Los tesoros artísticos que guarda el Museo del Louvre hacen que puedas estar en él tantas horas como quieras o incluso visitarlo varias veces. Como sabemos que en los viajes a veces apremia el tiempo más de lo que nos gustaría, hemos preparado una ruta de dos horas por algunas obras tanto de pintura como de escultura que no puedes perderte.
Patio interior del Museo del Louvre con su famosa pirámide de cristal. El Museo del Louvre es una de las visitas imprescindibles si viajas a París. Alberga algunas de las obras claves en la historia del arte occidental y el placer de contemplarlas cara a cara supera con creces los inconvenientes de la espera para entrar y la gente que pueda haber en el museo. Tanto si eres amante de la pintura y la escultura como si simplemente consideras la visita a los museos como una parte más de un viaje, el Louvre no te dejará indiferente.
Si es tu primer viaje corres el riesgo de querer ver todo el museo de una vez. Error. Esto es materialmente imposible por su extensión y por la cantidad de “imprescindibles” que alberga la ‘ciudad de la luz’ y que demandarán también tiempo de tu viaje. Así que, para facilitarte la visita y que no te pierdas en su maraña de pasillos, salas y escaleras lo mejor es llevar planificado un itinerario por sus piezas más significativas. Lo ideal es que lo puedas hacer en unas dos horas , más o menos, según el interés que te despierte cada una. Como a París vas a volver seguro, en tus siguientes visitas te va a apetecer volver al Louvre, y ya podrás centrarte en una etapa o autor concreto. Los grandes museos es lo que tienen, permiten decenas de visitas cada una diferente y a cuál más interesante.
‘Mujeres de Argel en su apartamento’ de Eugène Delacroix. © Susana García Historia del Museo del Louvre Comenzamos por situar históricamente este singular museo, que ocupa una fortaleza que el rey Felipe Augusto construyó en el siglo XIII para defender París. Carlos V lo convirtió en su residencia palaciega en el siglo XV; y Francisco I trasladó la corte en el siglo XVI, dejándolo para albergar las obras de arte reales. Tras la Revolución Francesa de 1789, la Asamblea Nacional decidió abrirlo al público para que todo el mundo pudiera contemplar las maravillosas piezas que antes sólo podían contemplar los miembros de la realeza y la aristocracia. Actualmente alberga más de 380.000 obras de arte de diferentes formatos y períodos históricos.
El edificio del Louvre es imponente y te acompañará en muchos de tus paseos por París, ya que está ubicado frente al Sena y en el popular y céntrico barrio de Le Marais. El edificio principal fue construido bajo el mandato de Luis XIV por el arquitecto Louis Le Vau; y su popular pirámide de cristal , que se lleva todas las fotos y selfies , se inauguró en 1989 y es obra del arquitecto chino-estadounidense Ieoh Ming Pei.
Fragmento del Friso del Palacio de Darío I en Susa. © SG Estructura del museo Sus más de 72.000 metros cuadrados se distribuyen en tres alas enlazadas entre sí con cinco plantas cada una . Existen nueve secciones diferentes: pinturas, arte egipcio, arte grecorromano, arte de oriente próximo, esculturas, artes decorativas, arte islámico y arte gráfico. Así es más fácil elegir en qué aspecto del arte quieres profundizar si vas a realizar una visita temática.
Recorrido de dos horas por el Museo del Louvre El recorrido propuesto permite llevarse una idea general del museo. Se tarda en hacer aproximadamente dos horas, aunque el tiempo depende mucho del interés que despierte cada obra y de la gente que haya en el museo, que casi seguro será mucha. Incluye cuatro salas del Ala Sully, una del Ala Richelieu y el resto del Ala Denon.
Las Cariátides Puedes comenzar la visita al Museo del Louvre viendo las famosas Cariátides (sala 348), que se encuentran en el Ala Sully. Para llegar, tendrás que subir la escalera situada tras el punto de control, continuar el pasillo hasta el final y subir la escalera a mano derecha. Esta obra escultórica de Jean Goujon era parte de la decoración del majestuoso salón de baile que ocupan, que se concibió cuando Enrique II transformó el castillo medieval en palacio renacentista. Su función era sostener la tribuna para los músicos.
Las Cariátides en el Museo del Louvre. © Susana García La Venus de Milo Tras cruzar la sala de las Cariátides y atravesar unos pilares rojos se llega a la Venus de Milo (sala 346), una de las obras emblemáticas del Museo. Eso sí, está siempre rodeada de una multitud que no se cansa de retratarla desde diferentes ángulos. Llegó al museo en el año 1821 procedente de la isla de Milo como un regalo para Luis XVIII que la donó al museo en un momento en el que Francia se había visto obligada a devolver unas cinco mil obras saqueadas durante las conquistas de Napoleón. Una afrodita sin brazos que se ha convertido en todo un icono de masas.
La Venus de Milo es una de las obras más admiradas del Museo del Louvre. © SG Victoria de Samotracia Pasamos al ala Denon tras volver sobre nuestros pasos hasta los pilares rojos. Después, hay que girar a la izquierda hasta llegar a una escalera (la escalera Daru) para contemplar en lo alto una de las esculturas más imponentes del museo y de la historia de la escultura: la Victoria de Samotracia (sala 703). No se sabe muy bien qué tiene esta obra sin cabeza – que representa a la diosa Nike y fue esculpida para ser vista de tres cuartos por el lado izquierdo– que no puedes dejar de mirarla. Quizá la delicadeza de las trasparencias de su ropa, el movimiento que aporta el imaginario viento que la enfrenta o las inmensas alas.
La Victoria de Samotracia se lleva todas las miradas. © SG Los frescos de Boticelli Mirando a la Victoria de Samotracia seguimos un pasillo que sale de las escaleras hacia la derecha para encontrarnos con los frescos de Boticelli (sala 706), posiblemente la mejor forma de llevarnos en la retina un pedacito del Renacimiento más auténtico tras la visita del Louvre. Estos frescos son originarios de una villa de Florencia, en la que aparecieron en 1873 al retirar una capa de cal. Muestran, como tema habitual en esta época artística, a la que parece ser la joven de la casa rodeada de alegorías y heroínas de la antigüedad clásica.
Fragmento de los frescos de Botticelli del Museo del Louvre. © SG La Gran Galería Continuamos caminando recto por la primera planta del Ala Denon. Tras pasar una puerta de cristal se accede al famoso Salón Cuadrado , que dio origen a los famosos salones o exposiciones del siglo XIX y que tiene un techo magnífico. Al atravesarlo se accede a la Gran Galería (sala 710) con una colección maravillosa de pintura italiana entre la que destacan las 27 obras que alberga de Leonardo da Vinci. No te pierdas la serenidad de los rostros de su “Virgen de las Rocas”.
La Gran Galería alberga las obras de arte de Leonardo da Vinci, entre otros autores. © SG La Gioconda Desde la Gran Galería se accede a la Sala de los Estados (sala 711). Aquí llega uno de los momentos más esperados del Museo del Louvre: ver cara a cara a la famosa Gioconda de Leonardo da Vinci. No está muy claro quién es la persona representada en este cuadro que siempre acompañaba a Da Vinci y que retocó varias veces, aunque se piensa que es Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo.
La Gioconda, la obra más visitada del Museo del Louvre. © SG Fíjate en la enigmática sonrisa, que parece cambiar según la perspectiva, y del fondo difuminado con la técnica renacentista del sfumato . Para contemplar de cerca este enigmático retrato rodeado de misterios, a través de la vitrina que le protege y de un tamaño bastante menor del que uno imagina, hay que esperar una larga fila. Si vas con prisa o no quieres perder demasiado tiempo, puedes acercarte también por el lateral para verla desde algo más lejos.
La Libertad guiando al pueblo y La balsa de la Medusa Volvemos a la Gran Galería y giramos a la derecha. Cruzamos la sala 715 y volvemos a girar a la derecha para llegar a la Sala Molien (Sala 700), que alberga alguna de las obras más importantes del Romanticismo francés del XIX. Si hay que quedarse con sólo dos obras para poder verlas con detenimiento, éstas deberían ser ‘La Libertad guiando al pueblo’ y ‘La basa de la Medusa’. La primera, de Eugène Delacroix, representa la revolución del 1830 y la mujer que la encabeza como una alegoría de la Libertad se ha convertido en un símbolo de Francia y de las revoluciones. Por otro lado, ‘La balsa de la Medusa’, de Thèodore Gèricault, es un cuadro lleno de detalles donde la luz, la expresividad de los personajes y la definición del dibujo son los protagonistas de esta estampa agónica de un naufragio.
‘La Libertad guiando al pueblo’ de Eugène Delacroix. © SG Escultura: los esclavos de Miguel Ángel y Psique reanimada por el beso del Amor Retrocedemos al inicio de la Sala Molien y descendemos un piso por la escalera para acceder a la galería Miguel Ángel (sala 403). Aquí, las esculturas del ‘Esclavo rebelde’ y el ‘Esclavo moribundo’, que iban a formar parte de monumento funerario del papa Julio II que no llegó a realizarse, muestran la increíble técnica del genio renacentista Miguel Ángel. Como contraste a estos musculados cuerpos en tensión aparece una de las obras más delicadas de la historia de la escultura: ‘Psique reanimada por el beso del Amor’, de Antonio Cánova. Una obra que retrata el justo instante en el que la diosa vuelve a la vida y que atrae todas las miradas.
‘Psique reanimada por el beso del Amor’, de Antonio Cánova. © SG La Gran Esfinge Dejamos la planta 0 del Ala Denon para bajar un piso e ir hacia el Ala Sully , que alberga las antigüedades griegas, egipcias y del próximo oriente y distribuye sus salas en forma de cuadrado. Esta zona del museo podría ser una visita en sí misma, pero para llevarse una visión de la riqueza de estos fondos, se puede visitar la Gran Esfinge de Tanis (sala 338), una escultura en forma de esfinge egipcia tallada en el año 2600 a. C., durante el Imperio Antiguo de Egipto. Esta obra inicia la colección de más de 6.000 piezas del Egipto faraónico.
La Gran Esfinge. El arte persa: Friso de los arqueros y capitel con cabeza de toro del Palacio de Darío Seguimos recorriendo el cuadrado del Ala Sully, subiendo y bajando diferentes tramos de escaleras y atravesando las salas del arte egipcio. Tras ellas, aparecen las antigüedades de Oriente Próximo donde merece la pena detenerse ante el Friso de los arqueros (o friso de los Inmortales) del Palacio que Darío I tenía en Susa (sala 308). Una inigualable joya del arte persa realizada en ladrillo de terracota vidriado en el siglo VI a.C. También ante el imponente capitel con cabeza de toro de la Sala de Audiencias del mismo palacio realizado. Está realizado en piedra caliza y muestra la maestría de la cultura persa en el trabajo de la piedra y las dimensiones de sus maravillosos palacios.
Capitel del Palacio de Susa de Dario I que se encuentra en el Museo del Louvre. © SG La Galería Médicis Para cerrar la visita a lo grande, pasamos al Ala Richelieu y subimos a la planta 2 para acceder a la Galería Médicis (sala 801). Además de una importante muestra del talento de Pedro Pablo Rubens, es una clase de historia centrada en la vida de María de Médici, viuda de Enrique IV y madre de Luis XIII.
En esta enorme sala se ubican, de manera cronológica, los cuadros que el genial pintor flamenco realizó por encargo de la reina para contar (y ensalzar) su agitada vida y que fueron pensados para decorar las galerías del palacio de Luxemburgo, que ella misma mandó construir. En total, en esta sala se ubican 21 cuadros de cuatro metros de altura, que hacen un total de 300 metros cuadrados de pintura barroca que captarán tu atención sin remedio. Tú decides cuánto tiempo quieres pasar aquí, podrías incluso dedicar una sola mañana a esta sala.
La Galería Médicis en el Museo del Louvre. Guía práctica del Museo del Louvre ¿Cuánto cuestan las entradas y dónde comprarlas? La entrada general cuesta 22 Euros (gratis para menores de 18 años y menores de 26 años residentes en el Espacio Económico Europeo). Es gratis el primer viernes de cada mes a partir de las 18 h (excepto en julio y agosto) y el 14 de julio (Fiesta Nacional Francesa). Lo mejor para evitar largas filas es comprar las entradas online a través de la web del Museo del Louvre, no evitan entrar sin fila, pero es mucho más corta que si se va sin entrada. Si vas con guía turístico no tendrás que esperar.
¿Qué horario tiene el Museo del Louvre? El museo abre de 9 a 18 h (lunes, jueves, sábado y domingo). De 9 a 21 horas (miércoles y viernes). Cierra los martes. La última admisión es 1 horas antes del cierre. Se desalojan las salas 30 minutos antes del cierre.
¿Cómo recorrer el museo? Este recorrido está realizado tomando como base uno de los cuatro itinerarios de hora u hora y media que propone el Museo del Louvre en su página web. Es una propuesta con alguna de las obras imprescindibles, aunque evidentemente hay muchas más. Puedes indagar en la página web del Louvre para hacer tu propio itinerario según tus intereses y guiarte una vez en el museo con uno de los planos.
✅ También puedes contratar en Civitatis su Visita guiada por el Museo del Louvre de dos horas de duración.
¿Se puede alquilar una audioguía? Sí, se pagan en la taquilla y se recogen en la planta -1. Son Nintendo DS XL y cuestan 6 Euros.
¿Qué otras obras puedo incluir en la visita? ‘La coronación de Napoleón’ y ‘El rapto de las sabinas’ de Jacques-Louis David; ‘Las bodas de Caná’ de Paolo Veronese; ‘La Gran Odalisca’ de Jean-Auguste-Dominique Ingres; el Código de Hammurabi; el Escriba Sentado; ‘La Venus de Urbino’ de Tiziano; ‘La Corrida de Toros’ de Francisco de Goya; la ‘Lección de anatomía’ de Rembrandt… La lista es infinita.
¿Dónd encontrar toda la información necesaria para organizar una visita al Louvre? En la web del museo, Museo del Louvre , encontrarás toda la información que precisas para preparar tu visita a esta pinacoteca a fondo.
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