Situado al sur de Bruselas, este hermoso territorio, limítrofe con Francia, Alemania, Luxemburgo y Países Bajos, esconde muchos tesoros. Os desvelamos qué ver en Valonia y cómo sacar el máximo partido a un destino tan sorprendente como cautivador, que es perfecto para organizar una escapada con amigas.
Panorámica de Dinant desde la ciudadela. © Yolanda Cardo. Bélgica es mucho más que Flandes y Bruselas. Y es que, más allá de la flamante capital europea, y las populares Brujas, Amberes y Flandes, se extiende esta bella región francófona, inexplicablemente desconocida, repleta de joyas inspiradoras. Valonia rebosa tradición, cultura, arte e historia, pero además posee espectaculares parajes naturales, que decoran las riberas de sus generosos ríos, y coquetas ciudades que son perfectas para una escapada con amigas . Por si todo esto fuera poco, aún no padece la turistificación de otros lugares. En Etheria Magazine os contamos todo lo necesario para planificar vuestro viaje a este espectacular destino, el secreto mejor guardado de Bélgica.
Mons, la ciudad del Doudou Nuestra propuesta comienza en Mons, capital de la provincia de Henao. Una ciudad de poco más de 93.000 habitantes, amable y llena de rincones encantadores, perfecta para pasear. La Grand Place , con sus terrazas y cafés, es un buen punto de partida. El protagonismo lo acapara, sin duda, el Ayuntamiento, un magnífico edificio de estilo gótico, construido entre 1458 y 1477 por Mathieu de Layens y rematado por un campanario barroco añadido posteriormente. Es precisamente en esta plaza donde cada año se celebra la legendaria batalla entre San Jorge y el dragón, uno de los eventos más destacados de las tradicionales fiestas de la Ducasse de Mons o Doudou , unos festejos que anclan sus raíces en el siglo XIV, reconocidos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco desde 2005.
Grand Place de Mons. © Gregory Mathelot Apenas unos pocos pasos nos separan del único beffroi (campanario civil) barroco de Bélgica. Una atalaya de 87 metros de altura, reconocida también por la Unesco, auténtico símbolo de la ciudad. Otro de los lugares emblemáticos es la colegiata de Sainte Waudru , un impresionante templo de estilo gótico brabantino cuyo interior, además de unos vitrales del XVI y de una espléndida colección de estatuas de alabastro del escultor Jacques du Broeucq, contiene las reliquias de la santa patrona. Estas piezas son sacadas en procesión durante las fiestas del Doudou sobre el llamado Car d’Or , una carroza barroca de profusa decoración.
Arte callejero y Jaume Plensa Paseando por sus calles adoquinadas, advertimos que Mons es un auténtico museo al aire libre. Desde que en 2015 ostentara la capitalidad europea de la cultura, muchas de sus fachadas ejercen de improvisados lienzos donde los artistas plasman su obra. Esta exposición permanente de unas 60 obras se puede recorrer con la ruta L’art habite dans la ville . Además, si viajáis a Mons entre el 1 de julio y el 8 de octubre, podréis ver en el centro histórico la exposición de Jaume Plensa Algo Sagrado , conformada por una quincena de sus maravillosas esculturas monumentales.
Street Art en las calles de Mons. © Yolanda Cardo. El Mundaneum, el “Google de papel” La ciudad alberga algunos de los museos más interesantes de la región. Uno de ellos es Le Mundaneum , un espacio consagrado a Henri La Fontaine y Paul Otlet (dos juristas belgas de finales del XIX) y a su loable propósito de recopilar y clasificar, mediante un revolucionario sistema de fichas bibliográficas, todo el conocimiento del mundo. No solo pretendían reunir todo el saber humano, también buscaban difundirlo con el propósito de mejorar las relaciones internacionales y lograr así un mundo mejor. Un proyecto conocido como el “Google de papel”.
El Mundaneum, uno de los museos más interesantes de Mons. © Mundaneum Museo Memorial de Mons La región valona ha sido escenario de cruentos conflictos a lo largo de la historia. El legendario Godofredo de Bouillón, destacado líder militar de la Primera Cruzada, peleó en estas tierras; a poco más de 50 kilómetros de la ciudad, Napoleón Bonaparte libró la batalla de Waterloo; y las dos guerras mundiales dejaron aquí una profunda huella. Emplazado en una antigua nave en el centro de Mons, el Museo Memorial de Mons ahonda en su historia bélica, desde la Edad Media hasta el siglo XX. Una visita imprescindible que podéis complementar con otra al cementerio militar de Saint Symphorien con las tumbas de los soldados que participaron en la Gran Guerra.
Qué ver en los alrededores de Mons Le Grand Hornu A unos 15 minutos del centro urbano se encuentra Le Grand Hornu , un antiguo complejo minero erigido por Henri de Gorge entre 1810 y 1830. Esta joya europea del urbanismo funcional, construida en estilo neoclásico, reunía en una vasta superficie talleres, oficinas, viviendas para los obreros con jardín privado, residencias para los directivos, una escuela, un hospital, una biblioteca y hasta un salón de baile. Durante más de un siglo fue un símbolo de la industria del carbón en la región y también un destacado laboratorio tecnológico. Cuando en 1954 cesó su actividad, el sitio quedó abandonado. El arquitecto Henri Guchez lo salvó del derribo tras adquirir el complejo en 1971. En la actualidad, y tras varias fases de rehabilitación, Le Grand Hornu se ha convertido en uno de los referentes culturales de Bélgica consagrado a la creación contemporánea, y desde 2012 engrosa la lista patrimonial de la Unesco.
Le Grand Hornú. Un antiguo complejo industrial minero reconvertido en espacio cultural. © Yolanda Cardo. Casa de Van Gogh, el origen de un artista Poca gente sabe que, antes de pintor, Vincent Van Gogh fue predicador. En 1878 el maestro holandés vivió durante algunos meses en Cuesmes , un pequeño municipio cercano a Mons. Fue allí, mientras desempeñaba su labor evangelista entre la comunidad minera, donde realizó sus primeros dibujos y bocetos, inspirados por las duras condiciones de sus gentes, que determinaron su destino artístico. La casa-museo Van Gogh de Colfontaine es una visita imprescindible para conocer el origen del nacimiento de Van Gogh como artista.
Casa-museo Van Gogh. © VisitMons Dinant, “la perla del Mosa” La bella Dinant, encajonada entre un imponente peñón y el río Mosa, será nuestro próximo destino. Cuando contempléis el skyline desde la otra orilla del río, con la imponente colegiata de Notre-Dame, la hilera de coloridos edificios neoclásicos y la ciudadela en lo alto del acantilado, entenderéis por qué se conoce como “la perla del Mosa”. Un consejo, nada como contemplar esta extraordinaria postal navegando tranquilamente por el río.
La Ciudadela Si las vistas desde el Mosa son maravillosas, las de la ciudadela no se quedan atrás. Pero antes de asomarnos a este espléndido balcón, merece la pena recorrer el recinto fortificado al que se accede en teleférico o, si estáis en buena forma, subiendo los 408 peldaños de su escalera. La actual fortaleza, edificada entre 1817 y 1821 sobre las ruinas de un castillo del siglo XI, es actualmente un espacio museístico consagrado a los hitos más destacados de la historia de Dinant como, por ejemplo, el saqueo de la ciudad en 1466 por las tropas de Carlos el Temerario; la ocupación del rey de Francia Luis XIV a finales del XVII; o los cruentos combates entre franceses y alemanes durante la Gran Guerra.
Dinant es conocida como la “perla del Mosa”. © Yolanda Cardo La Colegiata A vista de pájaro, desde el mirador de la Ciudadela, se aprecia la impresionante estructura de la colegiata de Notre-Dame . Tres naves coronadas por el singular campanario en forma de bulbo, sin duda su elemento más llamativo. El templo actual fue construido sobre uno anterior destruido en 1227 tras caerle una inmensa roca del acantilado. Merece la pena visitar su interior con sus hermosas vidrieras del siglo XV y contemplar el pórtico románico del siglo XIII, la parte más antigua que se conserva.
La ciudad del saxo Dinant tiene su propio hilo musical. Y es que aquí nació Adolple Sax , el célebre inventor del saxo. Sus huellas se perciben a cada paso, bien en la hilera de 28 saxos que decoran el puente Charles de Gaulle, en el museo de su casa natal o en el festival de jazz que cada año se celebra en la ciudad. Un último apunte: no abandonéis la villa sin reposar en alguna de las terrazas que se extienden en la ribera del Mosa para degustar alguna cerveza o, si sois golosas, la tradicional couque de Dinant, una tradicional galleta elaborada exclusivamente con harina y miel.
Namur: patrimonio, fresas y patatas fritas A unos 30 kilómetros de Dinant, en la confluencia de los ríos Mosa y Sambre, se encuentra Namur, capital administrativa de Valonia y nuestra próxima parada. Esta encantadora ciudad universitaria es famosa por las deliciosas fresas de Wépion y también por ser la cuna de las famosas patatas fritas. Según cuenta una antigua leyenda, durante un gélido invierno que congeló las aguas del Mosa impidiendo pescar a sus habitantes, estos decidieron sustituir el pescado frito por patatas cortadas en forma de pescado . Así nació esta guarnición tradicional, todo un ‘must’ de la gastronomía belga.
La ciudad universitaria de Namur es la capital de la región valona. © Yolanda Cardo Su Ciudadela , erigida sobre un vasto entramado de galerías subterráneas al que Napoleón definió como “el termitero de Europa”, es el buque insignia de Namur y una visita imprescindible, pero perderse por su casco antiguo también los es. Muy dinámico, repleto de pequeños comercios, cafés y restaurantes, atesora un catálogo arquitectónico que nos lleva hasta la catedral de Saint-Aubain, un bello templo barroco construido entre 1751 y 1767 por Gaetino Pizzoni; el Teatro Real, un magnífico edificio del siglo XIX; al espacio cultural El Delta; y, por supuesto, al beffroi o torre de Saint-Jacques, Patrimonio de la Unesco desde 1999.
Tournai, la ciudad de los cinco campanarios Esta ciudad, a orillas del río Escalda, es una de las más antiguas de Bélgica. Presume de tener varias joyas arquitectónicas entre las que destacan su fantástico beffroi del siglo XII y la catedral de Notre-Dame con sus cinco campanarios, ambas incluidas en la lista patrimonial de la Unesco.
La Grand Place es la otra gran protagonista de Tournai, con sus hermosos edificios como el Halle aux Draps, un antiguo mercado de telas; el edificio de la Conciergerie des Halles; o la iglesia románica de San Quintín.
Catedral de Tournai, la ciudad de los cinco campanarios. © Yolanda Cardo Merece la pena alejarse un poco del centro neurálgico para visitar el Museo de Bellas Artes , obra de Victor Horta, el famoso arquitecto belga, precursor del Art Nouveau; y también para conocer el Pont des Trous , un puente-baluarte de época medieval construido para proteger el curso del Escalda a su paso por la ciudad.
Abadía de Villers, el ‘place to be’ de Victor Hugo Finalizamos el viaje en un enclave excepcional: la abadía de Villers , en la pequeña localidad valona de Villers-la-Ville, a unos 30 minutos en coche de Bruselas. Los hipnóticos vestigios de este extraordinario conjunto arquitectónico cisterciense, con más de ocho siglos de historia, están considerados como uno de los más grandes y bellos de Europa.
Fue fundada en 1146 por un pequeño grupo de monjes procedentes de la abadía de Claraval sobre unos terrenos cedidos por Gauthier de Marbais. Los trabajos de construcción se prolongaron durante décadas, finalizando bien entrado el siglo XIII. Durante todo este largo periodo, la abadía gozó de fama e influencia y sus dominios abarcaban una superficie aproximada de 10.000 hectáreas. Hasta un centenar de monjes y trescientos laicos llegaron a vivir en el recinto en su época de máximo apogeo.
La abadía de Villers. Un extraordinario conjunto arquitectónico cisterciense. © Yolanda Cardo La guerra de Flandes y la Revolución francesa contribuyeron a su decadencia, quedando abandonada definitivamente en 1796. El Siglo XIX le concedió un nuevo periodo de esplendor al convertirse en el place to be de los románticos europeos. El dramaturgo francés Victor Hugo la visitó hasta en cinco ocasiones. Cuentan que las mazmorras del recinto inspiraron algunos pasajes de su novela más célebre, Los Miserables .
Visitar este conjunto abacial para contemplar las ruinas de la magnífica iglesia con sus bóvedas, el claustro, el refectorio y sus bellísimos jardines debe ocupar un puesto destacado de vuestros imprescindibles.
Guía práctica para un viaje a Valonia Dónde alojarse En Mons en el Martin’s Dream Hotel , en pleno centro de la ciudad, práctico y acogedor.
En Namur en Villa Balat , una preciosa casa a orillas del Mosa frente a la ciudadela. Tan solo cuenta con tres habitaciones, pero si sois un grupo pequeño, o viajáis en pareja, merece la pena darse el capricho.
Dónde comer En Mons probamos estos establecimientos: La vache à carreaux ; El Carmeluche y en las afueras el restaurante de la Brasserie Dubuisson . El delicioso almuerzo puso el broche final a la visita previa a la cervecería Dubuisson que desde su creación, en 1769 por Joseph Leroy, permanece en manos de la misma familia y en el mismo lugar donde comenzaron la actividad. Muy recomendable.
Cerca de Namur en el restaurante Les 7 Meuses . Aunque hay que desplazarse unos kilómetros en coche, las vistas desde la terraza sobre el valle del Mosa son impresionantes.
En el bistro de la Abadía de Villers . Una carta sencilla pero ideal tras finalizar la visita por el complejo abacial.
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