El Rumspringa llega en la tierra de los Amish a los 16 años. Es el momento de decidir si se quiere permanecer en la comunidad o alejarse de sus normas (patriarcales). Como no hay verdades absolutas, viajamos a Pensilvania para conocer de primera mano su historia y cómo viven las mujeres amish.
Jóvenes amish con sus tocados de color blanco. Actualizado 3/2024
Sarah es una chica guapa y de rasgos dulces. Le brillan los ojos y su boca es carnosa. Se cubre el pelo con un bonete negro y a su vestido marrón, largo y ancho, lo remata un mandil. Nació hace 15 años en una familia de ocho hermanos en el pueblo de Intercourse , vecino de Paradise, Bird in Hand, Blue Ball y Mount Joy, nombres que si ya son curiosos de por sí, resultan aún más chocantes teniendo en cuenta las rígidas creencias de aquellos que los habitan.
La vida amish, una vuelta al pasado Entrar en el Condado de Lancaster, Pensilvania , apenas a 260 km de Nueva York, es una vuelta al pasado entre suaves colinas y campos fértiles. En este lugar ha crecido Sarah. Sus días oscilan entre la escuela Amish, donde aprende lo básico en Deitsch (alemán de Pensilvania), su casa y la comunidad.
De noche escucha, a la luz de las velas, a sus padres contar como sus ancestros, en el siglo XVI, tuvieron que emigrar de Suiza y Alemania a Ohio, Pensilvania e Indiana , en Estados Unidos, y a Ontario , en Canadá, al estar prohibida y perseguida la interpretación que hacía su rama protestante anabaptista Menonita del Nuevo Testamento. Les tildaron de estrictos cuando, según mantiene su padre y los demás hombres en las reuniones religiosas, esa lectura literal de la Biblia se acerca mucho a la verdadera, que es la suya, la Amish, cuyo primer líder Jacob Ammann se separó de los Menonitas en el siglo XVII y sigue contando hoy con unos 300.000 fieles.
“Para Sarah, los aromas de la cocina de su madre son su fragancia, como lo es el olor de la tierra que su padre ara a golpe de caballo, nada de modernos y eficaces tractores”
¿Cómo viven las mujeres amish? Los Amish no se han abierto a la tecnología y su forma de vida es la misma de hace tres siglos. Los avances son una tentación que no ayudan a la vida sencilla y contradicen las enseñanzas de la Biblia. La comida casera, a falta de nevera, se cocina a diario, por lo que es fresca y rica en nutrientes. La familia se reúne alrededor de la mesa, construida por su padre, sin interrupciones televisivas o de móviles, inexistentes en su comunidad. Una comunidad en la que lo normal es ayudarse, a levantar una casa, hacer los muebles (los Amish son excelentes carpinteros) e incluso a sufragar los gastos, médicos o de otra índole, que un miembro de la comunidad necesite.
La comunidad Amish no permite la introducción de técnicas avanzadas en el campo. Prohibido cortarse el cabello Habla con cariño de aquellas noches cuando, antes de meterse en el mullido edredón cosido por las mujeres de la familia, cepillaba la larga melena de su madre. A las mujeres amish no se les permite cortarse el pelo . Por su parte, los hombres se dejan barba a partir del matrimonio, nunca el bigote que recuerda a los militares, como lo hacen los botones y las cremalleras obviadas en el mundo Amish que es pacifista por excelencia.
Desde muy corta edad, Sarah trabaja en la casa ayudando a su madre, recogiendo esa ropa tendida que huele a sol y a hierba. Ropa poco variada. Las mujeres amish cambian escasamente de indumentaria . El vestido de bodas, azul, también lo vestirá el día de su entierro, el resto de su existencia lo pasan con una simple y asexuada prenda gris en tonos opacos coronada por un bonete negro que habla de su soltería, blanco si está casada , el gorro de la oración.
El patriarcado amish A Sarah, de niña, le parece normal que cualquier decisión, desde comprar un utensilio casero hasta el plan de los domingos, venga de su padre. La mujer Amish está subordinada al hombre , padre, hermano, marido… «si complace al esposo, complace a Dios». Aunque, supuestamente, sus principales cometidos pasan por tener muchos hijos y hacer las tareas del hogar, la mujer cada vez consigue más voz y voto en las resoluciones de la comunidad que se discuten en las casas –no existen las iglesias– bajo la autoridad de los líderes eclesiásticos, siempre varones.
Las niñas finalizan su formación a los 14 años Cuando cumplen 14 años el programa escolar llega a su fin, los chicos se marchan al campo con el padre, las muchachas se quedan en casa, amasando el pan, cosiendo, dando de comer a los animales de la granja e incluso ayudando en los barracones a modo de restaurantes gestionados por los propios Amish a donde acude a comer «gente extraña de peculiar vestir con los que hay que hablar en inglés, se sientan apiñados en las largas mesas y se vuelven locos por su sencilla gastronomía».
Entre esos platos, la carne de cerdo con sauerkraut y las albóndigas de jamón, servidas con puré de patata o el potaje de pollo y maíz (chicken corn chowder ) que Sarah está harta de comer. También le choca y «molesta» a Sarah el empeño de los foráneos en hacerles fotos, prohibido por la Biblia : “no te harás escultura ni imagen ni del que hay arriba en el cielo ni del que hay abajo en la tierra, ni del que hay en las aguas de la tierra” .
Los quilt de patchwork son auténticas obras de arte. Memorias de una niña amish Siente añoranza al recordar la sensación de libertad al correr descalza por los prados y aquellas tardes en que se reunían las mujeres para coser los famosos quilt de patchwork , mientras las niñas, unas ayudan y otras juegan con sus muñecas sin rostro. Estas artesanían tan demandadas por los turistas surgieron, en realidad, para aprovechar los retales.
Acostumbrada a la parquedad colorista de sus vestidos, le alegra el corazón mirar los parches de vivos colores que su madre y las demás mujeres unen y rellenan hasta completar el hermoso edredón o colcha. Como también lo hace el sonido del Buggie negro de dos caballos de su padre al patinar en la nieve y el hielo cuando les lleva a ella y a sus hermanos a recorrer los vastos campos de Lancaster, hasta llegar a Lititz. En este coqueto pueblo está Wilbur Chocolate Store y la panadería Julius Sturgis Pretzel Bakery , que hornea los mejores pretzels del mundo.
Granjas de Pensilvania. Casas sin ornamentos Al ver las colas de turistas, siempre se queda con ganas de entrar en Sight & Sound Theatre , que da vida a la Biblia en el escenario. Para ella las casas no tienen cortinas, ni ornamentos y cuando, en ese trayecto, cruzan la frontera Amish, tiene la oportunidad de ver los hermosos cortinajes de los hogares ingleses como llaman a todo aquel fuera de la comunidad. Le gusta asomarse y atisbar dentro de los ventanales y sueña con entrar en casa de esas jóvenes, de su mismas edad, que visten pantalones, llevan el pelo suelto, tienen móviles y van por la vida con un desparpajo insolente, nada que ver con lo que predica el ordnung , reglamento por el que se rige la vida Amish, según el cual la mujer debe ser recatada y humilde .
Por la noche piensa en todo lo visto y una sombra de culpa la acucia cuando siente cada vez más deseos de cruzar la línea de sus campos y descubrir el mundo del otro lado. Sin embargo, le aterroriza llegar a ser alguno de esos traidores que dejaron la comunidad y fueron expulsados (shunning ) para no volver nunca. Ha escuchado las conversaciones de sus mayores diciendo como muchos ellos han caído en la droga y alcohol. Solo pensar en estar lejos de su familia, de su vida segura y tranquila, le hace sentir un miedo frío, pero también una fuerte atracción.
Rumspringa, salida a la civilización Ya esta cerca, al cumplir los 16 años llega la fecha Rumspringa, cuando a los adolescentes se les permite salir al mundo, fumar, beber… antes de tomar la decisión de bautizarse e integrase de lleno en la comunidad Amish. Su amiga Anne dice que ella no va a volver, que está harta de ese mundo opresivo e incluso le parece una hipocresía unas convicciones en las que no se permite nada superfluo para reivindicar una igualdad, según Anne, inexistente.
De ella se ríen los demás infantes amish, por el precario tejido de su traje, por la mísera comida de su madre y por el buggie de su padre que solo tiene un caballo y no dos, tres e incluso cuatro como los de sus amigas. Dice que no está dispuesta a obedecer los mandatos de un hombre , ni a pertenecer al parque temático en que se ha convertido Lancaster con carteles de niños Amish comiendo mantequilla de cacahuete y anunciando su particular forma de vivir. Las inglesas trabajan, salen y entran y su vida está llena de alicientes. Y evoca a la modelo Kate Stoltzfus, Stoltz (apellido artístico) que abandonó sus raíces amish y vive en Nueva York donde tiene una marca de ropa propia, gracias a lo mucho que cosió en su hogar.
Coche de caballos típico de los Amish. El 90% de los jóvenes vuelven a la comunidad amish Aunque Kate mantiene el contacto con su familia, Anne y Sarah han escuchado a los líderes criticar su programa televisivo Breaking Amish sobre cinco jóvenes Amish que durante el rumspringa emigraron a Nueva York. La verdad es que el 90% de los jóvenes regresan tras el periodo rumspringa para bautizarse e incorporarse a la vida adulta Amish. Ellos se dejarán crecer la barba y ellas cambiarán el bonete negro por el blanco al casarse para siempre jamás.
Anne comenta que aunque el divorcio rara vez se da en la comunidad, si el hombre se divorcia puede volverse a casar, mientras a la mujer Amish le está absolutamente prohibido .
Para ella son más atractivos los hombres del otro lado, envidia la libertad de las mujeres y a la hora de tener hijos prefiere unirse a un extraño que renueve la sangre, ya ha visto demasiados niños nacer mal, dada la endogamia de esta comunidad. Sarah que siempre se ha visto casada con Rowan, tal y como le aconsejan sus padres, empieza a dudarlo y hasta el mismo Rowan percibe un cambio en su mirada que va más allá del horizonte de Lancaster.
Mujeres Amish | Etheria Magazine Cómo llegar
Se encuentra a 264 km de Nueva York, 194 de Washington y 112 de Filadelfia. La mejor opción para llegar es volar a alguna de esas ciudades y alquilar un coche para recorrer las carreteras 30 y 340 donde se concentra el universo Amish.
Dónde dormir
Alden House Bed & Breakfas t. Esta casa encantadora se encuentra en el centro del pueblo de Lititz cerca de coquetas tiendas, museos y restaurantes.
Dónde comer
Los restaurantes Amish (Pennsylvania Dutch Country) son perfectos para disfrutar de una comida saludable, y comprar sus ricos productos, mermeladas, salsas, tartas, pies…
Comprar quilts
Difícil dejar Lancaster sin llevarte un maravilloso quilt (lancasterpa.com/quilts) de los muchos que cuelgan en las casas Amish.
Qué visitar en la tierra de los Amish
Granja Museo Amish (amishfarmandhouse.com) al lado de Lancaster, en la carretera 30 dirección este, camino de Paradise, para entrar en la cotidianeidad amish, su forma de vida, utensilios, ropa, escuela…
Cuándo visitar esta zona
Aunque cualquier estación es buena para visitar Lancaster, el otoño es excepcional.
Información
Discover Lancaster .
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