro; cenobios como el Real Monasterio del Sancti Spiritus; palacios y casonas, algunas visitables; y la plaza de toros (una joya de la que te hablamos en este artículo ).
Calle y Colegiata de Toro. © P. García 3. Tener una (o varias) experiencias gastronómicas en la Ruta del Vino de Toro En una ruta enoturística es esencial reservar tiempo para saborear la gastronomía de la tierra en algunos de sus mejores establecimientos. En Toro elegimos dos, uno clásico y otro con un toque creativo. Doña Negra es un restaurante perfecto para vivir una experiencia integral en la que el vino de Toro no sólo marida con el plato sino que se convierte en un ingrediente fundamental en platos como el rabo de toro al vino tinto, peras al vino… Sus propietarios, César y Eliana, son argentinos y ofrecen lo mejor de la tierra zamorana aunque en algunos platos incorporan productos propios de su tierra. Es uno de esos lugares en los que siempre apetece repetir.
César Ferrada y Eliana Leguizamon, de Doña Negra (Izq.) Rabo de toro y peras al vino tinto de Doña Negra (Dcha.)
Una versión más clásica es la que ofrece la Taberna Malaspina , situada en la parte trasera del hotel Juan II. Puede ser el restaurante con las mejores vistas de Toro, lo cual, sumado a su cocina tradicional y sus vinos, conforma una experiencia muy completa. Ideal para ver atardecer mientras cenas… No dejes de probar las carrilleras al vino tinto D.O. Toro.
Taberna Malaspina, en Toro. © P. García Y a 17 km de Toro se sitúa el pequeño pueblo de Morales de Toro, que acoge La Panera de San Juan. Este restaurante se encuentra situado en una antigua panera del siglo XVIII que perteneció a la iglesia de San Juan. Donde antaño se pagaba el diezmo, hoy día se brindan suculentas experiencias gastronómicas. Es un lugar imprescindible donde hacer una parada para disfrutar de comidas maridadas y catas temáticas. Te recomendamos tomar el vermú Aventón, a partir de uva moscatel, en el patio y curiosear entre las centenares de referencias de vinos que pueblan su enoteca.
Panera de San Juan, una excelente propuesta cerca de Toro. © Pepa G. Por último, te hablamos del espacio de restauración de Bodega Latarce (Ctra. Medina de Rioseco, km 1), un espacio moderno y de gran tamaño que brinda una carta informal en la que conviven platos tradicionales y creaciones del chef. Asimismo, disponen de un gastrobar, donde tomar unos vinos y aperitivos, y el llamado ‘Wine garden’ donde organizan veladas musicales.
4. Catar los vinos de Bodegas Fariña Bodegas Fariña es el siguiente alto en el camino de esta Ruta del Vino de Toro y es una parada indispensable por su equilibrada mezcla de bodega familiar y apuesta de futuro. Exteriormente, el conjunto que conforma la bodega muestra solera, pero coexisten salas de crianza, a 5 metros de profundidad, con más de 1.800 barricas de roble francés y americano, con otras (Museo de Vino y Arte) donde las obras de arte y la etnografía brindan un recorrido alrededor de la viticultura y el vino. No te pierdas la exposición de las etiquetas presentadas a concurso para elegir la “etiqueta del año”.
Bodegas Fariña fue una de las artífices de la D.O. Toro. © Pepa García Como curiosidad, te contamos que la familia Fariña es una de las artífices de la D.O. Toro, cultiva más de 300 hectáreas de viñedo y se enorgullece de sus variedades tinta de Toro y malvasía blanca, con las que elaboran tintos, rosados y blancos afrutados. Te animamos a realizar alguna de sus experiencias enoturísticas (Descubriendo Fariña, Con los 5 sentidos y Comiendo en Fariña) para conocer la historia en profundidad.
Habitación del Eurostars Valbusenda Hotel Bodega & Spa. 5. Dormir entre viñedos Teniendo en cuenta que nuestra propuesta es recorrer la Ruta del Vino de Toro, resulta lógico que el hotel elegido para pernoctar se encuentre junto a una bodega y rodeado de viñedos. El Eurostars Valbusenda Hotel Bodega & Spa es un cinco estrellas de estilo moderno que permite descansar, relajarse en su “wine spa”, comer bien en el restaurante y hacer una cata en su bodega. ¡No se puede pedir más! Además, está a una distancia prudencial de la civilización –la tranquilidad está asegurada– pero en pocos minutos se llega a cualquier punto de la ruta. No dejes de realizar una visita con degustación en su moderna bodega, situada a pocos metros del hotel.
María Alfonso es la enóloga de Finca Volvoreta. © Pepa García 6. Ver atardecer desde la Finca Volvoreta Como los viajes se componen de vivencias, nuestra siguiente recomendación integra varias experiencias que resultan especiales. Todas rondan alrededor del proyecto de viticultura ecológica de Finca Volvoreta , una empresa familiar en la que María Alfonso es la enóloga y también el alma de la misma. Comienza bajo tierra y en penumbras visitando la bodega subterránea que tiene en el pueblo de Sanzoles , donde duermen los vinos en tinajas. Y continúa en sus viñedos, caminando entre las hileras de vides rebosantes de promesas. Ver caer el sol, alejados de caminos transitados, con una copa de vino de Volvoreta en la mano, es todo lo que se puede pedir para despedir el día en esta Ruta del Vino de Toro con un poco de nostalgia pero con ganas de ver evolucionar esta bodega tan especial.
Museo del Queso Chillón. © Pepa García 7. Visitar el Museo del Queso Chillón (y catarlo) Zamora también es tierra de buenos quesos y eso se puede constatar en el Museo del Queso Chillón . Este espacio, estructurado como un centro de interpretación del queso, entrelaza los datos informativos con la historia familiar. La visita se realiza guiada por un miembro de la familia Chillón por lo que no faltarán las anécdotas curiosas de esta estirpe de emprendedores. Por supuesto, al final se realiza una cata de estos riquísimos quesos de leche cruda de oveja. Luego podrás adquirir los que te hayan gustado más. Todos son exquisitos pero quizás hay dos que no pasan desapercibidos. El primero, un queso de untar con toque picante (Chillón Picante ), que se hace con queso de oveja de más de 20 meses emulsionado con aceite de oliva virgen, pimentón de la Vera y especias picantes. Y el segundo, el queso Teodolindo Añejo Selección , madurado durante 30 meses. Si te enganchas a ellos disponen de tienda online.
Museo del Vino de Pagos del Rey. © Pepa García 8. Aprender de historia en el Museo del Vino Pagos del Rey Esta visita se puede hacer al principio de la Ruta del Vino de Toro o al final, ya que este museo instalado en la antigua cooperativa de la bodega Pagos del Rey resulta una magnífica introducción al mundo del vino. En este edificio, donde aún permanecen los 28 depósitos de vinificación, multitud de piezas relacionadas con el vino de Toro han encontrado su hogar. La historia de la familia Solís, propietarios de Pagos del Rey y de otras bodegas en distintas denominaciones de origen, comenzó en 1952 y hoy día están presentes en 115 países.
La visita al Museo del Vino Pagos del Rey se puede hacer por libre o guiada y comienza en un inmenso jardín donde se ha colocado antigua maquinaria agrícola, y continúa en el interior, donde se sitúan miles de piezas y recursos audiovisuales en el interior de depósitos. También incluye la sala de crianza, donde duermen 2.500 barricas, y una cata de vino con una tapa.
Así, entre vinos, paseos, pueblos, comidas, tradiciones… puede transcurrir un sorprendente fin de semana en la Ruta del Vino de Toro.
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