La costa atlántica francesa está repleta de lugares para disfrutar, pasear y contemplar con una copa de vino en la mano. En Etheria magazine os proponemos viajar a La Rochelle y la isla de Ré, dos rincones llenos de historia y sabor marinero para pasar, sola o con amigas, un fin de semana de diez.
Faro de las Ballenas en la isla de Ré. © Susana García Actualizado 2022 Merecen la pena las dos horas en coche que se tarda en llegar a La Rochelle desde los aeropuertos de Burdeos o Nantes (con vuelos directos desde España de poco más de una hora). Se puede realizar una parada en cualquiera de estas dos ciudades, donde no faltan atractivos. Pero, en esta ocasión, nos vamos a centrar en la coqueta y marinera ciudad de La Rochelle y sus alrededores. En un fin de semana, una buena opción es dedicar a la ciudad el viernes y el domingo y reservar el sábado para dejarse sorprender por los encantos de la isla de Ré .
La Rochelle, fortaleza marinera Esta ciudad de convulsa historia, que vivió el asedio del mismísimo cardenal Richelieu debido a su condición protestante, fue un puerto fundamental. Primero en el comercio entre Francia, Inglaterra y España (durante la Edad Media y Moderna), y, después, con América y África. Esto le aporta su carácter marinero, ese que confirma el perfil de los mástiles de los barcos de su Puerto Viejo y en la gastronomía de sus restaurantes, con numerosas propuestas de deliciosos pescados y los siempre presentes mejillones.
Puerto Viejo de La Rochelle. © Susana García. Para empezar una visita, nada mejor que dirigirse a sus torres . Marcan el perfil de acceso al Puerto Viejo desde el mar y que señalan lo codiciada que fue La Rochelle. La de la Lanterne , que fue faro y prisión militar, ofrece unas vistas espectaculares de la ciudad; la de la Chaîne , más baja y robusta, sirvió para labores administrativas del puerto y hoy alberga una exposición sobre la emigración a Canadá; y la de Saint-Nicolas , combinó sus funciones de defensa con las de vivienda. Además de visitarlas, se puede pasear también por parte de los muros defensivos para contemplar la ciudad y el puerto.
Vistas desde la torre de la Lanterne de otras dos: la de Saint-Nicolas y la de la Chaîne. © Susana García. Después, en un paseo por su casco histórico descubrirás una ciudad en la que sorprende la piedra blanca que cubre suelo, edificios y soportales. Forma pasillos cubiertos llenos de arcadas en los que antes los comerciantes guarecían sus mercancías y que hoy están repletos de tiendas de todo tipo. Un paseo callejeando por este centro histórico, entre casas que datan desde la Edad Media al siglo XVIII, lleva al mercado . Es un punto de encuentro bullicioso y colorido que merece una visita, sobre todo los miércoles y los sábados. Por la tarde es imprescindible un paseo por el Puerto Viejo , entre las terrazas de sus restaurantes, los puestos de artesanía y su noria, que forma parte del perfil de la ciudad y cuyas alturas desvelan vistas infinitas.
Restaurantes del Puerto Viejo de La Rochelle. © Susana García. Isla de Ré, el encanto de lo pequeño Es probablemente uno de los lugares más encantadores de Europa, uno de esos sitios donde quedarse días y días con una bicicleta por el simple placer de estar y disfrutar. Si sólo se dispone de una jornada lo mejor es optar por el coche, que permite recorrer sus treinta kilómetros de largo por cinco de ancho con rapidez, aunque sus paisajes invitan a una conducción tranquila. A la isla se llega por un puente (con peaje) desde La Rochelle y, una vez allí, hay que dejarse llevar por sus estrechas carreteras pasando por pueblos y paisajes que invitan al relax.
Lo mejor es dirigirse nada más llegar al otro extremo de la isla para visitar el Faro de las Ballenas, que ilumina el Atlántico desde sus 57 metros de altura (es uno de los más altos de Europa) y al que se puede subir tras los 257 escalones de su preciosa escalera.
No hay que desfallecer, la vista lo merece. Se puede elegir entre visitar sólo el faro o conocer también el Museo y la Torre Antigua que se encuentran junto a él. El faro está rodeado de tiendas de recuerdos y artesanía y restaurantes donde pararse a tomar algo para recuperar fuerzas después de la subida.
Escalera de caracol del interior del Faro de las Ballenas. © Susana García. Después se puede ir a Ars-en-Ré , uno de esos pueblos que parece de cuento, con sus casas blancas con balcones y puertas llenas de flores. Destaca la torre de su iglesia , en blanco y negro, tan alta que parece desubicada en la pequeña plaza en la que se encuentra. Esa altura irreal es la que hacía de ella un punto de referencia para los barcos de pescadores cuando querían volver a puerto. Ars-en-Ré cuenta con numerosos y coquetos restaurantes y crêperies por si te decides a comer aquí, algunos de los más populares están en torno al puerto (imprescindible probar las ostras locales, pequeñas y deliciosas).
Detalle de una tienda en Ars-en-Ré. © Susana García. La siguiente parada, sobre todo si se visita la isla en verano, puede ser la interminable playa de Le Bois-plage-en-Ré . Este inmenso arenal recorre la costa sur de la isla y al que hay distintos accesos desde la carretera. La blanca arena y las olas proporcionarán una tarde que podrá ser como tú desees: tranquila disfrutando de la cálida arena; o llena de adrenalina con una tabla de surf para disfrutar de las olas en una de las mejores playas de la costa atlántica francesa.
Puerto de Saint-Martin-de-Ré. © Susana García. Y, para terminar, el plato fuerte, la bonita localidad Saint-Martin-de-Ré . Su aspecto se debe al mariscal Vauban (de la época de Luis XIV), que pensó en ella como lugar para establecer una fortaleza que ayudara a la defensa de La Rochelle. Su puerto es precioso, siempre animado, y de él salen dos calles peatonales que ascienden por la ciudad y llevan a la iglesia de San Martín (a cuyo campanario se puede subir). Imprescindible un helado en La Martinière , en el puerto. Tiene decenas de sabores (desde los más clásicos a los más singulares, como el de ostras) mientras se pasea por la ciudad y su fortaleza.
No puedes perderte un helado en La Martinière, en Saint-Martin-de Ré. © Susana García. Si puedes disfrutar de algún día más en la isla de Ré , aprovecha para realizar alguna excursión en Tuk-Tuk o en bicicleta y descubrir así rincones menos concurridos; o visitar lugares como una «granja» de ostras en L’Huitriere de Ré (donde además puedes comprar ostras las 24 horas gracias a unas curiosas máquinas expendedoras). También puedes acercarte a la encantadora localidad de La Flotte , al fuerte de La Prée o a las ruinas de la abadía de los Châteliers . Si quieres alquilar una bicicleta, en la web de la Oficina de Turismo de la Isla de Ré . Encontrarás numerosas empresas donde reservar el medio de transporte más popular de la isla.
Guía de viaje | Etheria Magazine Cómo llegar Lo mejor es volar a Nantes (a 1 hora y 45 minutos) o a Burdeos (a 2 horas). Suelen volar Iberia, Vueling, Volotea, Iberia Express y Air Nostrum, etc. desde varias ciudades españolas. La Rochelle tiene un pequeño aeropuerto que no tiene vuelos directos a España (se pude ir vía París).
Dónde comer El Puerto Viejo de La Rochelle está lleno de restaurantes, muchos de pescado. Para darse un capricho y disfrutar de la gastronomía francesa, Les Flots ofrece una exquisita carta con sorprendentes propuestas y excelentes vinos de la cercana región de Burdeos. Si quieres comer buen pescado y marisco, es muy recomendable Le Bistrot des Pêcheurs (lespecheurs.fr), también en el Puerto Viejo.
Para una cena informal, las crêperies aparecen por todas partes, una opción es la Crêperie du Vieux Port . En la isla de Ré es imprescindible probar las ostras, pequeñas y delicadas. En Saint-Marti-de-Ré hay restaurantes en toda la zona turística y en Ars-en-Ré merece la pena acercarse al puerto a alguno de sus restaurantes como Chez Remi (1 Quai de la Pré) o el Café du Commerce (cafcom-ars.com).
Créperie en la isla de Ré. © SG Dónde alojarse La Rochelle cuenta con numerosos hoteles, sobre todo de cuatro y tres estrellas. El único hotel de cinco estrellas es la Maison des Ambassadeurs y está muy bien ubicado, en el casco histórico y a unos minutos caminando bajo los soportales hasta el puerto. Tiene una pequeña piscina.
Otras informaciones prácticas De abril a septiembre hay barcos (ww.iledere-larochelle.fr) que enlazan en 70 minutos el puerto de La Rochelle con el de Saint-Martin-de-Ré. Hay varios horarios y en algunos se puede llevar la bicicleta.
En La Rochelle se puede hacer la estancia más divertida con una visita en segway o en patinete eléctrico (Mobilboard ): www.mobilboard.com/larochelle
Si vas con niños, una visita muy entretenida es el Aquarium de La Rochelle , didáctico con salas que recorren la diversidad de los distintos océanos y un centro de tortugas marinas: www.aquarium-larochelle.com
En La Rochelle existe una entrada combinada para las tres torres , se puede comprar en cualquiera de ellas.
El Faro de las Ballenas puede visitarse todo el año: www.lepharedesbaleines.fr
Carrusel en La Rochelle. © SG Más información Turismo de La Rochelle y en Turismo de la Isla de Ré .
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